22 de mayo de 2023

Theatrum: LA INMACULADA CONCEPCIÓN, una impactante apoteosis barroca


 




INMACULADA CONCEPCIÓN

Thomas Willeboirts Bosschaert (Bergen-on-Zoom, Países Bajos, 1613 – Amberes, 1654)

Hacia 1652

Óleo sobre lienzo, 6,55 x 4,64 m

Museo Nacional de Escultura, Valladolid

Procedente del Convento de la Concepción (Franciscanas Recoletas) de Fuensaldaña (Valladolid)

Pintura barroca. Escuela Flamenca

 

 






     Don Alonso Pérez de Vivero, tercer conde de Fuensaldaña, otorgaba poderes a su madre, doña María Minchaca, para levantar un monasterio en Fuensaldaña, bajo la advocación de la Concepción, para la orden de monjas franciscanas recoletas. La fundación se registró en Amberes el 28 de marzo de 1651 ante el escribano Adrián Dierex, de la que se hizo traslado a Juan de Hurones en el mes de septiembre de aquel año. Más tarde, el 14 de febrero de 1652, Juan Alonso de Usátegui se constituía en fiador del conde, obligándose a terminar el complejo en un plazo de tres años. En septiembre de 1652 llegaba al convento la viuda doña María Minchaca, que como Sor María de Jesús sería la primera abadesa hasta su fallecimiento en el mismo en 1655. Por su parte, el conde sería patrono perpetuo, haciendo figurar sus escudos de armas en la construcción.

En 1652, durante su estancia en Flandes, don Alonso Pérez Vivero encarga para la iglesia del convento un conjunto de tres pinturas al maestro Thomas Willeboirts Bosschaert, por entonces residente en Amberes, que desde su llegada a Fuensaldaña serían muy admiradas por su calidad y belleza. 

     Estas fueron una ofrenda a la Virgen realizada por don Alonso Pérez de Vivero, vizconde de Altamira y Gobernador de Flandes, como agradecimiento por sus victorias, pues en 1649 había llegado a las puertas de París con las tropas de S.M. y era uno de los prestigiosos generales que luchó junto a Leopoldo Guillermo de Austria, con quien compartía el amor por la pintura. En el Museo del Prado se conserva un testimonio gráfico en el cuadro La Galería del archiduque Leopoldo Guillermo en Bruselas, obra de David Teniers en 1647, en la que aparecen el pintor y el archiduque retratados (ver ilustración).

Los tres lienzos reflejan la realidad histórica de la sociedad sacralizada que vivía España en el siglo XVII. La pintura, destinada a presidir el altar mayor, representa una apoteosis de la Inmaculada Concepción, pues la abadesa, como monja franciscana, era una defensora incondicional de este dogma. Hay que recordar que las comunidades franciscanas fueron las más fieles defensoras del futuro dogma, frente a dominicos, bernardos y tomistas, siendo común, como opina el historiador belga León van der Essen, que los teólogos y nobles españoles utilizaran el genio de los maestros flamencos para afirmar sus ideales religiosos.

     Los otros dos lienzos, destinados a los altares colaterales del crucero, representan la exaltación de dos santos franciscanos: Los estigmas de San Francisco de Asís y la Glorificación de San Antonio de Padua. 

EL MONUMENTAL CUADRO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN  

El monumental lienzo de la Inmaculada Concepción, con unas medidas de 6,55 x 4,64 m, ocupaba en solitario y con su marco el altar de la iglesia de Fuensaldaña, del que el historiador Antonio Ponz manifestó: “Yo no le puedo significar a Vd. el capricho, variedad y hermosura de tal obra, que merece se haga un viaje por verla”, elogio repetido por otros muchos tratadistas.

Distribuido en dos espacios, abajo el terrenal y arriba un rompimiento de gloria celestial, la parte central es ocupada por la Virgen situada sobre el eje de la composición, apareciendo rodeada por una amalgama de arcángeles y serafines que configurando una diagonal impregnan al grupo de un sentido ascensional, fundiéndose así con la tradicional iconografía de la Ascensión de la Virgen. Un hecho poco frecuente en la iconografía cristiana es la aparición, en el tema de la Inmaculada, de la Trinidad con las figuras de Cristo y de Dios Padre con formas idénticas, asentados sobre nubes, vistiendo túnicas blancas y sujetando en majestad el globo terráqueo y el cetro.   

     Toda la pintura está compuesta con sutiles matices que contribuyen a configurar una escena apoteósica, comenzando por la representación de la Trinidad, cuyas figuras delimitan un espacio triangular con el vértice hacia abajo, estableciendo con las nubes una puerta de entrada en la gloria a través de una senda trazada por los rayos que emanan de la figura del Espíritu Santo, representado en la forma tradicional de paloma.

La Virgen, que ocupa el centro de la composición, aparece revestida con una túnica rosácea, símbolo de gracia, un manto azul, símbolo de eternidad, y un velo vaporoso de color ocre, símbolo de su origen terrenal. Levanta sus brazos en gesto de aceptación con las palmas de las manos en diferente sentido, una hacia arriba y otra hacia abajo, para expresar su carácter de intermediaria entre el cielo y la tierra.

Alrededor de la Virgen destacan tres arcángeles de gran tamaño, con diferentes posturas y colorido en sus túnicas, que participan en la exhibición, junto a los serafines, de los símbolos lauretanos que representan los ideales defendidos en España antes de la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción.

Thomas Willeboirts Bosschaert. Repetición del modelo
Izda: Serafín con espejo y corona de laurel en la Inmaculada
Dcha: Estudio de cabeza de niño, h. 1644, Museo Nacional
de Suecia, Estocolmo

     El arcángel colocado junto a Ella exhibe una rama de blancos lirios silvestres o azucenas, símbolo de belleza y pureza, mientras que el colocado en primer término porta un cetro que la define como Reina de la Tierra por ser la madre del Rey de Reyes. En la parte izquierda dos serafines portan un tarro de ungüentos y una corona, que simbolizan su papel como bálsamo de la humanidad y como Reina de los Cielos respectivamente, mientras a sus pies dos serafines sujetan un cristal transparente, símbolo de su virginidad en la maternidad, y un globo terráqueo, símbolo de su reinado universal a través de Cristo.

En la parte derecha se acumulan los símbolos lauretanos portados por serafines, apareciendo, de arriba abajo, la palma, aludiendo a la santificación de la Virgen y su subida a la gloria; el sol, que indica que con su maternidad hace llegar la luz al mundo; la estrella, que como el lucero del alba anuncia la luz; el espejo, que expresa que en Ella se refleja la perfección divina; la corona de laurel, que representa la victoria sobre el mal derivado del pecado original; la rama de olivo, en su condición de portadora de paz y sabiduría; la corona de flores, por ser distinguida por Dios entre las mujeres. Los elementos simbólicos lauretanos se continúan en el paisaje crepuscular que recorre la parte inferior, donde se distingue un templo, ya que como Madre de Dios tiene carácter sagrado y está santificada; un jardín cerrado como símbolo de pureza virginal; una fuente, por ser purificadora como el agua; una puerta, alusiva a la puerta del cielo por donde Cristo llegó al mundo; un rosal, pues es la mejor entre las mujeres, como lo es la rosa entre las flores.

Recreación de la pintura en el Convento de la Concepción
de Fuensaldaña (Valladolid)

     Aparte de su significación religiosa, que la convierte en una declaración de principios por parte de los comitentes, a los que se ajustó a la perfección el pintor flamenco, su estilo se caracteriza por la maestría en el dibujo, la variedad de fisionomías, los cuerpos en movimiento y un repertorio de jóvenes y niños plenos de vida y con extraordinaria belleza, así como por el magistral dominio compositivo, el sentido del ritmo y la armónica aplicación del color. Aunque el pintor Thomas Willeboirts Bosschaert pertenecía al círculo de Rubens, la elegancia y el amaneramiento de los gestos acusan una mayor influencia de la obra de Van Dyck.       

EL PROBLEMA DE LA AUTORÍA

De los tres lienzos que debieron llegar al Convento de la Concepción de Fuensaldaña entre 1562 y 1655, a pesar de la abundante documentación, en ningún momento se cita su autoría, aunque por su elevada calidad siempre llamaron la atención de los antiguos tratadistas, viajeros y críticos de arte más prestigiosos. Sin embargo, sus atribuciones dieron lugar a una disparidad de opiniones que ha costado tiempo en aclararse.

Thomas Willeboirts Bosschaert
Estigmas de San Francisco y Glorificación de San Antonio
Pinturas que acompañaron a la Inmaculada
Museo Nacional de Escultura (Valladolid)

Antonio Palomino relaciona las pinturas con las obras de Rubens llegadas a España, autor que en el siglo XVIII pone en duda Antonio Ponz, que hace una minuciosa descripción de cada una de ellas. Ceán Bermúdez, siguiendo a Palomino, las considera obras excepcionales de Rubens, fijando erróneamente su realización en 1603, cuando el convento se había fundado en 1652. Esta atribución fue compartida por Bosarte y Laborde, al igual que por el historiador alemán Carl Justi, que con grandes elogios también se decantó por Rubens. Ceferino Araujo fue quien apreció en ellas la influencia de Van Dick, aunque no faltaron voces que proponían a Thys como autor, opinión después compartida, con reservas, por Agapito y Revilla y Federico Wattemberg. Martí y Monsó las atribuyó decididamente a Rubens.    

Fue Matías Díaz Padrón el que restituyó la autoría de estas obras a Thomas Willeboirts Bosschaert, que además localizó lo que consideró un estudio previo de la Inmaculada de Fuensaldaña en la Arcade Gallery de Londres, después adquirido por la Johannesburg Art Gallery de Sudáfrica, donde se guarda. Un indicio elocuente es también el serafín que porta el espejo y la corona de laurel en la pintura de la Inmaculada, relacionado con el modelo de niño con amplios bucles rubios que realizara Thomas Willeboirts Bosschaert hacia 1644 y que se conserva en el Museo Nacional de Suecia de Estocolmo, modelo que se repite en la versión del Triunfo del Amor que conserva el mismo museo sueco. 

David Teniers
El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas
en Bruselas, 1647-1651, Museo del Prado

THOMAS WILLEBOIRTS BOSSCHAERT

El pintor barroco flamenco Thomas Willeboirts Bosschaert nació en Bergen-on-Zoom, en los actuales Países Bajos, en 1613, en el seno de una familia católica allí establecida desde finales del siglo XVI. En 1628 se trasladó a Amberes, donde durante ocho años realizó su formación junto al pintor local caravaggista Gerard Seghers. Hacia 1636 conseguía el status de ciudadano de Amberes e ingresar en la guilda o gremio de San Lucas.  

Asentado en Amberes y contando con su propio taller, su actividad fue prolífica, acogiendo a un gran número de alumnos. Colaboró con los pintores Daniel Seghers, Paul de Vos, Jan Fyt, Frans Snyders, Frans Ykens y Adriaen van Utrecht. En su repertorio aborda los más dispares géneros con gran eficacia, como la pintura religiosa, la mitológica, las alegorías, el retrato, las naturalezas muertas y la pintura de flores. Son inconfundibles los cuadros que mezclan escenas religiosas con composiciones florales, realizados en colaboración con Daniel Seghers o con Frans Ykens. Asimismo, muestra de su colaboración con Paul de Vos es la pintura Alegoría de las Artes o El triunfo del Amor, pintada hacia 1650 y conservada en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

Thomas Willeboirts Bosschaert
Coronación de la Virgen, mediados siglo XVII
Palais des Beaux Arts, Lille

     Especial importancia tuvo su colaboración con Peter Paul Rubens, junto al que realizó una serie de pinturas mitológicas encargadas en España por Felipe IV para la Torre de la Parada, pabellón de caza a las afueras de Madrid, donde le correspondió representar a Diana y Endimión, pintura perdida. A la influencia ejercida por Rubens se vino a sumar la de Anton van Dyck, de fuerte impacto en su obra.

Entre 1641 y 1647 trabajó al servicio de Federico Enrique de Orange-Nassau, magistrado supremo de los Países Bajos, y de su viuda Amalia von Solms, que le encargó participar en la decoración del Salón de Orange (Oranjezaal) del Palacio Huis ten Bosch con temas de exaltación de la figura de su difunto esposo.

Otro cliente fue el archiduque Leopoldo Guillermo de Austria, reconocido coleccionista de pinturas, así como el español Alonso Pérez de Vivero, gobernador de Flandes, que le encargó las tres monumentales pinturas destinadas al Convento de la Concepción de Fuensaldaña (Valladolid).

Thomas Willeboirts Bosschaert, del que conocemos su aspecto por el Autorretrato que realizó en 1637, actualmente en el Noordbrabants Museum de Bolduque (Países Bajos), murió en Amberes en 1654. 

PERIPECIAS DE LAS PINTURAS   

Las tres pinturas, tras permanecer al culto en Fuensaldaña durante ciento cincuenta años, en 1809 fueron expoliadas durante la ocupación francesa. A mediados del siglo XIX, la monumental pintura de la Inmaculada Concepción fue sustituida por un retablo barroco y las de San Francisco y San Antonio por otros dos neogóticos. Aunque las pinturas fueron devueltas a las monjas tras la vuelta de Fernando VII de su destierro, nunca regresaron al convento, lo que originó en 1853 la reclamación de la abadesa sor Valentina Miguel de las Mercedes, aunque su petición no fue atendida en la corte de Isabel II. Por el contrario, fueron destinadas al Museo Provincial de Valladolid, que desde 1933 se transformaría en el Museo Nacional de Escultura, donde se hallan en nuestros días, aunque no expuestas de forma permanente. 

Thomas Willeboirts Bosschaert
Crucifixión, Newport Museum (Reino Unido)
Posdata

El antiguo convento de la Concepción de Fuensaldaña, de monjas franciscanas recoletas, para el que en origen fueron destinadas las pinturas de Thomas Willeboirts Bosschaert, desde el año 2002 está ocupado por una congregación de monjas Trinitarias, procedente de Badajoz, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios.

 

Informe: J. M. Travieso.

 

Bibliografía 

DÍAZ PADRÓN, Matías: Thomas Willeboirts Bosschaer. En Pintura del Museo Nacional de Escultura, siglos XV al XVIII, VV. AA., Ministerio de Educación, Cultura y Deporte – Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 2001, pp.104-112. 

DÍAZ PADRÓN, Matías: El boceto de la Inmaculada Concepción de Thomas Willeboirts Bosschaer del Museo de Valladolid, en la Johannesburg Art Gallery. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA Arte) nº 71, Universidad de Valladolid, 2005, pp. 259-274.

 



Thomas Willeboirts Bosschaert
Triunfo del Amor, Museo Nacional de Suecia, Estocolmo

   OTRAS PINTURAS DE THOMAS WILLEBOIRTS BOSSCHAERT
















Thomas Willeboirts Bosschaert
Alegoría de las Artes-Triunfo del Amor, h. 1650
Museo Lázaro Galdiano, Madrid



















Thomas Willeboirts Bosschaert
Triunfo del Amor, Fine Arts Museum, Orleans


















Thomas Willeboirts Bosschaert
Dido y Eneas en la cueva, 1646
Bildergalerie Sanssouci, Potsdam (Alemania)
























Thomas Willeboirts Bosschaert
Venus llorando la muerte de Adonis, 1654
Noordbrabants Museum, Bolduque (Paises Bajos)




















Thomas Willeboirts Bosschaert
Martirio de Santiago, 1637
Museè des Agustins, Toulouse
























Thomas Willeboirts Bosschaert
Profeta Elías con ángel, Kunsthistorisches Museum, Viena




















Thomas Willeboirts Bosschaert
Autorretrato, 1637
Noordbrabants Museum, Bolduque (Paises Bajos)




















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