1 de julio de 2013

Fastiginia: La Academia de Caballería y la épica de los caballos


Estampas y recuerdos de Valladolid


     Augusto Ferrer-Dalmau es un reconocido pintor, nacido en Barcelona en 1964, que comenzó su andadura realizando una pintura realista con vistas urbanas, paisajes y marinas, aunque en las dos últimas décadas se ha especializado en recrear escenas históricas y militares hasta convertirse en un verdadero especialista de pintura historicista hiperrealista, siendo considerado como un maestro insuperable en figuras ecuestres, que siempre pinta con elocuente naturalismo y gran lujo de detalles.

Aunque comenzó su andadura como diseñador textil para distintas empresas catalanas, pronto se decantó por la pintura al óleo de forma vocacional, plasmando vistas hiperrealistas de Barcelona y Madrid siguiendo la estela de Antonio López, con gran éxito en aquellas exposiciones en que presentó su obra. Sin embargo, encontraría sus verdaderas señas de identidad con un tipo de pintura historicista vinculada a la milicia española, reproduciendo sugestivas escenas con personajes, gestas y batallas del ejército español a lo largo de su historia, siempre con un sorprendente y minucioso realismo lleno de innumerables y documentados detalles en la recreación de personajes, uniformes, lugares y hechos, con un trato especial, como ya se ha dicho, en los temas relacionados con la caballería y sus gestas. Sus obras han sido apreciadas tanto en exposiciones nacionales como internacionales, acompañando a su carrera numerosos premios y galardones de rango militar recibidos en España.

Desde el año 2007 se instaló en Valladolid, compaginando sus trabajos pictóricos, no exentos de romanticismo, con obra gráfica destinada a distintas editoriales e instituciones como ilustración de libros y revistas de historia. Asimismo, dentro de su vinculación a diferentes instituciones militares, ha participado junto a las tropas españolas en conflictos internacionales haciendo bocetos y pinturas sobre el terreno.

Su estancia en Valladolid y su especialización en los temas ecuestres quedan sintetizados en dos cuadros de pequeño formato que recrean jinetes relacionados con la Academia de Caballería de Valladolid. En uno de ellos se recoge una pareja de cadetes con el uniforme de gala preceptivo en 1910, montados a lomos de esbeltos caballos rojizos y con la fachada de la Academia de Caballería como telón de fondo. Con mucha habilidad el pintor contextualiza de forma anacrónica la escena, ya que la nueva Academia de Caballería, que con aspecto de palacio renacentista trazó el comandante de ingenieros Adolfo Pierrad Pérez, no se comenzaría a construir hasta 1921. En 1910 la vista que podría verse al fondo sería la fachada del llamado Octógono, primera Academia de Caballería que fue destruida por un incendio en 1915. En la pintura, tanto el edificio como los caballos y jinetes aparecen minuciosamente descritos con la depurada técnica con la que habitualmente este pintor ilustra nuestro pasado militar.

Otro tanto ocurre en un pequeño cuadro que representa a un Capitán de Lanceros con el uniforme de gala de 1922, igualmente con el nuevo edificio de la Academia de Caballería al fondo, que sin embargo no fue inaugurado hasta 1924, en este caso ambientado con jinetes y ciudadanos que deambulan por el Paseo de Zorrilla y como dato anecdótico hojas de los árboles del Campo Grande desparramadas por el suelo.

Ferrer-Dalmau no sólo se ha vinculado con Valladolid con estas pinturas, sino también con otras depositadas en el Palacio Real y en el Museo de la Academia de Caballería, en todas ellas recreando sugestivas imágenes de nuestro pasado militar, aquellas que tantos elogios han merecido por parte de escritores, críticos y militares que aprecian en ellas su carácter de verdaderas crónicas visuales de los momentos heroicos y legendarios vividos por los ejércitos españoles. 




















Ferrer-Dalmau realizando una de sus obras.














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