SANTA MARÍA
MAGDALENA
Valerio
Marucelli (Pisa, 1563-1627)
1610
Óleo sobre
lienzo
Monasterio
de las Descalzas Reales, Valladolid
Pintura
barroca italiana. Escuela toscana
Transcurrido poco tiempo desde la llegada de los
reyes Felipe III y Margarita de Austria a Valladolid, con motivo de haber
establecido la capitalidad de España en esta ciudad —según decreto publicado el
10 de enero de 1601—, la piadosa reina mostró un especial interés por asumir el
patronato del convento que la comunidad de Franciscanas Descalzas ocupaba en
unas casas situadas frente a la Real Chancillería, aunque dicho patronazgo real
no se confirmase oficialmente hasta el 16 de junio de 1615, cuatro años después
de producirse el fallecimiento de la reina.
Durante el quinquenio en que la Corte estuvo
asentada en la ciudad castellana —1601-1606—, doña Margarita ejerció como
benefactora de aquel convento (su vinculación al mismo quedó reflejado en el
deseo, expresado en vida, de ser enterrada con el hábito de aquella Orden), que
tomando el rango de fundación real fue remodelado por completo a partir de las
trazas de Francisco de Mora, arquitecto de la corte, que diseñó la iglesia, el
claustro y las nuevas dependencias conventuales. Los trabajos serían dirigidos
por Diego de Praves, maestro mayor de obras de su majestad en Castilla la
Vieja, que los finalizaba en 1615.
Pero el mecenazgo de la reina no se limitó a favorecer
los trabajos constructivos, pues en 1611, cuando la Corte estaba asentada de
nuevo en Madrid, la reina recibió como agasajo de Cosme II de Médicis, gran
duque de Toscana, y de su madre Cristina de Lorena, un lote de más de treinta
pinturas religiosas que expresamente habían sido encargadas a diferentes pintores
toscanos para ser enviadas a España como regalo a la reina española, que no
dudó en enviar todo el conjunto al convento vallisoletano. Entre ellas se
encontraba esta que representa a Santa
María Magdalena, pintada en 1610 por el pisano Valerio Marucelli.
El 20 de junio de 1611 esta pintura fue enrollada,
embalada y cargada en el puerto de Livorno, junto al resto del generoso lote,
para ser enviada a España. Tras ser descargada en Cartagena y bajo la
supervisión de Orso d'Elci, embajador toscano, fue trasladada en una carreta
hasta El Escorial, donde se encontraban los monarcas. Doña Margarita de
Austria, que por entonces se encontraba embarazada —moriría a consecuencia de
dicho parto—, expresó su deseo de que el envío se entregara al convento
vallisoletano, aunque debido al mal estado en el que llegaron once de las
pinturas se produciría un retraso en la entrega, que no se haría efectiva hasta
1615, coincidiendo con la finalización de las obras conventuales.
Las razones del regalo del lote de pinturas, que hoy
conocemos como "El legado de la Toscana", respondía a una motivación política del Gran Ducado de
Toscana, interesando en mantener fluidas relaciones con la corona española, con
cuyos monarcas el matrimonio ducal mantenía relaciones de parentesco. La
operación fue dirigida personalmente por la archiduquesa Cristina de Lorena,
madre de del gran duque Cosme II de Médicis, casado con doña María Magdalena de
Austria, hermana de la reina española doña Margarita. Ese fue el motivo por el
que, entre el repertorio sugerido por ella misma, hizo figurar a sus santos
patronos, como Santa Cristina (Bernardino
Monaldi, 1610), Santa Margarita (Pietro
Sorri, 1610) y Santa María Magdalena
(Valerio Marucelli, 1610), sin que faltara el Martirio de San Felipe (Michelangelo Conganelli, 1611) en honor al
rey Felipe III.
Entre el lote de pinturas se aprecian distintas
calidades, siendo una de las más bellas la dedicada a Santa María Magdalena,
tanto por su atractivo colorido como por su notable factura técnica, exponente
de la nueva pintura barroca toscana, especialmente atractiva tras su
restauración en 2007 por la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y
León.
En ella Valerio Marucelli funde dos temas
relacionados con la hagiografía de la santa, que está identificada con la
colocación en primer plano del tarro de perfumes, atributo tradicional. Por un
lado, presenta a la mujer arrepentida y dedicada a la penitencia en su vida
eremítica en la gruta de Sainte Baume, motivo por el que aparece arrodillada
junto a un crucifijo —se le puede considerar como el décimo tercer apóstol—,
interrumpiendo la lectura de un libro que permanece abierto y acompañada de una
calavera. De otra parte, la pintura recoge el relato piadoso de su Traslación por ángeles al cielo, hecho que
viene a explicar su subsistencia en el desierto: siete veces al día,
coincidiendo con las horas canónicas, los ángeles la transportaban al cielo,
donde se alimentaba de sustancias celestiales para después volver a la tierra, fenómeno que se produjo hasta el momento de su muerte. El tema está implícito en la pintura con la
colocación de la santa sobre una nube y por la presencia de dos ángeles que
asidos a su manto inician el ascenso hacia la gloria que comienza a abrirse en
lo alto de las nubes.
La concepción iconográfica responde al gusto durante
el Barroco por la representación de hechos sobrenaturales en el momento en que
se producen —aparición de los ángeles de la Traslación—
y al afán por la inclusión de elementos simbólicos, como el cráneo humano como
símbolo de la muerte que, junto a los otros objetos tratados como una
naturaleza muerta, adquiere el valor añadido de una vanitas o mensaje sobre la fugacidad de la vida, los placeres y la
belleza frente a la certeza de la muerte.
Con finalidad narrativa y haciendo un ejercicio de
naturalismo, Valerio Marucelli diseña una escena diáfana en la que María
Magdalena adquiere un tamaño monumental, colocada en posición de tres cuartos,
con el cuerpo serpenteante, la cabeza en escorzo y rodeada de un nimbo muy fino
habitual en el pintor, un rostro de gran belleza sumamente idealizado, la
mirada dirigida a lo alto en gesto de arrobamiento y las manos delicadamente
cruzadas en el pecho en gesto de sumisión. Su potente anatomía aparece
recubierta por ampulosas y elegantes vestiduras, como una fina camisa blanca
interior, una túnica púrpura que deja asomar mangas verdes aterciopeladas y un
manto azulado con el envés simulando brocados dorados, desplegando un virtuoso
juego de texturas modeladas con una luz que produce grandes contrastes de color,
sin que falten detalles de fantasía, como las vistosas alas de los ángeles.
Sugestivo es el paisaje que asoma por el pequeño espacio de la derecha, con dos
montañas con tonos azulados degradados que a pesar de todo dotan a la escena de
profundidad. En conjunto, la santa recuerda vagamente a la Santa Catalina de Alejandría de Rafael (National Gallery, Londres),
pues no hay que olvidar que este pintor se hizo famoso en la corte florentina
de los Médicis por dedicarse a realizar copias de Rafael y Miguel Ángel.
También es lógico que, atendiendo a tan importante encargo regio, el pintor se
esmerara en dejar en la pintura lo mejor de sí mismo.
Valerio Marucelli volvería a abordar el tema en 1615
en María Magdalena transportada por los
ángeles al cielo, pintura aplicada sobre una losa de alabastro, que se
conserva en la Galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia, donde la escena
presenta distinto tratamiento, con un carácter mucho más místico.
MARUCELLI, UN PINTOR AL SERVICIO DE LA ÉLITE GOBERNANTE FLORENTINA
No es extraño que para realizar la pintura de Santa María Magdalena, destinada a la
reina de España, fuese elegido Valerio Marucelli entre los pintores activos del
momento en Florencia, pues este pintor, nacido en Pisa, había alcanzado gran
fama en la corte medícea, como ya se ha citado, realizando al natural o en
miniatura copias de pinturas de Rafael y Miguel Ángel, que junto a temas
devocionales el Gran Duque de Toscana enviaba como regalos a príncipes y
gobernantes.
La vinculación del pintor a los ambientes cortesanos
florentinos se patentiza en la pintura El
intercambio de las princesas en el río Bidasoa, realizada en 1627 a
petición del Gran Duque de Toscana para enviarla como regalo a María de
Médicis, junto a otras de tema dinástico, para la decoración del palacio de
Luxemburgo en París (tras pasar por la colección de Lord Elgin en Edimburgo,
actualmente se encuentra en la The Mari-Cha Collection Limited, Hong Kong). La
escena representa el intercambio ceremonial de dos princesas que tuvo lugar en
el río Bidasoa, frontera de los reinos de Francia y España, el 9 de noviembre
de 1615. En ella el duque de Uceda, en representación de Felipe III, entregó a
la infanta Ana de Austria al duque de Guisa, enviado de Luis XIII, y a cambio
recibió del noble francés a Isabel de Borbón. La primera acababa de casarse por
poderes con el monarca francés, del mismo modo que la segunda lo había hecho
con el príncipe heredero español. En la pintura el pintor muestra sus dotes
para el paisaje y los pequeños personajes en miniatura.
Otras pinturas de carácter oficial fueron Margarita de Austria recibiendo en Valencia
a los embajadores del imperio español, obra de 1612 que se conserva en la
Galería de los Uffizi de Florencia, y otra realizada con motivo del enlace de
Carlos III de Lorena con Claudia de Francia. Asimismo, entre 1616 y 1618
realizó la pintura de Miguel Ángel
recibido por el dogo Andrea Gritti, una escena que refleja un suceso real
ocurrido en Venecia, en presencia de dignatarios venecianos, que fue encargada
para decorar la Casa Buonarroti, en cuyos muros permanece.
No obstante, entre la producción de Valerio
Marucelli también figura una buena serie de pintura religiosa, como la Anunciación de la iglesia de San Onofrio
de Fuligno, en cuyo altar mayor se encuentra la Asunción de la Virgen, buena muestra de sus dotes compositivas y
del dominio del dibujo y del color.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Valerio Marucelli. Traslación de la Magdalena, 1615 Galería Palatina, Palacio Pitti, Florencia |
Valerio Marucelli. Intercambio de princesas en el Bidasoa, 1627 The Mari-Cha Collection Limited, Hong Kong |
Valerio Marucelli. Miguel Ángel recibido por el dogo Andrea Gritti, 1616-1618 Casa Buonarrotti, Florencia |
Valerio Marucelli. Asunción de la Virgen Iglesia de San Onofrio de Fuligno, Florencia |
Valerio Marucelli. Detalle de la Asunción de la Virgen Iglesia de San Onofrio de Fuligno, Florencia |
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