VIRGEN DE
SAN LORENZO
Iglesia de San
Lorenzo
Valladolid
La Virgen de
San Lorenzo, patrona de Valladolid, comparte las dádivas milagreras con
otras devociones marianas de la provincia que aquí se irán exponiendo,
remontándose su historia, mejor dicho su leyenda, nada menos que a tiempos de
la Reconquista. Según esta, hacia el año 1091 llegaba a Valladolid, huyendo de
las constantes y destructivas razias de los sarracenos, un sacerdote procedente
de la población toledana de Consuegra. A lomos de una mula portaba una imagen
de la Virgen con el Niño que había preservado de su destrucción y que, temeroso
de que sufriera cualquier agravio, decidió ocultar en una pequeña cueva que
encontró a orillas del Pisuerga, extramuros de la ciudad.
Transcurridos más de treinta años, en 1125 la imagen
fue descubierta por un pastor que penetró en aquel abrigo cuando su rebaño
pastaba por la ribera, en una zona próxima a la llamada Puerta de los
Aguadores, por ser este enclave de la muralla el que atravesaba este gremio
para cargar el agua que después distribuía por la ciudad con cántaros y
carretas. De acuerdo a las creencias de la época, el hallazgo fue calificado de
milagroso, siendo la imagen colocada presidiendo aquella puerta y venerada como
Nuestra Señora de los Aguadores. Como
su devoción fuera en aumento, a mediados del siglo XII se decidió trasladarla a
una pequeña y cercana ermita extramuros dedicada a San Lorenzo, comenzando a
ser conocida con la advocación del santo mártir y venerada por toda la ciudad,
especialmente por los aguadores, siempre temerosos de las sequías y de las amenazantes crecidas
del Pisuerga.
Allí permaneció hasta el siglo XV, produciéndose alrededor
de 1485 un sonado milagro del que fueron partícipes el influyente
Pedro Niño y su hija Yomar. Los datos de este acontecimiento nos los
proporciona el padre Juan de Villafañe, de la Compañía de Jesús, en su obra ”Compendio historico, en que se da noticia de
las milagrosas, y devotas imagenes de la Reyna de cielos, y tierra, Maria
Santissima, que se veneran en los mas celebres santuarios de Hespaña”,
publicada en Salamanca en 1726.
Pedro Niño fue Merino Mayor y Regidor de Valladolid
en tiempos del rey de Castilla Enrique IV. Su querida hija, Yomar, tuvo la mala
fortuna de contraer una grave enfermedad que los médicos diagnosticaron
incurable. Don Pedro, enterado de la fama de los milagros obrados por Nuestra
Señora de San Lorenzo, solicitó que le prestaran uno de sus mantos, con el que,
lleno de fe, cubrió a su hija enferma, que al momento sanó de su enfermedad.
Sin embargo, considerando la joven aquel manto grana
como un talismán y verdadera alhaja, decidió quedarse con él y devolver a la
ermita otro semejante. Tiempo después, comenzó a cometer faltas de respeto al
manto, incluso poniéndosele ella misma, una profanación que la divinidad
castigó con un violento accidente en el que fue perdiendo el habla, el
movimiento y la vida. Ante este infortunio, las criadas avisaron a don Pedro,
que con gran dolor encontró a su hija muerta, enterándose del engaño obrado por
la irresponsable joven y de sus desvaríos.
Comprendiendo don Pedro que aquella repentina muerte
fuese un castigo a su irreverencia, su reacción fue la de implorar misericordia a la Virgen de San Lorenzo mientras cubría de nuevo a su hija con el mismo manto, expresando con sentida
devoción “Virgen Santísima de San
Lorenzo, restituid la vida a mi hija, que yo os ofrezco, si le hacéis,
edificaros Iglesia, en que seáis reverenciada y servida”. De nuevo debió
compadecerse la Virgen de San Lorenzo de tan devoto personaje, pues al instante
la hija recuperó la vida y la salud, dando las gracias por la intercesión
divina.
El propio don Pedro devolvió el manto que había
obrado los dos milagros y al poco tiempo comenzó la construcción de la nueva y
espaciosa iglesia que, dotada de una alta torre, vino a sustituir a la modesta ermita
de San Lorenzo. Después la dotó de una capellanía dedicada al culto a la
Virgen, donó numerosos ornamentos sagrados y la familia de los Niño asumió el
patronato de la misma. Don Pedro Niño sería enterrado ante el altar de la
Virgen de San Lorenzo, que desde ese momento fue considerada por la población
como patrona de la ciudad.
A partir de entonces las intervenciones milagrosas de
la Virgen de San Lorenzo se
multiplicaron, siendo recurrida en la ciudad para todo tipo de necesidades. A
modo de pinceladas, podemos citar las rogativas realizadas desde el primero de
mayo de 1561 con motivo de una severa sequía que durante dieciséis meses sufrió
Valladolid —tierra del pan por excelencia— poniendo en peligro las cosechas.
Tras sacar a la Virgen de su iglesia, cuando la procesión llegaba a la
Costanilla, comenzó a diluviar de tal manera que hubo que proteger las andas de
la imagen, continuando las lluvias durante nueve días seguidos.
Seis meses
después, durante el pavoroso incendio que asoló la ciudad durante tres días,
destruyendo toda la calle de Platerías, Fuente Dorada y buena parte de la Plaza
Mayor, fue colocado en la plaza del Ochavo un altar con la imagen para
solicitar su auxilio, pudiendo ser controlado el fuego desde ese momento.
Cuando la Corte española de Felipe III estaba
establecida en Valladolid, tuvo lugar otro milagro de enorme repercusión por
afectar a la familia real. En noviembre de 1601, Margarita de Austria se vio
afectada de una grave enfermedad que hacía temer por su vida. La reina, mujer
extremadamente devota y de profundas convicciones religiosas, ante la
imposibilidad de llegar hasta la iglesia de San Lorenzo solicitó que la imagen
de la Virgen fuese llevada hasta el Palacio Real, deseo que se cumplió en una
larga procesión a la que asistieron las autoridades locales, grandes de la
Corte, todas las corporaciones, representantes eclesiásticos y numerosos
vallisoletanos, que acompañaron a la Virgen de San Lorenzo bajo palio. En los
días siguientes la reina recuperó la salud y la imagen regresó a su templo.
Publicación de Juan de Villafañe, Salamanca, 1726 |
Estos reyes fueron generosos con la iglesia, donando
ricas colgaduras de brocados y terciopelos para dignificar la imagen y
estableciendo para su culto una capellanía de trescientos ducados de renta. El
pintor Matías Blasco recreaba en 1621 este suceso en una pintura que todavía se
conserva en la iglesia de San Lorenzo (ver ilustración más abajo).
Juan de Villafañe recoge otro milagro, obrado el 11
de septiembre de 1605, del que fue protagonista Juan López, un personaje
oriundo de Aranda de Duero (Burgos) que trabajaba en Valencia al servicio de un
caballero. Habiendo amanecido un día con una pierna muy hinchada, fue atendido
por médicos que determinaron que habría que amputarla. El devoto arandino,
atraído por los muchos milagros obrados por la Virgen del Pilar de Zaragoza, decidió
llegar al célebre santuario junto al Ebro para suplicar la intervención de la
Virgen. Desde Valencia quiso pasar por su villa natal, recalando con gran
esfuerzo en Valladolid, donde tenía parientes a los que pretendía pedir ayuda.
Enterado de los milagros de la Virgen de San Lorenzo, se acercó a la iglesia y
cuando estaba oyendo misa en su altar, de repente sanó, publicando a voces lo
ocurrido. Después cumpliría su promesa de acudir a Zaragoza para visitar a la
Virgen del Pilar, cuya devoción compartió desde entonces con la patrona
oficiosa de Valladolid.
La Virgen de San Lorenzo en procesión (Foto Jesusario.blogspot.com) |
Es necesario señalar que la leyenda de los orígenes
de la imagen en el siglo XI pierde consistencia por tratarse de una escultura
mariana, en madera policromada, realizada en estilo gótico durante la segunda
mitad del siglo XIV. La escultura, dispuesta para su contemplación frontal,
presenta rasgos esquemáticos y arcaizantes —como la falta de conexión entre las
figuras— ajenos a la tendencia al naturalismo propia de su tiempo. Sin embargo,
el hieratismo como herencia del románico le proporciona encanto y atractivo. La
Virgen de San Lorenzo aparece entronizada,
sujetando en su mano derecha una manzana —como nueva Eva— y con la figura del
Niño reposando sobre su pierna izquierda. Este sujeta en su mano izquierda el
libro de la Ley y vuelve la derecha hacia el pecho de su Madre, representado
simbólicamente con una forma anatómica abstracta y maternal que algunos
interpretaron como el corazón.
La Virgen
viste una túnica azul, con un ceñidor dorado a la cintura, bajo la que asoman
un calzado terminado en punta. Aparece recubierta por un manto con el envés ocre
y el revés rojo que se cruza al frente sobre las rodillas formando diagonales y
los característicos pliegues en forma de "V", mientras cubre su
cabeza una toca marfileña que enmarca el rostro y se remata con una corona. Más
simple es la indumentaria del Niño, reducida a una sencilla túnica dorada. El
rostro de la Virgen es ovalado, con ojos rasgados, nariz recta, boca pequeña y
mentón prominente, con cierta sensación de ensimismamiento.
Anónimo, s. XVIII. Nuestra Señora de San Lorenzo con su aspecto barroco Museo del monasterio de Santa Ana y San Joaquín, Valladolid |
Desde su asentamiento en la iglesia de San
Lorenzo, la imagen ha recibido numerosas donaciones suntuarias, siendo transformando su
aspecto a partir de la época barroca, cuando su cuerpo fue recubierto por una
túnica y un manto acampanados que sólo dejaba visible la mano derecha y las
cabezas del Niño y de la Virgen, esta enmarcada por un rostrillo. Como
aditamentos se incorporaron una gran peana repujada en plata, floreros de
orfebrería, una media luna a sus pies —como alusión a la Inmaculada Concepción—
y una gran aureola flamígera en plata con forma de resplandor junto a las
coronas sobre sus cabezas. Estos elementos, de los que existe testimonio en una
pintura conservada en el monasterio de Santa Ana y San Joaquín —retrato a lo
divino—, se han conservado en el retablo actual de la nueva iglesia, aunque
tras su restauración en tiempos recientes se ha devuelto a la imagen su aspecto
original, sin enmascarar bajo textiles reales, reservando el uso de un manto de
su vasto ajuar para las ocasiones solemnes.
No obstante, la imagen actual viene determinada por
donaciones más recientes, como el brazalete votivo de oro que luce en su muñeca
derecha, el ramo de flores de oro y piedras preciosas que sujeta junto al
fruto, ofrecido por los fieles y por la
Hermandad de Nuestra Señora de San Lorenzo, fundada en 1781, así como los
elementos que proclaman su nombramiento de Alcaldesa Perpetua de Valladolid,
como la medalla esmaltada con el escudo de la ciudad que luce sobre su pecho y
el bastón de mando que la acompañan permanentemente.
Placa conmemorativa conservada en la iglesia de San Lorenzo |
La Virgen de
San Lorenzo vino siendo invocada como patrona de Valladolid desde 1637,
aunque su proclamación oficial no tuvo lugar hasta 1916. Un hito en su historia
tuvo lugar el 21 de octubre de 1917, durante el reinado de Alfonso XIII, cuando
entre el repique de todas las campanas de la ciudad fue coronada pública y
solemnemente por el cardenal arzobispo José María de Cos y Macho bajo un gran
dosel colocado en la terraza del Ayuntamiento, con la Plaza Mayor repleta de
fieles enfervorizados que a las 13.20 de la tarde escucharon la salva de 21
cañonazos disparados por una batería del Sexto Montado. Este acto, recogido en documentos
gráficos, se recuerda en una placa conmemorativa que se conserva en la iglesia
de San Lorenzo.
Ese día la Virgen de San Lorenzo recibió una
suntuosa corona para cuya elaboración se había convocado un concurso difundido
por la prensa local y nacional. Los ganadores fueron los orfebres madrileños
Manuel Otero y Daniel Riopérez, cuyo boceto, bajo el lema Omnis Sapientia a Domino Dei est, se materializó en 1917 en una
corona neogótica, elaborada en oro y plata sobredorada, con alhajas recibidas
de donaciones de los fieles y costeada por una campaña de suscripción popular
que permitió reunir 3.990 joyas, de las cuales 400 son brillantes, 2.827 rosas,
163 gemas de color y 600 aljófares.
La Virgen de San Lorenzo en sus actuales andas |
El cerco o cestillo se adorna con cuatro esmaltes
historiados en los que se representan episodios de la historia de la Virgen de San Lorenzo, como el Hallazgo
de la imagen, la Curación de la hija de Pedro Niño, la Curación de la reina
Margarita de Austria y la Colocación de la imagen en la Puerta de los
Aguadores. Estos se alternan con cuatro escudos que corresponden al papa, al
cardenal, a España y a Valladolid, separados por crucetas con grandes brillantes.
Recorren el perímetro dos cenefas en los bordes formadas por brillantes más
pequeños.
La crestería y las diademas aparecen rodeadas por
una galería de diseño arquitectónico recorrida por un pretil y 24 pináculos
góticos, 8 de los cuales albergan bajo un doselete las diminutas figuras de San
Pedro Regalado, San Francisco de San Miguel, Santiago, San Lorenzo, San José,
San Ildefonso, Santa Teresa y el Beato Simón de Rojas. De la crestería arrancan
las diademas o imperiales con trabajos de filigrana que sugieren hojas de
cardo, convergiendo todas ellas bajo una esfera que simboliza el orbe y que
está coronada por una cruz decorada con perlas y pedrería.
Se completa con una segunda corona de tipo
resplandor, igualmente de trazado neogótico ojival, que lleva insertadas
hiladas de perlas y numerosos aljófares y piedras preciosas, destacando tres
esmeraldas y dos amatistas en la cúspide. El conjunto no puede ser más
exquisito y original. Un modelo de similar riqueza, pero mucho más sencillo y
sin resplandor, fue colocado sobre la cabeza del infante, cuyos zafiros,
topacios, turquesas, esmeraldas y perlas proceden íntegramente de las
donaciones de los fieles.
La Virgen de San Lorenzo en la catedral con guardia de honor (Foto Iglesia en Valladolid) |
En el pasado 2017 se cumplió el I Centenario de
aquella Coronación, que también supuso la declaración oficial de Patrona de
Valladolid. En la procesión conmemorativa, la Virgen de San Lorenzo lució un nuevo manto confeccionado por las
monjas Carmelitas Descalzas del convento de Carrión de los Condes, una pieza en
tisú dorado sobre la que recolocaron con destreza los bordados de hilo de plata
reaprovechados del manto anterior. Asimismo, la imagen estrenó un nuevo
baldaquino encargado por la Hermandad titular a un taller especializado de
Torralba de Calatrava (Ciudad Real).
La festividad de la Virgen de San Lorenzo se celebra el 8 de
septiembre, para la cual la Hermandad de Nuestra Señora de San Lorenzo recuperó
en 2003 la tradicional procesión desde la iglesia titular a la catedral,
después de permanecer interrumpida durante cincuenta años, a lo que se sumó el
acuerdo del Ayuntamiento de cambiar las Ferias y Fiestas de San Mateo por otras
celebradas popularmente en honor de la Virgen de San Lorenzo. Una peculiaridad
de la procesión es la espectacular alfombra ornamental, confeccionada con arena
de colores y flores, que se extiende sobre el pavimento de la Plaza Mayor en
honor de la Virgen. A ello se suma una tradicional y concurrida ofrenda floral
en el atrio de la iglesia.
Asimismo, en julio de 2011, a instancias de la
Asociación Amigos del Pisuerga, fue colocada una copia de la Virgen de San Lorenzo en una dependencia
de las ruinas del Palacio de la Ribera, rememorando aquel descubrimiento de un
pastor en época medieval a orillas del Pisuerga.
Celebración en la catedral del I Centenario de la Coronación Canónica 1917-2017 |
El presente resurgir de la devoción popular a la Virgen de San Lorenzo, no impide
recordar los años de desidia y especulación de los que fue víctima la iglesia
gótica de tres naves, que en lugar de ser restaurada, fue derribada y
convertida en viviendas, reservando en la planta baja el espacio del nuevo
templo, conservándose tan sólo la portada y la torre cuadrada, ahogada entre
una arquitectura supuestamente vanguardista. El rico patrimonio de la iglesia
derribada fue diseminado por el contiguo convento de Santa Ana y la nueva
iglesia, en cuyo altar la Virgen de San Lorenzo recibe culto como patrona de Valladolid.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Alfombra en la Plaza Mayor en honor de la Virgen de San Lorenzo |
Copia de la Virgen de San Lorenzo en las ruinas del Palacio de la Ribera |
Aspecto de la iglesia de San Lorenzo: ayer y hoy (Foto izda: Archivo Municipal de Valladolid) |
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