25 de enero de 2021

Pie memoriae: VIRGEN DE CAPILLUDOS, el apego a un roble del valle del Jaramiel















VIRGEN DE CAPILLUDOS
Ermita de Nuestra Señora de Capilludos
Castrillo Tejeriego (Valladolid)

















Aspecto habitual de la Virgen de Capilludos
Sobre un pequeño cerro situado a un kilómetro del municipio vallisoletano de Castrillo Tejeriego, desde el que se domina el valle del arroyo Jaramiel, se levanta la ermita de la Virgen de Capilludos, cuyo origen se remonta a un suceso milagroso protagonizado por una imagen románica empeñada en recibir culto, según la leyenda, en aquel paraje.

La Virgen de Capilludos ha gozado de una enorme devoción desde tiempos inmemoriales, siendo difundida la leyenda de su aparición por fray José Infantes, mercedario exclaustrado, que en un novenario editado en 1857 recogía el relato de un manuscrito que, basado en la tradición oral, había sido realizado por los frailes del desaparecido convento de Santa Ana de Castrillo Tejeriego. Asimismo, en 1903 Florencio Recio Urdiales, padre pasionista nacido en este mismo pueblo, publicaba el libro "La Virgen de Capilludos. Su templo y su culto", donde plasmaba la leyenda basándose en las memorias del sacerdote Pedro Esteban Monge, igualmente natural de Castrillo, que a su vez las había recogido en 1864 de un manuscrito conservado en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, posiblemente el que escribieron los frailes del citado convento de Santa Ana. En ambos casos el relato es invariable, cuyo contenido se relata a continuación.

Un serrano dedicado a comerciar con la madera, procedente de tierras sorianas, recaló con sus carretas en Castrillo Tejeriego, donde inició la búsqueda de material por el cerro sobre el que después se levantaría la ermita. Entre el arbolado llamó su atención un roble que destacaba por su frondosidad, observando con sorpresa que entre sus ramas aparecía una imagen de la Virgen. Feliz por el hallazgo, decidió recogerla para llevarla a su tierra, colocándola en una de sus carretas. Sin embargo, cuando regresó con nueva mercancía, la imagen había desaparecido. Tras iniciar su búsqueda, volvió a encontrarla en el roble y en la misma disposición, recogiéndola de nuevo para colocarla en la misma carreta, donde la aseguró atándola con sogas.
Virgen de Capilludos en la exposición Artesgueva Patronus
(Fotos Rubén Olmedo)
Tras la recogida de nuevas maderas, al llegar a la carreta el pinariego comprobó extrañado que la imagen inexplicablemente había desaparecido otra vez, volviendo a encontrarla de nuevo sobre el roble. Tras recogerla por tercera vez, decidió envolverla con su capillo — vestido con capucha que le daría el futuro nombre de Capilludos— para llevarla protegida en su recorrido. Sin embargo, fue burlado por la obcecada imagen de nuevo, que volvió a  aparecer sobre aquel roble convertido en su trono. Fue entonces cuando interpretó que la voluntad de la Virgen era la de ser venerada en aquel lugar, por lo que se dirigió al pueblo para relatar lo ocurrido al cabildo eclesiástico y al Ayuntamiento, que tuvieron la ocasión de comprobar con sus propios ojos lo que el pinariego había referido.
Cuando este regresó a su casa de la sierra de Soria, vendió todos sus bienes, el material recolectado y los aperos de labranza, con cuyo beneficio regresó para construir una pequeña ermita en la que, consagrado a la Virgen como ermitaño, se dedicó a su cuidado hasta el momento de su muerte, siendo enterrado en la ermita por él levantada, en un lugar identificado como la actual capilla de San Andrés, en la nave derecha desde la entrada de la renovada construcción que ha llegado a nuestros días. En la ermita se conservan trozos, guardados en una urna, del roble en que apareció la Virgen.

(Foto Rubén Olmedo)
Se desconoce la fecha en que se produjeron estos hechos, pero tratándose la imagen de la Virgen de Capilludos de una talla románica, cuyo estilo corresponde a finales del siglo XII o principios del XIII, la aparición y la construcción de la primitiva ermita podría situarse en ese tiempo. La escultura, de 58 cm de alto, muestra a la Virgen sedente y en disposición frontal, mientras sujeta una manzana en su mano derecha, como símbolo de la nueva Eva, y con el Niño colocado sobre su rodilla izquierda, que realiza un gesto de bendición y sujeta el libro de la Ley. Tanto la Virgen como el Niño visten una túnica recubierta por un manto, que en el caso de la Virgen le cubre hasta la cabeza, con pliegues muy elementales cayendo en vertical. Las figuras presentan un canon estilizado y el característico hieratismo románico que proporciona a las figuras solemnidad y distanciamiento.

Recientemente la Virgen de Capilludos ha recuperado su policromía original en una reciente restauración (fue presentada en 2019 en la iglesia de Renedo dentro de la exposición "Artesgueva Patronus"), en la que fueron eliminados los desafortunados repintes que presentaba. 
Retablo mayor de la ermita
Pinturas de Antonio Vázquez, 1530-1550
No obstante, no es fácil contemplar la figura románica original, pues el aspecto de la imagen fue transformado de acuerdo a los criterios barrocos, como tantas otras en el medio rural, para convertirla en imagen vestidera con un completo recubrimiento textil de una túnica bordada y acampanada —que apenas deja asomar la cabeza del Niño—, un largo manto de idénticas características que cubre la cabeza, una base con tres cabezas de querubines entre nubes al frente para aumentar su altura y diversas piezas de orfebrería, como el rostrillo, la gran corona y una enorme media luna colocada al frente para exaltar su condición de Inmaculada Concepción.

Las primeras noticias referidas a la ermita aparecen en el siglo XV en una serie de documentos del Monasterio de San Bernardo de Valbuena de Duero, que aunque no era el propietario encuadraba al templo en su jurisdicción como "Casa de Santa María de Capelludos". En 1441 se entabló un pleito sobre la propiedad del recinto entre este monasterio y el Concejo y la parroquia de Castrillo Tejeriego, que el obispo de Palencia, diócesis a la que por entonces pertenecía, sentenció a favor de Castrillo. Como los monjes cistercienses apelaran la sentencia, en 1444 se llegó a un acuerdo por el que el Concejo de Castrillo cedía al monasterio de San Bernardo ocho obradas de vega.

En 1544 Catalina Guevara de Velasco, esposa del señor de la población, Bernardino Velasco, conseguía una bula otorgada por el papa Paulo III que autorizaba la exposición del Santísimo y la celebración de misas en la ermita. La misma benefactora, gran devota de la Virgen de Capilludos, favoreció la construcción del actual edificio a partir de 1545, posible obra de Martín de Aramayo, que allí trabajó de cantero. Asimismo, en 1549 donó los fondos necesarios para mantener en la ermita dos capellanes, hecho que originó un pleito incoado por la parroquia del pueblo al ver disminuidas sus funciones. Otro conflicto ocurrió  en 1595, cuando fueron borrados los escudos de armas de la familia de los Velasco, patronos del templo, a consecuencia de no haber aportado los fondos prometidos y porque tanto Bernardino Velasco como su hijo Juan Velasco no dispusieron ser enterrados en el recinto de la iglesia.

Ermita de la Virgen de Capilludos, Castrillo Tejeriego (Valladolid)
La ermita, después reconvertida en santuario, fue construida con piedra extraída de la cantera de Castrillo Tejeriego. Tiene un testero plano y tres naves separadas por pilares cuadrangulares sobre los que se apean cuatro grandes arcadas ojivales. Está cubierta por bóvedas de crucería, con una espadaña y coro alto a los pies. Al fondo de la nave del evangelio se levantó una pequeña sacristía y, junto a diversas obras realizadas en el siglo XVII, en las que colaboró la iglesia parroquial del municipio, en l667 la Cofradía del Santo Cristo de las Batallas, establecida en la iglesia, edificaba su capilla con su correspondiente altar en este espacio, celebrando los cofrades sus reuniones en una casa aneja donde vivía un ermitaño.
En 1776 se levantaba sobre el presbiterio una cúpula sobre pechinas que aparece decorada con motivos geométricos al gusto dieciochesco, así como el añadido de un pórtico de dos arcos, orientado al sur, que cobija la puerta principal.

La iglesia conserva en su interior, de su primitiva época, un magnífico retablo mayor plateresco que fue realizado entre 1530 y 1550 por el pintor vallisoletano Antonio Vázquez y posiblemente encargado por Bernardino Velasco y Catalina Guevara, patronos de la ermita. Consta de banco y dos cuerpos, distribuido en tres calles y recorrido por una polsera decorada con grutescos. 
El retablo alberga ocho magníficas pinturas sobre tabla con escenas de la vida de la Virgen, así como las figuras emparejadas de San Pedro y San Pablo, pilares de la Iglesia, y de San Roque y San Sebastián, protectores de la peste, todas ellas con un preciso dibujo y un deslumbrante colorido recuperado en la restauración realizada por la Diputación Provincial de Valladolid en 1999.
Ocupa la hornacina central la imagen de la Virgen de Capilludos, cuya figura se recorta sobre un transparente decorado con una vidriera colocada en 1941.

Del cuidado de la ermita y de la imagen de la Virgen de Capilludos se ocuparon hasta 1870 un ermitaño o ermitaña que allí tenían su casa. Tiempo atrás, era costumbre que el ermitaño se acercase al pueblo los fines de semana, portando la imagen de la Virgen, para recabar limosnas destinadas a la compra de velas para la ermita, que los fieles entregaban con generosidad. La práctica continuó con los ermitaños viviendo en el pueblo, a los que se financiaba la compra de zapatos que desgastaban de tanto ir y venir de la ermita al pueblo. Aunque la presencia del ermitaño desapareció en 1923, la devoción a la Virgen de los vecinos y su generosa colaboración se han mantenido a lo largo del tiempo hasta nuestros días.  

Entrada de la ermita de la Virgen de Capilludos
Desde que la devoción popular por la Virgen de Capilludos fuera en aumento desde el siglo XV, han sido numerosos los exvotos recibidos en la ermita como agradecimiento por los favores de todo tipo otorgados por la Virgen, manteniéndose vigente esta costumbre hasta el siglo XX, como lo demuestran algunas pinturas conservadas en el camarín. Entre los exvotos más llamativos se encuentra la llamada "lengua de ballena", en realidad un pez espada del que tuvo que defenderse un marinero en tierras ecuatoriales, que en señal de agradecimiento lo trajo para ofrecérselo a la Virgen.


Informe: J. M. Travieso.











Procesión en la fiesta de la Virgen de Capilludos















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