SANTA ANA,
LA VIRGEN Y EL NIÑO
O SANTA ANA TRIPLE
Anónimo.
Taller castellano, seguramente burgalés
Entre 1501 y
1525
Madera
policromada
Museo
Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura gótica
española. Estilo hispanoflamenco
El afán catequético de la Iglesia medieval por
desentrañar el misterio del árbol genealógico de Cristo, dio lugar a que desde
la Alta Edad Media comenzaran a proliferar por centroeuropa representaciones
artísticas de la denominada "Santa
Parentela" o reunión de los familiares más directos de la Virgen y
Jesús, que los artistas representaron con libertad. Hoy aquella iconografía
puede resultarnos chocante y poco habitual, pero lo cierto es que, basándose tanto
en los evangelios apócrifos como en extendidas leyendas piadosas, abundan las representaciones pictóricas y escultóricas que muestran a la Virgen con su
madre y hermanas, cada una de ellas con sus infantes descendientes.
Durante la vigencia del estilo gótico, un tema
devocional y artístico relacionado con la devoción y el arte, que respondía a
las mismas intenciones, fueron las representaciones plásticas del Árbol de Jesé, cuyas ramificaciones
pretendían aclarar los orígenes bíblicos de Cristo. Paralelamente, con el deseo
de extender la devoción mariana, comenzaron a proliferar en el norte de
Alemania y en los Países Bajos pinturas y esculturas con representaciones
ilustrativas de la Santa Parentela, a
pesar de que, como tal devoción, nunca fue considerada como festividad o
celebración eclesiástica. En ellas siempre aparecen con un papel destacado las
figuras de Santa Ana, la Virgen y el Niño, que con el paso del tiempo llegarían
a conformar una tipología propia que denominamos Santa Ana Triple, con las tres figuras jerarquizadas y superpuestas.
Santa Parentela. Anónimo, s. XIII Iglesia de San Juan Bautista, Chavanat (Francia) |
LAS REPRESENTACIONES DE LA SANTA PARENTELA
En la proliferación en occidente de las imágenes de
la Santa Parentela fue decisiva en el
siglo XV la divulgación de las visiones sobre Santa Ana llevada a cabo por Santa
Coleta de Corbie, abadesa, reformadora de la Orden de Santa Clara y fundadora
de diecisiete monasterios femeninos, el último en Gante, ciudad donde murió en
1447. Esta clarisa afirmó haber tenido revelaciones sobre tres sucesivos
matrimonios contraídos por Santa Ana: el primero con San Joaquín, del que
nacería la Virgen María; el segundo con San Cleofás (hermano de San Joaquín),
con el que tuvo una hija: Santa María Cleofás; el tercero con Solas, cuyo fruto
fue Santa María Salomé.
A su vez, de los matrimonios contraídos por las
tres hermanastras nacerían hasta siete infantes. Del matrimonio de la Virgen
María con San José nació Jesús; del matrimonio de Santa María Cleofás con Alfeo
nacieron Santiago el Menor, San Judas Tadeo, San José el Justo y San Simón de
Jerusalén; finalmente, del matrimonio de Santa María Salomé con San Zebedeo
nacieron Santiago el Mayor y San Juan Evangelista. Los artistas se inspiraron
en estas narraciones para representar a Santa Ana con sus tres maridos, a sus
tres hijas con sus tres yernos y a sus siete nietos, aunque no faltaron
ocasiones en las que se añadieron al grupo a Santa Emerenciana y San Hortolano,
padres de Santa Ana, así como a Santa Isabel (hija de Jacob, hermano de San
Joaquín) y su esposo San Zacarías, de los que nació San Juan Bautista.
Santa Parentela. Anónimo, s. XV Iglesia de Nôtre Dame la Grande, Poitiers (Francia) |
Aunque son numerosas las representaciones de la
Santa Parentela, nos limitaremos a recordar algunas obras de notable calidad,
como el grupo de piedra policromada del siglo XIII que se conserva en la
iglesia de San Juan Bautista de Chavanat (Francia) y el grupo del siglo XV de
la iglesia de Nôtre Dame la Grande de Poitiers (Francia), ambos con la
representación de Santa Ana, sus hijas y descendientes en un mismo bloque de piedra.
Original es la representación por separado de Santa Ana, la Virgen, María
Cleofás y María Salomé con sus descendientes en la serie del siglo XV que se
guarda en la capilla del Castillo de Montriou (Francia) y de una calidad
excepcional la bella representación de María Cleofás con sus dos hijos en la portada de la
Colegiata de Saint-Vulfran en Abbeville (Francia), obra del siglo XV en estilo
gótico florido.
Igualmente, son expresivas las pinturas del tríptico pintado
por Lucas Cranach en 1509, conservado en el Instituto Städel de Francfort, que
muestra a Santa Ana con sus maridos, hijas y nietos, y la pintura de la Santa Parentela, realizada por Jan
Baegert en 1530, que se guarda en el Museum für Kunst und Kulturgeschichte de Dortmund
(Alemania), donde se muestra con gusto flamenco a todo el elenco familiar.
Santa Ana con la Virgen; María con Jesús; María Cleofás con sus dos hijos; María Salomé con sus cuatro hijos. S. XV, Castillo de Montriou (Francia) |
De todos modos, es conveniente recordar que esta
leyenda piadosa, sin soporte convincente, nunca fue apoyada por las autoridades
eclesiásticas. Sería en el capítulo sobre el tratamiento de las imágenes
debatido en el Concilio de Trento donde aquellas narraciones, consideradas
estrafalarias, fueron condenadas y sus representaciones prohibidas, centrando
el interés en la exaltación de la Virgen como respuesta a los ataques
protestantes.
SANTA ANA TRIPLE
Aquellas representaciones de la Santa Parentela se simplificaron para
mostrar solamente a Santa Ana, la Virgen y el Niño bajo la modalidad que hoy
conocemos como Santa Ana Triple, una
iconografía que desde el siglo XIV llegó a España y tuvo gran expansión en las
décadas finales del siglo XV y principios del XVI, coincidiendo con la gran
eclosión de la escultura por todo el territorio nacional, en unos casos
elaboradas por artistas nórdicos llegados a Castilla y en otras por artistas
locales que interpretaron el modelo bajo un código hispanoflamenco,
caracterizado por la búsqueda de formas más naturalistas y cierta carga
sentimental.
Un buen ejemplo es el elegante y delicado grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño que se
expone en la sección de arte medieval del Museo Nacional de Escultura de
Valladolid, un grupo de procedencia palentina que fue adquirido por el Estado
en 1968. La obra se encuadra en los esquemas formales del arte flamenco, que
alcanzó cotas de estimable calidad en el entorno burgalés durante el reinado de
los Reyes Católicos, con la figura de Gil de Siloé a la cabeza. A pesar de
todo, en este tipo de esculturas es muy difícil determinar si se trata de obras
importadas o si fueron realizadas en España por alguno de los maestros llegados
desde los Países Bajos, aunque J. I. Hernández Redondo1 opina que
seguramente fue tallada en Castilla siguiendo esquemas hispano-flamencos,
basando su tesis en el tipo de estofados de la policromía, de corte renacentista y común a muchas esculturas
palentinas policromadas en torno a 1525.
El escultor ha plasmado, en un mismo bloque y
superponiendo unas figuras a otras, tres generaciones representadas por Santa
Ana, la Virgen y el Niño, con las tres figuras sedentes, de modo que Santa Ana
se convierte en el trono de la Virgen y ésta, a su vez, en el del Niño, al
tiempo que guardan un orden jerarquizado de tamaños como reminiscencia
medieval. La escena adquiere un carácter intimista y familiar al ser la abuela
la que ofrece al nieto, ante la hierática complacencia de su madre, una piña
cuyo significado, según el simbolismo tradicional de las viejas culturas, hace
referencia al hecho de la fecundación, la fertilidad y la inmortalidad (por
proceder de un árbol de hoja perenne), a lo que se suma otro significado
referido a la unidad de los personajes, que vienen a representar una Trinidad
terrestre como reflejo de la Trinidad celeste.
Santa Ana aparece sentada en un banco en posición
frontal con gesto melancólico y ensimismado, con una toca que le llega al pecho
y deja al descubierto el rostro, y la cabeza cubierta por el manto a modo de viuda.
Sobre su rodilla izquierda reposa un libro abierto —referencia a las Sagradas
Escrituras— y sobre la derecha la figura de la Virgen colocada de perfil, a la
que rodea con su brazo por la espalda con gesto protector. Esta luce atributos
de reina, con ricas vestiduras compuestas por camisa, una saya y un manto, corona
sobre los rubios y largos cabellos, mientras que con gesto congelado se limita
a sujetar con las dos manos la figura del Niño. En realidad su figura se
convierte en el epicentro de la composición, pues de forma un tanto velada lo
que se intenta exaltar es su Inmaculada Concepción. Por su parte, el pequeño
infante, manteniendo el mismo hieratismo, aparece más airoso al colocar sus
piernas a distintos niveles y levantar el brazo izquierdo para tocar la piña
que se le ofrece. A pesar de su desnudez queda definida su condición de rey o
emperador por el medallón que luce sobre el pecho.
En los rostros se aprecia un afán de idealización,
lo que unido a las estilizadas manos de dedos alargados, al minucioso tallado
de los cabellos y a la languidez gestual hace presuponer que su autor conocía
los modelos flamencos y centroeuropeos llegados a España y que hicieron furor
en los inicios del siglo XVI. Asimismo, todo el grupo está aderezado con pequeños
elementos tallados con minuciosidad que se contrapone a la ausencia de
naturalismo de las figuras, como la corona de la Virgen, el medallón del Niño y
el libro y la piña que sujeta Santa Ana, así como el pormenorizado trabajo de
los cabellos y el trazado de las vestiduras, que en su caída forma abundantes
pliegues de aristas afiladas.
El grupo está rematado con una policromía de tipo
renacentista que combina encarnaciones mates y esquemáticas con ricos estofados
en las cenefas que recorren los mantos a base de motivos vegetales sobre fondos
blancos y azules, prevaleciendo el oro sobre la mayor parte de las superficies,
todo ello de acuerdo a los patrones castellanos seguidos en las dos primeras
décadas del siglo XVI. El presentar un tallado plano en su parte trasera y la
falta de policromía en ella hacen presuponer que el grupo fue concebido para
ser colocado en la hornacina de un retablo.
Este modelo de Santa
Ana Triple, tanto con las figuras sedentes como de pie, tuvo mucha
aceptación en Castilla en los albores del siglo XVI, según se desprende de los
modelos conservados en museos e iglesias2, alcanzando su máximo
grado de exquisitez en el grupo escultórico que, tallado por Gil de Siloé,
preside el retablo de Santa Ana de la Capilla del Condestable de la catedral de
Burgos.
NOTAS
1 HERNÁNDEZ REDONDO, José Ignacio.
Santa Ana, la Virgen y el Niño. En: URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Museo Nacional
de Escultura I: El encanto medieval.
Valladolid, 2003, pp. 36-37.
2 ARA GIL, Clementina Julia. Escultura
gótica en Valladolid y su provincia. Institución Cultural Simancas,
Valladolid, 1977, pp. 398-399.
María Cleofás con sus dos hijos. Colegiata de Saint-Vulfran, Abbeville |
Santa Parentela. Lucas Cranach, 1509. Instituto Städel, Francfort |
Santa Parentela. Jan Baegert, 1530. Museum für Kunst und Kulturgeschichte, Dortmund |
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