Estampas y recuerdos de Valladolid
En las fiestas de Valladolid es frecuente encontrar
por la calle grupos de danzas que supuestamente van vestidos con el traje
típico de la ciudad o de la provincia. Ello nos ha movido a recoger imágenes y
datos sobre lo que sería nuestro traje identificativo, especialmente vistoso en
el caso de las mujeres. Para ello hemos recurrido a un verdadero especialista
en la materia, Oroncio Javier García Campo, y a una fuente bibliográfica clave:
la Revista de Folklore del Centro Etnográfico Joaquín Díaz de Urueña. El resultado
ha sido un poco decepcionante.
Opina García Campo que el saber vestirse
adecuadamente es un arte, un hecho cultural del que considera no se le ha dado
la importancia debida, siempre tratado de forma superficial. Generalmente,
siempre que se ha abordado el tema se ha limitado a exponer dibujos y pinturas
antiguas sin profundizar en su esencia, por tanto, sin sacar nada provechoso.
Sin embargo, debería considerarse dentro del folklore con la misma importancia
que tienen la música, la danza o la gastronomía, tan exaltada en nuestro
tiempo.
Dibujos de Pharamond Blanchard, 1848, París |
Las referencias que tenemos acerca de nuestro traje
típico suelen estar tomadas de los citados grabados o estampas antiguas, pero
esto no es garantía para confeccionar este tipo de trajes o realizar estudios fiables
sobre ellos, pues la sensibilidad de un artista no es forzosamente igual a la
de un profesional del vestido, olvidando que la vestimenta de nuestros
antepasados en muchos casos tenían un valor simbólico respecto a la edad, el
estado civil, el oficio, la clase social, la jerarquía, etc., existiendo, por
tanto, el peligro de desvirtuarlo.
La triste realidad es que nuestro traje típico es
un tipo de patrimonio desgraciadamente perdido, como otras tantas facetas de
nuestra cultura, pues mientras en otras regiones y provincias la gente ha
mantenido a gala ataviarse con el traje típico en sus fiestas, en Valladolid no
ha ocurrido lo mismo, convirtiéndose en un problema para los grupos de danzas
que intentan buscar un atuendo auténtico y representativo, cuando por nuestra
historia es lógico que existieran desde los trajes más sencillos y pobres,
relacionados con las actividades del campo, hasta los más ricos y suntuosos en
una ciudad de la que existen tantos testimonios de celebraciones continuas de
fiestas y celebraciones de todo tipo.
El autor consultado llega a la demoledora conclusión
de que el traje típico de Valladolid no existe, pues no se ha conservado en su
pureza, aunque la provincia, por sus comarcas naturales, sea una de las que más
variedad de trajes típicos tiene, algunos de gran riqueza. Entre ellos, uno de
los más auténticos es el traje de "churra" de Campaspero, uno de los
más bonitos de la provincia e incluso de España, que es compartido en otros
pueblos de la comarca meseteña de La Churrería, algunos pertenecientes a la
provincia de Segovia.
Estos trajes, que eran usados únicamente por
labradores, se componen de las siguientes piezas:
Vestido femenino: Camisa, justillo (corsé),
enaguas, pantalón (pololo) y refajo como ropa interior; manteo (liso o de
tiranas) y delantal como falda; basquiña,
toquilla y mantón como ropa de abrigo; lazo para el moño, pañuelo y mantilla de
tronco como adorno de la cabeza; medias, zapatos y botas, bolso bajero y lazos
para la cintura, a lo que se suman ligas, cintillos, pendientes de plata,
collares de perlas, relicarios y crucifijos de plata, etc. Con estos elementos
se formaban varios trajes adaptados a cada ocasión (trabajo, fiestas,
ceremonias religiosas o épocas del año).
Vestido masculino: Camisa y calzoncillos como ropa
interior; chaleco, chaqueta, faja, bragas y pantalón cubriendo el cuerpo; capa
y tapabocas como ropa de abrigo; pañuelo
y sombrero en la cabeza; medias, calcetines, peales, botas y albarcas en los
pies. Su sobriedad contrasta con el traje femenino.
De todo ello quedan piezas sueltas que algunas
familias guardaron por tradición, casi todas con una antigüedad superior a cien
años, en el fondo de los baúles. En ocasiones, estas se han utilizado como atuendo pintoresco durante los
carnavales, lo que les convertía en algo extraño a su función, siendo
únicamente los grupos de danzas los que han mostrado interés por reproducir
aquellos trajes con fidelidad, aunque no han faltado quienes, sobre ciertos estereotipos, se han inventado unos trajes que han presentado como tradicionales, sin tener
en cuenta de que con ello el propio baile pierde parte de su pureza.
Esperemos que todavía surjan iniciativas para
recuperar tan importante legado. De momento, aquí ofrecemos un conjunto de
trajes vallisoletanos que simplemente deben considerarse imágenes pintorescas, pues, a excepción de los dibujos decimonónicos de Pharamond Blanchard, ninguno ofrece una fiabilidad
científica.
Fuente documental: Revista de Folklore nº 54, año 1985, pp. 197-207.
* * * * *
Si que se ha conservado gran parte de la indumentaria antigua en la provincia de Valladolid, otra historia es que los grupos de coros y danzas no se molesten en recuperarla o estudiarla, siendo suficiente para ellos un mantel mal cosido o unas cortinas de la abuela
ResponderEliminarMe gusta su respuesta, a lo mejor es muy caro ,no ya el estudiarlo sino una buena copia.
Eliminar