10 de noviembre de 2015

Reportaje: Crónica breve de un recorrido por Cuba en octubre 2015

Santiago de Cuba
Entre los días 6 y 20 de Octubre de 2015 un grupo de gente predispuesta a sacar el máximo partido a una experiencia que se nos ofrecía prometedora salimos de Barajas camino de Santiago de Cuba, donde, a la primera impresión física del calor del Trópico se fueron añadiendo las sensaciones que producían su rica arquitectura colonial, el calor y la alegría de su gente, y la presencia de la épica de la revolución castrista, omnipresente en multitud de frases, eslóganes cargados de mensajes políticos animando a la lucha y la resistencia o evocaciones del Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Fidel, y por supuesto, el venerado José Martí.

Ya en Santiago tuvimos el primer encuentro con el son cubano, acompañado de chachachá, mambo o bolero, en la Casa de la Trova, una institución fundamental en todas las ciudades principales que ofrece lo mejor del repertorio musical de la isla.

La catedral, el Museo Bacardí, el palacio de Velázquez, fundador de la ciudad fueron elementos destacados de la visita a Santiago, junto al castillo, a cuya vera almorzamos con una visión extraordinaria sobre la costa y el mar inmenso.

Baracoa. Cruz de la Parra
De Santiago, atravesando el hermoso y verde  campo cubano, dominado por la palmera real, árbol nacional junto con la ceiba, divisamos desde lejos la base de Guantánamo, un bocado asestado a la integridad geográfica del país, para, entre montañas donde  asoma el mar a retazos, dirigirnos a Baracoa, primera fundación castellana en la isla, donde muestran orgullosos el punto que la tradición señala lugar de desembarco de Colón y la cruz de Parra, la única conservada de las que el Almirante implantó en América.

La subida a Sierra Maestra, y concretamente al paraje de la Gran Piedra, tuvo el encanto del paisaje frondoso y agreste, la evocación de la guerrilla emboscada en ella, la presencia de plantas y flores exóticas, y la visita de una factoría antigua de café donde malvivían los esclavos haitianos que mantenían las instalaciones.

Como una concesión al descanso, la estancia en el complejo playero de Guardalavaca permitió cierto relax, en que pudimos alternar las instalaciones “todo incluido” con los turistas mayoritariamente canadienses que lo frecuentaban. Algunos aprovechamos para hacer una escapada a la ciudad costera y desconocida de Gibara, con algunos edificios interesantes.

Baracoa
Acompañados siempre por nuestra excelente guía, Cristina, y el siempre jovial y dispuesto conductor, Wilson, vamos conociendo paulatinamente las ciudades más representativas de la isla en una auténtica y documentada inmersión en el paisaje, la historia, el paisanaje,  y el día a día del país.

Así visitamos Holguín, con sus tres céntricas y animadas plazas de llamativos edificios coloniales; Camagüey, patria del poeta Nicolás Guillén, con un notable casco histórico bien conservado declarado Patrimonio de la Humanidad, si bien la lluvia nos truncó el paseo nocturno que preveíamos. Sorprendía agradablemente constatar la huella española en algunos  edificios del siglo XIX que ostentan aún el escudo real en sus fachadas.

Particularmente emocionante  fue visitar en Santa Clara el monumento al Che, y el sencillo panteón en que reposan sus restos junto a los demás guerrilleros que le acompañaban en Bolivia en lo que sería su última batalla, todo ello ilustrado en el museo adjunto lleno de testimonios gráficos, objetos personales del guerrillero más emblemático de la revolución cubana. También el monumento al tren blindado capturado por el Che en un momento decisivo de la guerra evoca su paso por esta ciudad. Sancti Spiritus, conserva bonitos edificios restaurados y una iglesia de notable sabor barroco.

Camagüey
Trinidad es una ciudad colonial que mantiene un conjunto muy bien conservado, también Patrimonio Mundial, cuyas calles empedradas y ventanas enrejadas parecen recordar otras andaluzas. Es muy agradable perderse por sus calles, como repetimos a la noche, con un ambiente más calmado que realzaba la hermosura del conjunto. En el cercano Valle de los Ingenios, el de Iznaga permite visualizar el injusto sistema de producción azucarero basado en la mano de obra esclavista.

De camino hacia La Habana parada en Cienfuegos, ciudad animada, con un aire distinto al resto,  con un cierto toque francés y magníficos edificios rodeando principalmente el Parque José Martí. También, para que no faltase de nada en el itinerario, paseo en lancha en Guamá por el Lago del tesoro, aldea taina y la reserva de cocodrilos.

Y por fin La Habana, en toda su enorme variedad, con zonas bien restauradas, como las plazas de Armas, San Francisco o la Plaza Nueva, junto a otras más degradas de la ciudad vieja, como la Calle de San Ignacio,  con excelentes casas españolas que esperan una restauración urgente.

Santa Clara. Monumento al Che Guevara
El casco de La Habana se define según zonas, por las poderosas fortalezas españolas de los siglos XVI al XVIII que defendían la bahía: el Morro, la Cabaña, el castillo de la Fuerza; las iglesias y monasterios a la sombra de la catedral de San Cristóbal; los palacios y casonas; las animadas calles, como la de Obispo; comercios tradicionales, como la farmacia Taquechel;  los bares y tabernas (las más famosas La Tabernita del Medio y el Floridita); el elegante y evocador Paseo del Prado;  el malecón donde rompe el mar con fuerza cuando está agitado, lugar  favorito de paseo y de plática de la gente habanera; las plazas de potentes edificios de principios del siglo XX que recuerdan el Madrid del entorno de la Gran Vía; los museos, empezando por el de la Revolución que refleja el arranque de la Cuba de hoy;  los grandes hoteles de la zona del Vedado  -Nacional, Capri, el nuestro, Habana Libre-, alojamiento este último de los guerrilleros tras su llegada a La Habana; los encantadores  chalets ajardinados de la zona de Miramar o Siboney.

Particularmente sorprendente es la abundancia de extraordinarios autos americanos de los años 50, de llamativas carrocerías, que se mantienen en funcionamiento gracias al ingenio de los cubanos y su capacidad de inventar. Todo ello hace de La Habana, y de toda Cuba, un verdadero museo vivo de automóviles antiguos.

Trinidad
La Habana es todo un mundo por descubrir y disfrutar, como hicieron los compañeros que se acercaron al Tropicana para vivir una experiencia sólo posible allí.

Avanzando más hacia el Oeste, en nuestro propósito de peinar la isla a lo largo, recorremos el valle de Viñales, un paisaje extraordinariamente verde y montuoso, con sus formas caprichosas de relieve, con visita espeleológica en barca a la Cueva del Indio.

El recorrido previsto se ha cumplido en un apretado programa en que ha habido de todo: un calor notable, lluvia a ratos tempestuosa, buena comida que nos acercaba también a la cultura tradicional del país, trato con una gente cordial y respetuosa, llena de dignidad. En definitiva, una inmersión histórica y cultural en un país con el que tenemos tantas cosas en común, y un vínculo humano que es fácil reanudar a poco que se converse con su gente, que se merece el que les vaya bien tras estos años de esfuerzo.

La Habana
En el avión, los más rumbosos vienen cargados con maracas, guayaberas y otras vestimentas, cajas de los mejores puros, botellas de ron, blanco y añejo, a las que es difícil resistirse después de visitar el Museo Habana Club. Todo ello les permitirá sin duda prorrogar un tiempo más, ya en Valladolid, el recuerdo de este encantador viaje cubano.

Unas pinceladas éstas demasiado pobres sin duda para la riqueza de conocimientos y el cúmulo de sensaciones que nos ha aportado este viaje, realizado en un momento muy oportuno, mientras aún se vive en la isla el régimen nacido de la Revolución, y antes de que los cambios que previsiblemente se impondrán en el próximo futuro desdibujen la auténtica Cuba de estos últimos 56 años. Sin duda que estar allí en este momento ha sido todo un privilegio.

Texto: Jorge Juan Fernández


Trinidad

Imágenes para el recuerdo.















La Habana














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