No hace mucho tiempo que pasaba por la calle de Santa Lucia y me llamó la atención la escultura colocada junto al Centro Cívico Bailarín Vicente Escudero. Tal vez porque nunca había visto en Valladolid ese tipo de escultura, tan diferente a otras de la ciudad. La miré con atención porque me inspiraba algo, tal vez la fuerza de su movimiento, la pose del bailarín, su brillo, su movimiento cambiante por el reflejo de los colores y formas de los paseantes, de los coches y de las viviendas del entorno, dándole aspecto de dibujo o pintura dinámica. Me sorprendió la forma en que cambiaba de aspecto según me movía, de modo que despertó en mí tal curiosidad que decidí enterarme por qué estaba allí, quién había sido el creador que había concebido la figura, por qué había elegido esa pose del artista, en fin, eran muchas las cuestiones que se me planteaban, así es que decidí conseguir información sobre la obra, encontrando algunos datos durante unas consultas a la hemeroteca.
Encontré el dato de que había sido inaugurada en junio de 2006, el día de San Juan, como compromiso del Ayuntamiento de Valladolid con los vecinos del barrio de San Juan donde se ubica el Centro Cívico. Que tiene dimensiones monumentales, con tres metros de altura, que la escultura está realizada en distintos tipos de acero y que son tres sus autores: Ostern, Bustelo y Juan Villa, artistas que trabajan en Valladolid.
Curiosamente conocía a uno de ellos, concretamente a Javier Bustelo, con quien no dudé en ponerme en contacto, tal vez abusando de su confianza. Después de comentarle mi deseo de conocer el proceso de creación de la escultura, concertamos una cita a la que no sólo asistió Bustelo, sino los tres artífices de la obra, que de forma distendida me comentaron todo el proceso previo al día de la inauguración.
Efectivamente, la escultura era un proyecto prometido por el Ayuntamiento como aderezo a la construcción del nuevo Centro Cívico, cuya colocación fue recogida por el propio arquitecto en su proyecto. Para su realización fue convocado un concurso abierto, en el que estos tres artistas participaron con tres proyectos diferentes según tres niveles de concreción. Uno de ellos era de carácter figurativo, sobre una idea de Ostern, otro más geométrico sobre diseños de Villa y un tercero más conceptual, basado en una creación de Bustelo, aunque en todos ellos trabajaron conjuntamente y como equipo fueron presentados.
Fue el jurado del concurso el que se decantó, entre todas las obras que concurrieron a la convocatoria, por la más figurativa de las presentadas por este grupo de artistas, a decir de los mismos posiblemente considerando la idiosincrasia de los vecinos del barrio y de los familiares del artista, cuya semblanza figurativa les sería mucho más accesible por evocar una imagen recordada del aquel famoso bailarín que en su día declaró ser suficiente para bailar el tener el espacio de una baldosa.
La obra tomó como inspiración una fotografía que Man Ray hiciera de Vicente Escudero, seguramente su imagen más conocida, donde posaba de perfil junto a un guitarrista y su sombra quedaba proyectaba sobre una pared, siendo el juego de sombras y reflejos un elemento cinético incorporado a la escultura, que adquiere especiales matices por la noche.
El rostro, las manos y los zapatos están trabajados como un perfil horadado, mientras el cuerpo es una superficie compacta y reluciente. Según Ostern, en principio se pensó en fijarlo sobre una plataforma circular que simulara las tapas de las alcantarillas donde dicen que Vicente Escudero zapateaba en sus años jóvenes por las calles de su barrio, en realidad tapas de las bocas de riego, cuadradas y pequeñas. Pero la plataforma circular tenía el inconveniente que no permitir una buena proyección de la figura, lo que hizo variar el diseño del soporte y ser cambiado por una peana troncocónica donde el bailarín tiene embutidos o incrustados los pies, de modo que adquiere el simbolismo de unión y contacto con el suelo que en su baile producía los sonidos y el ritmo.
El acero espejo es el protagonista entre los variados materiales utilizados en esta escultura. Ello permitía un aspecto vanguardista y suponía una novedad entre las esculturas de la ciudad, al tiempo que proporcionaba una mayor viveza al unir a la imagen del bailarín el movimiento cinético de las imágenes reflejadas. Para ello el acero corten es el más abundante, acompañándose de pátinas especiales antioxidantes en los laterales y en la plataforma y de una serie de proyectores de imágenes colocados sobre las paredes que envuelven la figura.
Anteriormente el proyecto consideró otras ideas, como su pintado en diversos colores, pero al final los tres decidieron decantarse por el acero espejo por su aspecto cambiante a lo largo del día, actuando como un calidoscopio con visión poliédrica que integraba la realidad circundante dentro de la propia escultura, es decir, era la realidad la que pasaba a bailar generando el movimiento y ritmo de la escultura.
Culminaba un reto personal consistente en expresar lo que los artistas sentían sobre el personaje, cuya altura artística está representada en su monumental tamaño, al tiempo que su creatividad quedaba expresada con la rotundidad de la figura y la inmaterialidad de los reflejos, que a su vez toman el valor del reflejo del arte de la danza en el arte de la escultura.
Junto a la compleja infraestructura necesaria, al minucioso cortado y soldado del material y su montaje final, hubo que dar soluciones paulatinas a su delicado ensamble y a distintos problemas, entre ellos el ya comentado de la peana y el sistema de proyecciones concebido, que obligó a importar de Estados Unidos los "gobos" (cubiertas incorporadas a luminarias que permiten crear un sinfin de figuras luminosas) que proporcionan los efectos deseados por los creadores.
Fruto de una profunda reflexión, la figura del bailarín pone de manifiesto algunas partes del decálogo definido por el propio maestro del flamenco, como la sobriedad, la armonía de pies, brazos y cabeza, la estética, la plasticidad y el estilo, en este caso concentrados en la figura estática del famoso vallisoletano, cuya limpieza estructural nada tiene que ver con otras esculturas públicas de la ciudad, algo que la hace diferente y con un toque del New Pop.
LOS AUTORES
JAVIER BUSTELO
Artista visual, es sobre todo pintor (sólo o en equipo), aunque su curiosidad y su creatividad le llevan a coquetear con otras técnicas para expresarse: escultura (sólo o en equipo), música (sólo o en equipo), video (sólo o en equipo), fotografía y poesía visual. A veces todas estas técnicas se mezclan en murales ensamblados o volumétricos.
Nacido en Valladolid en 1953, vive y trabaja en Tudela de Duero. Hizo sus pinitos como cantante y actor desde muy niño, y siempre le gustó dibujar. Pero no es hasta 1977 cuando muestra al público sus primeras obras plásticas. En más de treinta años ha hecho muchísimas exposiciones individuales o colectivas tanto en España como en el extranjero: Valladolid, León, Salamanca, Zamora, Palencia, Madrid, Florencia (en donde recibió una medalla en la IIª Bienal Internacional) y Connecticut. Es uno de los pocos artistas que accede a trabajar en equipo realizando obras artísticas.
JUAN VILLA
Mucho más joven, nació en 1978 en Luarca (Asturias), aunque vive y trabaja en Cubillas de Santa Marta (Valladolid).
Es escultor profesional, en el sentido de que trabaja por encargo, aunque también realiza obra personal sólo o en equipo. Su capacidad técnica y creativa le ha llevado a realizar trabajos para museos, centros de interpretación y temáticos (Atapuerca, Cuevas de Ojo Guareña, Cueva Rincón, etc.), compañías de teatro o danza (Contraste, Corsario, Fernando Hurtado, Mandala, Spasmo), y productoras de cine y televisión (Hermanos y detectives, Cuarto Milenio). Su obra le ha hecho moverse por todo el territorio nacional y allende los mares, como viajes a Guatemala y San Salvador, así como a colaborar con la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses.
OSTERN
Nacido en Valladolid en 1961, vive y trabaja en la ciudad. Estudió Bellas Artes en Bilbao y él destaca su relación con el gran artista vasco Ibarrola.
Ha ganado varios premios, entre ellos el Blanco y Negro, varias medallas de honor en el BMW, y una medalla en la II Bienal de Florencia, entre otros muchos. Ha presentado su obra sobre todo en Madrid, aunque también en Valladolid, Palencia, Burgos, California, Florencia, Nueva York y Ljubljana (Eslovenia), donde representó a España en el 50 Festival Internacional.
Es fundamentalmente pintor, pero como artista investigador también realiza video, fotografía y escultura. También es uno de los pocos artistas mundiales que colaboran con otros colegas formando equipos esporádicos o duraderos.
A modo de denuncia
La escultura del bailarín Vicente Escudero pierde su integridad debido a que en la zona inferior se han colocado unos arbustos no concebidos en el proyecto original, que sólo disponía de una alfombra de césped que dejara contemplar toda la escultura de forma limpia, mostrando la fuerza del zapateado del bailarín. Es por ello que hago un llamamiento a quién corresponda (Ayuntamiento, Centro Cívico, etc.) para retirar esa pantalla de arbustos crecientes que impide la visión total de la figura y de alguna manera desvirtúa tan original obra.
Informe y fotografías: Jesús Santos Serna.
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