VIRGEN DE
CAPILLUDOS
Ermita de
Nuestra Señora de Capilludos
Castrillo
Tejeriego (Valladolid)
Aspecto habitual de la Virgen de Capilludos |
Sobre un pequeño cerro situado a un kilómetro del
municipio vallisoletano de Castrillo Tejeriego, desde el que se domina el valle
del arroyo Jaramiel, se levanta la ermita de la Virgen de Capilludos, cuyo
origen se remonta a un suceso milagroso protagonizado por una imagen románica
empeñada en recibir culto, según la leyenda, en aquel paraje.
La Virgen de
Capilludos ha gozado de una enorme devoción desde tiempos inmemoriales,
siendo difundida la leyenda de su aparición por fray José Infantes, mercedario
exclaustrado, que en un novenario editado en 1857 recogía el relato de un
manuscrito que, basado en la tradición oral, había sido realizado por los
frailes del desaparecido convento de Santa Ana de Castrillo Tejeriego.
Asimismo, en 1903 Florencio Recio Urdiales, padre pasionista nacido en este mismo
pueblo, publicaba el libro "La
Virgen de Capilludos. Su templo y su culto", donde plasmaba la leyenda
basándose en las memorias del sacerdote Pedro Esteban Monge, igualmente natural
de Castrillo, que a su vez las había recogido en 1864 de un manuscrito
conservado en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, posiblemente el
que escribieron los frailes del citado convento de Santa Ana. En ambos casos el
relato es invariable, cuyo contenido se relata a continuación.
Un serrano dedicado a comerciar con la madera,
procedente de tierras sorianas, recaló con sus carretas en Castrillo Tejeriego,
donde inició la búsqueda de material por el cerro sobre el que después se
levantaría la ermita. Entre el arbolado llamó su atención un roble que
destacaba por su frondosidad, observando con sorpresa que entre sus ramas
aparecía una imagen de la Virgen. Feliz por el hallazgo, decidió recogerla para
llevarla a su tierra, colocándola en una de sus carretas. Sin embargo, cuando
regresó con nueva mercancía, la imagen había desaparecido. Tras iniciar su
búsqueda, volvió a encontrarla en el roble y en la misma disposición,
recogiéndola de nuevo para colocarla en la misma carreta, donde la aseguró
atándola con sogas.
Virgen de Capilludos en la exposición Artesgueva Patronus (Fotos Rubén Olmedo) |
Tras la recogida de nuevas maderas, al llegar a la
carreta el pinariego comprobó extrañado que la imagen inexplicablemente había
desaparecido otra vez, volviendo a encontrarla de nuevo sobre el roble. Tras
recogerla por tercera vez, decidió envolverla con su capillo — vestido con
capucha que le daría el futuro nombre de Capilludos— para llevarla protegida en
su recorrido. Sin embargo, fue burlado por la obcecada imagen de nuevo, que
volvió a aparecer sobre aquel roble
convertido en su trono. Fue entonces cuando interpretó que la voluntad de la
Virgen era la de ser venerada en aquel lugar, por lo que se dirigió al pueblo
para relatar lo ocurrido al cabildo eclesiástico y al Ayuntamiento, que
tuvieron la ocasión de comprobar con sus propios ojos lo que el pinariego había
referido.
Cuando este regresó a su casa de la sierra de Soria,
vendió todos sus bienes, el material recolectado y los aperos de labranza, con
cuyo beneficio regresó para construir una pequeña ermita en la que, consagrado
a la Virgen como ermitaño, se dedicó a su cuidado hasta el momento de su
muerte, siendo enterrado en la ermita por él levantada, en un lugar identificado
como la actual capilla de San Andrés, en la nave derecha desde la entrada de la
renovada construcción que ha llegado a nuestros días. En la ermita se conservan
trozos, guardados en una urna, del roble en que apareció la Virgen.
(Foto Rubén Olmedo) |
Se desconoce la fecha en que se produjeron estos
hechos, pero tratándose la imagen de la Virgen
de Capilludos de una talla románica, cuyo estilo corresponde a finales del
siglo XII o principios del XIII, la aparición y la construcción de la primitiva
ermita podría situarse en ese tiempo. La escultura, de 58 cm de alto, muestra a
la Virgen sedente y en disposición frontal, mientras sujeta una manzana en su
mano derecha, como símbolo de la nueva Eva, y con el Niño colocado sobre su
rodilla izquierda, que realiza un gesto de bendición y sujeta el libro de la
Ley. Tanto la Virgen como el Niño visten una túnica recubierta por un manto,
que en el caso de la Virgen le cubre hasta la cabeza, con pliegues muy
elementales cayendo en vertical. Las figuras presentan un canon estilizado y el
característico hieratismo románico que proporciona a las figuras solemnidad y
distanciamiento.
Recientemente la Virgen
de Capilludos ha recuperado su policromía original en una reciente
restauración (fue presentada en 2019 en la iglesia de Renedo dentro de la
exposición "Artesgueva Patronus"), en la que fueron eliminados los
desafortunados repintes que presentaba.
Retablo mayor de la ermita Pinturas de Antonio Vázquez, 1530-1550 |
No obstante, no es fácil contemplar la
figura románica original, pues el aspecto de la imagen fue transformado de
acuerdo a los criterios barrocos, como tantas otras en el medio rural, para
convertirla en imagen vestidera con un completo recubrimiento textil de una
túnica bordada y acampanada —que apenas deja asomar la cabeza del Niño—, un
largo manto de idénticas características que cubre la cabeza, una base con tres
cabezas de querubines entre nubes al frente para aumentar su altura y diversas
piezas de orfebrería, como el rostrillo, la gran corona y una enorme media luna
colocada al frente para exaltar su condición de Inmaculada Concepción.
Las primeras noticias referidas a la ermita aparecen
en el siglo XV en una serie de documentos del Monasterio de San Bernardo de
Valbuena de Duero, que aunque no era el propietario encuadraba al templo en su
jurisdicción como "Casa de Santa María de Capelludos". En 1441 se
entabló un pleito sobre la propiedad del recinto entre este monasterio y el
Concejo y la parroquia de Castrillo Tejeriego, que el obispo de Palencia,
diócesis a la que por entonces pertenecía, sentenció a favor de Castrillo. Como
los monjes cistercienses apelaran la sentencia, en 1444 se llegó a un acuerdo
por el que el Concejo de Castrillo cedía al monasterio de San Bernardo ocho
obradas de vega.
En 1544 Catalina Guevara de Velasco, esposa del
señor de la población, Bernardino Velasco, conseguía una bula otorgada por el
papa Paulo III que autorizaba la exposición del Santísimo y la celebración de
misas en la ermita. La misma benefactora, gran devota de la Virgen de Capilludos, favoreció la
construcción del actual edificio a partir de 1545, posible obra de Martín de
Aramayo, que allí trabajó de cantero. Asimismo, en 1549 donó los fondos
necesarios para mantener en la ermita dos capellanes, hecho que originó un
pleito incoado por la parroquia del pueblo al ver disminuidas sus funciones. Otro
conflicto ocurrió en 1595, cuando fueron
borrados los escudos de armas de la familia de los Velasco, patronos del
templo, a consecuencia de no haber aportado los fondos prometidos y porque
tanto Bernardino Velasco como su hijo Juan Velasco no dispusieron ser
enterrados en el recinto de la iglesia.
Ermita de la Virgen de Capilludos, Castrillo Tejeriego (Valladolid) |
La ermita, después reconvertida en santuario, fue
construida con piedra extraída de la cantera de Castrillo Tejeriego. Tiene un
testero plano y tres naves separadas por pilares cuadrangulares sobre los que se
apean cuatro grandes arcadas ojivales. Está cubierta por bóvedas de crucería, con
una espadaña y coro alto a los pies. Al fondo de la nave del evangelio se
levantó una pequeña sacristía y, junto a diversas obras realizadas en el siglo
XVII, en las que colaboró la iglesia parroquial del municipio, en l667 la
Cofradía del Santo Cristo de las Batallas, establecida en la iglesia, edificaba
su capilla con su correspondiente altar en este espacio, celebrando los
cofrades sus reuniones en una casa aneja donde vivía un ermitaño.
En 1776 se levantaba sobre el presbiterio una cúpula
sobre pechinas que aparece decorada con motivos geométricos al gusto
dieciochesco, así como el añadido de un pórtico de dos arcos, orientado al sur,
que cobija la puerta principal.
La iglesia conserva en su interior, de su primitiva
época, un magnífico retablo mayor plateresco que fue realizado entre 1530 y
1550 por el pintor vallisoletano Antonio Vázquez y posiblemente encargado por
Bernardino Velasco y Catalina Guevara, patronos de la ermita. Consta de banco y
dos cuerpos, distribuido en tres calles y recorrido por una polsera decorada
con grutescos.
El retablo alberga ocho magníficas pinturas sobre tabla con
escenas de la vida de la Virgen, así como las figuras emparejadas de San Pedro
y San Pablo, pilares de la Iglesia, y de San Roque y San Sebastián, protectores
de la peste, todas ellas con un preciso dibujo y un deslumbrante colorido
recuperado en la restauración realizada por la Diputación Provincial de
Valladolid en 1999.
Ocupa la hornacina central la imagen de la Virgen de Capilludos, cuya figura se
recorta sobre un transparente decorado con una vidriera colocada en 1941.
Del cuidado de la ermita y de la imagen de la Virgen de Capilludos se ocuparon hasta
1870 un ermitaño o ermitaña que allí tenían su casa. Tiempo atrás, era
costumbre que el ermitaño se acercase al pueblo los fines de semana, portando la
imagen de la Virgen, para recabar limosnas destinadas a la compra de velas para
la ermita, que los fieles entregaban con generosidad. La práctica continuó con
los ermitaños viviendo en el pueblo, a los que se financiaba la compra de
zapatos que desgastaban de tanto ir y venir de la ermita al pueblo. Aunque la
presencia del ermitaño desapareció en 1923, la devoción a la Virgen de los
vecinos y su generosa colaboración se han mantenido a lo largo del tiempo hasta
nuestros días.
Entrada de la ermita de la Virgen de Capilludos |
Desde que la devoción popular por la Virgen de Capilludos fuera en aumento
desde el siglo XV, han sido numerosos los exvotos recibidos en la ermita como agradecimiento
por los favores de todo tipo otorgados por la Virgen, manteniéndose vigente
esta costumbre hasta el siglo XX, como lo demuestran algunas pinturas
conservadas en el camarín. Entre los exvotos más llamativos se encuentra la
llamada "lengua de ballena", en realidad un pez espada del que tuvo
que defenderse un marinero en tierras ecuatoriales, que en señal de
agradecimiento lo trajo para ofrecérselo a la Virgen.
Informe: J. M. Travieso.
Procesión en la fiesta de la Virgen de Capilludos |
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