MUSEO DE ZAMORA
Plaza de Santa Lucía 2, Zamora
Creado para albergar obras artísticas recogidas tras
la Desamortización del siglo XIX, en su mayoría pinturas procedentes de
monasterios clausurados en la provincia de Zamora, el Museo fue inaugurado
simbólicamente en 1877 por el rey Alfonso XII, aunque su apertura no se hizo
realidad hasta que en 1911 los fondos fueron expuestos en el convento
dieciochesco de Las Marinas. La demolición de este convento en 1975 hizo que la
colección pasara a la iglesia del Hospital de la Encarnación, improvisado
almacén en el que las obras conocieron un largo letargo.
A principios de los años 80 del siglo XX fue
elegida como sede definitiva el Palacio del Cordón, excelente obra de la
arquitectura civil de principios del siglo XVI, cuyo acondicionamiento estuvo
rodeado de problemas. A finales de 1989 la vecina iglesia de Santa Lucía era
convertida en almacén visitable y en 1993 se abría la parte acondicionada del
Palacio del Cordón, aunque habría que esperar hasta 1998 para que, bajo la
gestión de la Junta de Castilla y León, el proyecto museístico diseñado por los
arquitectos Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón, que construido entre 1993 y
1996 se presenta al exterior como una gran módulo cúbico revestido de piedra de
Villamayor, se abriera al público como Museo de Zamora. En él se ofrece, según
los criterios museísticos más actuales, una importante colección de obras arqueológicas
y artísticas en modernas salas dotadas de iluminación natural, entre las que se
integran las arquerías del antiguo patio del Palacio del Cordón, hoy convertido
en sala de exposiciones temporales.
Tesoro celtibérico de Arrabalde, siglo I a. C. |
Los fondos se organizan en dos secciones bien
definidas, por un lado una dedicada a la Arqueología, con piezas desde el
Paleolítico a la Edad Moderna, procedentes de diversos enclaves de la
provincia, y otra dedicada a las Bellas Artes, con pinturas y esculturas de los
siglos XIV al XX, incluyendo una sección anexa reservada a las piezas más
significativas en la propia historia de la ciudad.
La sección de Arqueología se había ido nutriendo de
los importantes y casuales hallazgos en algunos lugares de la provincia, hasta
conformar una espléndida colección en la que destacan el ajuar campaniforme de
Villabuena del Puente, los dos tesoros prerromanos de Arrabalde que se
encontraron en el Castro de las Labradas, mosaicos y pinturas murales de la
villa romana de Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa) y las cruces votivas
de oro visigodas de mediados del siglo VII procedentes de Villafáfila.
A título orientativo, recogemos un pequeño catálogo
de las obras más representativas que se pueden contemplar en el Museo de
Zamora.
Tesoro celtibérico de Arrabalde, s. I a. C. |
Sala I : Prehistoria
Aquí se muestran las más antiguas industrias
paleolíticas, pertenecientes al período achelense, ajuares de dólmenes y
túmulos y algunos materiales hallados en diversos poblados calcolíticos. Entre
la colección de vitrinas, la más destacada es aquella que muestra el Ajuar campaniforme hallado en un
enterramiento en Villabuena del Puente, con un vaso, una cazuela y un cuenco
profusamente decorados, así como un puñal de cobre, un brazal de arquero, un
botón de hueso y cintas ornamentales de oro, todo ello datable hacia 1800 a. C.
(Edad del Bronce).
Sala II: Protohistoria o Edad
del Hierro
Aquí se expone uno de los conjuntos más
interesantes del museo: los Tesoros
celtibéricos de Arrabalde, encontrados en el Castro de las Labradas tras
ser ocultados en el siglo I a. C. Se trata de un conjunto de joyas prerromanas,
realizadas en oro y plata, que informan del tipo de orfebrería celtibérica.
Entre ellas aparecen torques, pulseras, brazaletes espiraliformes, fíbulas,
arracadas, prendedores de pelo y anillos. Los denarios que acompañan al primer
tesoro indican su ocultación durante las campañas de la conquista romana del
norte peninsular.
Es interesante el vaso pintado de La Aldehuela
(Zamora), de la primera Edad del Hierro, y los vasos de cerámica celtibérica de
Manganeses de la Polvorosa.
Sala III: Mundo romano
En las vitrinas se exponen armas, obras de bronce y
una colección de piezas cerámicas halladas en Melgar de Tera, junto a objetos
que informan sobre la vida cotidiana del pueblo romanizado. Entre ellos destaca
un Pasarriendas con la figura de un
caballo del siglo IV, elemento de bronce procedente de Villafáfila que fue
utilizado para la suspensión de un carro.
Dos grandes mosaicos de diseño geométrico y restos
de pinturas murales con peces y otros elementos marinos proceden de la villa
bajoimperial de Requejo, en Santa Cristina de la Polvorosa.
Sala de epigrafía romana |
Sala IV: Epigrafía romana
En ella se muestra una colección de estelas romanas
entre las que destaca la Estela de Cudia, monumento funerario "en memoria
de Cudia, hija de Arcón, que falleció a los quince años". Procede de
Villardiegua de la Ribera y es una estela de granito, de época romana
altoimperial (siglos I-II d. C.), similar a otros modelos de esquema
arquitectónico del occidente peninsular. La pieza se conserva íntegra: cabecera
de radios curvos, campo epigráfico enmarcado por pilastras, registro de arcos
e, incluso, la parte inferior para ser hincada.
Sala V: Época Medieval y Moderna
En una espaciosa vitrina, repleta de recipientes
cerámicos medievales, destaca el llamado Tesorillo
visigodo de Villafáfila del siglo VII, compuesto por tres cruces recortadas
en lámina de oro, un incensario con fragmento de tapa y el mango de una posible
patena de bronce, todo ello relacionado con usos litúrgicos y religiosos. Su
sencillez y modesta factura se aleja de la suntuosidad de otras piezas similares
que caracterizan la orfebrería visigoda.
Mosaico romano de la Villa de Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa) |
También se muestran en este espacio los capiteles de
Camarzana de Tera, las placas marmóreas de Pozoantiguo, la celosía de Cañizal y
el sarcófago de Villalazán. Es destacable el conjunto de loza de los siglos
XVIII y XIX procedente del monasterio de Moreruela.
Sala VI: Escultura de los siglos
XIV al XVIII
Entre todas las piezas escultóricas destaca la
imagen de San Lucas, tallada en
mármol por un escultor desconocido a principios del siglo XVI. Procede del
Hospital de la Encarnación y presenta una excelente factura relacionada con la
corriente hispano-flamenca del gótico tardío, a cuya cabeza en Castilla estuvo el
taller burgalés de Gil de Siloé. Estilísticamente, tiene correlación en Zamora
con el célebre sepulcro del doctor Grado de la catedral. También es interesante
la escultura romanista de Santa Catalina de Alejandría.
Sala VII: Pintura de los siglos
XV al XVIII
En esta sala se expone una importante colección de
pinturas del siglo XVI. Entre ellas se encuentran la Sagrada Familia con San Juan Niño, obra de la primera mitad del XVI
perteneciente a la escuela de Giulio Romano; el Martirio de San Esteban de Juan Correa de Vivar, óleo sobre tabla
pintado entre 1540 y 1545 y el Pentecostés
de Jerónimo Vázquez y Gaspar de Palencia, óleo sobre tabla de la segunda mitad
del XVI.
Una pintura realmente notable es la tabla del Descendimiento, que procedente del monasterio de San Jerónimo fue
realizada por un pintor hispanoflamenco anónimo a finales del siglo XV, con la
escena descrita con minuciosos detalles y encuadrada en un marco arquitectónico
fingido al estilo de los grandes maestros primitivos flamencos.
Otra pintura destacable es El paso del Jordán con el Arca de la Alianza, con una inusual
iconografía creada por Juan Montero de Rojas en la segunda mitad del XVII,
mientras el gusto artístico del siglo XVIII está representado por una sugerente
Fuente monumental pintada por
Francesco Battaglioli, inspirada en una escena de la ópera Armida placata de Giovanni Battista Mele.
Detalle de El Descendimiento, anónimo hispanoflamenco, s. XV |
Sala VIII: Pintura y escultura
de los siglos XIX y XX
Sobre los muros cuelgan bellas pinturas
decimonónicas, como el Paisaje
crepuscular realizado por Fernando Ferrant en 1853, Las aldeanas italianas que pintara Marcos Hiráldez Acosta en 1860 o
el retrato al óleo de la Marquesa de Perinat debido a Raimundo de Madrazo.
Junto a ellas, la escena ambientada en la vida nocturna de los felices años 20
que, titulada Mariposas nocturnas,
fue pintada por Carlos Verger Fioretti en 1920 con magistrales juegos de luz.
La pintura costumbrista está representada por la vistosa escena Vistiendo a la novia, obra de J. Bueno
Echevarría en 1929.
En la misma sala, dentro de pequeñas vitrinas, se
exponen esculturas y bocetos del siglo XIX, como los Retratos de caballero y dama y el boceto para el paso procesional
zamorano de El Descendido, ambos modelados
por Mariano Benlliure en 1879. A su lado obras de Baltasar Lobo y el boceto
para el Grupo escultórico de Nerón y
Séneca, obra de Eduardo Barrón que en 1904 obtuvo la Medalla de Oro en la
Exposición Nacional, excelente representante de la corriente escultórica
historicista.
Detalle del Martirio de San Esteban, Juan Correa de Vivar, 1540-1545 |
Sala IX: Sala de la ciudad
En esta sala se recogen algunos testimonios de
edificios desaparecidos, como la ventana esquinera de piedra, en estilo gótico,
del palacio del marqués de Villagodio, junto a una colección de escudos
heráldicos de antiguas casonas. En largas vitrinas se ordenan muestras de
cerámica doméstica tradicional del barrio de Olivares, el Tesoro de monedas medievales (4.000 monedas de oro) encontrado en
la plaza de Arias Gonzalo, en pleno centro de la ciudad, una Vista de la ciudad de Zamora realizada a
pluma en 1756 por Joseph Augier y fotografías de principios del siglo XX
realizadas por el zamorano José Gutiérrez, conocido como Filuco.
Sin embargo, lo más llamativo de esta sala son las
dos veletas que en su día coronaran la torre de la iglesia de San Juan de
Puertanueva y la torre de la entrada sur del Puente de Piedra, conocidas
popularmente como El Peromato y La Gobierna respectivamente, verdaderos
iconos zamoranos.
Detalle del Paso del Jordán con el Arca de la Alianza, Juan Montero de Rojas |
También se muestra la escultura que hiciera en
bronce Eduardo Barrón en 1885 representando a Viriato como "terror romanorum", que reproduce en pequeño
formato el monumento que se levanta en la céntrica Plaza de Viriato.
Iglesia de Santa Lucía
Este vecino templo desacralizado también está
integrado en el museo. Su interior se ha convertido en un almacén lapidario en el que se
alinean estelas romanas y otro tipo de piezas de carácter arqueológico o
artístico. Se visita previa petición y está abierto a estudiosos e
investigadores.
Más información: Museo de Zamora
Fuente monumental, Francesco Battaglioli, s. XVIII |
HORARIO DE VISITAS:
De martes a sábado:
Octubre a junio, de 10 a 14 horas y de 16 a 19 horas.
Julio a septiembre, de 10 a 14 horas y de 17 a 20 horas.
Domingos y festivos: de 10 a 14 horas.
Aldeanas italianas, Marcos Hiráldez Acosta, 1860 |
Detalle de Mariposas nocturnas, Carlos Verger Fioretti, 1920 |
Retratos de dama y caballero, Mariano Benlliure, 1879 |
Sala de la Historia de Zamora |
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