1 de diciembre de 2017

Fastiginia: EL "TREN BURRA", entre la añoranza y la sonrisa

Estampas y recuerdos de Valladolid

El conocido popularmente como "Tren burra" es uno de los recuerdos más entrañables de la historia de los transportes de Valladolid. Su existencia y funcionamiento se ha conservado en la memoria gracias a lo que en su día fuera una acertada decisión municipal: la restauración de una vieja locomotora a vapor y de un antiguo vagón de madera, poco tiempo después de cesar su funcionamiento, para ser colocados sobre un tramo de raíles animando el jardín de las Moreras y de paso preservar el recuerdo de su funcionalidad por Tierra de Campos en unos tiempos marcados por la penuria y el atraso tras la Guerra Civil.

Pero hasta eso ha cambiado, pues incluso el "monumento al tren burra" ya no se conserva en su integridad ni en el mismo lugar, ya que a su colocación siguieron en los años 70 tiempos de desidia en los que no se supo evitar que el vagón fuese objeto del vandalismo de algunos desmemoriados que lo redujeron prácticamente a astillas. 
El tren Valladolid-Medina de Rioseco saliendo del barrio de la Victoria
Sin embargo, aquella locomotora, construida en Manchester por Atlas Works Limited en 1884, fue trasladada hasta la plaza de San Bartolomé, lugar donde se encontraba la estación del mismo nombre y de la que durante 85 años estuvo partiendo con dirección a Medina de Rioseco. En el jardín de la remodelada plaza permanece como mudo testimonio de otros tiempos, sobre un pedestal y un pequeño raíl que ya no conduce a ninguna parte, el que fuera uno de los últimos trenes de vapor que funcionaron en Europa.

Para evocar su funcionamiento, tenemos que retrotraernos a abril de 1877, cuando Francico Subizar Berasain concibió el proyecto de un tranvía de tracción animal que enlazara Valladolid con Medina de Rioseco, proyecto que finalmente fue aprobado en 1878, aunque el concesionario, más partidario de aplicar nuevas tecnologías más rentables, sugirió el cambio por un pequeño tren con locomotora a vapor, cuyo coste, debido a la penuria económica, no obtuvo una autorización provisional hasta 1880. Es entonces cuando adquiere la concesión de la nueva línea ferroviaria de Valladolid a Medina de Rioseco la empresa Compañía del Ferrocarril Económico, creada en Barcelona en 1881, que financiada por el Banco de Cataluña lo fue llevando a cabo con continuos retrasos sobre lo previsto, aunque el servicio pudo ser inaugurado en 1884.

El nuevo ferrocarril incluía un discreta estación levantada sobre el solar que en el siglo XVI ocupara el Hospital de San Bartolomé, extramuros de la ciudad y frente al Puente Mayor. Debido a su estado de ruina, aquel hospital fue sustituido en 1628 por el convento de las Trinitarias, que tras ser utilizado durante la francesada como acuartelamiento, había pasado a ser propiedad del convento femenino de Jesús y María y, tras la Desamortización, a manos municipales. Por este motivo, en 1884 el Ayuntamiento de Valladolid tomó el acuerdo de realizar la concesión gratuita de los terrenos a la Compañía del Ferrocarril Económico, para levantar la nueva estación, por un plazo de 15 años, transcurrido el cual la compañía debería abonar un canon anual.

En 1890 la línea del ferrocarril de Medina de Rioseco se amplió hasta la estación Campo de Béjar, situada en los terrenos actualmente ocupados por la Estación de Autobuses y muy cerca de la Estación del Norte, lo que implicó la colocación de raíles que atravesaban el Puente Mayor, el Paseo de las Moreras, la calle San Ildefonso, el Paseo de Zorrilla y la calle de Gabilondo, que estuvieron funcionando durante décadas. Sin embargo, a partir de 1918 comenzaron los problemas económicos de la empresa por falta de rentabilidad, que se agudizaron en 1927, lo que motivó la incautación de la línea por el Estado en 1930 y su adjudicación a la Compañía de Ferrocarriles Secundarios de Castilla. Sin embargo, debido a su peligrosidad a su paso por el casco urbano, donde un operario subido a la locomotora llagaba a tocar una corneta para avisar a ciclistas y transeúntes, en 1952 se clausuró el tráfico de viajeros entre ambas estaciones, aunque se mantuvo el transporte de mercancías nocturno, siendo en 1961 cuando esta línea urbana se suspendió definitivamente y fue desmantelada, quedando únicamente en servicio la Estación de San Bartolomé.

Estación de San Bartolomé en los años 60
La línea Valladolid-Medina de Rioseco, incluyendo los edificios en servicio y maquinaria, fue incorporada a Feve, convirtiéndose en una reliquia ferroviaria que atraía la curiosidad de europeos y norteamericanos, que llegaban expresamente para conocer su funcionamiento (Trevor Rowe lo reflejó, incluyendo fotografías, en su libro Narrow Gauge railways of Spain). Aunque los vagones que partían de la Estación de San Bartolomé fueron sustituidos por otros más actuales durante un tiempo, la clausura definitiva de la línea fue decretada en 1969, en pleno desarrollismo de la ciudad, realizándose el último viaje el 11 de julio de aquel año con un equipaje de periodistas, tras lo cual la vieja estación de San Bartolomé fue demolida por entorpecer el tráfico rodado entre la Avenida de Salamanca y la carretera de Palencia. 

Quedaban atrás toda la serie de avatares conocidos desde 1884 a 1969 por el "Tren burra", así llamado por mantener una media de 20 kilómetros por hora —2 horas de duración para el trayecto Valladolid-Medina de Rioseco—, que alcanzaba su punto más conflictivo en la subida al páramo de Zaratán, en la llamada "cuesta del reventón", donde cuentan que en ocasiones los viajeros debían apearse para aligerar el peso y subir la cuesta andando con tiempo suficiente para volver a montarse, llegando en ocasiones incluso a tener que empujar el vagón. Superado este problema, que se complicaba en los duros inviernos, el tren continuaba a su ritmo, entre humaredas de vapor, hasta Villanubla, el apeadero de Torozos, La Mudarra, el apeadero del tramo de Coruñeses y Medina de Rioseco, siempre bajo la sonrisa y resignación de los pacientes viajeros con billetes de primera y segunda clase.

Usuarios del "Tren burra" en los años 50
Y aunque parezca mentira, con su desaparición el "Tren burra" entró en el terreno de lo mítico, siendo recordado todavía como algo entrañable de otros tiempos en que el ritmo de vida no era tan vertiginoso como el actual.    



















Estación de San Bartolomé, 1965

















Andén de la Estación de San Bartolomé en 1968















Plaza de San Bartolomé en los años 70, con la estación a la izquierda














La línea Estación de San Bartolomé-Estación Campo de Béjar a su paso
junto al Campo Grande en el Paseo de Zorrilla
















Monumento al antiguo ferrocarril Valladolid-Medina de Rioseco
en la plaza de San Bartolomé













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