El 25 de enero de 1571 Teresa de Jesús, atendiendo
la petición del contador del duque de Alba y de su esposa, realizaba la octava
de sus fundaciones de carmelitas descalzas, que bajo la advocación de Nuestra
Señora de la Anunciación quedó asentada en Alba de Tormes. Casi once años
después, la santa andariega regresaba a este convento con muy poca salud y en
una de sus celdas murió el 4 de octubre de 1582, convirtiéndose la iglesia en
su lugar de enterramiento. Desde entonces el monasterio se transformaría en un centro
de referencia devocional teresiana, conociendo una serie de transformaciones y
ampliaciones a través del tiempo que han llegado a nuestros días, pues para
exponer con la mayor dignidad el impresionante patrimonio histórico-artístico conventual
acumulado durante siglos, se ha llevado a cabo una ampliación del Museo
Carmelitano, obra del arquitecto Jesús Gascón Bernal, que fue inaugurada en
junio de 2014 como paso previo a la conmemoración en todo el ámbito nacional
del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa.
Camarín bajo |
Bajo la titulación de Carmus, el Museo recoge más de 800 piezas, en su gran mayoría de
extraordinaria calidad, que en otros tiempos estuvieron diseminadas por las
dependencias de la clausura, entre las que se encuentran pinturas, esculturas, muebles,
cerámicas, objetos domésticos de uso conventual, ornamentos litúrgicos,
estandartes, obras de orfebrería, marfiles, relicarios, libros y documentos,
etc., a lo que se suman algunas de las dependencias originales del convento con
su propia decoración, incluyendo el sepulcro y las reliquias de la santa, así
como la iglesia que siempre fue destino de peregrinación. El nuevo espacio
cuenta con una moderna recepción en la que también se asienta la tienda del
museo. El resultado es un importante complejo museístico lleno de alicientes
para lo que podemos denominar "turismo religioso" que acrecienta el
interés del impresionante conjunto monumental de Alba de Tormes.
A continuación citaremos algunos de los espacios
más destacados del recorrido de Carmus,
en los que se pueden contemplar las obras más sobresalientes y pintorescas.
Detalle del Camarín bajo |
LOS CAMARINES DE LA IGLESIA
Tras la muerte de Santa Teresa, la iglesia, que en
principio estaba destinada a ser panteón de los fundadores, se convirtió en el
espacio de veneración de su sepulcro. Para darlo mayor realce, entre 1670 y
1678 se amplió el templo con un crucero con cúpula, un coro para las monjas,
una espaciosa sacristía y un nuevo presbiterio que incluía al fondo dos
capillas superpuestas en forma de camarín. Las obras fueron patrocinadas por
los reyes Felipe IV y María de Austria y proyectadas por el arquitecto
carmelita fray Juan de San José.
Al término de las obras se instaló un nuevo retablo
concebido como un gran relicario, pues en la parte baja dos puertas laterales
permitían acceder a los relicarios del brazo y el corazón de la santa, mientras
que en la parte central del único cuerpo del retablo, en una gran hornacina
calada a modo de transparente, fue colocado el venerado sepulcro.
Niño Jesús montañesino del siglo XVII, en el Camarín bajo |
En la visita al Museo, desde 2012 se pueden visitar
los dos camarines superpuestos y sus correspondientes antecamarines, que están comunicados
por la llamada Escalera del Duque,
accediendo a estos interesantes espacios antaño reservados para la clausura. En
ellos se ha conservado la decoración original, que se acompaña de notables
obras de pintura y escultura que mantienen el espíritu conventual teresiano, un
peculiar ambiente hasta hace pocos años inaccesible a los visitantes.
ANTECAMARÍN BAJO
En este espacio aparece expuesto un relicario con
los restos de San Fidel, una pintura de la Virgen
de Belén y un magnífico Crucifijo
de marfil, posiblemente realizado por el boloñés Alessandro Algardi hacia 1630.
CAMARÍN BAJO
Esta sala, que antaño estuvo comunicada con el
presbiterio por dos puertas en las que se exponían las reliquias de Santa
Teresa, es uno de los espacios más atractivos del Museo por mantener intacto el
ambiente devocional carmelitano, con las bóvedas barrocas pintadas y numerosas
obras de pintura y escultura que se fueron acumulando a lo largo de los siglos
XVII y XVIII.
Canonización de Santa Teresa, escalera del Duque |
En los lunetos de la bóveda se superpone una
colección de lienzos que copian originales de Murillo. Representan los temas de
la Anunciación, la Visitación, la Sagrada Familia, la Adoración
de los Pastores, la Huida a Egipto,
la Presentación del Niño en el templo,
la Circuncisión y la Adoración de los Reyes.
A lo largo de los muros y dentro de un pequeño
retablo se encuentran hornacinas acristaladas, rematadas por el emblema
carmelitano, que contienen una importante Colección
de imágenes del Niño Jesús, una iconografía muy potenciada en los conventos
teresianos, en los siglos XVII y XVIII, que adquiría especial protagonismo en
las celebraciones conventuales de la Navidad. Los populares Niños, todos de
estética barroca, eran vestidos con distintas caracterizaciones por las propias
monjas, que también les adjudicaban nombres y apodos. Entre ellos destacan
algunos que siguen modelos montañesinos.
Interesante es la serie de pinturas barrocas al
óleo del siglo XVIII que representan a San
Juanito, el Buen Pastor, la Virgen de las Angustias, el Ecce Homo y el Ángel de la Guarda, así como las pequeñas pinturas sobre ágata del
siglo XVII con el Martirio de San Esteban
y el Martirio de San Lorenzo, la
tabla de San Jerónimo y la Virgen con el Niño pintada sobre
cobre.
Camarín alto, sepulcro de Santa Teresa, 1760 |
ESCALERA DEL DUQUE
Es esta escalera, en la que está colocado un
portacirios del siglo XVII, destaca la pintura de la Canonización de Santa Teresa en 1622, lienzo pintado en el siglo
XVII que refleja la ceremonia presidida por el papa Gregorio XV y su sobrino
Ludovico Ludovisi, cardenal y arzobispo de Bolonia, en la que fueron
canonizados junto a la santa abulense los españoles san Isidro Labrador, san
Ignacio de Loyola y san Francisco Javier, así como el italiano san Felipe Neri.
En la escena también aparecen representantes de la nobleza española y frailes
carmelitas, que portan el estandarte de la nueva santa, lo que convierte la
pintura en un interesante documento gráfico.
ANTECAMARÍN ALTO
Junto a esculturas que representan a Santa Teresa y
san Alberto de Trápani, primer santo de la Orden, es interesante el Título de Doctor Honoris Causa que fue
concedido a la Santa por la Universidad de Salamanca en 1922, un artístico
pergamino iluminado por Gabriel Ochoa que aparece firmado por el rey Alfonso
XIII, el Presidente del Gobierno Sánchez Guerra y el rector Luis Maldonado.
Escritorio napolitano, Camarín alto |
CAMARÍN ALTO
Repite el esquema del camarín bajo, con un espacio
principal reservado al Sepulcro de Santa
Teresa, junto al que se han dispuesto los relicarios del brazo y del
corazón, visibles en alto desde la nave de la iglesia. Desde el camarín, el
sepulcro queda encerrado tras unas puertas coronadas por el escudo ducal de los
Alba. La sala aparece decorada con pinturas barrocas al fresco que muestran un
variado repertorio vegetal entre el que se distribuye toda la simbología
teresiana y distintos anagramas carmelitanos.
Sobre las paredes están colocadas grandes pinturas
al óleo realizadas por pintores que en el último tercio del siglo XVII estaban
activos en Valladolid y Salamanca, como Diego
Diez Ferreras, Lorenzo Aguilar o Simón Petti. Todas ellas representan escenas
protagonizadas por la santa, como la Aparición
de Cristo resucitado a Santa Teresa, la Imposición
del collar a la santa por la Virgen y San José, Cristo entregando un clavo a la santa, Santa Teresa con San Agustín y la Transverberación, en la que aparecen retratados los fundadores del
monasterio.
El programa pictórico se continúa en los lunetos de
la bóveda, con pinturas de gran formato donde se representan escenas de la
infancia de Santa Teresa en la pintura La niña Teresa jugando a hacer ermitas en el
huerto de su casa; su entrada en el monasterio de la Encarnación recibida por
tres monjas y la huida a tierra de moros para sufrir martirio y La muerte de Santa Teresa, obra
realizada en 1687 por Juan Simón Gutiérrez, pintor seguidor de Murillo.
Abraham Willemsem, Transverberación, Sala de cobres |
Muy interesantes son dos escritorios napolitanos —stipi— decorados con cristales pintados
por Vittore Billa con alegorías de las artes y las ciencias, aunque la obra
principal es el Sepulcro de Santa Teresa,
colocado entre dos rejas, una orientada a la iglesia y otra al camarín. Allí
fue colocado en 1677, aunque en 1760 la primitiva urna se sustituyó por otra de
mármol negro con adornos dorados de bronce y coronada por dos angelitos de
mármol blanco que recuerdan la transverberación, obra donada al monasterio por
el rey Fernando VI y Bárbara de Braganza. A los lados se exponen el Relicario del brazo de Santa Teresa,
separado del cuerpo en 1585 para perpetuar su presencia en Alba cuando el
cuerpo fue enviado a Ávila, y el Relicario
del corazón de la Santa, extraído en 1591 para ser examinado por doctores
de la Universidad de Salamanca.
SALAS DE COBRES
En dos salas se expone una valiosa selección de
pinturas sobre cobre y sobre piedra (mármol y ágata), una modalidad aparecida
en Italia en la segunda mitad del XVI, generalizada en el XVII en los Países
Bajos y muy difundidas en España e Hispanoamérica. En la primera sala destaca
una Anunciación del círculo de Luca
Giordano y una serie de piezas devocionales del siglo XVIII que representan a San Miguel, el Ecce Homo, Cristo mostrado a
los judíos, el Buen Pastor, la Inmaculada, San Antonio de Padua, San
Juan Evangelista y el Ángel de la
guarda. Notable es la llamada Virgen
de Cracovia, pintada sobre ágata en el siglo XVI.
Nuevas salas, pinturas de Charles J, Flipart, 1753 |
Otra importante colección de pinturas sobre cobre,
del siglo XVII, se exponen en la segunda sala. De idéntico formato, están
firmadas por el pintor Abraham Willemsem (Amberes 1610-1672) y representan la Circuncisión, la Huida a Egipto, Paisaje con
la Sagrada Familia, Las dos
Trinidades, Paisaje con la Virgen y
el Niño, San Juanito, Santa Isabel, Cristo y la Samaritana, la Cena
en casa del fariseo, la Magdalena
penitente, San Sebastián curado por
los ángeles y la Transverberación de Santa Teresa.
NUEVAS SALAS
Con un concepto museístico muy actual, en estas
amplias salas se agrupan grandes vitrinas centrales que contienen estandartes, esculturas
y objetos de culto, junto a otras más discretas acopladas a los muros con
marfiles, así como pinturas de gran formato cubriendo las paredes.
Entre los estandartes más sobresalientes están el Estandarte de la Hermandad de Santa Teresa
de Alba, con el Triunfo de Santa Teresa pintado al óleo en un medallón
elíptico; el Estandarte de la provincia
carmelitana de Aquitania y el Estandarte
de la provincia de Avignon, ambos realizados en 1882 para el centenario de
la muerte de la santa; el Estandarte de
Kensington, obra inglesa con forma de escudo en cuyo medallón se representa
la Imposición del escapulario a san Simón Stock.
Pedro de Mena. Escaparate de la Dolorosa, h. 1675 |
En este ámbito, dentro y fuera de las vitrinas, se
exponen esculturas entre las que destacan varias imágenes del Niño Jesús, una
de ellas de marfil, venciendo un dragón, y dos en cera: el Doctorcito, sentado en un trono, y el Niño Jesús de Praga. Junto a ellas se hallan una Virgen del Carmen y un San José del escultor Juan de Ávila, un San José con el Niño de escuela
granadina, dos Nacimientos y dos Bustos relicarios de santas del siglo
XVI. Pintorescos son el Atril con
Santa Teresa pintada sobre nácar y una arqueta con incrustaciones, ambas piezas
pertenecientes al arte namban japonés.
Sin duda la mejor obra escultórica es la imagen de
la Dolorosa realizada por Pedro de
Mena hacia 1675, uno de los mejores ejemplares del escultor que incluye junto
al busto el sudario con la corona de espinas y los clavos. Se conserva dentro
de la vitrina escaparate que en otro tiempo estuvo colocada en el Camarín alto.
Dentro de otra gran vitrina se encuentra la imagen
de Jesús Nazareno, imagen de vestir
tallada por Paulino Ceballos y policromada por Juan de Ganuza, que fue donada
por el papa León XIII en 1889. También es destacable la Virgen de Trapani, labrada en alabastro siguiendo el modelo de Nino
Pisano para la iglesia carmelita de l'Annunziata.
Especial interés tienen dos vitrinas que contienen
exquisitos trabajos filipinos e indo-lusitanos en marfil. En una de ellas se
expone una colección de representaciones del Buen Pastor, con la característica iconografía del Niño Jesús
dormido sobre un montículo en el que pastan las ovejas, con cuevas, fuentes y
vegetales y la figura de Dios Padre en la parte superior. En otra aparecen dos
pequeños altares dedicados a san
Francisco y san Ignacio, dos Calvarios
en miniatura, cartuchos devocionales e imágenes de San Juan Bautista y cuatro santos
franciscanos.
Detalle del Buen Pastor, marfil indo-lusitano |
Entre las grandes pinturas figuran las representaciones
de San Francisco de Paula y San Fernando, pintadas en 1753 por Charles
Joseph Flipart, un pintor parisino de formación veneciana que se instaló en
Madrid como pintor de la corte. Junto a ellas está la pintura de Cristo asistido por ángeles, buena copia
del original de Guido Reni que se guarda en el
castillo de Schleissheim, cerca de Múnich.
SALA DEL TRABAJO CONVENTUAL
Ocupa la antigua capilla de San José, lo que
explica la presencia del pequeño retablo que preside la sala, en la que se
aglutinan objetos y enseres antaño utilizados en la vida cotidiana de la
clausura. Allí aparecen devanaderas, ruecas de hilar, una abundante colección
de tijeras despabiladeras, campanillas flamencas, una colección planchas de
hierro fundido, braseros de mano, chocolateras, almireces, etc. No falta una
colección de piezas cerámicas para todo tipo de usos, muchas elaboradas en los
seculares alfares de Alba de Tormes, que recuerdan la expresión de Santa Teresa
"entre los pucheros anda el Señor",
así como una variada muestra de loza utilitaria.
Sala del trabajo conventual |
Dentro de una vitrina colocada sobre el altar
aparece una curiosa imagen del Niño Jesús
dormido sobre dos cojines que fue
realizada hacia 1600.
SALA DE ORFEBRERÍA
En esta sala se reúne una impresionante colección
de virtuosas piezas suntuarias atesoradas a lo largo de los siglos, en su gran
mayoría realizadas en metales preciosos y donadas por papas, reyes, nobles,
clérigos y fieles de toda condición.
Algunas son piezas llegadas desde finales del XVI
hasta el XIX a través de la ruta del Galeón de Manila, que con origen en la
ciudad filipina recorría Acapulco y Veracruz hasta llegar a Sevilla. Ello
explica la presencia de obras chinas, indo-lusitanas e hispanoamericanas, sin que falten bellas
muestras de los talleres coraleros de Trapani y otras realizadas en París,
Madrid y Salamanca.
Una obra excepcional es la escultura de San Miguel que preside la sala, en
bronce dorado y atribuida al gran escultor Alessandro Algardi. Espectacular es el Frontal de altar de plata, obra cincelada por Francisco Villarroel
en 1734. Por las vitrinas que rodean la sala se distribuye un ingente número de
cruces, candelabros, sacras, bandejas, relicarios, custodias, cálices, copones,
incensarios, hostiarios, campanillas, etc. Asimismo, en una vitrina colocada en
el centro se expone una selección de joyas.
Sala de orfebrería |
La pieza más exótica es un pintoresco escaparate de
principios del siglo XVIII, denominado "La alhaja", que debió ser realizado en algún taller de
Trapani. Con un relieve central en marfil, que representa la Anunciación, se
ornamenta con delicados trabajos vegetales labrados en coral, carey y nácar,
con aplicaciones de plata y bronce, que crean un abigarrado universo decorativo
de gusto tardobarroco.
SALA DE ORNAMENTOS LITÚRGICOS
Junto a la sala de orfebrería se ha habilitado otra
repleta de vitrinas en las que se expone una rica colección de ornamentos
textiles utilizados con fines litúrgicos, entre ellos casullas, capas pluviales
y dalmáticas, que se complementan con estolas, manípulos, paños de cáliz,
guadamecíes, etc. Las piezas más importantes fueron bordadas en México y otras
por las propias monjas teresianas.
Sobre la vitrinas aparece una colección de
relicarios conventuales que adoptan la forma de escaparates unificados en su estética.
Detalle de "La alhaja", escaparate de Trapani, principios del XVIII |
PINACOTECA
Situada en el cuarto piso, presenta pintorescas
obras de mobiliario, una selección de esculturas y una importante colección de
pinturas. Destaca un Escritorio con
tapa abatible decorado con exquisitos trabajos de taraceas que representan
escenas de caza y perspectivas arquitectónicas. Fue realizado hacia 1565
seguramente en el círculo de Bartolomé Weisshaupt cuando trabajaba para El
Escorial.
Entre las pinturas merecen una mención especial el Tríptico de la Virgen de la Paz, con
tablas flamencas del XVI que representan a la Virgen con el Niño, la Adoración
de los pastores y la Huída a Egipto; Jesús
con la cruz a cuestas, pintura leonardesca firmada en 1537 por Palmezzano;
la Virgen con el Niño de mediados del
siglo XVI, obra de Luis de Morales; la Asunción
firmada por fray Lorenzo de San Ignacio y fechada en 1674; el Paroxismo de Santa Teresa, pintada en
1735 por Juan García Miranda; Cristo
vencedor de la muerte, de Sebastián Herrera Barnuevo y el Niño Jesús como buen pastor, de autor anónimo
del siglo XVIII.
Pinacoteca, Tríptico flamenco de la Virgen de la Paz, s. XVI |
Entre la pequeña selección escultórica destacaremos
un bello Niño Jesús de Malinas, así
como la presencia del célebre Estandarte
de la Canonización de Santa Teresa en 1622, que fue pintado en Italia y
meticulosamente restaurado por el Centro de Conservación y Restauración de
Bienes Culturales de Castilla y León. Está realizado en seda carmesí sobre la
que aparece pintada al óleo la efigie de la santa en el anverso, siguiendo el
famoso retrato de fray Juan de la Miseria, y el escudo de la Casa de Alba en el
reverso, con más interés histórico que artístico.
La visita se completa con la entrada a la iglesia
del monasterio, desde la que se accede a la sala-capilla en que se produjo la
muerte de Santa Teresa, en cuyo recinto se exponen numerosos objetos personales
relacionados a la santa.
Pinacoteca, Luis de Morales, Virgen con el Niño, mediados XVI |
HORARIOS DE VISITA
De lunes a jueves: de 11 a 13 y de 16 a 18 h.
De viernes a domingo: de 11 a 13 y de 16 a 18:30 h.
Información de horarios con motivo de la exposición de Las Edades del
Hombre: pulsar aquí
PRECIOS
Entrada individual con audioguía: 3 €.
Entrada grupos (más de 10 personas) con audioguía: 2 € por persona.
Precio entrada grupos con audioguía individual (más de 10 personas) 2
€ por persona.
Precio visitas guiadas:
a) Grupos con su propio guía. Deben disponer de un propio sistema de
guiado o alquilar el sistema en el Museo al precio de 1 € por visitante en
visitas de 45 minutos. El importe del alquiler se abona en la recepción. El
alquiler está sujeto a la disponibilidad de equipos.
Estandarte de la Canonización de Santa Teresa, 1622 |
b) Grupos que soliciten la visita guiada por personal del Museo.
Tendrá un coste adicional de 1 € por persona, que se abona en la recepción. La
realización de la visita guiada por el personal del museo está sujeta a
disponibilidad y no podrá confirmarse hasta la llegada del grupo.
Aspecto de la Pinacoteca |
Fachada de la iglesia de la Anunciación, Alba de Tormes |
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