16 de septiembre de 2020

Pie memoriae: VIRGEN DE LA ARMEDILLA, en torno a una virgen negra que no era tal















VIRGEN DE LA ARMEDILLA
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción,
procedente del Monasterio de Nuestra Señora de la Armedilla
Cogeces del Monte (Valladolid)















Es conocido el dicho, de inspiración bíblica, de que "La fe mueve montañas". Esto es perfectamente aplicable al monasterio de Santa María de la Armedilla, donde la devoción a una pequeña talla mariana de madera, que apenas supera los 70 centímetros de altura, dio lugar a la construcción de un vasto complejo conventual de cuya magnitud dan testimonio las ruinas románticas en que actualmente está convertido, algo que no ocurre con la imagen medieval de aquella Virgen, que permanece viva en la veneración de los vecinos de Cogeces del Monte, que en ella rememoran buena parte de su historia y de su idiosincrasia como pueblo ligado tradicionalmente a la agricultura.

Y como no podía ser de otra manera, la Virgen de la Armedilla está rodeada de toda una serie de leyendas milagrosas, desde su aparición en un paraje apartado hasta su reparto de beneficios a los peregrinos que hasta ella llegaban, siendo aún recordadas por los cogezanos las rogativas de que era objeto cuando en tiempos de sequía le suplicaban en procesión la lluvia para el Valle del Cerral.

Virgen de la Armedilla antes de su restauración en 1986
UNA IMAGEN LEGENDARIA Y EL JUEGO DE TRANSFORMACIÓN   

Los orígenes devocionales de la Virgen de la Armedilla son imprecisos, por lo que es preciso recurrir a la leyenda que atribuye a unos pastores el descubrimiento de la imagen en una cueva situada en la ladera meridional del valle de Valdegascón, en un lugar sombrío y húmedo no demasiado lejos del caserío de Cogeces del Monte (Valladolid). Por otra parte, Juan de Rodrigo, párroco de Cogeces, escribía en 1651 —con una confusa cronología— que fueron los cogezanos quienes, para protegerla de las incursiones musulmanas, escondieron la imagen en la cueva de este paraje y que apareció cuando había pasado el peligro, llegando a ser servida hasta 1147 por cuatro sacerdotes.

Sea cual sea el origen real de la llegada de la imagen de la Virgen de la Armedilla a dicha cueva, lo cierto es que desde el siglo XII comenzó su fama milagrera, convirtiéndose el lugar en que apareció —la ermitiella— en un centro de culto popular y de peregrinación, lo que se puede considerar como un típico ejemplo de cristianización de un espacio rupestre con posibles antecedentes de cultos paganos, en este caso localizado en un territorio que desde el siglo XI estaba integrado en el sexmo de Valcorba, al norte de la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar, después de la segunda repoblación de estas tierras llevada a cabo por el Conde Ansúrez.

Virgen de la Armedilla en su adaptación barroca
La Virgen de la Armedilla es una talla románica del último tercio del siglo XII, elaborada en madera de pino con diseño estilizado y acabado policromado, que sigue el arquetipo del momento, con la Virgen sedente en posición frontal, las manos (desaparecidas) dirigidas al frente y manteniendo sobre el centro de sus rodillas la imagen del Niño en actitud de bendecir, mientras sujeta en su mano izquierda, la única conservada, el simbólico globo terráqueo.
Con una composición ajustada a la ley de simetría, la escultura responde a la tipología de origen bizantino —muy difundida en el Románico— de Virgen Theotokos (Madre de Dios), caracterizada por estar tallada en un bloque único, por la frontalidad y rigidez de las figuras, que miran al frente sin comunicación entre ellas y sin atisbo de emociones, así como por su significación simbólica, ya que María, que aparece entronizada, se convierte a su vez en el trono de Dios, personificado en la figura del Niño, que generalmente es presentado con forma adulta.

Las figuras presentan una indumentaria esquemática sin alusiones naturalistas a los pliegues, tan sólo animada por el colorido de la policromía. La Virgen viste una saya azul con el cuello dorado y decoración a base de bandas con medallones y soles dorados; un manto discurre desde los hombros a los pies sujeto al pecho por un broche, con los bordes ornamentados con orlas y un ribete rojo; cubre su cabeza una toca que llega algo más abajo de los hombros y decorada con listas. La parte inferior, donde asomarían los zapatos, aparece mutilada. Por su parte, el Niño, con la cabeza rehecha, cubre su cuerpo con una escueta túnica con volúmenes geométricos que insinúan su anatomía.
La imagen conserva una policromía muy deteriorada que fue parcialmente recuperada en la restauración que, patrocinada por la Caja de Ahorros Popular de Valladolid, fue realizada en 1986 por Francisco Santamaría y su hija Carmen en su taller vallisoletano. Fue entonces cuando se puso al descubierto la composición original de la Virgen de la Armedilla, siguiendo los deseos del párroco de Cogeces, que con el aspecto completamente cambiado regresó a esta población causando extrañeza y alguna incomprensión entre los vecinos, pues desde antaño se venía venerando nada menos que como una "virgen negra".

Detalles de la adaptación barroca de la Virgen de la Armedilla
Izda: Rostrillo de la Virgen / Dcha: Niño Jesús de Malinas incorporado
(Fotos: Web Cogeces del Monte. Cultura y Tradición)
A este respecto, debemos recordar que el culto a las vírgenes negras se divulgó entre los siglos XI y XIII, teniendo su origen en una adaptación cristiana del culto egipcio a la diosa Isis, símbolo de la tierra y la fertilidad. En su difusión contribuyeron en gran medida las comunidades de templarios y cistercienses entre los siglos XI y XII, así como la Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, fundada en el siglo XII bajo el patrocinio de San Antonio Abad, decisiva de la propagación, en época medieval, de la devoción a la vírgenes negras como manifestación de la Madre-Tierra, tipología de la que en España existen numerosos ejemplos.

Lo cierto es que hasta su restauración, la Virgen presentaba un rostro ennegrecido que no parecía estar originado por el humo de las velas, sino repintada expresamente para darle el aspecto de una virgen negra. En este sentido, hay que tener en cuenta que, según está documentado, el 21 de marzo de 1147 el Concejo de Cuéllar entregaba el sitio de Sancte Marie Armidelle al monasterio cisterciense de Santa María y San Juan de Sacramenia. Esto ha originado la creencia de la fundación del monasterio por los monjes cistercienses, aunque no hay indicios de que esta orden allí construyera algo, ni tampoco de su presencia en la Armedilla. Posiblemente los monjes bernardos, ante aquella concesión, se limitaron a la explotación económica de los pastos, huertos y viñedos y a la administración de la ermita, existiendo la posibilidad de que ya por entonces se intentara reconvertir la imagen en una virgen negra, pues, como se ha dicho, en el siglo XII el Císter fue uno de los mayores propagadores de esta devoción.

Vara de mando con la imagen de la Virgen de la Armedilla
Iglesia de la Asunción, Cogeces del Monte (Valladolid)
Pero aquí no acabaría su proceso de transformación, pues en época barroca fue una de tantas imágenes marianas adaptada a la modalidad de imagen vestidera, según los gustos litúrgicos del momento con intento de dignificarla, quedando su verdadera imagen enmascarada bajo una indumentaria con el aspecto arquetípico de una túnica y un manto acampanados elaborados con sofisticados textiles reales, así como una enagua, una toca, un rostrillo ornamentado con pedrería y una gran corona de orfebrería, para cuyo encaje no hubo reparos en rebajar la cabeza de la imagen, ocurriendo otro tanto en la parte de los pies, que fueron serrados para colocar una extensión de madera con el fin de aumentar su altura y fingir una postura erguida. El aspecto que la Virgen ofrecía por entonces, es apreciable en el relieve cincelado de la vara, utilizada antiguamente en rogativas y procesiones, que se conserva en la iglesia de la Asunción de Cogeces del Monte.

Aspecto actual de la Virgen de la Armedilla tras su restauración
Iglesia de la Asunción, Cogeces del Monte (Valladolid)
Si el cambio de aspecto ya había sido drástico, la transformación de la imagen alcanzaría su punto álgido en el siglo XVIII, cuando a la Virgen de la Armedilla se le mutilaron las manos originales para ser reemplazadas por otras nuevas, de estética barroca y, por supuesto, pintadas de negro. Al mismo tiempo, al quedar la figura original del Niño oculta entre los ropajes, se le añadió sobre las nuevas manos una pequeña figura del Niño Jesús que respondía a la tipología característica de los elaborados en la ciudad flamenca de Malinas (en la actual Bélgica), que en buena parte se distribuían en España en ferias como la de Medina del Campo. Sobre la cabeza del infante también se incorporaría una corona de bronce.

Con el nuevo aspecto, la Virgen de la Armedilla permaneció al culto durante más de doscientos años, primero presidiendo la iglesia del Monasterio de la Armedilla, hasta que, a consecuencia de la Desamortización de Mendizábal, este fue desalojado y abandonado a su suerte en el siglo XIX. Después en la iglesia parroquial de la Asunción de Cogeces del Monte, donde fue recogida y colocada al culto en un retablo barroco situado en el lado del evangelio. La Virgen recibía en Cogeces la atención de una camarera que, con carácter vitalicio y hereditario, se encargaba celosamente de su ornato y de cambiarla los ricos vestidos, mantos y joyas de su ajuar, siendo de las pocas personas que conocían el aspecto real que la imagen presentaba bajo su enmascaramiento.     
       
Hoy todo esto es historia pasada, pues actualmente la imagen restaurada se presenta a los devotos en dicha iglesia en su esencia románica, desprovista de los añadidos dieciochescos, de sus joyas y ropajes barrocos, colocada sobre una peana de piedra de Campaspero adosada al muro, de donde es descendida para la celebración de la romería que, desde hace más de treinta años, se celebra en el penúltimo fin de semana del mes de agosto, momento en que se traslada en procesión hasta las ruinas del Monasterio de la Armedilla, donde fue encontrada en la cueva que hoy permanece en ruinas, espacio convertido en centro de nostalgia para los cogezanos.

Panorámica de las ruinas del Monasterio de la Armedilla
APUNTES PARA LA HISTORIA DEL MONASTERIO DE LA ARMEDILLA

Ya se ha dicho que los orígenes devocionales de la Armedilla se encuentran en la veneración de una imagen de la Virgen en el interior de una cueva que, desde el siglo XII, se convirtió en un importante centro de peregrinación. También se ha dicho que desde el siglo XI este paraje pertenecía a la jurisdicción de la villa de Cuéllar, cuyo Concejo, ante la afluencia masiva de devotos, construyó en el siglo XII un albergue para los cofrades que allí se establecieron y para los peregrinos que llegaban para venerar a la Virgen, cuyos milagros se difundían por toda la comarca.

Fue el padre Sigüenza, de la orden jerónima, el pionero en recoger la tradición de la aparición de la imagen tras visitar el monasterio en la segunda mitad del siglo XVI. En el capítulo 26 de su Historia de la Orden de San Jerónimo, 1600-1605, describe la cueva como grande, cavada en la roca viva, en forma de una capilla tan profunda que su oscuridad producía temor, si bien respecto a la imagen de la Virgen de la Armedilla matiza que "quién la trajo allí, cuándo se puso, quién labró la capilla o en qué tiempo, todo está sepultado en olvido". También se refiere a la afluencia de peregrinos y a la construcción de aposentos por los cuellaranos para que las cofradías que llegaban de toda la comarca hiciesen sus juntas y cabildos, así como a las numerosas donaciones que la Virgen recibía en forma de limosnas, cera, joyas, etc.

Aspecto actual de la cueva-capilla en que fue encontrada la imagen
Según está documentado, el 21 de marzo de 1147 el Concejo de Cuéllar entregaba este lugar al monasterio cisterciense de Santa María y San Juan de Sacramenia (Segovia), hecho que ha originado la creencia de que el monasterio de la Armedilla fue fundado por monjes cistercienses. Sin embargo, como ya se ha dicho, no existe el menor indicio de su presencia en este lugar, siendo posible que los monjes bernardos se limitaran a la explotación económica del lugar, a la custodia de la primitiva ermita y la propagación del culto a la Virgen, meras hipótesis al no disponer de noticias del monasterio hasta los albores del siglo XV, cuando el enclave seguía perteneciendo al Concejo de Cuéllar, que poco antes había convertido la cueva en una cripta sobre la que fue erigido un templo.

Fue a principios del año 1402 cuando llegaron al lugar monjes jerónimos procedentes del monasterio de la Mejorada de Olmedo, comunidad a la que Fernando de Antequera, Señor de Cuéllar y Peñafiel, devoto de la Virgen de la Armedilla y de la ermita, hizo donación del paraje para que se levantase un monasterio, para lo que entregó a los jerónimos la generosa cantidad de 5.500 maravedís de renta. La comunidad tomó posesión del lugar el 19 de febrero de 1402, aunque fue en mayo cuando obtuvieron la licencia del monasterio de la Mejorada para la fundación de un recinto monacal de nueva planta. Su construcción sería autorizada por el papa Benedicto XIII el 27 de enero de 1405.

Aspecto del interior de la iglesia parcialmente restaurada
Ruinas del monasterio jerónimo de la Armedilla, Cogeces del Monte
De este modo se iniciaron las obras de un gran proyecto, que rodeado de una cerca incluía una nueva iglesia, un gran claustro en torno el que se disponía la cocina, el refectorio, los dormitorios, la librería, la botica y las bodegas, junto a patios y otras dependencias, entre ellas la iglesia sobre la legendaria cueva en que había aparecido la imagen de la Virgen, que durante el siglo XV había sido objeto de modificaciones, siendo reorganizada en un espacio de dos naves, una excavada al fondo y una nave rectangular cubierta con bóvedas y perforada por tres ventanas, ocupándose de su ornamentación el mecenas Juan Velázquez, Oidor del Consejo Real. Actualmente esta capilla, que funcionó como iglesia del monasterio hasta comienzos del siglo XVI, se haya convertida en una patética ruina.
Asimismo, en el siglo XVI, dentro del recinto fue construido un complejo palacial para los duques de Cuéllar o duques de Alburquerque, benefactores del monasterio, que allí pasaban temporadas como retiro espiritual. El complejo monacal fue rematado en la segunda década del siglo XVI con la construcción de una nueva iglesia gótico-renacentista, a la que fue trasladada la imagen de la Virgen de la Armedilla en 1552.

Reconstrucción del monasterio de la Armedilla en el siglo XVI
Desde entonces, el monasterio permaneció activo, con la Virgen de la Armedilla como principal enseña, hasta el siglo XIX, cuando víctima de la Desamortización quedó abandonado y su patrimonio dispersado, siendo recogida la cajonería de la sacristía y la imagen de la Virgen en la iglesia parroquial de Cogeces del Monte, donde actualmente permanece. Convertido el monasterio abandonado en cantera, sus elementos arquitectónicos y dotacionales más notables fueron expoliados, como una bella portada renacentista que se encuentra repartida entre el patio de la Casa de Cervantes de Valladolid y el Spencer Museum of Art de la Universidad de Kansas en Lawrence (Massachusetts), el retablo mayor de la iglesia, trasladado a la iglesia de Nuestra Señora del Manto de Riaza (Segovia) o la sillería del coro, parcialmente asentada en la iglesia de Serrada (Valladolid), a lo que podríamos sumar una buena colección de pintura y objetos litúrgicos.

Iglesia de la Asunción, donde recibe culto la Virgen de la Armedilla
Cogeces del Monte (Valladolid)
En nuestros días, la Asociación de Amigos del Monasterio de la Armedilla, como iniciativa popular, trabaja para investigar, conservar y recuperar los restos arquitectónicos del complejo monacal jerónimo, declarado el 30 de enero de 2007 como Bien de Interés Cultural por la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de la Consejería de Cultura y Turismo. Esperemos que el ánimo no decaiga en este empeño, pues no hay más que acercarse al lugar para contemplar unas ruinas que emergen entre el verdor y que, a modo de grito desgarrador, claman en tan bello paisaje por recuperar el antiguo esplendor que conocieron bajo la protección de una afamada virgen negra que no era tal.   



Informe: J. M. Travieso.



Virgen de la Armedilla restaurada
(Foto José María Sacristán)


Bibliografía

ESCRIBANO VELASCO, Consuelo: Historia y evocación en la Armedilla, Revista Atticus (digital), nº 31, Valladolid, 2016, pp. 17-26.

GARCÍA FLORES, Antonio: La Iglesia del Monasterio Jerónimo de Santa María del Armedilla (Cogeces del Monte, Valladolid), Memoria ecclesiae, nº 17, 2000, pp. 195-218.

GARCÍA GUINEA, Miguel Ángel y RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, José Manuel: Enciclopedia del románico en Castilla y León, Santa María la Real, 2002, pp.184-185.

LOSA HERNÁNDEZ, Roberto: En torno a los orígenes del Monasterio de Sta. Mª de la Armedilla, Cogeces del Monte (Valladolid), Revista digital de Estudios de Patrimonio Cultural, nº oo, 2008, pp. 20-31.

VILORIA GARCÍA, J.M.: Curiosidades Históricas. Personas e Instituciones. Diputación de Valladolid, 2006.




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