NUESTRA SEÑORA DE LA MAJESTAD
O VIRGEN
DE LA CALVA
Anónimo (Maestro de la Virgen de
la Calva)
Hacia 1300
Piedra policromada. Policromía de
Juan de Durana, siglo XVI
Catedral de Zamora
Escultura gótica
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Retablo de la Virgen de la Calva, 1558 Catedral de Zamora |
Durante los últimos años del siglo XIII y primeras décadas del XIV,
aparecieron trabajando en la diócesis de Zamora, seguramente reclamados por los
obispos Pedro II (1286-1302) o Gonzalo Rodríguez Osorio (1302-1311), o bien por
el patronazgo del rey Fernando IV (1295-1312) y su madre María de Molina (c. 1264-1321),
un grupo de escultores procedentes de los talleres que habían trabajado para la
catedral de León, algunos allí formados. Estos dejaron su huella en importantes
templos zamoranos, como en la catedral de San Salvador de Zamora, la colegiata de
Santa María la Mayor de Toro, la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente
o la iglesia de Santa María de La Hiniesta, por citar algunos. De todos estos
artífices desconocemos su identidad, compartiendo todos ellos como rasgo común la
elevada calidad de sus obras labradas en piedra y con acabado policromado, grupo
que, aunque sigue un estilo homogéneo y estereotipado, aporta numerosas
novedades y originalidad a la escultura de su tiempo.
Entre todos ellos destaca el autor de Nuestra Señora de la Majestad,
conocida popularmente como la Virgen de la Calva, una obra maestra que preside
un retablo plateresco situado en la cabecera —nave del evangelio— de la Catedral
de Zamora, obra que sirve de referencia para denominar a su artífice como Maestro
de la Virgen de la Calva1, un escultor que al servicio de los
monarcas castellanoleoneses y del alto clero de Zamora realizó una serie de
obras que le son atribuidas y que aparecen diseminadas por tierras zamoranas.
La Virgen de la Calva es una escultura que constituye una obra
cumbre entre la imaginería de la época en territorio hispano. Adopta la tipología
gótica común de Virgen sedente con el Niño Jesús sobre las rodillas, pero resuelta
con un naturalismo, una delicadeza y una gracilidad poco común entre sus coetáneas,
hecho al que contribuye la bella policromía que fue aplicada en 1586
enmascarando la original. Fue Gómez Moreno el primero en reconocer su hechura
gótica2 bajo el aspecto de la policromía renacentista, poniéndola en
relación con otras imágenes pétreas, localizadas en iglesias de la provincia de
Zamora, de las que no se conoce documentalmente el encargo de ninguna de ellas,
pero que evidencia la presencia en esta tierra de un escultor con un estilo
bien definido y dominando perfectamente la técnica en los primeros años del
siglo XIV.
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El Maestro de la Virgen de la Calva pudo ser uno de los escultores que
desde las obras de la Catedral de León —donde convivían escultores locales con
otros llegados de Francia— se trasladaron a Zamora. Este grupo no sería muy
numeroso, tal vez un maestro o dos con sus correspondientes oficiales y aprendices.
Ya asentado en Zamora, el escultor realizaría para la ciudad y su entorno una
serie de obras de temática preferentemente mariana, bien como imágenes aisladas
o formando conjuntos, siendo la primera obra realizada para la diócesis, en torno
a 1300, la de Nuestra Señora de la Majestad o Virgen de la Calva.
No se conoce con seguridad para qué espacio catedralicio fue realizada, siendo
posible que su emplazamiento primitivo fuese el ámbito claustral, como ocurría
en modelos precedentes localizados en las catedrales de León y Ciudad Rodrigo, donde
la Virgen de la Calva compartiría el espacio ocupado por esculturas
dentro de hornacinas abiertas en sus muros y diversos sepulcros. Sin embargo, al parecer la imagen pasó a
ocupar desde muy pronto un espacio en la cabecera catedralicia, cuando esta aún
presentaba los tres ábsides semicirculares escalonados de tradición románica,
transformados en torno al año 1500.
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La Virgen de la Calva mantiene el tipo iconográfico que se impuso
con rotundidad en el siglo XIII y que se mantendría hasta el XV, ofreciendo
muchas similitudes con la imaginería gótica en madera, aunque con una calidad
muy superior. La Virgen aparece sentada sobre un trono con forma de escaño cubierto
por un cojín, del que asoman las puntas a los lados. Viste una túnica
de cuello recto, con suaves pliegues en el pecho y ceñida a la cintura por un
cinturón ornamentado. Un amplio manto cae desde los hombros y se cruza al
frente, hasta cubrir las dos piernas, formando dos diagonales que la impregnan
de movimiento a pesar de su posición en reposo. Cubre su cabeza una toca sujeta
por una diadema que simula un trabajo de orfebrería con pedrería, que cae por
los lados formando ondas en zigzag muy naturalistas y dejando visible la melena
y las orejas. Bajo la túnica asoma el zapato izquierdo, que pisotea un simbólico
dragón infernal vencido de que apenas se sugieren las formas, siguiendo un
motivo que deriva de las vírgenes de los parteluces franceses.
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Destacan las finas facciones del rostro ovalado, con formas redondeadas,
una frente muy despejada que le ha dado el sobrenombre de “la Calva”, ojos
almendrados, nariz larga y recta y boca pequeña y cerrada, ofreciendo en su
mirada al frente un gesto ensimismado. Las manos, con dedos estilizados y
largos, adoptan posturas muy expresivas; la derecha dirigida al frente y
sujetando con delicadeza un fruto, la izquierda sobre el hombro del Niño con
gesto protector. Tanto el modo de labrar los ojos como la cabeza cubierta por
un delicado velo y una corona de pedrería responden a las características
constantes en las obras del escultor.
Los plegados siguen todavía los ritmos de la escultura del siglo XIII,
aunque el movimiento natural de la Virgen y el Niño se anticipa a modelos cronológicamente
más avanzados. El afán naturalista se refleja en el sentido dinámico del Niño,
apoyado sobre la pierna izquierda de la Virgen con una postura inquieta e
inestable al cruzar su pierna derecha por debajo del cuerpo, con los mismos
rasgos faciales de le Virgen, ensortijados cabellos labrados con finura, en
actitud de bendecir con su mano derecha y portando un orbe en la izquierda.
Esta vivacidad del infante, como recurso plástico, sería repetida por el
escultor.
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Por todas las características descritas, se puede afirmar que el Maestro
de la Virgen de la Calva evoluciona desde la imaginería que desplegaron los
talleres leoneses hasta un sutil naturalismo poco frecuente en su tiempo,
aportando novedades que no se pueden rastrear en obras precedentes leonesas que
fuesen copiadas o sirvieran de inspiración, siendo la cantidad de detalles
genuinos fruto del talento, la creatividad y el dominio técnico del escultor. Por
el contrario, el movimiento natural de la Virgen y especialmente el del Niño, creados
en la ciudad del Duero, inspiraron a otros escultores que realizaron sus obras
décadas después en el reino de León. Desde el punto de vista iconográfico, la
presencia del dragón hollado a los pies de la Virgen, símbolo del pecado
vencido, sólo se repite en la imagen de Nuestra Señora de La Vid, imagen
titular del monasterio premostratense (hoy de agustinos) de Santa María de La Vid
(Burgos), escultura pétrea labrada a finales del siglo XIII e igualmente repolicromada.
EL RETABLO
RENACENTISTA
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Detalle de la policromía renacentista aplicada en 1586 por Juan de Durana |
La Virgen de la Calva actualmente ocupa la hornacina de un
retablo renacentista, de diseño plateresco, que fue encargado en 1558 para
formar pareja estilística con el existente en el lado de la epístola de la
cabecera de la Catedral. Consta de predela, un cuerpo con entablamento y ático.
En la predela aparece en el centro el relieve del Nacimiento de Jesús,
inscrito en una cartela, que está flanqueado por los relieves del Anuncio a
los pastores y la Adoración de los Reyes. En los extremos, en los
netos sobre los que descansan las columnas corintias del único cuerpo, se
colocan los relieves de los Cuatro Evangelistas.
Una hornacina rematada con arco de medio punto, con el casquete en forma
de venera y descansando sobre pilastras decoradas con ángeles, ocupa la mayor
parte del cuerpo. En su interior se encuentra la imagen de la Virgen de la
Calva, que reposa sobre una peana decorada con putti tenantes y
figuras de ángeles. Sobre el arco aparece un relieve con el Agnus Dei y
en las enjutas dos medallones con los bustos de San Pedro y San Pablo,
bajo los que se encuentran dos ángeles músicos. Flanqueando el espacio
central, por detrás de las columnas citadas, hay dos pilastras corintias
decoradas con figuras en relieve de Virtudes, motivos que se repiten en
el friso del entablamento que remata el cuerpo.
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Anónimo. Virgen de La Vid, finales siglo XIII Monasterio de Santa María de la Vid (Burgos) |
El ático está ocupado por una arquitectura en forma de templete rematado
por un frontón triangular. En su cuyo interior se aloja la pintura de Cristo
Salvador. En los extremos, sobre las columnas del cuerpo, se encuentran las
tallas en bulto redondo de la Virgen y San Gabriel que conforman la escena de
la Anunciación. Decoran el ático otras figuras de putti que se
adaptan a las formas arquitectónicas. El retablo incorpora un guardapolvo
lateral, sobre figuras de niños tenantes, con figuras en relieve de dos santos
y dos santas, rematándose a la altura del entablamento con dos
medallones con bustos de santos.
Con motivo de la entronización de la Virgen de la Calva en este
retablo, la magnífica escultura gótica fue repolicromada en 1586, siendo los
autores de la pintura y los estofados Juan de Durana3 y Alonso de
Remesal4, con los que colaboraron los plateros Antonio Rodríguez y
Andrés Gil.
Todo el retablo fue restaurado antes de ser presentado en la exposición
Remembranza/Las Edades del Hombre celebrada en la Catedral de Zamora en 2011.
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Atribuciones al Maestro de la Virgen de la Calva Izda: Anunciación, Colegiata de Toro (Zamora) Dcha: Anunciación, iglesia de Sta. María del Azogue, Benavente |
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 PÉREZ MARTÍN,
Sergio y FERNÁNDEZ MATEOS, Rubén: “El Maestro de la Virgen de la Calva”: un
escultor/taller al servicio de la monarquía castellanoleonesa y del alto
clero de Zamora. Stvdia Zamorensia, vol. XIV, UNED Zamora, 2015, p. 79.
2 ARA GIL,
Clementina Julia: Nuestra Señora de la Majestad o “Virgen de la Calva”.
Catálogo Exposición Remembranza / Las Edades del Hombre, Catedral de Zamora,
2001, pp. 498-499.
3 RAMOS DE CASTRO,
Guadalupe: La Catedral de Zamora. Fundación Ramos de Castro para el
estudio y promoción del hombre, Zamora, 1982, p. 211.
4 SAMANIEGO
HIDALGO, Santiago: Primera aproximación documental a la pintura de los
Remesales (1570-1630). Stvdia Zamorensia, vol. V, Zamora, 1984, p. 206.
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