9 de enero de 2015

Visita virtual: ADÁN, la tragedia superada por la nueva tecnología













ADÁN
Tullio Lombardo (Padua, h. 1455 - Venecia 1532)
Entre 1490 y 1495
Mármol
The Metropolitan Museum, Nueva York
Escultura renacentista italiana del Quattrocento.
Escuela veneciana














Tullio Lombardo es un arquitecto y escultor italiano no demasiado conocido por el gran público, a pesar de haber dejado un impresionante legado artístico en la Venecia renacentista. Nacido en Padua a mediados del Quattrocento, era hijo del afamado arquitecto Pietro Lombardo, que embelleció Venecia con edificios tan pintorescos como la Scuola di San Marco y la iglesia de Santa Maria dei Miracoli, en los que supo imponer una tendencia decorativista, arraigada en la tradición medieval veneciana, mediante el juego de elementos polícromos en mármol de diseño clasicista. Sus dos hijos, Tullio y Antonio, seguirían sus pasos en el campo de la escultura y la arquitectura.

Tullio, que comenzó su aprendizaje en el taller veneciano de su padre, inició su actividad colaborando en el presbiterio de la iglesia de San Giobbe, aunque su primera obra escultórica importante la realizaría en 1481 para el patio de Santa Maria dei Miracoli. Más tarde, entre 1485 y 1490, trabaja en la capilla que el obispo Zanetti disponía en la catedral de Treviso, donde se ocupó de la arquitectura y de la escultura funeraria. Tras el incendio en 1485 de la Scuola Grande di San Marco, su padre tuvo que ocuparse de la planta baja y la fachada, aportando Tullio Lombardo los relieves con escenas de San Marcos y los leones incrustados dentro de falsos arcos, obra en la que el artista ya demuestra una gran madurez caracterizada por la inspiración directa en los modelos clásicos, demostrando haber estudiado a fondo los relieves del Arco de Constantino de Roma. Tampoco es ajeno a las realizaciones de los grandes maestros de su tiempo en Lombardía, como lo demuestra en la Última Cena de la iglesia de Santa María dei Miracoli, claramente inspirada en el célebre fresco de Leonardo en Milán.

Tullio Lombardo. Busto de Cristo. Museo del Bargello, Florencia
Con un estilo muy definido, decantado definitivamente hacia el clasicismo, remata a principios de los noventa del siglo XV el sepulcro del dux Andrea Vendramin en Santa Maria dei Servi, donde incorpora una figura de Adán, una obra maestra en la que recrea las representaciones romanas de Antinoo y de la que debió de sentirse orgulloso, pues dejó plasmada su firma en la base. De esta escultura, uno de los primeros ejemplos de desnudo clasicista en la Venecia renacentista, trataremos después.

A partir de aquellos años, coincidiendo con el paso del siglo XV al XVI, Tullio Lombardo depuraría sus obras con gran virtuosismo atraído por la antigüedad clásica, siempre con una ejecución técnica impecable y demostrando un total dominio del trabajo en mármol en obras que en ocasiones podrían pasar por auténticas esculturas romanas. Por sus obras distribuidas por Venecia y sus inmediaciones, puede ser considerado como uno de los mejores representantes de la escultura veneciana del Quattrocento. Son muchas y exquisitas las esculturas que lo demuestran, como el friso de la capilla Cornaro de Santa Maria dei Frari, el altorrelieve de Baco y Ariadna, realizado hacia 1505, que se conserva en el Kunsthistorisches Museum de Viena, los conocidos relieves con milagros de San Antonio que adornan el sepulcro del santo en la basílica de Padua y la importante serie de obras conservadas en importantes museos, como el sepulcro de Guidarello Guidarelli del Museo de Arte de Ravena, el busto de Cristo del Museo del Bargello de Florencia, el Joven desnudo del Museo del Prado, el altorrelieve con bustos de hombre y mujer del Museo Nacional Brukenthal de Sibiu (Rumanía), etc.

Tullio Lombardo. Baco y Ariadna, 1505, Kunsthistorisches Museum, Viena 
Tullio Lombardo fue un escultor que contribuyó a crear los nuevos ideales de belleza renacentista desde un planteamiento poético y nostálgico de la antigüedad clásica, consiguiendo fusionar, con sus imaginativas evocaciones, la antigüedad con el Renacimiento y lo sagrado con lo profano, creando, en definitiva, una nueva forma de arte.

INCIDENTE Y RECONSTRUCCIÓN EN EL METROPOLITAN MUSEUM

Ya hemos citado que la escultura de Adán fue realizada por Tullio Lombardo, junto a otras que representan virtudes y glorias militares, para el sepulcro de Andrea Vendramin, por entonces dux de Venecia, en la iglesia de Santa Maria dei Servi, en el que también aparece retratado el gobernante. En 1812 esta monumental tumba sería desmantelada y reconstruida en la iglesia de San Zanipolo, el templo funerario más importante de los dogos venecianos, prescindiendo en esta operación de la escultura de Adán, que fue trasladada a la basílica de Santi Giovanni e Paolo. Desde allí pasó al patio del palacio Vendramin Calergi, que en 1844 fue comprado por la duquesa de Berry, cuyos descendientes vendieron la escultura a un banquero parisino. Cuando este falleció, su viuda la entregó a un marchante de arte en 1935, siendo adquirida al año siguiente por el Metropolitan Museum de Nueva York, donde también la esperaba un azaroso destino como ahora veremos.

Tullio Lombardo. Sepulcro de Guidarello Guidarelli, Museo de Arte, Rávena
El año 2002 la escultura de Adán iba a adquirir un fuerte protagonismo como consecuencia de una tragedia. El 6 de octubre de aquel año, al llegar los trabajadores del Metropolitan Museum, se encontraron que se había desmoronado el pedestal que sustentaba la escultura y que esta había impactado contra el suelo, desintegrándose en 28 trozos y centenares de pequeños fragmentos marmóreos. El hecho causó conmoción en el mundo del arte y la noticia fue difundida por todos los medios.

Desde un primer momento se planteó su restauración, pero nadie sabía que el minucioso proceso llevaría a los restauradores casi doce años de intenso trabajo hasta recuperar su aspecto original. En el proceso de laboratorio, con todas las fases del proceso perfectamente documentadas, se aplicaron las tecnologías más vanguardistas en el campo de la restauración, entre ellas el mapeado con rayos láser, que permitió recrear en tres dimensiones las proporciones exactas y las características de la escultura original. Con ello se pudieron conocer las partes más sometidas a presión por el peso del mármol una vez reconstruida la obra. Para paliar este problema se diseñaron unas agujas de fibra de vidrio que se insertaron en los tobillos y en una de las rodillas para reforzar la estructura, complementándose con la elaboración de un adhesivo, más flexible que los conocidos hasta entonces, para unir con paciencia, y utilizando sofisticados útiles, la multitud de fragmentos que previamente habían sido escaneados informáticamente y estudiados con detalle.

El proceso, en el que junto a restauradores de arte intervinieron científicos, ingenieros e informáticos, terminaba el 1 de abril de 2013 con la colocación de la cabeza después de haber rellenado las diminutas carencias de material ajustándolas al aspecto del mármol, de modo que las cicatrices del accidente, aunque son perceptibles si se observa con detalle, prácticamente pasan desapercibidas.

La obra recuperada fue presentada en el Metropolitan Museum con una exposición monográfica en la que se mostró el largo proceso de recuperación, inaugurando al tiempo una nueva galería dedicada a la escultura veneciana. Para encuadrar la escultura se ha diseñado una sala con la forma de un cubo perfecto, basada en los ideales de la proporción áurea del Renacimiento, reservando para Adán un nicho que recuerda su disposición en el sepulcro original de Andrea Vendramin. En este espacio de remanso también se han colocado otras obras venecianas, como la recientemente adquirida Santa Catalina de Alejandría de Cristoforo Solari.   


Informe: J. M. Travieso.













 
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