14 de diciembre de 2012

Visita virtual: CANTORÍA DEL DUOMO DE FLORENCIA, una partitura con afinada armonía clásica

CANTORIA DEL DUOMO DE FLORENCIA
Luca della Robbia (Florencia, 1400-1482)
1431-1437
Mármol
Museo de la Opera del Duomo, Florencia
Escultura del Renacimiento. Quattrocento italiano

     En los primeros años de la tercera década del Quattrocento italiano, eran encargadas en Florencia dos cantorías de idénticas dimensiones y estructura que habrían de colocarse una frente a la otra en el interior de la innovadora catedral florentina, un trabajo que formaba parte de la dotación litúrgica del recinto después de que Brunelleschi hubiera resuelto veinte años antes el modo de levantar sobre el crucero una espectacular cúpula que causó, y sigue causando, la admiración de todos cuantos la contemplan.

     A partir de entonces, los trabajos destinados al Duomo fueron encomendados a los artistas más prestigiosos entre aquellos que tenían taller activo en Florencia, siendo encargada una de las tribunas destinada a los cantores de la catedral al genial Donatello, que ya había demostrado su pericia escultórica en obras destinadas al campanile de Giotto, y la otra a un desconocido Luca della Robbia, para el que la cantoría sería un auténtico reto por ser el primer encargo de una obra importante en el efervescente panorama artístico de la ciudad. En ambas obras los respectivos escultores plasmarían su interpretación personal del arte clásico adaptado a las necesidades de su época, dos obras muy similares en cuanto a su capacidad creativa, verdaderas obras maestras de la escultura renacentista, y al mismo tiempo muy diferentes en cuanto a su desarrollo formal.

     Hoy día, pueden apreciarse sus similitudes y diferencias con gran exactitud por encontrarse los originales trabajos realizados en mármol, uno junto al otro en una de las salas del Museo dell'Opera del Duomo, a escasos metros de la catedral. Allí puede apreciarse tanto el aspecto general de la cantoría, con fieles copias de las partes figuradas, como las peculiaridades de cada uno de los relieves marmóreos originales por separado, todos ellos sacados de contexto y muy próximos al espectador.

     Luca della Robbia iniciaba su cantoría en 1431 y en ella estuvo ocupado hasta 1437, mientras que Donatello trabajaba en la suya entre 1433 y 1439, coincidiendo durante cinco años ambos escultores en la dedicación a este trabajo.

     Toda la iconografía de la cantoría concebida por Luca della Robbia gira en torno a la interpretación musical de un canto de alabanza a Dios llevado a cabo por niños y adolescentes, concretamente el Salmo 150 de David titulado Laudate Dominum, cuyo texto aparece expresado a lo largo de una inscripción con caracteres romanos que recorre los frisos colocados a tres alturas en los remates de la cantoría.

     A la vista del resultado, podría afirmarse que nunca se ha plasmado con tanta habilidad plástica una interpretación musical, pues la obra de Luca della Robbia se aleja del sentido de danza báquica de la obra de Donatello, para centrarse especialmente en la interpretación musical de instrumentos y voces, sin que falten pasos de danza al compás de los acordes, de modo que si Donatello recrea figuras de putti de la antigüedad clásica, desnudos y regordetes, Luca della Robbia se centra en presentar, a la manera clásica, niños reales de la Florencia renacentista, siempre en composiciones donde el equilibrio, la armonía y la moderación son las notas dominantes en un trabajo ajustado al nuevo lenguaje renacentista —ya no aparece el mínimo atisbo goticista— a través de un ejercicio académico basado en la reflexión sobre la realidad, en definitiva, arte clásico en su pura esencia.

     La cantoría adopta la forma de un balcón de 5,60 x 3,28 metros, en realidad una tribuna que sería colocada en alto sobre la puerta de la sacristía absidal. Está sustentada sobre cinco grandes ménsulas decoradas con hojas de acanto y motivos clásicos, en cuyo antepecho ofrece cuatro relieves cuadrados que están separados por parejas de pilastras corintias de fuste acanalado, complementándose en los laterales con otros dos relieves de menor anchura. Otros cuatro relieves del mismo formato se colocan entre las ménsulas de la parte inferior, cobijados bajo espacios rematados en el techo con casetones de inspiración romana, de modo que queda conformado un conjunto de ocho relieves cuadrangulares y dos rectangulares adaptados a la forma convencional de la tribuna, con la particularidad de ofrecer a simple vista ciertas reminiscencias de la división de espacios y figuras agitadas de ciertos sarcófagos romanos, aunque su ejecución desborda por completo los límites de aquellos.

     En cada uno de los relieves se presentan escenas relacionadas con los cuatro tipos de instrumentos: viento, cuerda, teclado y percusión. Para formar una capilla completa, los relieves laterales muestran grupos corales cantando a viva voz y uno inferior una escena exclusivamente de danza. En cada uno de los relieves Luca della Robbia utiliza unos ritmos lineales muy próximos a la obra de Ghiberti y unas formas clásicas en la línea de Donatello, escultores que dejan sentir su influencia por abanderar el rumbo de la nueva escultura de su tiempo.


LOS RELIEVES

     En conjunto presentan escenas idílicas con niños y adolescentes de ambos sexos, con figuras inspiradas en algunos modelos de musas, sarcófagos e incluso monedas griegas.

Relieves de cantores adolescentes (Ilustraciones 2 y 3)
     A pesar de estar concebidos para su colocación en los laterales de la tribuna, estos magistrales relieves, que muestran adolescentes de distintas edades cantando, constituyen uno de los mayores logros de la estatuaria del Renacimiento por fusionar, con increíble habilidad, la fuerza y la elegancia de la escultura clásica grecorromana con un trabajo delicado y realista fruto de la observación de la realidad, del estudio de la anatomía y de las reacciones humanas.

     Uno de ellos presenta un grupo coral, colocado en escorzo, que cantan los textos de un libro de cantos que sujetan los dos más pequeños. En él el escultor ha establecido con gran pericia una jerarquización de cabezas para que todos puedan leer las notas. En su indumentaria se fusionan rasgos inspirados en los relieves romanos con otros tomados de de la época en que se esculpe el relieve.

     El otro representa un grupo de cinco jóvenes interpretando una partitura escrita en un pergamino que sujetan dos de ellos entrelazados con su manos por los hombros mientras descansan en la posición clásica de contrapposto, es decir, con el peso del cuerpo reposando sobre una pierna, lo que permite flexionar la otra y que la cintura aparezca inclinada dando movilidad al cuerpo.

     A pesar de sus valores plásticos, estos dos relieves sorprenden por el estudio de comportamiento y la rigurosidad académica de sus anatomías, de modo que se ha llegado a afirmar que, por la forma de abrir la boca los cantores y la colocación de la glotis, se podría recomponer la polifonía sonora que producen sus cuerdas vocales, un ejercicio insuperable de representación verosímil.

Relieve con instrumentos de viento (Ilustración 4)
     Tres adolescentes que colocados de perfil tañen trompetas, están caracterizados con trajes contemporáneos, con túnicas cortas ajustadas a la cintura. A su lado otros tres tocan flautas, mientras en primer plano ejecuta una danza un grupo de cuatro niñas vestidas a la manera clásica, con "peplos" que recuerdan la técnica griega de los paños mojados para dejar adivinar las anatomías.

Relieves con instrumentos de cuerda (Ilustraciones 5 y 6)
     Cantando y tañendo instrumentos de cuerda aparecen grupos de niñas en los dos relieves centrales de la parte superior. En ellos se aprecia la fusión de la indumentaria clásica con la indumentaria del momento, pues mientras que en el de la izquierda las jóvenes que cantan y tocan el salterio visten túnicas de tejidos livianos inspirados en las musas clásicas, el de la derecha muestra jóvenes tañendo cítaras con una casta indumentaria del siglo XV, en las que se resalta el volumen a través del estudiado juego de drapeados, un recurso en el que Luca della Robbia fue un gran maestro. En ambos relieves se incluyen en la parte inferior figuras de niños desnudos inspirados en los amorcillos clásicos. De modo que, junto a figuras inspiradas en modelos antiguos, aparecen otras basadas en la observación de la realidad, combinación armoniosa que sigue la línea trazada por Alberti.

Relieve con instrumentos de percusión (Ilustración 7)
     Un grupo de cinco adolescentes tocan el tambor y una flauta mientras que dos niños ejecutan una frenética danza y otros dos tapan sus oídos ante el estruendo. El movimiento de las figuras se acentúa en función del tema, ofreciendo una agitación emparentada con los relieves de algunos relieves y sarcófagos romanos que muestran batallas históricas o mitológicas.

Relieve con niños danzantes (Ilustración 8)
     Con gran habilidad Luca della Robbia incluye en el relieve siete niños que ejecutan una danza en corro unidos por las manos. La profundidad de la escena, que recuerda un juego infantil, está conseguida a través del contraste volumétrico de las figuras del primer plano, muy próximas al bulto redondo, y el escaso grosor de las figuras del fondo, de modo que delimitan un espacio circular perfectamente perceptible. La danza es remarcada por la colocación de los pies y la alegría de los rostros, con las cabezas orientadas en todas las direcciones.

Relieve con instrumento de tecla (Ilustración 9)
     Aunque en este relieve aparecen niños tocando un laúd y un arpa, el protagonismo lo adquiere el niño que aparece sentado tocando las teclas de un órgano portátil al tiempo que activa el fuelle. La cadenciosa melodía, remarcada por la serenidad de las posturas, es escuchada por cinco niños cuyas cabezas están colocadas en todos los sentidos, de perfil, de frente y de tres cuartos. De forma magistral las figuras llenan el espacio permitiendo captar la actividad y las reacciones de cada uno de ellos.

Relieve con instrumentos de percusión (Ilustración 10)
     Los dos relieves inferiores situados a la derecha, en correspondencia al de la parte superior, están dedicados a la percusión, uno de ellos con niños tocando panderos con sonajas y el otro con seis niños que hacen sonar platillos con gran algarabía, al tiempo que sonríen convirtiendo su participación en un juego, llegando a conformar una intencionada escena que recuerda una fiesta dionisiaca de la antigüedad en la que prima lo lúdico y lo festivo.

     Tanto la cantoría de Luca della Robbia como la de Donatello fueron desmontadas en 1688 de su ubicación original en la puerta de la sacristía norte de la catedral florentina, llamada "Puerta Nueva", y sustituida por un púlpito, con motivo de la celebración de la boda de Fernando de Médicis con Violante Beatriz de Baviera. La cantoría de Luca fue de nuevo reconstruida con grandes problemas en 1883, aunque durante unas obras de restauración fue de nuevo desmontada y trasladada al Museo de la catedral, donde los relieves pueden apreciarse desmontados junto a una reconstrucción general de la tribuna de la cantoría.

Informe: J. M. Travieso.

























Vista general de la Cantoría




















Detalle del relieve con instrumentos de percusión.


* * * * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario