4 de diciembre de 2023

Visita virtual: EL ARCÁNGEL SAN MIGUEL VENCIENDO AL DEMONIO, una obra maestra para el goce de los sentidos

 






EL ARCÁNGEL SAN MIGUEL VENCIENDO AL DEMONIO

Luisa Roldán, La Roldana (Sevilla, 1652 - Madrid, 1706)

1692

Madera de cedro policromada, 2,64 m de altura

Galería de las Colecciones Reales, Madrid

Escultura barroca andaluza

 

 






     Una de las obras más espectaculares de cuantas se exponen en la Galería de las Colecciones Reales, el nuevo museo abierto recientemente al público en Madrid, es la monumental escultura del Arcángel San Miguel venciendo al demonio, que presenta una serie de alicientes que vamos a intentar desgranar.

El primero de ellos es la extraordinaria calidad de la talla, obra cumbre de la escultora sevillana Luisa Roldán, conocida como La Roldana, que gracias a ella recibió el título de Escultora de Cámara en el reinado de Carlos II, un caso único en su tiempo, cuando las mujeres ni siquiera podían firmar contratos, función que en su caso corría a cargo de su marido Luis Antonio de los Arcos.

En segundo lugar, por los secretos que la obra encierra y que han salido a la luz durante la reciente restauración llevada a cabo por Ana Loureiro como paso previo a engrosar la colección permanente del nuevo museo. 

UNA EXCEPCIONAL ESCULTURA BARROCA

El año 1692 el rey Carlos II solicitaba a La Roldana una talla en madera para ser colocada al culto en el Monasterio de El Escorial. La escultora, con la idea bien perfilada por sus posibilidades estéticas, se decantó por realizar una representación tridimensional del arcángel San Miguel, cuya iconografía en el arte cristiano era tradicional desde la Edad Media, pero que ella ajustaría a los gustos barrocos de los nuevos tiempos, especialmente ajustados al ambiente cortesano. En cuanto a su iconografía, podríamos considerar como un precedente estético la pintura del Arcángel San Miguel realizada por Guido Reni en 1636 para la iglesia de los Capuchinos de Roma, cuya indumentaria, vigor y movimiento, encuadrado en el estilo romano-boloñés, fue difundido a través de grabados por toda Europa.

Persistiendo en esta idea, la imagen creada por La Roldana aparece directamente vinculada a la monumental pintura —de 4 metros de altura— del Arcángel San Miguel venciendo a los ángeles caídos, realizada por Luca Giordano en 1666 en su taller napolitano y conservada en nuestros días en el Kunsthistorisches Museum de Viena, con la que comparte la arriesgada posición del arcángel, manteniendo el equilibrio sobre una sola pierna que pisotea al demonio vencido, por el aspecto ingrávido que sugieren los paños livianos y las alas desplegadas, por su indumentaria a la romana sujetando una espada flamígera y por el demonio, con aspecto humano y vencido a sus pies.

     En efecto, el grupo escultórico, que se apoya sobre una elegante peana de aire barroco, representa al arcángel San Miguel victorioso mientras enarbola una espada flamígera en su mano derecha y aplasta con su pie izquierdo el cuerpo del demonio, al que tiene dominado a sus pies y al que sujeta con una cadena unida a sendos grilletes que aprisionan sus muñecas, pues la figura del maligno está concebida con un aspecto humano muy realista que se retuerce ardiendo entre llamas. 

El arcángel San Miguel

El arcángel, que tiene el torso ligeramente inclinado hacia el frente, luce una indumentaria militar a la romana de gran fantasía, con una coraza de color azul ajustada al cuerpo que lleva aplicaciones doradas en el cuello, donde aparece la cabeza de un querubín, y en las hombreras, que sugieren la forma de una cabeza de león, apareciendo sobre el pecho un anagrama con resplandores y el nombre hebreo de San Miguel: “QVIS SICVT DEVS” (Quién como Dios). 

     Ajustado a la cintura lleva un faldellín de tonos rosados, que al ser de paño liviano produce numerosos pliegues, complementándose con un amplio manto de color rojo que le cubre el brazo izquierdo y se desliza por toda la espalda formando igualmente pliegues muy naturalistas. Sus pies se cubren con borceguíes igualmente de fantasía y de nuevo rematados al frente por mascarones dorados, mientras que cubre su cabeza con un casco adornado con un querubín al frente y coronado por un penacho de vistosas plumas, siguiendo la misma pauta utilizada en su pintura por Luca Giordano.

Su anatomía es esbelta, dinámica y vigorosa, sorprendiendo por el forzado equilibrio de su postura, que como en la estatuaria clásica se refuerza con la caída trasera del manto, y por el aspecto de ingravidez y ligereza que producen los pliegues ondulantes del manto y del faldellín, así como por presentar grandes alas desplegadas —que recuerdan a las de un cisne— en plena agitación. El trabajo de la cabeza presenta un esmerado trabajo, con una melena de rizos al aire y unas facciones andróginas con la boca entreabierta y ojos rasgados con implantaciones postizas de cristal que le proporcionan un delicado aspecto. 

El demonio vencido

El demonio aparece representado con aspecto humano muy naturalista, aunque en su figura se incluyen algunos elementos convencionales, como pequeños cuernos sobre la frente, alas negras muy afiladas y un pequeño rabo curvado. El cuerpo se presenta de cúbito supino y en tensión, con los brazos levantados y sujetos por grilletes unidos a la cadena que sujeta el arcángel, las piernas flexionadas y la cabeza dirigida a lo alto con gesto suplicante. El demonio se retuerce de dolor al ser empujado por San Miguel sobre una serie de brasas con pequeñas llamaradas que castigan su vientre. Es destacable la creatividad de la autora en algunos detalles, como el realismo de la cara, el hundimiento de la piel bajo el pie del arcángel o la forzada flexión de los dedos del pie izquierdo del maligno por la presión del pie derecho del arcángel vencedor.

Esta infrecuente figura demoniaca luce igualmente una policromía preciosista en su carnación, con toques sonrosados y las venas realzadas en brazos y piernas. Asimismo, presenta inscripciones documentales sobre la realización de la escultura, en este caso en los grilletes que sujetan sus muñecas, donde figura “EN MADRID AÑO 1692 MAIO 19”, lo que informa del año y la fecha en que se terminó la escultura.

 

     El conjunto ofrece las características habituales en la obra de La Roldana, entre las que destacan un exacerbado naturalismo, la sorprendente expresividad de las figuras —de aire muy teatral— y el movimiento fluido de los paños, convirtiendo la obra en un ejemplo del gusto tardobarroco determinado por la fusión de la tradición sevillana con los nuevos aires barrocos llegados a la corte de procedencia italiana, sobre todo napolitana. En esta obra destaca la belleza y el verismo de los rostros, de facciones femeninas el del arcángel, lo que ha inducido a algunos investigadores a pensar que podría corresponder a las de la propia escultora, mientras el rostro del demonio podría estar inspirado en su esposo Luis Antonio de los Arcos, lo que establecería una enigmática contraposición del Bien y el Mal.    

Como un aliciente añadido, la escultura, tallada en madera de cedro con una técnica impecable, tiene aplicada una excelente policromía que ha recuperado todo su esplendor tras su reciente restauración. Gracias a esta intervención, han visto la luz algunos datos documentales que la imagen mantenía en secreto, como la inscripción que aparece en la suela del pie derecho del arcángel, que desvela que la pintura y magnífica policromía fue realizada por Tomás de los Arcos (“TOMAS DE LOS ARCOS LO PINTO”). Asimismo, sobre las lengüetas del mismo calzado aparece la leyenda “ESCULTOR LVIS ANTONIO DE L”, lo que aclara la intervención en la talla de Luis Antonio de los Arcos, esposo de la artista, que colaboraba en el taller realizando el desbastado de la madera.

     Por otro lado, La Roldana debió quedar muy satisfecha con esta obra, pues en ella estampó su firma por partida doble. Sobre las lengüetas de color azul del calzado del pie izquierdo del arcángel, de forma bien visible, hizo plasmar su firma: “E. CAMARA LVISA ROLDAN SEVILLA”, lo que aclara su estatus en la corte como escultora de cámara y su lugar de procedencia. Del mismo modo, en el frente de la peana, entre las cintas, hojas y frutos que la decoran, fue incluida la leyenda “POR MANDADO DE REI NVESTRO SEÑOR CARLOS II, LVISA ROLDAN ESCVLTORA DE CAMARA DE SV MAGESTAD Faciebat”. 

Como es habitual en La Roldana, el tema es de temática religiosa, como toda su producción. Aunque la escultora, sin apartarse de las directrices del Concilio de Trento (1545-1563), procura humanizar sus imágenes con la intención de acercar la religión al pueblo. 

Restauración de la escultura

     Tras su traslado desde el Monasterio de El Escorial, donde se encontraba, el proceso se ha realizado en los talleres de restauración del Palacio Real de Madrid, siendo la autora de los trabajos Ana Loureiro, que durante meses, tras la información aportada por radiografías, pruebas químicas y estratigrafías, procedió al resanado de grietas, a la eliminación de repintes en cara y manos y al asentado del color de la policromía, así como a la reconstrucción de los cuernos originales del demonio, recuperando de esta forma el aspecto original que presentaba la escultura en 1692, con una imagen de modernidad que sigue sorprendiendo hoy día. 


BREVE SEMBLANTE DE LA ROLDANA    

Luisa Ignacia Roldán Villavicencio nació en Sevilla en 1652, siendo bautizada el 8 de septiembre de aquel año. Era hija del destacado escultor sevillano Pedro Roldán y de Teresa de Jesús Mena Ortega y Villavicencio. Inició la formación en el taller paterno, junto a sus siete hermanos, realizando labores de dorar, estofar y encarnar las figuras, labores delicadas de las que se encargaba junto a sus hermanas María y Francisca. Como rastrea Ángeles Caso en su obra “Las olvidadas: Una historia de mujeres creadoras”, publicada en 2005, todas las hermanas de La Roldana contrajeron matrimonio con ayudantes del negocio familiar —algo habitual en la época— y siguieron colaborando en estos trabajos junto a su padre.

     Sin embargo, Luisa Roldán se encontró con la oposición paterna en su deseo de contraer matrimonio con Luis Antonio de los Arcos, aprendiz de escultor en el taller de Andrés Cansino, por lo que tuvo que plantear una demanda ante el tribunal para poder casarse. El 17 de diciembre de 1671 Luisa fue sacada de la casa paterna por mandato judicial, permaneciendo bajo custodia junto al maestro dorador Lorenzo de Ávila, amigo de la familia, hasta la celebración de la boda, que finalmente y sin el consentimiento de su padre tuvo lugar el 25 de diciembre de aquel año en la iglesia sevillana de San Marcos.

A partir de entonces comienza a trabajar de manera independiente en Sevilla realizando obras para conventos y cofradías, alcanzando muy pronto notoriedad en la ciudad. Tras esta etapa sevillana, en 1684 se traslada a Cádiz, ciudad que desde mediados de siglo conocía una gran prosperidad por las relaciones comerciales con Hispanoamérica y donde Luisa Roldán elabora toda una serie de obras sobresalientes destinadas a la catedral, conventos y hermandades de la ciudad y pueblos de la provincia.

     Buscando nuevas oportunidades al amparo de la corte, en 1688 el matrimonio se traslada a Madrid, donde la escultora, ante la escasez de demanda de escenas procesionales, comienza a realizar, sin ayudantes, pequeñas composiciones en terracota policromada que obtendrían una gran aceptación y demanda. Crece su prestigio y es solicitada por el rey Carlos II, para realizar la monumental escultura de San Miguel venciendo al demonio destinada a El Escorial, obra por la que fue recompensada con el nombramiento de “Escultora de Cámara”, título no conseguido con anterioridad por ninguna mujer.

Tras la muerte en diciembre de 1700 del rey Carlos II, el último Austria, en abril de 1701 llegaba a España Felipe V, el primer Borbón, al que Luisa Roldán solicitó el nuevo nombramiento de “Escultora de Cámara”, título que le fue concedido en octubre de aquel año. A pesar de no cesar en su trabajo realizando obras para conventos e iglesias de Madrid, La Roldana conoció una dura época sin recursos materiales, teniendo que solicitar al rey una vivienda y ración para mantenerse ella y sus hijos, llegando a firmar una declaración de pobreza. En esta situación le sorprendió la muerte el 10 de enero de 1706, el mismo día en que la Accademia di San Luca de Roma la nombraba “Académica de mérito”.

     Luisa Roldán sería, en el ámbito español, la primera mujer artista reconocida por sus méritos propios, siendo considerada por el tratadista Antonio Palomino como “escultora eminente y de habilidad superior”. Hay que recordar que, por su condición de mujer, en su tiempo no podía acceder a realizar los exámenes gremiales que establecían la categoría de los diferentes niveles profesionales, estando su actividad reducida a la vida religiosa o al ámbito doméstico.

 

Informe: J. M. Travieso.

 







Guido Reni. El Arcángel Miguel, 1636
Pintado para la Iglesia de los Capuchinos de Roma














Izda: Luca Giordano. San Miguel venciendo a los ángeles caídos,1666
Kunsthistorisches Museum, Viena
Dcha: Luisa Roldán. San Miguel venciendo al demonio, 1692
Galería de las Colecciones Reales, Madrid












Izda: Luca Giordano. San Miguel venciendo a los ángeles caídos,1666
Kunsthistorisches Museum, Viena
Dcha: Luisa Roldán. San Miguel venciendo al demonio, 1692
Galería de las Colecciones Reales, Madrid










LUISA ROLDÁN
Izda: Virgen con el Niño, 1680-1686, National Gallery of Art, Washington
Dcha: Ecce Homo, 1684, Catedral de Cádiz
 OTRAS OBRAS DE LUISA ROLDÁN


 Consulta:

    Ecce Homo - Pulsar aquí

    El Entierro de Cristo - Pulsar aquí

    Virgen de la Leche con el Niño y San Juanito - Pulsar aquí

    Reyes de un belén - Pulsar aquí





LUISA ROLDÁN
Izda: Jesús y San Juan niños, 1680-1686
Ermita de Ntra Sra. de los Santos, Móstoles (Madrid)
Dcha: Virgen de la Leche, h. 1690
Museo de Bellas Artes, Sevilla

  


    

    

    




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