LA EXTRAÑA
Me levanté
sin que se dieran cuenta
y salí sin
hacerme notar.
Había estado
todo el día
entre ellos,
intentando
hacerme oír,
procurando
decirles
lo que me
habían encargado.
Pero el recado
que me dieron
no era
preciso. El humo,
la música,
el ruido de las risas
y de los
besos –estallaban
como las
rosas en el aire-,
eran más
fuertes que mi voz. Cansada
de mi
trabajo inútil,
me levanté
abrí la
puerta
y salí del
hermoso lugar.
Desde la calle
miré por la
ventana: nadie había
advertido mi
ausencia.
Caminé.
Volví el rostro:
ninguno me
seguía.
JULIA UCEDA (Sevilla, 1925)
De
"Extraña juventud", 1962
* * * * *
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