10 de febrero de 2010

Visita virtual: TAPIZ DE LA CREACIÓN, simbolismo cósmico entre hilos de lana



TAPIZ DE LA CREACIÓN
Autores anónimos. Taller textil de Cataluña
Finales del siglo XI
Tejido de lana, 3,65 x 4,70 metros
Museo Capitular de la catedral de Gerona
Arte Románico

     El tapiz de Gerona es una obra excepcional por la escasez de obras textiles conservadas de su época. Tiene grandes dimensiones, 3,65 x 4,70 metros, y se cree que fue utilizado como palio o baldaquino en las celebraciones de la Santa Cruz en el atrio de la catedral después de haber sido confeccionado en la misma ciudad de Gerona. No se trata estrictamente de un tapiz, puesto que no está trenzado siguiendo la técnica tradicional, sino que las figuras aparecen bordadas para componer distintas figuraciones. En su técnica se aprecian dos tipos de cosidos, punto de cadeneta, en contornos y endografías, y punto de cordón para recubrir los espacios, siendo posiblemente trabajado en un gran bastidor de marco móvil.

     Está enteramente realizado con hilos de lana teñida en diferentes colores y compuesto por distintos fragmentos que fueron cosidos, a principios del siglo XII, en un convento francés de religiosas especializadas en este tipo de labores. Es por eso que algunos autores consideran que la orla con recuadros que rodea el tapiz puede ser un añadido posterior del siglo XII, a pesar de no presentar señales de cosidos, basando su teoría en la incorporación de la Leyenda de la Vera Cruz, una banda inferior con iconografía de tipo bizantino.

     Sus imágenes se relacionan con las pinturas de algunos beatos, obras ilustradas y pinturas murales de algunos templos, respondiendo su composición al concepto de arquitectura divina del hombre medieval, basada en la perfección simbólica de la esfera y el cuadrado, siempre con la figura de Dios omnipresente en el centro. Estos programas iconográficos con la historia de la salvación y sentido cósmico eran muy habituales en la pintura románica de los siglos XI y XII. En las escenas se utiliza el lenguaje simbólico habitual, de modo que un edificio representa una ciudad, un árbol un bosque, etc., siempre con colores planos, sin insinuación de relieve, y figuras esquemáticas que presentan el atractivo de lo "imperfecto".

ICONOGRAFÍA DEL TAPIZ DE LA CREACIÓN

     En conjunto ofrece tres matices conseguidos por el contraste de colores. Por un lado, la acumulación de escenas como herencia de la tradición romana. Por otro, la influencia bizantina en la composición de las figuras, hieráticas y con la vista extraviada. Finalmente el intento naturalista propio del románico, especialmente en las representaciones de las estaciones y los meses, con recursos dibujísticos de gran ingenuidad inspirados en las miniaturas, siendo el rasgo más destacado el marcado contorno de las figuras y la vivacidad de los colores.

     En la pieza se aprecian tres partes bien diferenciadas: un ciclo referido el Génesis en el centro, organizado de forma concéntrica y presidido por el Pantócrator, otro ciclo referido a los elementos cósmicos, integrado por alegorías de aspecto humano, y un tercer ciclo de tipo narrativo, que ocupa toda la parte inferior, sobre el hallazgo de la Santa Cruz por Santa Elena. Los tres responden al intento de plantear como fin último la salvación de la humanidad y su composición recuerda los trabajos de las miniaturas.

El círculo central
     La parte central está ocupada por escenas del Génesis que se organizan de forma radial entre dos círculos concéntricos, reservando el espacio central para la figura de Cristo Pantócrator, que de esta manera queda destacado en el tapiz. Sigue el modelo paleocristiano que le presenta como joven imberbe y doctor de la Ley, sentado, vistiendo túnica y manto, bendiciendo y con un libro en la mano en cuyas páginas aparecen abreviadas las palabras Sanctus Deus. Sobre el fondo verdoso del círculo una nueva inscripción le identifica como Rex fortis. Aparece rodeado de una banda circular de color blanco que está recorrida por una inscripción con una frase del Génesis: "Dixit quoque Deus fiat lux et facta est lux" (Y dijo Dios sea hecha la luz y la luz fue hecha).

     Alrededor de la figura de Cristo se colocan ocho escenas alusivas a la creación del mundo, con el Espíritu Santo en forma de paloma sobrevolando el agua en la parte superior y una leyenda dentro del círculo que refiere la frase bíblica: "Spiritas Dei ferebatur super aquas" (El Espíritu de Dios se movía sobre las aguas). A sus lados aparecen el ángel de las tinieblas y el ángel de la luz, ambos portando antorchas, el primero identificado con la leyenda "Tenebrae erant super faciem abyssi" (Las tinieblas cubrían la superficie del abismo) y el segundo simplemente con la palabra "Lux".

     Por debajo de ellos se sitúan dos escenas, de similar composición, que están referidas a la creación del firmamento y a la separación de las tierras y las aguas. La primera recurre a símbolos geométricos para separar los mares, en forma de ondas, del firmamento, que se eleva en forma de un círculo en cuyo interior está escrito "Fecit Deus firmamentum in medio aquarum" (Hizo Dios el firmamento en medio de las aguas). La segunda composición es igual de abstracta, con los mares simbolizados por ondas y la tierra por un bloque plano rojizo, destacando un símbolo circular con un fondo estrellado, identificado como "Firmamentum", en el que aparecen el Sol y la Luna con el aspecto de un hombre (reminiscencia de la representaciones de Apolo) y una mujer, ambos coronados por sus símbolos.

     Más comprensibles son las dos escenas siguientes, referidas a Adán poniendo nombre a los animales y a la creación de Eva. En la primera, situada en la parte derecha, Adán en su desnudez se dirige y habla a los animales. Está acompañado de la leyenda "Adam non inveniabatur similem sibi" (Adán no encontraba su semejante). En el bestiario se distingue un ciervo y un unicornio, dos felinos, una cabra y un macho cabrío, un toro, un caballo, un conejo y un reptil. Tanto los modelos como su encuadre recuerdan los trabajos en miniatura, lo mismo que la simplificada anatomía de Adán, con las líneas del contorno remarcadas.

     Idénticas características presenta la parte izquierda, donde aparece Adán recostado en el Paraíso, simbolizado por un recinto acotado con flores y dos árboles. De su costado surge la figura de Eva, con una inscripción por encima que aclara el pasaje: "Inmisit Dominus soporem in Adam et tulit unam de costis eius" (infundió el Señor un sueño en Adàn y tomó una de sus costillas). Uno de los árboles está identificado como "Lignum pomiferum", un manzano que convertido en el árbol del bien y del mal recuerda el precepto divino de no comer de la fruta prohibida.

     La escena que ocupa la parte inferior ocupa el mayor sector del círculo y presenta la creación de las aves y los peces. El espacio está nítidamente dividido en dos partes, una identificada como "Volatilia celi", donde aparecen nueve aves entre las que son reconocibles una paloma, una abubilla, una cigüeña y un pavo real, y otra reservada al "Mare" con nueve seres marinos entre los que se incluyen dos monstruos con dientes, uno de ellos con la leyenda "cete grandia" (peces grandes), modelos fantásticos igualmente tomados de las miniaturas apocalípticas.

     Un anillo cierra todas estas escenas con una inscripción de grandes caracteres que sintetiza su contenido: "In principio creavit Deus coelum et terram, mare et omnia qua in eis sunt et vidit Deus cuncta que fecerat et erant valde bona» (En el principio creó Dios el cielo y la tierra, el mar y todas las cosas que había en ella y vio Dios que todas las cosas que había hecho eran muy buenas).

Recuadro rectangular central
     En los ángulos del recuadro aparecen en gran tamaño los Cuatro Vientos de la Tierra, alegorías que recogen la tradición romana. Están personificados por cuatro jóvenes desnudos y alados, montados sobre pellejos rellenos de aire que presionan a modo de fuelle, al tiempo que soplan dos largos cuernos en todas las direcciones, siguiendo un tipo de representación tradicional en la iconografía clásica. Están identificados con sus nombres y alrededor de ellos despuntan los picos de algunas montañas con estratificaciones terminadas en punta.

La orla exterior
     Componiendo la orla que circunda el tapiz aparecen distintas series temáticas, entre ellas los Ríos del Paraíso, que sin duda presentaría los cuatro, colocados en los ángulos para hacerles coincidir con los cuatro vientos; dos escenas referidas a los trabajos humanos en la parte de arriba, con las figuras de Sansón y Abel; las Cuatro Estaciones, localizadas en la parte superior; el Año y los Meses, ocupando el centro superior y los laterales respectivamente; El Sol y la Luna, presentados como deidades clásicas sobre carros tirados por animales; la Leyenda de la Invención de la Cruz, cuya composición se aparta del trazado general, tanto en la forma de representación como en el color, ocupa toda la parte inferior.

     Los Ríos del Paraíso, lo mismo que los vientos, siguen la iconografía clásica de la mitología romana, con figuras masculinas semicubiertas con una clámide que vierten ánforas de agua que propician la vegetación de su entorno, cada uno con su cartela identificativa. De todos ellos, Gehón, Fisón, Hiddéquel (Tigris) y Prat (Eufrates), solamente se conserva íntegro el primero.

     Las representaciones de Sansón y Abel son discutidas. El primero ofrece la imagen agresiva de un hombre portando la quijada de un asno en la mano, forma tradicional de representar a Sansón, que de esta manera mató mil filisteos, símbolo de la victoria de Cristo, pero tambien podría tratarse de Caín para establecer una correlación con la figura que ofrece una oveja como sacrificio, identificado como Abel, los primeros hijos de Adán y Eva, protagonistas en la escena central.

     Las Cuatro Estaciones ofrecen figuras relacionadas con los trabajos del campo. De izquierda a derecha se colocan el Verano, un hombre en tareas de recolección, el Otoño, con un hombre recogiendo un fruto identificado como "nux" (nuez), el Invierno, con una figura que se calienta a la lumbre mientras soplan los vientos, y la Primavera, con un campesino cavando la tierra.

     El calendario está integrado por la figura alegórica del Año, destacado en el centro superior en forma de un anciano barbado portando la ruleta de la fortuna y una herramienta de trabajo, y los Meses, colocados seis a cada lado y perfectamente identificados con leyendas. De la serie faltan Enero y Diciembre y de Julio a Noviembre sólo se conservan pequeños fragmentos, lo mismo que de Febrero, donde se puede contemplar a un hombre portando piezas de caza acompañado de la palabra "frigus" (frío). Marzo muestra un hombre sujetando una rana y una serpiente con una cigüeña a sus pies. Abril ofrece un labrador arando el campo con un árbol al fondo. Mayo muestra una escena de jardín, con el jardinero, un perro y al fondo el sol con su nombre. Junio está representado por un pescador con su caña y la cesta con sus presas, igualmente acompañado por el sol y su nombre. Los recuadros de los meses están muy próximos a las miniaturas del códice carolingio de Salzburgo.

     El Sol y la Luna, esta de forma fragmentaria, están personificados por un hombre y una mujer sentados sobre carros tirados por animales. En concordancia con las viejas representaciones de Helios, el Sol porta un cetro y un escudo con el signo de la cruz, su cabeza aparece rodeada de un nimbo flamígero, el carro es tirado por caballos y a su lado figura la leyenda "dies solis" (día del sol), en relación al domingo. Por su parte la Luna aparece en un carro tirado por bueyes, recogiendo la simbología romana y con un texto que dice "dies lunae" (día de la luna), en alusión al lunes. La presencia de estas imágenes hace especular sobre la posibilidad de que en el remate inferior de la orla, por debajo de la banda historiada, pudiesen figurar todos los días de la semana.

     El relato del Hallazgo de la Santa Cruz destaca sobre un fondo rojo, relacionado con un codex purpureus, y está dividido en cuatro secuencias que simplifican la historia de Elena de Constantinopla hablando con los judíos de Jerusalén, uno de los cuales busca la Cruz y encuentra tres, sin saber cuál de ellas era la verdadera. En la primera se aprecia un templo y a su lado la figura de Santa Elena vestida de reina con su correspondiente inscripción. Ante ella un personaje identificado como "Iudas" y otros dos hombres bajo la palabra "Iudei". A continuación aparece un templo con la palabra "Hierusalem" y parte de la cruz. El tercer espacio muestra dos personajes enfrentados en un fondo con paisaje, con las frases "Cum orasset Iudas" (orando Judas) e "Iudas". Finalmente la figura de Judas portando la cruz.
La presencia de este relato responde a una devoción especial desarrollada en torno a la Santa Cruz en la catedral gerundense, que desde tiempos inmemoriales celebraba con esplendor una fiesta que se ha mantenido hasta tiempos muy recientes.

PERIPECIAS DEL TAPIZ

     La primera referencia que se hace al tapiz ocurre durante la visita del emperador Carlos V a Gerona el 25 de febrero de 1538, donde es citado como el bordado de Carlomagno, en relación con otras piezas de la catedral relacionadas con aquel monarca.

     El estado de conservación actual del tapiz es excelente después de haber sido restaurado en varias ocasiones, la primera en 1884 y otra más completa en 1952, cuando fue reforzado con una tela de soporte. La aparición de dos nuevos fragmentos en 1975 derivó en otra restauración en la que se incluyó su colocación sobre una arpillera y la limpieza de los bordados. Esta obra excepcional se muestra tras un cristal de protección en el museo que ocupa el espacio de la Sala Capitular de la catedral de Gerona, donde también se exponen otras obras de notable interés.

Informe: J. M. Travieso.

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14 comentarios:

  1. GUUUUUUUUUUUUAAAAAYYYYYYYYYYYYYYYYY
    ESTA Q NO VEAS LA INFORMACION
    JUSTO LO Q QUERIA
    CHAVAL.................''''''

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  4. yo lo compro por 1000000€
    en efectivo

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