En un recoleto lugar de la ciudad de Toro se levanta un monasterio que presenta al exterior un austero aspecto. Sin embargo, su interior conoció, desde tiempos muy lejanos, la presencia de importantes personajes históricos que paulatinamente fueron dotando al recinto de un importante patrimonio artístico. Actualmente, algunas de sus dependencias conventuales han sido adaptadas para la función museística y en ellas se expone, a modo de muestra, parte del ingente acervo patrimonial, que en tiempos no muy lejanos, por escasez y penuria económica, se vio amenazado y sensiblemente mermado.
UN CONVENTO VINCULADO A DOÑA TERESA GIL
El convento del Sancti Spiritus fue fundado, por testamento otorgado en Valladolid el 16 de septiembre de 1307 y conservado íntegro en las dependencias del convento, por doña Teresa Gil, la menor de los cuatro hijos de Gil Martín y María Anes de Maia. Su padre, portugués, había logrado un importante ascenso social al ejercer como teniente de Penela, gobernador de Sintra y mayordomo mayor del rey Sancho II de Portugal, al que acompañó cuando se exilió a Castilla, permaneciendo a su lado hasta que murió en Toledo en 1248. Después Gil Martín volvería a ejercer de nuevo como mayordomo mayor de Alfonso III hasta 1264, momento en que, por desavenencias con este monarca, regresó a Castilla para ponerse al servicio de Alfonso X el Sabio.
Por las mercedes recibidas durante este periplo vital al servicio de los reyes de Portugal y de Castilla, Gil Martín obtuvo un rico patrimonio que supo incrementar con una serie de alianzas matrimoniales y oportunistas compras territoriales, de modo que llegó a alcanzar con rapidez la categoría social de rico-hombre, con bienes tanto en Castilla como en Portugal, dotando de linaje y extensas posesiones a su familia.
De aquella herencia fue beneficiada su hija Teresa Gil, de origen portugués y reconocida rica-hembra de Castilla, donde llegó hacia 1260 para establecerse definitivamente en Valladolid quince años después, en el momento en que quedó huérfana permaneciendo bajo la protección de su hermano Martín Gil I, que siguiendo la estela de su padre estuvo tanto al servicio del rey Alfonso X, durante la campaña de Sevilla de 1284, como ocupando el puesto de alférez mayor del rey portugués Don Dionis, hijo de Alfonso III. La propia Teresa Gil fue beneficiada por el rey Alfonso X en 1276 con los derechos señoriales de la villa de Sabugal, próxima a Guarda y en 1283 con los pertenecientes a las localidades vallisoletanas de Arroyo y Zaratán, hasta entonces pertenecientes a la órdenes de San Juan y del Temple respectivamente.
Durante su estancia en Valladolid, siempre estuvo vinculada a los ambientes regios, especulando los historiadores sobre su posible condición de favorita o amante del rey Sancho IV el Bravo, lo que explicaría los muchos favores recibidos, entre ellos, en 1291, el privilegio de arriendo vitalicio del monasterio de la Santa Espina. Cuando Sancho IV contrajo matrimonio con doña María de Molina en 1282, Teresa Gil tuvo que retirarse a la vida religiosa, siendo nombrada primera abadesa perpetua del recién fundado monasterio cisterciense de las Huelgas Reales de Valladolid. La supuesta rivalidad por los amores del rey Sancho entre Teresa Gil y María de Molina hizo que cuando la dama portuguesa dispuso en sus últimas voluntades la fundación en Toro de un convento bajo la advocación del Salvador, nombrándole heredero de todos sus bienes, la reina María de Molina, responsabilizada del cumplimiento testamentario, le contradijera dedicándolo al Sancti Spiritus.
La primera piedra del convento fue puesta el 28 de agosto de 1316 por don Rodrigo, arzobispo de Santiago y canciller del reino de León, durante el reinado de Fernando IV, hijo de María de Molina, y continuado en tiempos de su nieto Alfonso XI, estando habitado desde 1330. Cumpliendo los deseos de Teresa Gil, su fundadora, sus restos fueron depositados en un sencillo sepulcro que colocado en el coro ha mantenido su memoria a través del tiempo. El convento sería después beneficiado con privilegios y donaciones reales, figurando entre sus benefactores Pedro I, Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos, llegando también a recibir importantes dotes y herencias de las damas de nobles familias que ingresaron en el convento.
Entre las mujeres ilustres que se retiraron a este convento toresano se encuentra la reina Beatriz de Portugal, segunda mujer de Juan I de Castilla, que permanece enterrada en el coro a escasos metros de Teresa Gil. Entre 1550 y 1552 también vivió en esta comunidad la infanta doña Juana, hija de Carlos V, que acabó desposándose en Toro con el príncipe don Juan Manuel, heredero de Portugal. Todos estos personajes dejaron en el convento un sin fin de piezas artísticas y litúrgicas, cuyo esplendor acaba en el siglo XIX con las leyes desamortizadoras y los movimientos revolucionarios, siendo de nuevo habitado en 1871 por una comunidad de Concepcionistas.
LA VISITA AL MONASTERIO DEL SANCTI SPIRITUS
Aparte de algunas dependencias adaptadas a su función de museo con criterios actuales, forman parte de la visita la iglesia, el coro, el claustro, la Sala Capitular y el refectorio. Intentaremos reseñar algunas de las piezas más significantes de la gran cantidad de obras diseminadas por el monasterio.
Iglesia
Su única nave se cubre con una sofisticada armadura mudéjar de par y nudillo del siglo XV, con tirantes dobles, canecillos y tabicas laterales, todos estos elementos profusamente decorados con labores de lacerías polícromas. La capilla mayor está separada de la nave por un arco toral apuntado totalmente recubierto de pinturas, lo mismo que la totalidad de la cabecera, que aparece cubierta por una impresionante armadura mudéjar ochavada, decorada con lacerías policromadas en verde y rojo y un gran mocárabe central.
Preside el espacio un abigarrado retablo barroco con columnas salomónicas y decoración de estilo churrigueresco que contiene relieves con los temas de la Anunciación, la Visitación y el Pentecostés, junto a santos dominicos y la figura de Santo Domingo de Guzmán en lo alto. Este retablo sustituyó al original, trasladado a principios del XIX a la iglesia de la Trinidad.
En los muros laterales de la capilla mayor, que hasta el siglo XVI fue patronazgo de la familia Ulloa, se encuentran enterramientos que igualmente presentan una gran profusión decorativa.
Coro
En este espacio destacan tres enterramientos femeninos. El primero corresponde a doña Teresa Gil, fundadora del monasterio, un sencillo sepulcro recorrido por una inscripción y austeras pinturas góticas. Bajo un sepulcro ornamentado con azulejos del siglo XVI descansa la infanta Leonor de Castilla.
El sepulcro de doña Beatriz de Portugal, segunda mujer de Juan I de Castilla, realizado en alabastro de las canteras de Cogolludo, es una de las obras funerarias más sobresalientes del gótico español. Con claras reminiscencias borgoñonas, el túmulo, apeado sobre figuras de leones, presenta una serie de hornacinas con santos dominicos y la figura yacente de la dama encima, a la que dos ángeles sujetan la corona.
Refectorio
Es una amplia sala de 50 m. de longitud y gran altura que está cubierta con una gran armadura mudéjar de dobles tirantes con canecillos y decoración de lacerías. Se decora con azulejos del siglo XVI en los ventanales y presenta largas mesas de nogal que testifican la numerosa comunidad que lo habitó en otro tiempo.
Por las dimensiones de este espacio, en él se expone parte de la importante colección de las siete sargas (pinturas sobre lienzo sin aparejo) del siglo XVI, de enormes dimensiones, en las que se representan escenas de la Pasión (eran utilizadas para recubrir los retablos en Semana Santa) que están inspiradas en estampas italianas y flamencas.
La Sala Capitular
Es la parte más antigua del monasterio, antaño ocupada por una sinagoga y un fonsario (cementerio) judío.
Por el resto de las dependencias puede contemplarse una variada colección de mobiliario, objetos litúrgicos de orfebrería, cantorales, restos mudéjares, pinturas de diferentes épocas y una importante serie escultórica, con piezas barrocas pertenecientes a la prestigiosa saga toresana de los Tomé.
Especial interés tiene el ajuar funerario de doña Teresa Gil, uno de los pocos conjuntos textiles conservados del siglo XIV, recuperados el año 2001 durante la restauración financiada por la Fundación Allende y llevada a cabo por la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid.
A los atractivos del museo la comunidad de monjas dominicas añade la elaboración de exquisitos dulces artesanos que pueden adquirirse a la entrada del monasterio.
HORARIO DE VISITAS:
Mañanas: 10,30 - 11,30 - 12,30.
Tardes: 16,30 - 17,30.
Más información: http://elmuseomonasteriosanctispiritus-toro.blogspot.com/
Contacto: monasteriosanctispiritus.toro@gmail.com
Tel. 980 690 304
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