2 de septiembre de 2015

Fastiginia: Un sueño cumplido o cuento para andar por casa

Iglesia de San Pablo. Dibujo de José Miguel Travieso, 1991
Estampas y recuerdos de Valladolid

Corrían los años 60 del siglo XX cuando en aquel inquieto niño vallisoletano se despertaron ciertas inquietudes artísticas que comenzó a desarrollar con ilusión, aunque le acabarían produciendo cierta desazón. Todo empezó con unos cuadernos para colorear dibujos y una caja de pinturas que le regalaron sus padres. En un principio se limitaba a aplicar los colores sobre la serie de dibujos que con los contornos en negro aparecían impresos en unos cuadernos infantiles, pero al cabo de un tiempo, después de iluminar una buena colección de ellos, este repertorio le pareció insuficiente, pues su imaginación y fantasía se habían puesto en marcha y aspiraba a realizar dibujos coloreados mucho más complejos.

En cierta ocasión, cuando en compañía de su familia se dirigía a visitar a su abuela, que vivía junto a la iglesia de San Martín, al pasar por la plaza de San Pablo le llamó la atención una bandada de palomas que espantadas se fueron a posar en los recovecos de la fachada de la iglesia. Fue entonces cuando reparó en la ingente cantidad de figuras de piedra diseminadas por aquella mole con distintos gestos y tamaños, algo que él interpretó como un gigantesco teatro de marionetas, comenzando a fabular qué pasaría si todas se pusieran en movimiento. Por eso preguntó a sus padres qué era aquella apabullante pantalla poblada de seres tan extraños. Estos le explicaron que se trataba de una iglesia muy antigua en la que incluso habían sido bautizados algunos reyes nacidos en Valladolid.

Para que lo entendiera, entraron en el zaguán del Palacio de Pimentel y le mostraron la escena que en azulejos cerámicos reproduce el bautizo de Felipe II, en la que se aprecia un pasadizo adornado con guirnaldas que en aquella ocasión comunicaba el palacio en el que se produjo el nacimiento del real infante con la fachada de la iglesia donde sería bautizado. El impacto sobre el imaginativo niño fue absoluto, pues aquellos paneles historiados del zaguán le parecieron un colosal cuaderno de dibujos cuyas páginas aparecían desplegadas por los muros con un color deslumbrante.

Desde entonces, cada vez que pasaba por delante de la fachada de San Pablo se detenía para recorrer con su mirada toda la maraña de personajes gesticulantes cuyo color ennegrecido le impedía apreciar los detalles. A pesar de todo... ¿habría alguna manera de animar aquellas figuras?

Con esta intriga se fue un día a la cama y en brazos de Morfeo comenzó a soñar que la fachada de San Pablo era una enorme página dispuesta a ser coloreada. Eligió un gran bote de pintura de un color amarillo luminoso y preparó una buena serie de guirnaldas fingidas, como aquellas que había visto en el panel del Palacio de Pimentel, que con paciencia fue colocando por toda la fachada con la esperanza de que los cientos de personajes se animaran e incluso se movieran. Finalmente, aplicó pinceladas de color sobre puntos estratégicos de la fachada, de tal manera que, contemplada a cierta distancia, parecía estar iluminada por pequeñas lucecitas que la daban realce y un tono festivo. Esta fantástica imagen la tenía grabada en la retina cuando se despertó al día siguiente. Sin embargo, cuando volvió a pasar por tan céntrica plaza, pudo comprobar que la fachada seguía ennegrecida y sus recovecos llenos de palomas.     

Fachada de San Pablo en restauración. Julio 2009
Pasaron más de cuarenta años y para aquel niño, ya convertido en adulto, seguía siendo inevitable que cada vez que pasaba por aquel lugar dirigiera su mirada, en ocasiones parándose un buen rato, a la fachada que tanto le había impresionado de pequeño. Hacía muchos años que era consciente que aquel sueño que nunca olvidó en realidad hubiese sido una agresión a tan importante patrimonio artístico.

Corría el año 2009 cuando se emprendió la restauración integral de la fachada, para lo cual fue totalmente recubierta por un andamiaje desde el suelo a la cúspide, incluyendo un montacargas que permitía, a los que así lo desearan, ascender por la fachada para contemplar de cerca todo el repertorio escultórico. Allí nuestro protagonista tuvo la oportunidad de reencontrase con su infancia, descubriendo en la parte alta muchos personajes fascinantes que ni siquiera había sospechado que existieran. Cuando los andamios fueron retirados, la fachada de la iglesia de San Pablo lucía en todo su esplendor, algo que acentuó el orgullo de vallisoletano que siempre había tenido a gala, considerando en lo más íntimo que con aquella restauración su sueño de infancia se veía cumplido.

Fachada de San Pablo restaurada. Julio 2012
Afortunadamente, la fachada de San Pablo había pasado por el quirófano y había quedado preservada para el futuro, incluyendo un sistema ahuyentador de aves, como lo hiciera previamente entre los años 2004 y 2005 la impresionante fachada del Colegio de San Gregorio durante los trabajos de remodelación del edificio, en cuya operación los andamios fueron cubiertos por un trampantojo que ha pasado a formar parte de nuestra memoria histórica reciente. Otro tanto puede decirse del gigantesco dibujo que cubrió la fachada de la Universidad, que saneada volvió a mostrar su mejor aspecto este mismo año de 2015.

     Ni los más optimistas hubieran pensado en los años en que se iniciaba este cuento que todo esto pudiera hacerse realidad para orgullo y gloria de Valladolid.         


























Fachada del Colegio de San Gregorio en restauración. Diciembre 2004






















Fachada del Colegio de San Gregorio restaurada. Junio 2014






















Fachada de la Universidad en restauración, Feb. 2015. Foto blog Daily Photo


















Fachada de la Universidad restaurada. Junio 2015














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