ALTORRELIEVE
DE LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
Francisco de
la Maza (Meruelo, Cantabria, ? - Valladolid, 1585)
Hacia 1570
Madera
policromada
Museo
Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Escultura
renacentista tardomanierista. Escuela castellana
Tras la abdicación en 1556 de Carlos V en su hijo
Felipe II, la mentalidad de este monarca, proclive a un arte monumental basado
en las nuevas tendencias italianas, se impone en lo cultural y artístico dando
lugar a una peculiar estética que en el ámbito de Valladolid será duradera
hasta 1608, año en que mueren Francisco de Rincón y Pompeo Leoni, últimos
representantes de la escultura de este periodo que representan la fase final de
la escultura renacentista y la inmediata apertura a la senda del Barroco.
La recomendaciones trentinas para la interpretación del
dogma en el arte, de acuerdo a la ortodoxia católica, se generalizan en el
omnipresente arte religioso de Castilla, apareciendo la corriente romanista
implantada por Gaspar Becerra desde que en 1557 se asentara en Valladolid y lo
consolidara en el retablo mayor de la catedral de Astorga (1558-1584). Este movimiento
estilístico, así llamado por proceder de círculos romanos formados o inspirados
en Miguel Ángel, supuso la decantación hacia las figuras monumentales, dotadas
de fuerte musculatura, ceños fruncidos, barbas ensortijadas, etc., que nunca
alcanzaron el aliento, la expresividad y la psicología interior de los
personajes del momento anterior.
En este orden de cosas, aunque desaparece el
alargado canon berruguetesco, se mantienen las composiciones con escorzos
pronunciados y la tendencia a la curva y la contracurva, reforzando la
solemnidad de las figuras con el gesto retórico de los pliegues, expresados con
naturalidad y arrogancia, que envuelven a los personajes con pesados ropajes de
pliegues ampulosos. La técnica generalizada del altorrelieve en los retablos y
la implantación de cierto academicismo entre los artífices, se traduce en una
gran uniformidad estilística entre los escultores activos en el entorno de
Valladolid —Esteban Jordán, Juan de Anchieta, Francisco de la Maza, etc.—, lo
que dificulta la atribución de obras cuando no existe un apoyo documental.
Este es un problema que afecta sobremanera al
escultor Francisco de la Maza, según afirma Manuel Arias colaborador de Gaspar Becerra en el retablo de Astorga, del que la mayoría de las referencias
documentales conocidas son tangenciales a su obra y actividad, apareciendo con
cuentagotas noticias sobre el corpus de su obra que, no obstante, permiten
considerarle como uno de los escultores más destacados del panorama
vallisoletano de la segunda mitad del siglo XVI.
LA DIFUSA PERSONALIDAD DE FRANCISCO DE LA MAZA
Francisco de la Maza está considerado como el primer
escultor de origen cántabro que se instala en Valladolid, donde se conoce su
actividad desde 1556 hasta su muerte en 15851. A este respecto,
conviene recordar que, en la segunda mitad del siglo XVI, un grupo de
escultores de origen cántabro acudió a Valladolid para realizar su formación.
Allí cada uno de ellos se decantaría por seguir diferentes directrices,
llegando a constituir tres grupos de talleres cántabros bien diferenciados que
quedarían plenamente configurados en la primera mitad del siglo XVII y se
prolongarían durante el periodo barroco. La herencia de Alonso Berruguete sería
recogida en el taller de Cudeyo; la
estela de Juan de Juni caracterizaría al taller
de Siete Villas; finalmente la fusión de las herencias de Juan de Juni y
Juan de Anchieta definiría el taller de
Limpias2.
En este contexto se encuadra la personalidad de
Francisco de la Maza, nacido en fecha desconocida en el municipio de Meruelo,
perteneciente a la Junta de Siete Villas de Cantabria. Se traslada a
Valladolid, donde en torno a 1565 emprende su actividad profesional como decidido
seguidor de Juan de Juni y discípulo de Esteban Jordán. En la ciudad castellana
aparece casado con Juana Hernández de Munar, con la que tuvo dos hijos, Manuel
y Diego, a los que después se sumaría su hija Isabel, que fue bautizada en 1585
en la iglesia de San Andrés, ejerciendo como padrino el arquitecto Juan de
Nates, igualmente de origen cántabro.
Francisco de la Maza demostraría en Valladolid su
versatilidad para trabajar tanto en madera policromada —esculturas, relieves y
retablos— como en piedra —conjuntos sepulcrales—, así como en terracota y como decorador
de elementos arquitectónicos, llegando a alcanzar, junto a Esteban Jordán (h.
1530-1598) y Juan Bautista Beltrán (?-1569) un lugar destacado en la escultura
vallisoletana del último cuarto del siglo XVI.
La primera referencia documental a él referida se
trata de un contrato3, firmado con don Rodrigo Manuel en 1566, para
realizar en piedra de Navares cuatro esculturas, con formas de hombres y
mujeres que serían supervisadas por Juan de Juni, destinadas al jardín de la
casa que este personaje poseía en la calle Torrecilla de Valladolid, es decir,
una obra profana de tipo decorativo. Parrado del Olmo justifica la destreza en
la labra de este material en su origen santanderino.
Ya asentado en Valladolid, en 1568 consta su
relación con el escultor vasco Juan de Anchieta, igualmente seguidor de Juan de
Juni durante los más de cinco años que pasó formándose en Valladolid. Este da
un poder a Francisco de la Maza para cobrar una cédula de un vecino de León4.
Un año después aparece como testigo en la voluntad de Juan Bautista Beltrán.
Por entonces su actividad ya era constante como colaborador en retablos y
edificaciones.
En 1571 realiza dos escudos, uno con las armas de
Simancas y otro con las de Castilla y León, para el pedestal del retablo mayor
de la iglesia de El Salvador de Simancas, contratado en 1562 por Inocencio
Berruguete y Juan Bautista Beltrán. Ese mismo año y para la misma iglesia
concierta un excelente relieve del Llanto
sobre Cristo muerto destinado a la capilla que allí poseía don Pedro
Melgar. Es una de las mejores obras conocidas del escultor, tallada en madera
de pino y con una espléndida policromía5. Su iconografía está
relacionada con el relieve del mismo tema que aquí tratamos, realizado poco
antes, que se conserva en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid,
aunque aquella es una obra mucho más depurada.
Igualmente, en 1571 Francisco de la Maza contrataba
el Retablo mayor de la iglesia de la
Asunción de Villabáñez (Valladolid), trabajo que culminó en un año y que
constituye su obra maestra. Dotado de banco, dos cuerpos y ático, organizado en
tres calles y guardapolvo, muestra una arquitectura tendente al clasicismo.
Presidido por la potente y bella imagen de la Asunción, heredera del diseño romanista de Gaspar Becerra, en él
despliega un repertorio de cuatro grandes relieves con episodios de la infancia
y la Pasión de Cristo, entre los que se encuentran la Anunciación, el Nacimiento,
la Flagelación y el Camino del Calvario, mostrando en todas
las composiciones la huella del estilo de Juan de Juni, especialmente evidente
en la figura de la Magdalena del fantástico Calvario.
Síntesis del estilo de Francisco de la Maza es el santoral que aparece en el banco del retablo, compuesto por un Apostolado al que se suman los relieves de Santa Catalina y Santa Lucía a los lados del tabernáculo. Para la ermita del Cristo de la Guía de la misma población realizó el Cristo crucificado que permanece in situ, de anatomía potente y la corona de espinas tallada junto a los cabellos.
A partir de 1577 colabora en encargos de retablos
llegados desde poblaciones vallisoletanas, como en el retablo mayor de la iglesia de la Asunción de Tudela de
Duero, completado por Manuel Álvarez y Gregorio Fernández. Parrado del Olmo le
atribuye el notable relieve del Camino
del Calvario que integra el retablo mayor de la iglesia de Santa María de
Torrelobatón (Valladolid), donde colaboró con Manuel Álvarez y sus hijos. Otra
atribución es la imagen de la Asunción
titular de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de San Pelayo
(Valladolid), con amplios y elegantes pliegues y un movimiento de influencia
juniana.
El 4 de marzo de 1578 los testamentarios del canónigo
don Antonio Romero, que residía en la plaza de Santa Cruz y había ocupado el
cargo de chantre de la Colegiata de Valladolid desde 1554 hasta su muerte en
1577, firmaron con Francisco de la Maza el contrato para realizar en piedra de
Navares el sepulcro de Antonio Romero,
que había de colocarse en la iglesia de San Martín de Traspinedo (Valladolid),
en la que el finado había sido patrón de la capilla de San Gregorio, para lo
cual el escultor se tenía de trasladar a dicha población.
Sin embargo, el
proyecto inicial fue trastocado y replanteado un mes después por el canónigo
Francisco Parrillo, pariente del difunto, que modificó por completo el
proyecto. Francisco de la Maza labraría en su taller Valladolid, y después
montaría en Traspinedo, el bulto en alabastro con el chantre revestido de
oficiante, la cabeza reposando sobre dos almohadas y un león a sus pies, junto
al escudo de armas del chantre que figura al frente de la cama sepulcral6.
Asimismo, a Francisco de la Maza se atribuyen los excelentes
sepulcros en alabastro de don Juan de Nava, de don Pedro Boninseni y de su
sobrina doña Isabel de Nava y Boninseni que se encuentran en la capilla mayor
de la iglesia del convento de Santa Clara de Valladolid, cuyo patronato había
sido adquirido en 1525 por don Galván de Boninseni, regidor de Valladolid. Bajo
una severa arquitectura clasicista, en el lado del evangelio se abren dos
arcosolios que contienen las efigies yacentes de doña Isabel (fallecida en
1580), con elegante vestido, gorguera, guantes en la mano derecha, collar en la
izquierda y perro a los pies, y de su tío don Pedro Boninseni (muerto en 1581),
caballero de la Orden de San Juan de Malta, comendador de Fuentelapeña y
recibidor general de dicha orden, que luce arnés, sujeta con la mano izquierda
una espada, con la derecha un rosario y se acompaña de un yelmo a un costado y
un león a los pies. En el fondo del arcosolio, idenficado con la cruz de Malta
aparece la inscripción: "Aqui yaze
el muy illustre señor Pedro Boninseni, comendador de Fuentelapeña y recibidor
general de la Religion de San Juan. Fallecio el 8 de septiembre de 1581.
Requiescat un pace. Amen".
Francisco de la Maza Izda: Llanto sobre Cristo muerto, 1571, iglesia de El Salvador, Simancas Dcha: Camino del Calvario, retablo de la iglesia de Sta. María, Torrelobatón |
En el lado de la epístola se abre otro arcosolio que
contiene el sepulcro en alabastro de don Juan de Nava, muerto en 1590, que luce
arnés, con la cruz de Santiago al pecho, gorguera, una espada en su mano
izquierda, un rosario en la derecha y a los pies el yelmo y un león, todo ello
de notable factura. De ser Francisco de la Maza el autor de estos sepulcros,
supondrían parte de su última producción, lo mismo que su participación en la
construcción del palacio de Fabio Nelli, contratado en 1576 por este banquero
con el arquitecto Juan de la Lastra, que trabajó en el proyecto hasta su muerte
en 1582, año en que Francisco de la Maza se comprometía a labrar en piedra los
elementos del patio y la escalera claustral: columnas, basas, capiteles,
medallones y balaustres, lo que informa sobre la versatilidad del escultor en
cuanto a temas y materiales.
Francisco de la Maza dejaba inacabado el retablo de
la iglesia de Nuestra Señora de Arbás de Gordaliza del Pino (León) cuando murió
en Valladolid en 1585.
EL RELIEVE DEL LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
El tema del LLanto
sobre Cristo muerto tuvo una gran aceptación en el siglo XVI por sus
valores dramáticos, generalmente compuesto por las ocho figuras que representan
el momento inmediatamente posterior al Descendimiento. Así lo concibe Francisco
de la Maza en este relieve, en el que las masas corpóreas, siguiendo la
corriente romanista imperante en el momento en que se hace, ocupan la totalidad
de la superficie del tablero.
Francisco de la Maza, 1571 Retablo de la iglesia de la Asunción, Villabáñez / Detalles |
El escultor plantea una equilibrada composición que
se organiza en torno al eje central que define el pequeño fragmento de la cruz
que se observa al fondo. En la organización de la escena el centro lo ocupa la
figura de la Virgen, que con gesto declamatorio y doloroso se lamenta del
triste destino de su Hijo, cuyo cuerpo sujeta entre sus rodillas. Cristo
aparece con la cabeza de perfil, los brazos extendidos y una pierna remontando
la otra, recordando de alguna manera su disposición en la cruz.
Tanto la
actitud declamatoria de la Virgen, con la cabeza y los brazos elevados, como la
disposición del cuerpo de Cristo en su regazo, con los brazos extendidos y
apoyados sobre sus rodillas, tan poco frecuente en otros escultores, presenta
una gran similitud con el estudio de la Piedad que hiciera Miguel Ángel
hacia 1538-1544 para Vittoria Colonna (Isabella Stewart Gardner Museum, Boston),
por lo que es posible que el escultor lo conociera a través de alguna estampa o
grabado (ver última ilustración).
Francisco de la Maza, 1578 Sepulcro del chantre Antonio Romero, iglesia de San Martín, Traspinedo |
A la derecha de la Virgen se sitúa San Juan, que caracterizado
como un joven imberbe e ensimismado intenta cubrir el cuerpo de Jesús con un
sudario atípicamente de tono oscuro. Esta figura tiene su contrapunto en el
lado contrario en la de la Magdalena, elegantemente vestida y con un bello
trabajo de la cabeza de tipo italianizante.
En un segundo plano asoman María Salomé y María
Cleofás, que comparten el sufrimiento materno, mientras que en el ángulo
superior derecho son visibles las cabezas de José de Arimatea y Nicodemo, que acaban
de finalizar la tarea del desenclavo. En el escaso espacio que queda libre al
fondo del tablero se renuncia a incluir un paisaje, presentando un fondo dorado
de carácter intemporal que contribuye al predominio del oro, elemento que
proporciona una gran luminosidad a toda la composición.
Como es habitual en su obra, el relieve presenta una
evidente influencia de Juan de Juni en el uso de determinados recursos
manieristas, pero también la adscripción romanista tamizada por la obra de
Esteban Jordán. De estirpe juniana son los abundantes escorzos, muy próximos a
las placas de terracota y composiciones del borgoñón con el tema de la Piedad,
así como el uso de abultados ropajes —bien diferenciados para cada personaje— que
envuelven las anatomías formando con sus pliegues un enmarañado juego de curvas
y contracurvas.
Atribuido a Francisco de la Maza Sepulcro de Pedro Boninseni, iglesia de Santa Clara, Valladolid |
Herencia de Esteban Jordán, de acuerdo al gusto
romanista, son las musculosas anatomías, los rostros anchos y el tamaño
monumental de las figuras respecto al marco en que se encuentran. El altorrelieve
presenta una efectista policromía en la que prevalecen las superficies doradas
que realzan la pálida carnación del cuerpo de Cristo, apareciendo labores
ornamentales de esgrafiados en las superficies de los paños.
Como ya se ha señalado, Francisco de la Maza
realizaba otra versión del mismo tema, de mayor tamaño y con variaciones en las
figuras de Cristo y la Virgen, para la iglesia de El Salvador de Simancas.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Atribuido a Francisco de la Maza Sepulcro de Isabel de Nava y Boninseni, iglesia de Santa clara, Valladolid |
NOTAS
1 GONZÁLEZ ECHEGARAY, Mª del Carmen, ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, M. Ángel,
ALONSO RUIZ, Begoña y POLO SÁNCHEZ, Julio J.: Artistas cántabros de la Edad Moderna: su aportación al arte hispánico.
Diccionario biográfico-artístico, Ed.
Universidad de Cantabria, 1991, pp. 395-396.
2 ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, Miguel Ángel: La formación de los talleres de escultura romanista en Cantabria
(retablos de Miera, Ajo y Guriezo). Boletín del Seminario de Estudios de
Arte y Arqueología (BSAA) nº 51, Universidad de Valladolid, 1985, p. 356.
3 PARRADO DEL OLMO, Jesús María: Datos
inéditos de Francisco de la Maza. Boletín del Seminario de Estudios de Arte
y Arqueología (BSAA) nº 47, Universidad de Valladolid, 1981, p. 439.
4 MARTÍ Y MONSÓ, José: Estudios
Histórico-Artísticos principalmente relacionados con Valladolid, Valladolid,
1898-1901, pp. 484-485.
Atribuido a Francisco de la Maza Sepulcro de Juan de Nava, iglesia de Santa Clara, Valladolid |
5 GARCÍA CHICO, Esteban: Nuevos
documentos para el estudio del arte en Castilla. Valladolid, 1959, p. 41.
6 URREA, Jesús: El chantre de
Traspinedo esculpido por Francisco de la Maza. Boletín del Seminario de
Estudios de Arte y Arqueología (BSAA) nº 62, Universidad de Valladolid, 1996,
pp. 355-356.
Francisco de la Maza, 1582. Capiteles del patio y escalera del Palacio de Fabio Nelli, Valladolid |
Izda: Miguel Ángel, Piedad, Isabella Stewart Gardner Museum, Boston Dcha: Discípulo de Miguel Ángel, Piedad, Colección particular, USA |
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