21 de marzo de 2014

Theatrum: SAN GREGORIO, un santo leñoso retornado al Colegio de San Gregorio












EL PAPA SAN GREGORIO MAGNO
Gregorio Fernández (Sarria, Lugo 1576 - Valladolid 1636)
Hacia 1609
Madera policromada
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Procedente del Colegio de San Gregorio de Valladolid
Escultura barroca española. Escuela castellana













Acostumbrados a los lamentos por los daños irreparables producidos en nuestro patrimonio, que en el capítulo del expolio y la desidia adquiere cotas inimaginables, produce una enorme satisfacción recibir la noticia de la recuperación de una escultura emblemática para una institución tan vallisoletana como el Colegio de San Gregorio, desde 1933 convertido en Museo Nacional de Escultura. Esta recuperación es importante por dos motivos. Primero, porque supone el regreso de la imagen de San Gregorio al recinto vallisoletano para el que fue concebido por su autor, Gregorio Fernández. En segundo lugar, por ser una de las escasas obras conservadas de la primera etapa de «la gubia del Barroco», una obra fundamental para determinar la trayectoria profesional y la evolución creativa de un maestro tan importante.

De modo que, desde el pasado 12 de marzo, esta escultura ha pasado a formar parte de los fondos del Museo Nacional de Escultura, lo que equivale a decir que a partir de ahora el poder contemplarla y admirarla está a disposición de todos nosotros. En esta ocasión una extraña conjunción astral, el poder sobrenatural del destino o cualquier otra fuerza desconocida, se han aliado para permitir lo que en otros tiempos hubiera sido considerado un milagro. Y es que esta escultura, hasta hace poco tiempo en una colección particular, fue comprada por el Estado1 y entregada, con buen criterio, al museo vallisoletano, que de esta forma recupera una obra perdida cuando los bienes del Colegio de San Gregorio fueron desafectados en 1836.

PERIPECIAS DE LA ESCULTURA

Gracias a las primeras pesquisas sobre esta obra, publicadas por Jesús Urrea2 en 1980, se ha podido reconstruir un escueto rastro después de su deambular por distintos espacios vallisoletanos. Hoy sabemos que en 1609 el ensamblador Melchor de Beya adquiría el compromiso de realizar un retablo destinado a la iglesia del Colegio de San Gregorio, según un contrato dado a conocer por Esteban García Chico3 en 1941. Aunque en el mismo no se cita que la escultura fuese encomendada a Gregorio Fernández, existen razones de gran peso para pensar que esta imagen fuera realizada por el gallego para dicho retablo, en el que ocuparía un lugar destacado como patrón titular del importante Colegio vallisoletano.

Por una parte, lo avalan las analogías estilísticas con las obras realizadas por Gregorio Fernández durante la primera década del siglo XVII, teoría que es reforzada por la gran similitud que la imagen tiene con una segunda versión que hiciera en 1613, en la modalidad de busto con teca para reliquias, para el Relicario de la iglesia de los jesuitas de Valladolid (hoy iglesia de San Miguel), de modo que, tanto las características de la talla como la iconografía aplicada lo adscriben a la gubia del que por entonces fuera un joven maestro que se abría paso en el panorama artístico vallisoletano.

Tímpano de la fachada del Colegio de San Gregorio, Valladolid
En segundo lugar, la imagen muestra indicios inequívocos de que perteneciera a la orden de los dominicos, ya que la rica policromía del manto está jalonada por grandes medallones con la característica cruz en blanco y negro de Santo Domingo, símbolo de pureza y penitencia. Pero no sólo eso, pues junto a ellos aparecen otros con la flor de lis, justamente el emblema de Fray Alonso de Burgos, obispo de Palencia, que aparece repetido hasta la saciedad en las distintas dependencias del Colegio de San Gregorio por él fundado, un motivo que llega al paroxismo en la fachada, especialmente en el tímpano, donde rodeado de tapices con la flor de lis aparece el obispo ofreciendo el Colegio al papa San Gregorio entronizado, en presencia de San Pablo, titular del monasterio anexo, y bajo la protección de Santo Domingo, fundador de la Orden. Esta confluencia de ambos motivos en una misma imagen remite inexorablemente a la idea de que la escultura estuvo relacionada con el Colegio de San Gregorio.

La imagen de San Gregorio allí permaneció al culto en un retablo lateral de la capilla del Colegio, que por entonces estaba presidida por el legendario retablo que para el obispo palentino elaborara el gran maestre Gil de Siloé. Sería en tiempos de la invasión francesa, momento en que se produjo la presencia de Napoleón en el vecino Palacio Real y el monasterio dominico utilizado como acuartelamiento, cuando estas obras fueron víctima de una desgraciada agresión. Si el retablo mayor fue completamente destruido, el resto fue desmantelado, como otros tantos bienes del recinto dominico. A ello se vinieron a sumar las consecuencias de la Desamortización de Mendizábal de 1836, por la que el Colegio de San Gregorio quedó extinguido.

Busto relicario de San Gregorio. Gregorio Fernández, 1613
Iglesia de San Miguel, Valladolid
Fruto de esta vorágine, la imagen de San Gregorio recaló en la iglesia de San Cipriano de Fuensaldaña (Valladolid), donde fue colocada, junto a una escultura de Santo Domingo de la misma procedencia, en el retablo mayor que en estilo barroco habían realizado en 1761 los ensambladores Miguel Sierra y Bernabé López. Allí permaneció hasta 1970, cuando el hundimiento de la cabecera de la iglesia motivó la venta de parte de su patrimonio para sufragar las obras de reconstrucción, siendo adquirida la imagen de San Gregorio por un coleccionista privado de Valladolid.

En sus manos estuvo más de cuarenta años, siendo un hecho muy relevante el que la escultura saliese de su anonimato cuando fue seleccionada y exhibida en la exposición que sobre Gregorio Fernández se celebró en Madrid en la Fundación Santander Central Hispano, entre noviembre de 1999 y enero de 2000, bajo la dirección de Jesús Urrea, donde ya la presentó como obra indudable de Gregorio Fernández y procedente del Colegio de San Gregorio.     

Finalmente, la talla fernandina fue adquirida por el Estado en diciembre de 2013 y, tras una pequeña intervención de consolidación y limpieza, ya que la imagen se encuentra en buen estado, fue entregada al Museo Nacional de Escultura el 12 de marzo de 2014.



LA IMAGEN DE SAN GREGORIO DEL COLEGIO DE SAN GREGORIO

La escultura presenta los rasgos manieristas habituales en la primera obra de Gregorio Fernández tras su llegada a Valladolid, con un movimiento cadencioso que le permite moverse en el espacio con elegancia y naturalidad. El dorso plano revela estar concebida para ocupar la hornacina de un retablo y la teca practicada en el broche del manto su función de relicario.

San Gregorio (540-604), uno de los cuatro Padres de la Iglesia latina y Doctor de la Iglesia desde 1295, tiene una altura de 1,44 m. y se ajusta a su iconografía tradicional, revestido de pontifical en su condición papal, después de haber sido elegido pontífice en el año 590 en contra de sus deseos y ser el primer monje que alcanzó tal dignidad. La imagen le presenta con máximo esplendor y en posición de contrapposto, lo que le permite flexionar la pierna izquierda y establecer una inclinación a la altura de la cintura que se corresponde con la de la cabeza, completando el equilibrio gestual con la colocación del brazo izquierdo levantado para sujetar un libro y el derecho relajado con una cruz papal de tres travesaños.

La suntuosa indumentaria litúrgica está compuesta por un alba sobre el que se superpone una estola cruzada al pecho y una voluminosa capa pluvial cuyo broche, a modo de pectoral, aparece convertido en una teca-relicario. Completan su imagen pontificia los guantes que cubren las manos, la mitra de tres coronas, con las ínfulas cayendo por detrás, y una cruz papal independiente acoplada a la mano derecha. En esta imagen Gregorio Fernández aplica un recurso muy expresivo que repetiría en el futuro en las representaciones de santos con mantos: el cruce al frente de parte del manto para quedar sujeto a la altura de la cintura por un libro, lo que produce un juego de diagonales y una caída formando pliegues muy airosos.

Otro recurso plástico es la colocación de uno de los dedos entre las páginas del libro haciendo que quede entreabierto. Este atributo alude a San Gregorio como autor de obras de tipo pastoral, como su Regula pastoralis, el Libro de los Diálogos o el Regestum (Libro de correspondencia), así como otras relacionadas con la música, como su célebre Antifonario, recopilación de cantos que tomaron el nombre de "gregorianos" en su honor.

Como es habitual en Gregorio Fernández, el centro emocional está concentrado en el rostro, en este caso rasurado, con la boca entreabierta y con la mirada dirigida a lo alto en busca de inspiración. En el trabajo de la cabeza se podrían apuntar ciertas similitudes con las facciones de la figura de José de Arimatea del grupo del Santo Entierro de Juan de Juni, por él admirado, al que de esta manera estaría rindiendo homenaje.


La imagen de San Gregorio presenta una rica policromía, que fue retocada en el siglo XVIII, en la que prevalecen los colores rojos papales. En ella destacan los esgrafiados florales del manto, que se acompañan de labores a punta de pincel y de grandes medallones en los que se alternan las cruces dominicanas y las flores de lis, vinculando con estos motivos la imagen al Colegio de San Gregorio, como ya se ha indicado. La carnación se limita al trabajo del rostro, tratado como una pintura de caballete para resaltar las mejillas y la barba incipiente, estando también pintados los ojos, pues en esta etapa Gregorio Fernández todavía no incorporaba postizos a sus tallas.

En definitiva, la escultura responde en conjunto a las obras de la primera etapa de Gregorio Fernández, caracterizadas por acomodarse a los gustos del último manierismo renacentista, asumiendo a un tiempo los patrones divulgados en España por el milanés Pompeo Leoni y los modelos naturalistas de Francisco de Rincón, para componer figuras de potente anatomía y elegantes ademanes, con un acabado de encarnaciones pálidas y ricos estofados sobre una base de oro.
              

Informe: J. M. Travieso.
Fotografías de San Gregorio: Museo Nacional de Escultura 



NOTAS

1 «La talla dedicada al papa San Gregorio fue adquirida por el Estado en diciembre de 2013 a un particular por 200.000 euros». «La compra estuvo motivada por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico con cargo al uno por ciento cultural, una partida procedente de los presupuestos de las obras públicas, que se destina justamente a trabajos de conservación o enriquecimiento del Patrimonio Cultural Español». El Día de Valladolid.com, 12 de marzo de 2014.

2 URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Acotaciones a Gregorio Fernández y su entorno artístico. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA) nº 46, Universidad de Valladolid, 1980, pp. 378-380.

3 GARCIA CHICO, Esteban. Escultores. Valladolid, 1941, p. 260.  























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