Estampas y recuerdos de Valladolid
Corrían los tan recordados años 60 del siglo XX cuando Valladolid comenzaba un inusitado despegue económico que facilitó su conversión en una suerte de isla feliz entre las procelosas aguas del abandono en que estaba sumida la mayor parte de la región, hoy Comunidad de Castilla y León.
En aquellos años, englobados genéricamente bajo la denominación histórica de "Desarrollismo económico (1959-1969)", nuestro entorno se despoblaba y no conocía los efectos beneficiosos del incipiente turismo costero, emigrando la población de forma masiva del campo a las ciudades. Sin embargo, la denominación estatal de la ciudad de Valladolid como "polo de desarrollo", es decir, lugar preferente para la concentración del tejido industrial, tras el asentamiento en la ciudad de la multinacional francesa Renault, comenzaron a instalarse industrias de capital extranjero atraídas por una mano de obra barata y la inexistencia de conflictividad laboral.
En pocos años Valladolid mejoraba notablemente su nivel de vida, hecho traducido en la construcción de nuevas y enormes barriadas, aumentando la presencia de las clases medias y penetrando poco a poco la sociedad de consumo en las aspiraciones de los trabajadores, que comenzaron a comprar viviendas, automóviles, televisores y toda clase de electrodomésticos que cambiaron sus hábitos de vida, siempre con el paisaje de fondo de especulación y la falta de escrúpulos ecológicos, medioambientales e histórico-culturales. Años después la Historia discurriría por derroteros bien distintos.
Un testimonio de aquella época es esta fotografía de la Casa Mantilla, gigantesca pantalla abierta a la Plaza de Zorrilla, uno de los espacios urbanos más sobresalientes de Valladolid, minimizada por un gigantesco luminoso de neón que anunciaba una multinacional holandesa: "PHILIPS, TV, Radio y Lámparas", al que en la misma plaza se unieron otros de Telefunken y entidades bancarias en las azoteas de las casas esquineras con la calle de Santiago y que se hicieron comunes en todas las plazas principales, incluida la Plaza Mayor, donde durante muchos años, a la izquierda del Ayuntamiento, se anunciaban de la misma manera los neumáticos Firestone. Además, en la fotografía también se aprecia la construcción de nuevas viviendas que ocuparon lugares privilegiados sin respetar la estética y la personalidad del entorno, en este caso decimonónico.
Años después se habrían que invertir grandes sumas en infraestructura y adaptación a los nuevos tiempos, pues todo estaba por hacer, pero en aquellos años los vallisoletanos creían vivir como nadie mientras por las noches los anuncios animados de neón, tan bien acogidos como símbolo de progreso, iluminaban sus calles grises con colorines luminosos. Afortunadamente, Valladolid ha conseguido recuperar su luminosidad y su tradicional vitalidad sin la presencia de semejantes engendros publicitarios.
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Estado actual de la Casa Mantilla de Valladolid
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