1 de febrero de 2022

Theatrum: VANITAS, NIÑO JESÚS DORMIDO, ternura, fragilidad y mística





VANITAS, NIÑO JESÚS DORMIDO

Giovanni Battista Morelli (Roma, ? – Madrid, 1669)

Entre 1659 y 1669

Terracota policromada

Museo Nacional de Escultura, Valladolid

Escultura barroca

 



     A pesar de la magnífica calidad de sus obras, la personalidad artística de Giovanni Battista Morelli, como destacado escultor del Seicento italiano, todavía no es lo suficientemente conocida, debido en parte a que fue un artista viajero y también por la dificultad de localizar sus obras a falta de noticias documentales. Su puesta en valor parte de un estudio realizado en 1976 por el historiador Alfonso Pérez Sánchez, que localizó la escultura de San Juan Bautista niño en el Museo del Prado, obra que encaja en los inventarios reales, y a la investigación de Mercedes Agulló Cobo, que realizó el primer estudio y el más importante hasta el momento de este escultor que estuvo activo en la corte de Felipe IV. 

La obra conocida de Giovanni Battista Morelli le coloca, ante todo, como un especialista en trabajos de estuco con fines decorativos y en la realización de esculturas en terracota, en ambos casos mostrando un personal estilo que deriva de su condición de discípulo de Alessandro Algardi. Es un artista que, tras comenzar su trayectoria en Roma, recorre las cortes de París y de Madrid, adonde llegó en 1659 para trabajar en la decoración del Palacio de Aranjuez y donde muere en 1669. 

     Durante su estancia en Madrid realiza una serie de obras que no se han conservado, siendo seguras solamente dos: la ya citada escultura de San Juan Bautista niño del Museo del Prado, restaurada por esta institución hace pocos años, y el importante conjunto de estucos, con figuras de putti y personajes mitológicos, realizados en el gabinete real del Palacio de Aranjuez, que aparecieron de forma fortuita, tras un falso techo, en el año 2002, un conjunto que supone una importante aportación al catálogo de la obra de este artista en España. 

EL NIÑO JESÚS DURMIENTE 

Por sus características estilísticas y técnicas, se atribuyen a Morelli una serie de esculturas del Niño Jesús durmiente que habría realizado en Madrid entre 1659, año de su llegada, y 1669, año de su muerte, que repitiendo los mismos estilemas están modeladas en terracota y con un acabado policromado. En este grupo se integra la escultura del Niño Jesús dormido, en su condición de Vanitas, del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, que perteneció a la colección barcelonesa de Eusebi Güell, vendida en parte por sus herederos en 1985, siendo adquirida esta obra por el Estado en 1987 para ser entregada al museo vallisoletano.  

     Esta escultura, modelada en terracota y con un trasfondo contrarreformista, presenta al Niño Jesús profundamente dormido y recostado sobre un paño, mientras abraza un simbólico corazón en llamas. Le sirven de lecho cabezas de querubines alados que le identifican como figura sagrada, motivo que se repite en la peana sobre la que descansa la figura, igualmente modelada en barro y con formaciones de nubes recorridas longitudinalmente por otra serie de cabezas de querubines. Su iconografía deriva de los postulados del arte cristiano emanados del Concilio de Trento (1545-1563), en la que se comenzó a acentuar la inocencia y la fragilidad infantil de un Jesús humanizado, incorporando a las representaciones de su infancia prefiguraciones de la Pasión en las que se combina la ternura infantil con el componente trágico que supone el drama pasionario, un tipo de representaciones devocionales muy frecuentes en España durante el siglo XVII, tanto en pintura como en escultura. 


     En el arte barroco unas veces el Divino Infante aparece dormido sobre una cruz, otras sobre una calavera, cuya iconografía es una trasposición de las vanitas clásicas en las que el dios Cupido adoptaba una actitud similar para unir alegóricamente los extremos de la infancia y la muerte. En la escultura que tratamos aparece acompañado de un corazón ardiente y con ojos que alude a la vigilancia permanente de la divinidad, según consta en un versículo del Cantar de los Cantares: “Yo duermo y mi corazón vigila”, al tiempo que adquiere el valor de una reflexión sobre la generosidad divina y el heroísmo en la entrega del propio cuerpo como fin redentor de su nacimiento, manteniendo en la figura un aspecto de inocencia y ternura que prevalece sobre la referencia a la muerte y al pecado. Este tipo de imagen devocional, presentada con diversas modalidades iconográficas en las que la gracia infantil aparece impregnada de un contradictorio aire de tristeza, siempre con la finalidad de conmover e incitar a la piedad, alcanzó una gran difusión en la España barroca con la intención de promover la meditación sosegada, siendo especialmente reclamadas para las clausuras y oratorios particulares de la aristocracia. 

     En la obra de Giovanni Battista Morelli es destacable el interés por las figuras infantiles, caracterizadas por sus cuerpos carnosos, cabelleras rizadas y voluminosas, carrillos hinchados, boca pequeña y ojos resaltados, según modelos tomados de Algardi, ofreciendo un aire de languidez que caracteriza el estilo de Morelli. En unos casos las utiliza como elementos decorativos supeditados a la arquitectura —putti realizados en estuco que sujetan emblemas u otros elementos— y en otros como figuras devocionales elaboradas en barro, como las realizadas en su etapa madrileña, donde el escultor, de formación romana, se adapta al gusto de los comitentes españoles incorporando un acabado policromado, como consta en los inventarios reales. 

Una réplica muy cercana al Niño Jesús durmiente sujetando un corazón inflamado del Museo Nacional de Escultura, se conserva en una colección privada, aunque en esta versión se prescinde de la peana con cabezas de ángeles para ser colocada sobre otra más convencional de forma ochavada. Asimismo, Morelli realizó en terracota policromada otras versiones en las que el Niño Jesús dormita sobre una calavera, acentuando el carácter de vanitas, como en el Niño Jesús durmiente que cuando esto se escribe se encuentra en el mercado del arte (Jaime Eguiguren, Arts & Antiques), que porta una cartela con la inscripción “No hay cosa que más despierte que dormir sobre la muerte”. Idénticos ejemplares, pero sin la inscripción, se encuentran en una colección privada (policromada) y en la Galería Sotheby’s de Londres (sin policromar). 

     Otra obra infantil de Morelli de su etapa en España es la terracota sin policromar y en posición semierguida del Museo del Prado, que se ha identificado como San Juan Bautista niño por la piel de animal que someramente recubre su cuerpo. Es la única pieza de este escultor que ha llegado hasta nosotros relacionada con las que aparecen citadas en los inventarios reales y en las Vidas de Antonio Palomino. La figura está basada en modelos infantiles italianos difundidos por Alessandro Algardi, como en su Hércules niño con una serpiente, cuyos recursos plásticos son repetidos por sus colaboradores, como es el caso de Morelli en esta terracota o del relieve de pórfido de Tommaso Fedele, también en el Museo del Prado, que representa la figura infantil de Hércules. 

 

BREVE SEMBLANTE DE GIOVANNI BATTISTA MORELLI
Apuntes tomados del estudio de Roberto Alonso Moral 

Giovanni Battista Morelli. Niño Jesús durmiente con corazón
Terracota policromada. Colección privada

     Giovanni Battista Morelli inicia su trayectoria en Roma, ciudad donde nace en fecha desconocida y donde según Antonio Palomino fue discípulo de Alessandro Algardi, con el que se forma como modelador ligado a la corriente clasicista del barroco romano. Allí trabajó en el equipo de este maestro en las empresas papales para celebrar el jubileo de 1650. También trabaja con Bernini, que lo llama para realizar la decoración en estuco de los arcos de la nave central y en los medallones dedicados a los mártires de la Iglesia que decoran las pilastras de las naves de la basílica de San Pedro, magna obra donde el gran maestro dio los dibujos y delegó la ejecución a un total de 41 escultores. De esta empresa, Jennifer Montagu le atribuye la Alegoría de la Inocencia (1647) de uno de los arcos de la nave central, donde se aprecia su ligazón con el estilo de Algardi. Igualmente, se le considera autor de los ángeles que acompañan al medallón que representa a san Simaco. 

Junto a Algardi también participa en la decoración de la basílica de San Juan de Letrán, en el equipo elegido por Virgilio Spada, camarero secreto y limosnero del papa Inocencio X, que decidió los artistas que trabajarían en la empresa. Para ello dio dibujos y modelos en barro (según las investigaciones de Jennifer Montagu) siguiendo las precisas pautas iconográficas marcadas por Virgilio Spada, siéndole atribuido el estuco de la Expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Allí se revela como un genial estuquista, hecho fundamental para su posterior carrera artística. 

Giacomo Francia. Grabado del Niño Jesús dormido sobre la cruz,
al fondo cartela con el versículo "Yo duermo y mi corazón vigila", 1510-1530
British Museum, Londres

     El mismo Virgilio Spada le hace el encargo de un busto de su padre, Paulo Spada, para el que Morelli da el modelo en barro para su posterior fundición en bronce.  También se le atribuye el exquisito friso decorativo, con putti y guirnaldas, del transepto de la iglesia de San Ignacio de Roma, según diseño y dirección de Algardi. La trayectoria del escultor se para en Roma en 1650, perdiéndose su rastro hasta 1659, cuando ya está instalado en Madrid.

Aunque no hay noticias documentales, según Antonio Palomino pasó por la corte de París, donde trabajó para la monarquía francesa. El único indicio de esta estancia es su matrimonio con la francesa Juana de Archera (¿Jeanne d’Arc?), citada en su testamento y fallecida antes que el escultor. En ese momento el cardenal Mazarino, defensor de la corriente clasicista italiana, estaba renovando la decoración de los palacios reales y del suyo propio (actual Biblioteca Nacional de París), eligiendo para ello a un grupo de artistas italianos. En ese momento el cardenal Mazarino y Luis de Haro, valido de Felipe IV, rivalizaban por la hegemonía europea, situación que cambia con la Paz de los Pirineos de 1659, año en que Morelli llega a España. En esta supuesta etapa francesa es posible que Morelli trabajara en la decoración de estucos de las renovadas estancias de Ana de Austria, esposa de Luis XIII, que presentan una gran variedad de estilos.

G. B. Morelli. Niño Jesús dormido sobre una calavera, 1659-1669
Jaime Eguiguren, mercado del arte (Foto de la galería)

     A su llegada a España pasa un tiempo en Valencia trabajando en la decoración de estucos de la Cartuja de Valdecrist, actualmente en ruinas. Según Palomino, desde Valencia envió Morelli varias obras a la corte para ganarse el favor real, entre ellas unos niños alados con insignias de la Pasión que fueron enviados a Velázquez, junto a una carta en la que le ofrece sus servicios. Estas obras, que fueron del agrado de Felipe IV y pagadas por la casa real, constan en los inventarios reales hasta 1800, año en que Ceán Bermúdez recuerda haberlos visto en el guardajoyas del palacio, expoliado por Murat durante la invasión francesa. 

Morelli llega a Madrid apoyado por Velázquez, como estuquista especializado, cuando en la corte se está renovando la decoración de los sitios reales. Cuando está trabajando para la corte, Morelli también atiende otros encargos, como una Fuente de Venus apoyada sobre cuatro leones y con cuatro putti vertiendo agua, para el jardín del palacio de Juan Domingo Méndez de Haro, conde de Monterrey, situado en el actual Paseo de Recoletos madrileño. Igualmente, en la biblioteca de Gaspar de Haro y Guzmán, Leticia de Frutos a documentado la presencia de siete figuras de terracota, que representaban a los siete planetas, realizado por Morelli, lo que demuestra el gusto por el escultor entre la nobleza. 

G. B. Morelli. Detalles de Niño Jesús dormido sobre una calavera y la inscripción "No hay cosa
que más despierte que dormir sobre la muerte" (Fotos Jaime Eguiguren, Arts & Antiques)

     Para la madrileña iglesia de San Antonio de los Portugueses realiza un friso en estuco relacionado con los realizados en la iglesia de San Ignacio de Roma, siendo evidente la relación de las obras romanas con las que realiza en España. Obras de Morelli también se localizaron en el Alcázar de Madrid, hasta ahora no localizadas, aunque por el hecho de no ser bien pagado por la corte (en su testamento todavía reclama los pagos por su trabajo en Aranjuez), en Madrid tuvo que trabajar para comitentes particulares. Es en esa época cuando realiza la serie de terracotas policromadas que representan al Niño Jesús durmiente, destinadas a oratorios particulares, que muestran el entronque con las figuras infantiles realizadas en Italia por escultores de la órbita de Algardi. 


Giovanni Battista Morelli. Niño Jesús dormido sobre una calavera
Izda: terracota policromada, colección privada / Dcha: terracota sin policromar, Sotheby's, Londres 

     Un trabajo fundamental de Morelli fue la decoración del Palacio de Aranjuez —posiblemente la causa de que el escultor llegara a España—, donde su presencia está constatada en 1661, año en que es nombrado escultor de corte por Felipe IV, probablemente por la intervención de Velázquez, y le encargan la restauración de las esculturas genovesas que decoran la Fuente de Hércules del jardín de la isla (que en la actualidad no mantiene el aspecto original). No se han conservado los mascarones en barro, para su posterior fundición en bronce, que fueron encargados para la base de dicha fuente. 

Anónimo. Cupido dormido sobre una calavera, s.XVI
Alabastro. Museo Nacional de Escultura, Valladolid

     Según documenta Gloria Martínez Leiva, en Aranjuez comienza su labor como estuquista en la galería central en octubre de 1663 y continúa hasta abril de 1664. Los trabajos se interrumpen por la muerte de Felipe IV en 1665, fecha en que regresa a Valencia, aunque vuelve a Madrid durante la regencia de Mariana de Austria para continuar los trabajos. De la decoración de las bóvedas, que debió tener un aspecto grandioso, con la llegada de los Borbones se eliminaron los estucos de la galería central y los del dormitorio, quedando enmascarados bajo un falso techo los del despacho de Carlos II, que seguían un modelo más sencillo a los que los estuquistas italianos realizaron en el Palacio Pitti de Florencia, con marcos dorados en relieve en la medalla central del techo y en los tondos circulares y trapezoidales en las paredes. Estos estucos de Morelli, fueron felizmente localizados y recuperados en el año 2002, aunque, como ya ocurriera anteriormente, adquirió más notoriedad el conjunto de pinturas que realizara Luca Giordano en 1696, que impuso su propio programa iconográfico, hecho que hasta nuestros días de dificultado la justa valoración de Giovanni Battista Morelli en España, que murió en Madrid en 1669. 


Izda: Giovanni Battista Morelli. San Juan Bautista niño, terracota, Museo del Prado
Dcha: Alessandro Algardi. Hércules niño con serpiente, mercado del arte

Informe y fotografías de la escultura: J. M. Travieso. 

 

Bibliografía

AGULLÓ, Mercedes, y PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E.: «Juan Bautista Morelli», Archivo Español de Arte, vol. XLIX, n.º 194, Madrid, 1976, pp. 109-120. 




Bartolomé Esteban Murillo. Niño Jesús dormido sobre la cruz, s. XVII
Izda: Fairfax House, York / Dcha: Museo del Prado, Madrid









Giovanni Battista Morelli. Friso en estuco, hacia 1650.
Transepto de la iglesia de San Ignacio, Roma (Foto Wikipedia)










Giovanni Battista Morelli. Estucos del gabinete de Carlos II
Palacio de Aranjuez, Madrid (Foto Wikipedia)










Giovanni Battista Morelli. Estucos del gabinete de Carlos II
Palacio de Aranjuez, Madrid (Foto Wikipedia)








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