SAN PEDRO DE
ALCÁNTARA
Pedro de
Mena (Granada, 1628-Málaga, 1688)
Hacia 1663
Madera
policromada y postizos
Museo
Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca
española. Escuela andaluza
La escultura en el Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
Procedente de la compra por el Estado español de un
buen lote de esculturas que pertenecieron a la Colección del Conde de Güell, se
puede contemplar en el Museo Nacional de Escultura esta talla de Pedro de Mena
que representa a San Pedro de Alcántara
en su faceta de escritor místico, una escultura de 78 cm. de altura que es
considerada por algunos historiadores como la mejor versión del santo de
cuantas realizara el artista en términos de calidad artística y del tratamiento
de la cabeza, en opinión de María Elena Gómez Moreno "el ejemplar más
exaltado y ascético de todos".
Atrás quedan los años en que el historiador
granadino Emilio Orozco estudiaba esta representación de San Pedro de Alcántara de
Pedro de Mena y se quejaba de que inexplicablemente no se le concedía el mérito
que realmente merece. Hoy la percepción de la obra del escultor granadino con
taller en Málaga ha cambiado por completo. Sirva recodar la seducción producida
en Estados Unidos cuando se han presentado sus obras en algunas exposiciones, en las que era calificado como "el Bernini español".
Antes de su llegada a Valladolid, la escultura
perteneció a la marquesa de Villadarias, según consta en una etiqueta de 1898
que se conserva bajo su peana, pasando después a engrosar la importante
colección de escultura barroca reunida en Barcelona por el conde de Güell,
donde permaneció durante buena parte del siglo XX, hasta que los herederos del
rico industrial y político la ofrecieron al mercado del arte.
La imagen responde a la gran devoción profesada a
San Pedro de Alcántara en el territorio meridional hispano como promotor de la
reforma de los Franciscanos Descalzos, especialmente en Granada, donde con
motivo de su canonización el 28 de abril de 1669 se organizaron grandes
fiestas, según relata el cronista fray Antonio de Huerta1, entre
ellas la celebración con gran solemnidad de un acto religioso en la catedral,
la composición de una Música seraphica en
ocho voces en el Real Convento de San Francisco y una procesión para
colocar una imagen del santo en el convento del Ángel Custodio, cuyo cortejo
iba precedido por cuatrocientos mosqueteros y animado por salvas de cañones
disparadas desde la Alhambra.
Posible anónimo napolitano, último tercio siglo XVII San Pedro de Alcántara confesando a Santa Teresa Santuario del Santo Cristo Ecce Homo, Bembibre (León) |
Ya en años precedentes, apoyadas en el fervor
popular, se habían multiplicado por Andalucía las representaciones de San Pedro
de Alcántara, tanto referidas a su faceta de escritor místico como a su estrecha
relación con Santa Teresa de Jesús (canonizada en 1622), de la que fue confesor
y consejero durante su visita a Ávila, donde la alentó sobre la reforma del Carmelo
y donde cambiaron impresiones sobre sus proyectos, llegando a escribir Santa
Teresa: "Este santo hombre me dio
luz en todo y me lo declaró y dijo que no tuviese pena sino que alabase a Dios
y estuviera tan cierta que era espíritu suyo, que, si no era la fe, cosa más
verdadera no podía haber ni que tanto pudiese creer" (Libro de la Vida
30, 4-5-6).
Esta relación tuvo efectos recíprocos, pues, si como
informa el biógrafo alcantarino fray Arcángel Barrado, el santo fraile descalzo
propició con sus gestiones los permisos del primer breve para la fundación del
convento teresiano de San José —otorgado por el papa Pío IV el 7 de febrero de
1562—, su condición de Padre Espiritual de la santa propició su beatificación
en 1622 y su posterior canonización en 1669.
Estas relaciones de Santa Teresa y San Pedro de
Alcántara también se reflejaron en el arte, tanto en pintura como en escultura,
dando lugar a una peculiar iconografía apreciable en el convento sevillano de
las Hermanas de la Compañía de la Cruz, en el convento madrileño de Madres
Jerónimas o en el toledano de Santo Domingo del Real, aunque tal vez el grupo
más expresivo sea el de San Pedro de
Alcántara confesando a Santa Teresa que se guarda en el Santuario del Santo
Cristo Ecce Homo de Bembibre (León), posible obra napolitana del último tercio
del siglo XVII2.
La representación de San Pedro de Alcántara materializada por Pedro de Mena puede
inspirarse en grabados realizados en Roma por Luca Ciamberlano en vísperas de
su beatificación en 1622, que recogían la descripción física hecha por Santa Teresa:
"Tan extrema su flaqueza que no
parecía sino hecho de raíces de árboles". A ello se debe su aspecto estilizado
y enjuto, mientras que en su condición de "doctor místico" su imagen
es influida por las representaciones de la santa abulense —divulgadas con
maestría por Gregorio Fernández—, en las que sujeta un libro y una pluma en
pleno rapto de inspiración divina, incorporando en ocasiones sobre su hombro,
al igual que la santa, la paloma del Espíritu Santo.
También es posible que el modelo
creado por Pedro de Mena derive de las desaparecidas imágenes de ambos santos
que realizara Manuel Pereira3 para el retablo mayor de la iglesia de
San Andrés de Madrid, obras que pudo conocer durante su estancia en la corte
entre 1662 y 1664.
Pedro de Mena establece un arquetipo en el que el
santo franciscano aparece de pie y estático, del mismo modo que su célebre
escultura de San Francisco de Asís de
la catedral de Toledo, realizada igualmente en 1663. De anatomía esbelta, para
expresar el rigor asumido por los franciscanos descalzos —también conocidos
como alcantarinos— aparece revestido con el mísero hábito pardo en el que se
aprecian grandes remiendos. Para resaltar su edad avanzada y su austera vida,
el escultor renuncia a su idealización y le presenta con una calvicie
pronunciada y cabello canoso por encima de las orejas sugiriendo la tonsura, así
como arrugas pronunciadas en el cuello, bajo las mejillas, en los ojos, en la
frente y en las manos. Pero, junto a estos elementos de caracterización, cobra
más intensidad su actitud, sujetando un libro en su brazo izquierdo y la mano
derecha levantada portando una pluma, mientras levanta su rostro a lo alto en
busca de la inspiración divina que reflejará en su Tratado de la oración y la meditación.
El escultor mantuvo de forma constante la
disposición del hábito en todas las versiones realizadas en su taller,
caracterizadas por presentar a la altura del pecho un plegado de forma
triangular que a partir de la cintura, ajustada por el cordón franciscano de
tres nudos —alusivos a los votos de castidad, obediencia y pobreza—, cae hasta
los pies formando una profunda hendidura que proporciona movimiento a la
figura. Reiterativa es también la policromía aplicada, a base de carnaciones a
pulimento con matices realistas y una minuciosa descripción de las hilaturas
del hábito, distinguiendo con distintos tonos los remiendos, un recurso que
aplica por igual en otros de sus santos franciscanos: San Francisco, San
Antonio de Padua y San Diego de Alcalá. Desde el punto de vista técnico, destaca
el alto grado de virtuosismo en el tallado del capucho del hábito y los bordes
de las mangas, resueltos en finísimas láminas que asemejan un lienzo real.
Tampoco falta, como es habitual en las obras de
Pedro de Mena, la aplicación de diferentes postizos que realzan su realismo.
Junto a los invariables ojos de cristal, a los que en algunos ejemplares
incorpora pestañas de pelo real del mismo modo que en sus dolorosas, lleva el cordón franciscano a la cintura confeccionado
con soga y el libro y la pluma (desaparecidos en la escultura vallisoletana) están
tallados como objetos independientes.
La escultura de
San Pedro de Alcántara, síntesis de la mística y la ascética propugnada por
la Contrarreforma en la sociedad sacralizada de su tiempo, se convirtió en un
arquetipo iconográfico que tuvo una extraordinaria aceptación entre la
clientela del escultor, emulando en este sentido a los modelos arquetípicos
creados por Gregorio Fernández años antes.
El historiador Ricardo de Orueta llegaba a atribuir
a Pedro de Mena en 1914 hasta ocho esculturas representando a San Pedro de Alcántara con
características similares4. Actualmente, después de los estudios más
recientes aportados por historiadores como Emilio Orozco Díaz, Mª Elena Gómez Moreno, Salvador Andrés
Ordax, Andrés de Sales Ferri Chulio, Donato Mari, José Ignacio Hernández
Redondo, Jesús Pareja, Domingo Sánchez-Mesa, Lázaro Gila Medina, etc., sabemos
que la serie producida en el obrador malagueño superó con creces esa cantidad,
estimulando además a otros escultores a copiar el modelo.
Entre los ejemplares conocidos de Pedro de Mena
representando a San Pedro de Alcántara (la
mayoría elaborados en la década de los 60 del siglo XVII), a pesar de que
presentan características comunes referidas a su faceta de escritor místico, se
puede establecer una triple tipología:
PRIMER TIPO
El santo aparece representado con el hábito franciscano de lino áspero
y pardo, con capucho, grandes remiendos resaltados y cordón postizo. Su tamaño
oscila entre los 40 cm. y la escala casi natural. Pertenecen a este grupo las
esculturas del santo conservadas, entre otros, en los siguientes lugares:
- Museo de Bellas Artes, Granada
(Colaboración de Alonso Cano y Pedro de Mena)5.
- Convento de San Antón (MM
Clarisas), Granada.
- Iglesia de Santiago, Montilla
(Córdoba).
- Museo Marés, Barcelona (antes en
Ayuntamiento de Barcelona).
- Museo Nacional de Escultura,
Valladolid (antes en colección Conde de Güell).
Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara. Izda: Museo Nacional de Escultura, Valladolid / Dcha: Convento de San Antón, Granada |
SEGUNDO TIPO
El escultor incorpora a la figura, que viste el hábito franciscano con
capucho y cordón postizo, la esclavina o manto corto que propició en su
reforma, siempre tallado con habilidad en finas láminas. Responden a este tipo
los ejemplares conservados en:
- Convento de San Ildefonso
(Trinitarias Descalzas), Madrid.
- Museo Nacional de Arte de
Cataluña, Barcelona (antes en colección José Baret).
- Museum of Art, Cleveland (antes
en colección Bauer).
- Colección particular (procedente
de Granada, donde lo conoció Emilio Orozco).
TERCER TIPO
Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara. Izda: Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona / Dcha: Museo Marés, Barcelona |
Imagen vestidera, con la cabeza y las manos talladas y acopladas a un
maniquí revestido con un hábito confeccionado con telas reales. Los ejemplares
de los que se tiene constancia fueron destruidos.
- Iglesia de los Santos Mártires,
Málaga (Fotografías estudiadas por Ricardo Orueta). Destruido en 1931.
- Iglesia de San Juan Bautista,
Vélez-Málaga (Málaga). Destruido en 1936.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara y detalle, 1663-1670 Museum of Art, Cleveland (Estados Unidos) |
NOTAS
1 ANDRÉS ORDAX, Salvador: San
Pedro de Alcántara inspirándose como escritor. En "Teresa de Jesús.
Maestra de oración". Las Edades del Hombre, Ávila-Alba de Tormes, 2015, p.
196.
2 ANDRÉS ORDAX, Salvador: San
Pedro de Alcántara confesando a Santa Teresa. En "Teresa de Jesús.
Maestra de oración". Las Edades
del Hombre, Ávila-Alba de Tormes, 2015, p. 200.
3 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel: San
Pedro de Alcántara. En Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección /
collection, Madrid, 2009, pp. 228-229.
4 ORUETA Y DUARTE, Ricardo de: La
vida y la obra de Pedro de Mena y Medrano. Centro de Estudios Históricos,
Madrid, 1914, pp. 117-118, 156-163, 193, 209-210.
Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara y detalle Colección privada (procedente del mercado del arte) |
5 Este ejemplar, que es el único de la serie con distinta disposición
corporal, procede del convento del Santo Ángel Custodio de Granada.
Izda: Alonso Cano y Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara, Museo de Bellas Artes, Granada / Dcha: Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara, Convento de San Ildefonso, Madrid |
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