2 de mayo de 2022

Fastiginia: Pablo y Virginia, un gesto de complicidad amorosa en el Pasaje Gutiérrez


















Pasaje Gutiérrez. Vista de la tribuna del reloj desde la rotonda

     Suele ocurrir que a fuerza de recorrer de forma rutinaria algunos lugares, los elementos que allí se encuentran nos pasen desapercibidos. Esto les ocurre a muchos vallisoletanos que transitan con frecuencia por una de las calles más bonitas de Valladolid: el Pasaje Gutiérrez. Esta vía pública, que cubierta en forma de galería comunica dos calles, incluyendo una rotonda central, aparece ornamentada con profusión de pinturas y esculturas que contribuyen a establecer el glamour parisino con el que el arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina supo satisfacer, entre 1885 y 1886, al empresario y banquero Eusebio Gutiérrez, su promotor. 

De todas las obras artísticas que allí se encuentran, fijamos nuestra atención en un grupo escultórico que aparece colocado en una tribuna situada en la parte de salida hacia la calle Fray Luis de León. Este, colocado sobre un pedestal adornado con guirnaldas, representa a un niño y una niña, vestidos a la moda de las últimas décadas del siglo XIX y con gesto gozoso de complicidad, sin que pase inadvertido el modo en que ella sujeta por la cintura a su amigo, que con alborozo levanta los brazos para sostener un reloj que con su campanilla en la parte superior marcaba el horario comercial del Pasaje Gutiérrez. 

Pasaje Gutiérrez. Tribuna del reloj

     Pero, ¿quiénes son esos niños que forman pareja? ¿Son solamente un motivo ornamental romántico aplicado a un utilitario reloj? ¿Qué saben de ellos los vallisoletanos? La identificación de estas figuras fue desvelada por Clemente de Pablos Miguel en su estudio monográfico titulado “Pasaje Gutiérrez”, publicado en 2019 por Domus Pucelae y en un artículo de la Revista Atticus Diez (edición impresa) de diciembre de 2020. 

Gracias a estos trabajos, ahora incluso sabemos los nombres de los niños, Pablo y Virginia, protagonistas de la novela romántica Paul et Virginie que publicara el escritor y botánico francés Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre en 1787, poco antes del inicio de la Revolución francesa. La obra literaria está ambientada en la isla Mauricio durante el gobierno colonial francés, por entonces conocida como Isla de Francia. Allí esta pareja de niños, nacidos de dos familias diferentes, fueron educados en común como hermanos en el esplendor natural de los paisajes tropicales. El enamoramiento inocente de su tierna infancia se torna en la adolescencia en un apasionamiento amoroso, lo que motiva que Madame de la Tour, madre de Virginia, decida enviarla a estudiar a Francia para alejarla de Paul, que en la isla sufre apenado la ausencia. Años después, Virginia decide su retorno, pero Le Saint-Geran, barco en el que retornaba desde Francia, es víctima de una tempestad y naufraga estrellándose contra las rocas a la vista de Paul, que no tarda en sucumbir por el dolor de la pérdida de su amada, recordando el drama shakesperiano de Romeo y Julieta. El trágico desenlace se inspira en un naufragio real ocurrido en el año 1744. 

Jules Visseaux. Figuras de Pablo y Virginia del reloj

     El hecho de que Pablo y Virginia acabaran encarnando valores cristianos y que la isla representara la tierra diseñada por la divina Providencia para la felicidad del hombre, hizo que la novela adquiriese una gran notoriedad, convirtiéndose en lectura obligada en todos los colegios católicos de Europa durante la última década del siglo XIX. El éxito de la novela estimuló otras versiones literarias, como la del francés Villiers de L'Isle-Adam o la del británico William Hurrel Mallock, así como una ópera basada en la novela, compuesta por Gianandrea Gavazzeni en 1935 con el título “Paolo e Virginia”. Asimismo, la pareja de los niños Pablo y Virginia inspiró pinturas y artes decorativas decimonónicas, siendo representada en figuras de porcelana, relojes de sobremesa, grabados y fotografías. En el campo de la escultura, los ejemplos más notables fueron las obras modeladas en barro por el escultor Jules Visseaux en su taller parisino, en algunos casos para su traslado a bronce.
 

Recreación de la tribuna a principios del siglo XX

     Jules Visseaux fue un escultor francés nacido en Carignan en 1854 y fallecido en París en 1934. Una muestra de la excelencia de su trabajo es el haber sido premiado en 1889 en la Exposición Universal de París, ciudad donde tenía instalado su taller. Durante su trayectoria profesional compartió algunos trabajos con los Hermanos Gossin de París y colaboró con el arquitecto e interiorista Ogden Codman, que llevó sus obras a Estados Unidos. Realizó esculturas para numerosos parques y castillos de Francia, alcanzando popularidad con obras fundidas en bronce, en algunos casos aplicadas a monumentos, como el dedicado en 1925 a la Primera Guerra Mundial en la población francesa de Pontfaverger-Moronvilliers, pero una producción muy significativa fueron las figuras infantiles de putti realizadas como esculturas exentas en terracota o como elementos decorativos aplicados a la arquitectura, como en la Maison Les Tourelles de Maisons-Laffitte o en la villa Isola Bella de Cannes.
 

Ilustración de la novela "Paul et Virginie" de
 Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre

     Gran aceptación tuvieron las versiones que Jules Visseaux hiciera de las figuras infantiles de “Paul et Virginie”, que formando pareja bajo un paraguas estaban diseñadas para presidir una fuente. De este modelo está documentada su presencia en el Jardín Botánico de Sedan, versión en bronce desaparecida durante la Primera Guerra Mundial, y el grupo en terracota, parcialmente mutilado, de Ferté Bernard. El modelo de Fuente del Paraguas también llegaría a España, localizándose en el Parque Genovés de Cádiz una obra realizada por el escultor milanés Andrea Bonio, actualmente sustituida por una réplica realizada por Martín Lagares tras su destrucción vandálica en la década de los 70 del siglo pasado. Otra estuvo en el jardín del Bosque de Béjar (Salamanca), grupo igualmente víctima del vandalismo en 2016. 

Las versiones en terracota de Pablo y Virginia bajo un paraguas, realizadas por Jules Visseaux, presentan idénticas características que el grupo del Pasaje Gutiérrez, donde el escultor, que firma su obra en la base como “M. Gossin Visseaux Succ París”, modifica la posición de los brazos del niño Pablo para adaptarlos a la sujeción del reloj, manteniendo idéntica la figura de Virginia. Con la ductilidad que permite el modelado del barro, Visseaux representa a los niños con una notable anatomía y una dinámica posición de marcha, él vestido con unos pantalones remangados a la altura de las rodillas y una amplia camisa abierta; ella con una blusa vaporosa, una falda rematada por una cenefa de puntillas y una cinta sujetando la melena. En la base incorpora pájaros aludiendo al pasaje de la novela en que Pablo robaba nidos para satisfacer el amor de Virginia por estos animales. El modo en que Virginia abraza a Pablo por la cintura y sus gestos sonrientes la convierten en la escultura pública más amable y romántica de cuantas existen en Valladolid. 

Izda: Ilustración decimonónica de "Paul et Virginie"
Dcha: Grabado de Charles Melchior Descourtis, 1795, para Paul et Virginie, British Museum, Londres

     En el mismo pasaje Gutiérrez se conservan otras cuatro esculturas en terracota procedentes del taller de Jules Visseaux. Aparecen colocadas sobre peanas cilíndricas en los ángulos de la rotonda y representan alegorías de las Cuatro Estaciones. Son cuatro jóvenes que siguen un estilo clasicista, con posición de contraposto y elegante cadencia corporal, revestidas a la romana con túnica y palla de abundantes pliegues, siguiendo la técnica de los paños mojados que el escultor utilizó en muchas de sus obras y luciendo tocados de flores, hojas y frutos. La Primavera porta una cesta con flores y una corona igualmente floral; el Verano sostiene un haz de espigas y con la mano derecha levanta una hoz metálica que se ha perdido recientemente; el Otoño sujeta una copa y una cesta con uvas, con pámpanos en el tocado; el Invierno muestra una rama de acebo, cuyas hojas también se repiten en el tocado, y a sus pies reposa un ánfora con llamas que sugiere un brasero. 

Louis Holweck. Monumento a Bernardin de Saint-Pierre, 1907
Jardin des Plantes, Paris. En la base, Paul et Virginie

     En el centro del pasaje, presidiendo la rotonda, se encuentra la escultura de Mercurio que copia el original manierista de Giambologna, con el dios del comercio en pleno vuelo por el impulso del dios Eolo soplando bajo sus pies, en este caso con el caduceo sustituido por una luminaria. Aunque imita bronce, es una escultura de hierro que fue fundida, según figura en el pedestal, por la empresa francesa Sociedad de Altos Hornos y Fundiciones de Arte del Val d’Osne. 

   



Jules Visseaux. Alegorías de las Cuatro Estaciones en terracota, Pasaje Gutiérrez, Valladolid
De izda. a dcha.: Primavera, Verano, Otoño e Invierno










Jules Visseaux. Vírgenes vestales, finales s. XIX, terracota
Ateneo de Boston, Massachusetts











Jules Visseaux. Putti derramando agua, terracota, finales s. XIX
Galería 1STDIBS, mercado del arte












Jules Visseaux. Detalle del Monumento a los caídos en la
Primera Guerra Mundial, Pontfaverger-Moronvilliers, Francia
 










Mercurio, Fundiciones de Arte del Val d’Osne, Francia
Rotonda del Pasaje Gutiérrez, Valladolid 












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