LA RONDA DE NOCHE
Rembrandt Harmensz van Rijn (Leiden, 1606-Ámsterdam, 1669)
1642
Óleo sobre lienzo
Rijksmuseum, Ámsterdam
Pintura barroca
La Ronda de Noche es posiblemente la pintura más célebre de Rembrandt (1606-1669), el equivalente a Las Meninas de Velázquez (1599-1660), representando ambos pintores los mayores logros conseguidos por la pintura barroca europea. Tanto el uno como el otro fueron autores prolíficos, siendo autor el holandés de cerca de cuatrocientas pinturas, unos trescientos grabados y una colección considerable de dibujos, dando muestras en todos ellos de un genio artístico inigualable, tanto en el dominio del dibujo como del color, una contribución decisiva para situar a la escuela holandesa a la cabeza del arte del siglo XVII.
El título real de la pintura es La compañía militar del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willen van Ruytenburch, que es el motivo representado para decorar la Gran Sala del Cuartel General de los Arcabuceros (Kloveniersdoelen), sede municipal de la milicia cívica encargada de patrullar la ciudad de Ámsterdam, un edificio en la esquina entre Amstel y el canal Kloveniersburgwal que fue derribado a mediados del XIX y convertido en el hotel Doelen. Allí estuvo colgado el cuadro entre otras cinco pinturas de milicianos y un retrato de la Junta Directiva, todos realizados entre 1638 y 1645 por los mejores retratistas de Ámsterdam. Rembrandt cobró por su obra, que le ocupó de 1640 a 1642, 1.600 florines, siendo pagados sobre 100 florines por cada uno de los milicianos que quisieron ser retratados, unos más y otros menos, según el lugar ocupado en el retrato, siendo la figura del tambor la única que no tuvo que pagar, ya que fue invitado para realzar la ocasión.
El título de La Ronda de Noche es tardío e inexacto, aplicado en el siglo XIX por la crítica francesa en un momento en que la suciedad y el oscurecimiento del barniz hicieron interpretar los contrastes lumínicos como una escena nocturna, aunque una limpieza realizada en 1947 dejó visible que el momento representado, a pesar de incluir contrastados juegos de penumbras, ocurre a plena luz del día, pese a lo cual se ha mantenido aquel título para este icono universal, la pintura estrella del Rijksmuseum.
OBRA MAESTRA DE REMBRANDT
El cuadro debía presidir la Gran Sala durante el banquete de inauguración del Cuartel General para conmemorar la llegada en 1638 de la reina madre María de Médicis, viuda del rey francés Enrique IV, exiliada en Ámsterdam por orden de su hijo Luis XIII y del cardenal Richelieu, cuya visita fue celebrada con grandes fiestas en la ciudad.
En líneas generales puede decirse que se trata de un cuadro de contenido heroico, cuyo objetivo era rendir homenaje a la corporación representada y que costeaba la obra, pero en ella dejó Rembrandt un retrato colectivo de dieciocho personajes totalmente innovador y de gran valor testimonial, con el capitán Frans Banninck Cocq y su lugarteniente Willem van Ruytenburch al frente de un grupo en el que figuran gran cantidad de personajes, cada uno de ellos con sus rasgos individualizados, al modo de la pintura holandesa del XVII, estando identificado el sargento Reijer Engelen, sujetando una alabarda en el borde izquierdo, y el piquero Jacob Dirksen con una pica detrás del que sopla el mosquete.
En la escena el capitán da la orden y toda la compañía se pone en movimiento. El alférez alza la bandera, el tambor hace sonar su instrumento y los milicianos toman las armas, destacando la figura de dos niñas y un niño entre los mosqueteros. La cuadrilla no aparece formando filas, como era preceptivo, sino que Rembrandt recurre al momento previo de formación para crear un emocionante espectáculo de hombres en acción como nunca antes se había realizado. De igual manera, el uso del arcabuz como arma de fuego había sido sustituido por el mosquete, circunstancia que el pintor aprovecha para darle protagonismo en la representación, en la que algunos milicianos colocados en segundo plano muestran cómo funciona: uno con traje rojo cargándolo en primer plano, otro en pleno disparo colocado detrás del capitán, y un tercero, a la derecha del teniente, soplando los restos de pólvora después de disparar.
En una primera mirada se aprecia que todos los miembros de la cuadrilla van armados, lo que crea una tensión que hace presuponer que algo grave va a ocurrir, por lo que la escena se impregna de una carga dramática desconocida en la pintura holandesa. Una mirada detallada después permite descubrir pequeños matices cargados de nuevos significados. Es el caso del gallo muerto que la niña más visible lleva colgado a la cintura, pues la garra era el símbolo de los arcabuceros. El capitán, que da la orden extendiendo la mano hacia adelante, sugiriendo profundidad, está identificado por su traje negro y acentúan su dignidad el bastón, la espada y los guantes. El teniente se distingue por portar una lanza partesana, arma reservada a los oficiales, y en el bordado de su traje amarillento figura el escudo de armas de Ámsterdam, con tres cruces sostenidas por un león. Sobre el grupo también se asigna un lugar destacado al alférez, que enarbola orgulloso la bandera. El resto del grupo está constituido por dos sargentos, mosqueteros, piqueros, hombres con escudos redondos, un muchacho con un cuerno de pólvora, dos niñas, un perro y el tambor contratado para la ocasión.
En la composición cada personaje cumple su papel para representar al unísono una acción conjunta, aislando del grupo sólo las figuras de los jefes, a los que todos están subordinados. Para ello Rembrandt utiliza líneas en todas las direcciones, hábilmente compensadas, para conseguir un gran dinamismo dentro de un aparente desorden, lo que dota a la escena de gran espontaneidad y libertad. Para ello cada personaje adopta una actitud y postura distinta, recurriendo a agruparles en grupos de tres a excepción del capitán y el teniente, destacados intencionadamente del grupo y resaltados por los efectos de la luz. Es precisamente la luz otro de los protagonistas de la pintura, con unos rayos cenitales en primer plano y el resto sumido en una pronunciada penumbra en la que se llegan a apreciar hasta cuatro planos, dando como resultado una escena dinámica, conmovedora y dramática, bañada por un halo de lirismo que cautiva al espectador.
Ello pone de manifiesto el magistral dominio del color, con una paleta en la que dominan los tonos cálidos, que son aplicados, como es habitual en el maestro, a través de pinceladas sueltas, anchas y pastosas que contrastan con otras de trazos finos y pequeños, apareciendo poco nítidos los contornos de las figuras. En esta original obra Rembrandt recurre al fuerte contraste entre luces y sombras, entre colores claros y oscuros, asumiendo un tipo de claroscuro derivado del tenebrismo practicado por Caravaggio hasta lograr una peculiar atmósfera de sombras envolventes y luces selectivas, siempre al servicio de una representación realista de los milicianos poniéndose en acción a las puertas de su acuartelamiento.
El carácter innovador de la pintura, la originalidad en la representación de los personajes y su jerarquización a través de la luz, hizo que no fuera bien comprendida por muchos de los retratados, lo que originó la demora en los pagos por parte de los milicianos.
PERIPECIAS DE LA PINTURA
El año 1715 la pintura fue trasladada al Ayuntamiento de Ámsterdam, donde las limitaciones de espacio para permitir su colocación hicieron que fuese recortada por los cuatro lados, eliminándose una franja considerable en la parte izquierda, con la que desaparecieron tres personajes, y otras de menor tamaño en los lados restantes, siendo conocida la composición original gracias a diferentes copias, siendo la más ajustada al original la que realizara hacia 1655 el holandés Gerrit Lundens, que se conserva en la National Gallery de Londres (ilustración 5).
Durante la invasión napoleónica el Ayuntamiento fue convertido en Palacio Real, siendo la pintura trasladada por algunos magistrados municipales a la casa de la familia Trip (Trippenhuis), aunque Napoleón la recuperó y la mantuvo hasta la caída del Imperio. Fue en 1885 cuando regresó a la Trippenhuis, ya convertida en el Rijksmuseum o Museo Nacional de Arte de los Países Bajos.
La pintura sería preservada de nuevo, en 1942, de los peligros de la Segunda Guerra Mundial, junto a otras obras del museo, siendo depositada en los Refugios Nacionales, serie de búnkers localizados en Heemskerk, Zandvoort, Steenwijk y Maastricht, donde la pintura sufrió al permanecer enrollada, siendo necesaria su restauración cuando regresó al Rijksmuseum de Ámsterdam en junio de 1945.
Pero no habían acabado los problemas, pues, por su carácter emblemático, el 14 de septiembre de 1975 la obra sufrió varios cortes producidos por un cuchillo empuñado por un desequilibrado y diez años después un visitante del museo roció la pintura con un spray de ácido que afortunadamente sólo afecto al barniz superficial. Como consecuencia, la obra fue objeto de una nueva y completa restauración.
El año 2005, en la conmemoración del 400 aniversario del nacimiento de Rembrandt (ilustración 6: Autorretrato, 1628), los escultores Alexander Taratynov y Mikhail Dronov realizaron una versión en bronce de los personajes de La Ronda de Noche en tres dimensiones, un conjunto que nunca alcanzó la viveza de la pintura del gran pintor holandés, maestro de la luz y el color.
Informe: J. M. Travieso.
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La Ronda nocturna está considerada como una de las 4 pinturas más importantes de la Historia junto con La Monalisa (Leonardo - Louvre), Las Meninas (Velazquez - El Prado) y El entierro del Conde de Ordaz (El Greco - Capilla de Santo Tomé en Toledo, España)
ResponderEliminarCuánto vale
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