CRISTO DE LA SANGRE
Nicolás de Bussy
(Estrasburgo, ca. 1640 - Valencia, 1706)
(Estrasburgo, ca. 1640 - Valencia, 1706)
1689-1693
Madera de ciprés policromada y
postizos
Archicofradía de la Preciosísima
Sangre de Nuestro Señor Jesucristo
Iglesia del Carmen, Murcia
Escultura procesional barroca.
Corriente simbolista
Dentro del
panorama de la escultura barroca española, es destacable la obra creada en la
zona levantina por Nicolás de Bussy, un escultor oriundo de Estrasburgo que
llegó a España en 1659 con el séquito de D. Juan José de Austria, gobernador de
los Países Bajos. Después de establecerse en 1662 en Valencia, donde consiguió
el título de maestro gremial como oficial del escultor Tomás Sanchís, lo que le permitía trabajar en todo el Reino
de Valencia, comenzaría un periplo vital y laboral por las ciudades de
Alicante, Aranjuez (donde en 1679 fue nombrado por Carlos II "Escultor de
Su Majestad") y Elche, recalando en la ciudad de Murcia hacia 1688, donde
realizó lo más granado de su obra.
Entre ella
destaca, por su calidad de talla y su singularidad iconográfica, el Cristo de la Sangre, una escultura
devocional y procesional que tendría una enorme repercusión en la escultura
barroca murciana de su tiempo, en la que poco después destacaba la figura de Nicolás
Salzillo —llegado a Murcia desde tierras napolitanas hacia 1700—, así como
entre los escultores de la siguiente generación, cuya cumbre sería ocupada por
la personalidad del genial Francisco Salzillo.
Un hecho
singular en la obra del polifacético Nicolás de Bussy, que dominaba la
escultura en madera y piedra, así como la traza de retablos y la elaboración de
pasos procesionales, fue la tendencia al simbolismo plástico en sus obras más
emblemáticas, realizando creaciones que no recrean determinado pasaje
evangélico, sino que aparecen como representaciones conceptuales de algunos
dogmas de la religión católica, fruto de la meditación personal de un espíritu
místico y fervoroso como el que demostró tener el escultor, que tras enviudar
acabó sus días como novicio en el convento de la Merced de Valencia.
El subjetivo
sentido simbólico de Nicolás de Bussy queda reflejado especialmente en dos de
sus obras. Una de ellas es el Triunfo de
la Cruz, composición conocida popularmente como "La Diablesa",
que fue realizada en 1694 para el Gremio de labradores de Orihuela (actualmente
propiedad del Ayuntamiento de esa ciudad y expuesto, tras su reciente
restauración, en la Sala Museo de San Juan de Dios) y otra el Cristo de la Sangre, encargado en 1689 como paso procesional por la Archicofradía de La Sangre de Murcia, que
actualmente sigue perteneciendo a la Cofradía de Los Coloraos y expuesto al
culto en la iglesia del Carmen.
En ambos
casos, junto a las fuentes iconográficas, que enlazan con el simbolismo
escultórico medieval y la refinada expresión del ideal cristiano abstracto como
forma de humanizar lo sobrenatural, también se pueden señalar fuentes
literarias que habrían determinado las interpretaciones plásticas del escultor.
En el Triunfo de la Cruz se representa el
globo terráqueo coronado por una cruz que se asienta sobre nubes entre las que
se colocan cinco ángeles con los símbolos de la Pasión y cabezas de querubines,
con las figuras recostadas a los lados de un esqueleto que simboliza la muerte
y un diablo alado —con rasgos femeninos— que sujeta en su mano una manzana que alude
al pecado original. Se trata de un efectista símbolo redentor, fruto de la
imaginación del escultor, que plasma lo real y objetivo a través del idealismo
y la subjetividad abstracta de una composición que a partir de una apariencia
humana proporciona calladas respuestas a las preguntas de los fieles,
mostrando, a través de una metáfora plástica, cómo triunfa la Cruz sobre el
Mundo, la Muerte y el Pecado1.
EL CRISTO DE LA SANGRE
El Cristo de la Sangre representa una
atípica figura de Cristo crucificado de concepción barroca, pues aparece con
los brazos clavados en la cruz y los pies apoyados en el suelo en actitud de
caminar, con la pierna izquierda adelantada. El torso y la cabeza aparecen
inclinados hacia adelante por el peso de la cruz que carga sobre su espalda,
con la paradoja de presentar a Cristo vivo a pesar de tener la herida abierta en
el costado, cuya sangre, expresada como un gran chorro a través de un postizo,
es recogida en un cáliz por un angelito colocado a sus pies. Originariamente
disponía de cinco ángeles de aspecto infantil, acompañando al que se conserva otros
cuatro que se colocaban en los ángulos del paso procesional y que recogían la
sangre que manaba de las manos. El grupo está resuelto mediante un impecable
trabajo de recreación anatómica, cuya desnudez queda atenuada por un paño de
pureza de tono gris verdoso que forma un anudado al frente y deja un cabo
suelto en la parte derecha. Se acompaña, siguiendo la costumbre de la época, de
diferentes elementos postizos que aumentan su naturalismo, como el cabello, la
corona de espinas, los ojos de cristal, el ya citado reguero de sangre del costado, el cáliz que
sujeta el ángel, etc. Notable es igualmente su policromía, de tonalidades
claras y, ajustada al gusto levantino, sin abundancia de sangre. Otros detalles
son propios del gran maestro, como el gesto resignado y misericordioso de su
expresión facial, cuyo esfuerzo y dolor se refleja en la boca abierta, donde
son visibles los dientes y la lengua.
Tan insólita
iconografía devocional da lugar a diversas interpretaciones sobre la
intencionalidad del escultor. Díaz Cassou consideraba en 1897 —Pasionaria Murciana— que la escultura está concebida para incitar
a cada uno de los fieles a que porte su propia cruz, como lo hizo Cristo con
aquella en la que fue inmolado. Ibáñez García, autor de una monografía sobre el
escultor, ve reflejado en la imagen un vaticinio de Isaías: "Haurietis aquas in gaudio, de fontibus
Salvatoris" (Isaías, XII, 3), identificando los conceptos teológicos
de Fuente de Salud y Cristo Redentor. Es verosímil que tan simbólica
representación tenga su inspiración en textos literarios referidos a la
narración de que del costado de Cristo manó sangre y agua, como ocurría en el
Gradual de la Misa propia de la Preciosísima Sangre, donde se recogía un
versículo de San Juan: "Hic est qui
venit per aquam et sanguinem, Jesus Christus: non in aqua solum, sed in aqua et
sanguine" (Epístola 1ª; V. 6). Otro tanto ocurre con las afirmaciones
de San Pablo: "Hic est sanguis
testamenti, quod mandavit ad vos Deus" (Carta a los Hebreos, IX, 20).
Más verosímil
es que Nicolás de Bussy conociera el tratado ascético "De la oración y consideración",
donde Fray Luis de Granada, al referirse a la Preciosísima Sangre, hace un
ejercicio de imaginería mental: "Sobre
todo esto veo esas cuatro llagas principales como cuatro fuentes que están
siempre manando sangre; veo el suelo encharcado y arroyado de sangre; veo ese
precioso licuor hollado y derramado sobre la tierra...", una
meditación que se ajusta perfectamente a la representación plástica de Bussy. Otro tanto
se podría encontrar en otra obra de Fray Luis de Granada titulada "De la introducción del símbolo de la Fe",
donde en el capítulo XII de la tercera parte, encabezado por la frase "Sexto fruto del árbol de la Cruz, que son
los Sacramentos de la ley de gracia", refiere la frase de San Juan
"aquellas fuentes de agua viva que
saltan hasta la vida eterna" (IV, 13). Por tanto, es muy posible que
el piadoso Nicolás de Bussy se inspirara en estos textos, que sin duda conocía,
para materializar simbólicamente esta serie de conceptos de contenido
sacramental sobre la célebre talla en madera de ciprés del Cristo de la Sangre, cuyo precedente de ángeles recogiendo la sangre de Cristo crucificado en cálices ya aparece en la pintura Crucifixión
con santos que realizara Perugino entre 1503 y 1506 para la iglesia de
Sant'Agostino de Siena.
Nicolás de
Bussy manifiesta en el Cristo de la
Sangre su capacidad para "dar vida" a la madera, poniendo el alma
en su ejecución y colocando su obra a mitad de camino entre los viejos
conceptos contrarreformistas y los nuevos aires del barroco que imponían los
cánones clásicos, hecho que marcó un punto de inflexión en la estética murciana
del momento. Con ello logra encabezar el subgénero de escultura simbolista
dentro del esplendoroso panorama de la escultura barroca española, siendo tanto
su Triunfo de la Cruz o La Diablesa y el Cristo de la Sangre, únicas obras suyas conocidas con esta
tendencia, las que le colocan en lugar preferente de aquel movimiento y en un
puesto de honor entre los mejores maestros de la escultura barroca nacional.
A pesar de que
buena parte de la producción de Nicolás de Bussy ha sido destruida, conviene
recordar el mecenazgo de la Archicofradía de La Sangre de Murcia sobre el
escultor, a la que en 1689, cuando recibía el encargo de este Cristo como
imagen titular, entregaba el paso procesional de la Negación de San Pedro. Asimismo, en 1695 terminaba para la misma
cofradía La Soledad y un Ecce Homo que formaría parte del paso
del Pretorio y que actualmente conserva la cofradía en la iglesia del Carmen de
Murcia.
La
extraordinaria imagen del Cristo de la
Sangre ha conocido a lo largo de su historia diversas peripecias. Entre
ellas se encuentra la costumbre del escultor de introducir en el interior de
algunas esculturas cédulas que proporcionan una estimada información, como el
carácter piadoso del escultor plasmado en sentidas oraciones escritas de su
puño y letra. Concretamente, en el interior del Cristo de la Sangre fue hallada
una Cédula, fechada en 1693, que hace referencia a la compra de una esclava
turca para redimirla.
La situación
más crítica que conoció la escultura se produjo en 1936, durante la Guerra
Civil española, cuando un grupo de anticlericales profanó el templo y mutiló el
conjunto, siendo el Cristo decapitado y los ángeles reducidos a fragmentos. La
cabeza fue salvada de la destrucción por la frutera murciana Encarnación
Hernández García, la Tita, que compró la pieza a un grupo de jóvenes por una peseta y un kilo de melocotones, sin saber
que se trataba del venerado Cristo de la
Sangre. Tras custodiarla un tiempo en su casa
y ante las murmuraciones del vecindario, entregó la cabeza a don Mariano Aroca, cura
del Carmen, que a su vez la depositó en la Junta del Tesoro Artístico de Murcia.
De esta forma la escultura se libró de su desaparición, pues finalmente
fue restaurada por el escultor alicantino José Sánchez Lozano (1904-1995),
autor en la región de Murcia de reproducciones de algunos modelos salzillescos
perdidos, que también restauró y reprodujo algunas esculturas perdidas de la
Archicofradía de la Sangre.
El año 2004 el conjunto fue restaurado íntegramente, siendo colocado al culto por "Los Coloraos" sobre un
pedestal en una capilla con ambiente museístico que ocupa el espacio de la antigua
portería del Convento del Carmen, donde el Cristo de la Sangre, aislado de
elementos decorativos, luce en todo su esplendor. Con dicha cofradía desfila en Semana Santa por las calles de Murcia cada Miércoles Santo.
Informe y fotografías: J. M.
Travieso.
NOTAS
Nicolás de Bussy. Triunfo de la Cruz, La Diablesa, 1694 Museo Arqueológico San Juan de Dios, Orihuela (Alicante) |
1 SÁNCHEZ MORENO, José: D.
Nicolás de Bussy. Escultor (Noticia de su actividad artística. Las esculturas
simbólicas). Anales de la Universidad de Murcia, núm. 2, 1943, p. 186.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
FERNÁNDEZ LABAÑA, Juan Antonio: Los Coloraos. Semana Santa, 2015, pp.
12-17.
LÓPEZ AZORÍN, María José y
SÁNCHEZ-ROJAS FENOLL, María del Carmen: Notas
para una biografía del escultor D. Nicolás de Bussy. Boletín del Museo
Nacional de Escultura, nº. 8, 2004, pp. 29-36.
MONTOJO, V. (Coord.): Nicolás de Bussy, un escultor europeo en
España. Exp. Tercer Centenario de su muerte (1706-2006), Ed. Real Academia
de Bellas Artes de Santa María de la Arrixaca, Murcia, 2006.
SÁNCHEZ MORENO, José: D. Nicolás de Bussy. Escultor (Noticia de su
actividad artística. Las esculturas simbólicas). Anales de la Universidad
de Murcia, núm. 2, 1943, pp. 175-195.
SÁNCHEZ MORENO, José. Don Nicolás de Bussy, escultor (Nuevos datos
sobre su personalidad humana y artística). Anales de la Universidad de
Murcia, 1943, Segundo trimestre, Ed. Universidad de Murcia.
Nicolás de Bussy. La Diablesa, 1694 Museo Arqueológico San Juan de Dios, Orihuela (Alicante) |
Nicolás de Bussy. Ecce Homo, paso del Pretorio, 1695 (Foto Deskgram) Archicofradía de La Sangre, Iglesia del Carmen, Murcia |
Perugino. Crucifixión con santos, 1503-1506 Iglesia de Sant'Agostino, Siena |
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