26 de julio de 2013

Theatrum: RETABLO DE SAN FRANCISCO, un audaz ejercicio de manierismo












RETABLO DE SAN FRANCISCO
Escultura: Juan de Juni (Joigny, Borgoña 1506-Valladolid 1577)
Pintura: Anónimo, seguidor de Antonio Vázquez
Hacia 1555
Madera policromada y pintura
Iglesia del convento de Santa Isabel de Hungría, Valladolid
Escultura y pintura renacentista española. Manierismo















EL RETABLO DE SAN FRANCISCO

En el lado del Evangelio de la iglesia del convento de monjas franciscanas de Santa Isabel, próximo al retablo mayor, se encuentra un retablo de pequeño tamaño cuya especial importancia radica en albergar una de las esculturas más personales y representativas del arte de Juan de Juni, maestro al que además se atribuye la traza del mismo.

No existe documentación que avale el encargo de este retablo, aunque se apunta que pudiera haber sido solicitado a Juan de Juni por don Francisco de Espinosa en torno a 1555. El doctor Francisco de Espinosa y su esposa, doña Juana de Herrera, habían adquirido en 1550 el patronazgo de la capilla de San Francisco para su enterramiento, así como para su hijo el doctor Jerónimo de Espinosa, casado en 1531 con doña Isabel de Monteser, y todos sus descendientes, habiendo profesado en el convento de Santa Isabel desde 1552 dos de sus hijas, doña Catalina de Herrera, que sería abadesa del convento, y doña Juana1.

En la capilla, que se abre a la nave de la iglesia en el tramo intermedio del lado del Evangelio mediante una reja, también comunicada con la clausura mediante una puerta y recorrida en su perímetro interior por una bancada en cerámica de Talavera, la abadesa Catalina de Herrera estableció en 1562 la cofradía de San Sebastián, homologada en indulgencias con la basílica de las catacumbas de San Sebastián de Roma, con la iglesia de la Porciúncula de Asís y con el altar de San Sebastián del Hospital de la Caridad de Valladolid según una bula expedida en 1560 por el papa Pío IV a petición de fray Bernardo de Fresneda que se conserva en el archivo conventual2. Su altar aparece presidido por otra imagen de San Francisco igualmente perteneciente a Juan de Juni, aunque según una tradición fundamentada en la aparición de calaveras en los netos laterales del retablo que hoy tratamos, lo que sugiere estar destinado a un ambiente funerario, éste habría sido concebido para presidir dicha capilla. Después, por razones desconocidas, habría sido colocado en el lugar que ocupa en la nave de la iglesia.


El retablo, que aglutina diseños de arquitectura, escultura y pintura, está formado por banco, un cuerpo y ático, distribuido en tres calles separadas por columnas corintias acanaladas con decoración de grutescos en su tercio inferior, conformando un conjunto de composición muy equilibrada en el que se funden motivos manieristas con otros de fuerte clasicismo, de acuerdo a la tendencia mostrada por Juan de Juni en la mazonería de sus últimas obras retablísticas.  

Los espacios están ocupados por una colección de seis pinturas alusivas a santos franciscanos que son obra de un pintor desconocido, aunque indudablemente seguidor o discípulo de Antonio Vázquez, el prolífico pintor de la escuela vallisoletana3. A la gubia de Juan de Juni pertenecen la imagen del santo titular y los trabajos de los putti atlantes situados en el banco, así como aquellos tan originales que aparecen en los tableros colocados sobre las pinturas laterales, en actitud de cubrirse con los pliegues de un paño que se continúa por la calle central, y la serie de cabezas de querubines del friso que recorre el retablo a la altura de la cornisa.

El banco presenta tres pinturas que están separadas por ángeles atlantes en el centro y rematadas con calaveras sobre estípites en los extremos. Representan a los lados San Francisco en oración y la imposición del hábito al santo, mientras en el centro se muestra la muerte del santo fundador.

San Bernardino de Siena y San Pedro y San Pablo
De mayor formato son las pinturas que flanquean la hornacina central, una referida al predicador franciscano San Bernardino de Siena, que aparece con el Niño Jesús en el pecho en lugar del Crismón IHS como atributo tradicional, y la otra con las figuras de San Pedro y San Pablo como pilares de la Iglesia portando sus atributos de las llaves y la espada respectivamente. En el ático, bajo un frontón partido en el que figura la inscripción "En este altar se gana todo lo que en el altar de San Sebastián de la Caridad de esta villa", y flanqueada por dos bolas ornamentales en los extremos, aparece la célebre escena de la estigmatización de San Francisco según el relato de San Buenaventura.

LA IMAGEN DE SAN FRANCISCO DE JUAN DE JUNI

De todo el conjunto la pieza más importante es la extravagante imagen de San Francisco creada por Juni, especialmente llamativa por la desproporción de escala entre la hornacina en que se aloja y el tamaño de la figura, de tal manera que ponerse de pie sería imposible, así como por la compleja disposición del cuerpo en torno a un eje helicoidal, con el cuerpo arrodillado hacia la derecha y el torso girado hacia la izquierda, como si luchara por liberarse del estrecho marco que delimitan las columnas, una composición paradigmática de estricto manierismo que llega a resultar inexplicable por producir una sensación de angustia espacial por la anatomía moviéndose en el espacio al límite de sus posibilidades.

San Francisco en oración
En un ejercicio alegórico, Juan de Juni utiliza el espacio opresor de la hornacina como metáfora sobre la opresión de la vida mundana sobre el alma, recurriendo a pequeños detalles resueltos con gran habilidad, como el pie flexionado entre los complicados pliegues que forma el hábito, la mano que sujeta un libro y un crucifijo desplegada hacia el espectador y la otra replegada contra el pecho, en gesto de aceptación de los dolores de la Pasión al dejar visible el estigma en la mano, así como la cabeza ladeada y con la mirada a lo alto en gesticulación suplicante. Paradójicamente, el hábito del santo que renunció a todos los bienes terrenales, en lugar de ajustarse a la austeridad del poverello de Asís, aparece lujosamente policromado con motivos florales dorados de distintos tamaños, resaltando en la figura el trabajo de encarnación a pulimento en tonos muy lechosos.

La maestría de Juan de Juni consigue dotar de un alto contenido emocional y dramático a una composición tan cerrada, expresado fundamentalmente a través del movimiento de las manos y la expresión del rostro, consiguiendo, a partir de todos los atributos tradicionales, una nueva y extraña iconografía manierista del santo de Asís que pone de manifiesto la capacidad creativa de Juni y su afán por innovar permanentemente en el campo de la imaginería policromada, trabajando para ello en muchos casos, como en éste, en el arriesgado filo de la navaja buscando una expresividad renovadora.    
   
Muerte de San Francisco

Informe y fotografías: J. M. Travieso.



NOTAS

1 URREA, Jesús. Revisión y novedades junianas en el V Centenario de su nacimiento. Boletín del Museo Nacional de Escultura nº 10, Valladolid, 2006, p. 12.

2 Ibídem.

3 BRASAS EGIDO, José Carlos. El pintor Antonio Vázquez. Institución Cultural Simancas, Excma. Diputación Provincial de Valladolid, 1985.


Imposición del hábito a San Francisco
















Estigmas de San Francisco y figuras de querubines















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