Desde el pasado 29 de julio de 2020, en pleno verano
del que será recordado como año de la horrible pandemia, la espectacular
perspectiva urbana que ofrece la plaza de Portugalete de Valladolid se ha visto
enriquecida con una escultura en bronce que rinde homenaje a su Semana Santa.
El autor es el madrileño Óscar Albariño Belinchón, profesor de escultura en la
Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, que en 2019
fue el ganador del concurso público, convocado por el Ayuntamiento de
Valladolid el año anterior por iniciativa de la asociación Valladolid Cofrade,
para materializar públicamente un reconocimiento perpetuo a las generaciones de
cofrades que a lo largo de la historia han contribuido a configurar la
idiosincrasia de la ciudad a través de una celebración religiosa y popular que
ha conseguido proyección internacional.
Ese carácter generacional es el eje sobre el que el
escultor ha compuesto su obra, presentando, a modo de instantánea, el momento
en que un cofrade adulto, en pleno desfile, enciende de nuevo su hachón al
haberse apagado por una ráfaga de viento que todavía agita su capa y capirote,
ofreciéndole la llama una niña que, siguiendo la tradición vallisoletana, atiende
este servicio a cara descubierta.
Con gran sutileza, el escultor recoge acertados
detalles que sin duda son fruto de la observación directa. La escultura
presenta un gran dinamismo desde todos los puntos de vista posibles,
estableciendo en la composición una serie de contrapuntos que no pasan
desapercibidos.
(Foto Rubén Olmedo) |
En primer lugar la incorporación de un hombre y una
mujer como protagonistas semanasanteros, como ocurre en la realidad. En segundo
lugar por la plasmación de los dos tipos de hábitos habituales en los desfiles:
el del cofrade adulto y el infantil. El hábito del cofrade viene a ser un
compendio de todas las cofradías vallisoletanas, con túnica abotonada y puñetas
de encaje, cíngulo en forma de cordón con borlones colgantes, guantes y
capirote con el cono ajustado a la tradición vallisoletana, más corto que el
usado en Andalucía. De igual manera, el hábito de la niña se ajusta a los generalizados
en las secciones infantiles de las cofradías, con túnica con puñetas,
lechuguilla al cuello y muceta abotonada.
En tercer lugar por el significado de la
instantánea, donde a la agitación del hábito del cofrade adulto por un golpe de
viento, que se ve obligado a sujetarse el capirote mientras gira su cuerpo e
inclina el hachón, se opone la serenidad de la niña que le asiste con gesto
complaciente, encarnando ambas figuras al cofrade tradicional y a las nuevas
generaciones, que se unen a través de la simbólica entrega de la llama
encendida. Una escena que, al ser presentada con extremo realismo, es
reconocible por habitual en los desfiles de los días ventosos de la primavera
vallisoletana.
La escultura, de tamaño natural y firmada en su base,
fue modelada en barro por Óscar Albariño y fundida en bronce "a la cera perdida"
en Manzanares el Real (Madrid). Como monumento sigue la tendencia, tan
extendida en nuestro tiempo, de colocar las figuras a ras de tierra,
prescindiendo de pedestal y sin terreno acotado para evitar el distanciamiento
con el espectador. Con ello se persigue lo contrario, su integración en el
paisaje urbano a modo de un "ciudadano" perpetuo que la gente
reconoce e identifica, como ocurre con otras esculturas diseminadas por el
trazado urbano desde hace tiempo, como El
comediante, el Fotógrafo del Campo
Grande, el Hombre con máscaras, Jorge Guillén y la infancia, Rosa Chacel, etc.
Su emplazamiento en la Plaza de Portugalete no puede
ser más oportuno y privilegiado, tanto por ser un enclave recorrido por
numerosas procesiones en Semana Santa, como por la incomparable referencia
visual de la iglesia de Santa María de la Antigua que le sirve de fondo, cuya
silueta se podría abstraer para convertir los pináculos en hachones y la torre
románica en monumental capirote.
Ahora sólo queda preguntar: ¿Para cuándo un monumento a Gregorio Fernández en Valladolid?
Ahora sólo queda preguntar: ¿Para cuándo un monumento a Gregorio Fernández en Valladolid?
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