8 de noviembre de 2013

Visita virtual: HISTORIA DE NASTAGIO DEGLI ONESTI, narración amorosa con apariciones espectrales

Primer panel



HISTORIA DE NASTAGIO DEGLI ONESTI
Sandro Botticelli (Florencia, 1445-1510)
Hacia 1483
Pintura con técnica mixta sobre tabla
Museo del Prado, Madrid / Palacio Pucci, Florencia
Pintura del Renacimiento. Quattrocento italiano. Clasicismo




En 1483 el rico comerciante florentino Antonio Pucci, cabeza de una de las familias más pujantes de la ciudad, encargaba a Botticelli cuatro paneles decorativos, pintados al temple sobre tabla, que habrían de formar parte del regalo de bodas que hiciera a su hijo Giannozzo, quien, tras enviudar de su mujer un año antes, iba a contraer nuevo matrimonio con la joven Lucrezia de Bini. La colección formaría parte de una spalliera, recubrimiento de madera de una sala en la que se insertaba una especie de friso con escenas que decoraban de un lado a otro una pared de la estancia con un contenido alegórico y moralizante similar al de las escenas que decoraban los cassoni, ricos arcones de madera que como regalo nupcial servían para guardar los ajuares y que tradicionalmente eran decorados en sus frentes y en su tapa con vistosas escenas personalizadas para cada pareja.

Se especula que en la elección de Botticelli como autor de las pinturas habría intervenido Lorenzo el Magnífico, gobernante de la república de Florencia, banquero, poeta, filósofo y mecenas de las artes, motivo por el que Botticelli habría aceptado realizar lo que podría considerarse como un trabajo menor, en la línea de un mueble decorado, tan distinto a los originales cuadros que tanta notoriedad le dieron en Florencia. Este también es el motivo por el que Botticelli delega parte de la pintura a sus colaboradores Bartolomeo di Giovanni, Jacopo del Sellaio y Filippino Lippi, limitándose a marcar el dibujo maestro de todas las figuras sobre el aparejo de yeso y a pintar y retocar algunas de ellas, aunque supervisando todo el proceso de elaboración, lo que convierte esta serie pictórica en una de sus obras secundarias que, sin embargo, se encuentra entre sus pinturas más célebres. 

Sabido es que la pintura renacentista italiana, sobre todo en su periodo de esplendor a finales del siglo XV, cuando se alcanza el perfeccionamiento técnico y formal en el periodo denominado clasicista, incorporó al obligado repertorio religioso temas tomados de la mitología clásica. Sin embargo, aunque de forma más restringida, los pintores también encontraron en célebres obras literarias, de la antigüedad y de su tiempo, toda una serie de temas que sirvieron de inspiración y que se esforzaron en plasmar en elocuentes imágenes.

Este es el caso de la serie pictórica realizada por Botticelli por encargo de Antonio Pucci, que presenta en cuatro paneles la narración de la octava novela de la Quinta Jornada —El infierno de los amantes crueles— del Decamerón, la popular obra compuesta por Boccaccio en 1353, que el gran maestro florentino plasmó en sucesivas escenas siguiendo un esquema similar al de los actuales cómics.  

LA HISTORIA DE NASTAGIO DEGLI ONESTI

Ante todo hemos de reseñar que Antonio Pucci, más que mostrarse desprendido y generoso ante el enlace de su hijo, con la elección del tema de las pinturas venía a realizar una sibilina advertencia a su futura nuera: persuadirla que fuera fiel y condescendiente a los deseos de su marido y que se sometiera a él. Porque la narración elegida cuenta como Nastagio degli Onesti, joven de Rávena rechazado por su amada, para conquistarla presenta el desgraciado final de otra dama que había rechazado a su pretendiente Guido degli Anastagi, ambos personajes tomados prestados por Boccaccio de un pasaje de la Divina Comedia de Dante (1265-1321), rindiendo con ello homenaje al autor que tanto admiraba.

Segundo panel
PRIMER PANEL DE NASTAGIO DEGLI ONESTI
Desesperado Nastagio degli Onesti por ser rechazado por la mujer que ama, la joven hija de Paolo Traversari, comienza a dilapidar su fortuna. Para evitarlo, sus amigos le aconsejan abandonar la ciudad e instalarse en Chiassi, un pinar situado en las afueras de Rávena, donde poder meditar sobre su situación. En la parte izquierda de este primer panel se observa cómo sus amigos se despiden de él y le dejan sólo en plena naturaleza.
Cuando Nastagio se adentra reflexionando en el bosque, escena inmediata a la anterior, se encuentra con una visión inesperada y espectral: aparece una mujer corriendo que es atacada por dos mastines, uno negro y otro blanco, mientras es perseguida por un jinete que porta una espada a lomos de un brioso corcel. Nastagio intenta ayudar a la dama enfrentándose a los mastines con una rama seca recogida del suelo. Esta escena, situada a la derecha, ocupa los tres cuartos del panel, utilizando como nexo de unión de la narración sucesivos troncos de altos pinos que dejan entrever en lontananza un luminoso paisaje marítimo de las costas de Rávena.
La composición se ajusta al principio de perspectiva basado en la pirámide visual formulada en los estudios de Brunelleschi y Alberti para conseguir un efecto de profundidad, por el que las figuras y objetos disminuyen de tamaño a medida que se acercan al punto de fuga, o, dicho de otro modo, según se alejan del ojo del espectador.

SEGUNDO PANEL DE NASTAGIO DEGLI ONESTI
Nastagio intenta defender a la mujer, pero es alcanzada por el caballero, que se identifica como Guido degli Anastasi y le explica que llegó a suicidarse por no ser correspondido por la mujer que amaba y que ella, que no se apenó de su muerte, había muerto poco tiempo después. Ambos habían sido condenados al infierno, él por suicidio y ella por impía e indiferente, uniendo a sus condenas la maldición de que todos los viernes, durante tantos años como ella le rechazó, los dos seres fantasmales repitieran aquella persecución que siempre terminaba con el caballero abriendo el costado de la dama para arrancarle el corazón y dárselo de comer a los perros.

La escena ocupa el centro de este segundo panel, mientras a la izquierda aparece Nastagio horrorizado y lleno de estupor ante un acto tan cruel y a la derecha los mastines devorando el corazón. En un segundo plano se repite la escena de la persecución espectral una y otra vez como parte del implacable castigo, con figuras agitadas que contrastan con la placidez y serenidad de la bahía que se contempla al fondo.
En esta pintura se muestra el refinamiento en el uso del color y la luz, con lo que se logra un suave modelado de objetos y seres que proporciona volumen y planos de profundidad, especialmente apreciable en el elegante escorzo del caballo.

TERCER PANEL DE NASTAGIO DEGLI ONESTI
  En la tercera de las tablas vuelven a aparecer distintas escenas sucesivas en el tiempo y el escenario sigue siendo el mismo, el sombrío pinar que deja adivinar al fondo una bucólica bahía próxima a Rávena, aunque puede percibirse que en el primer plano se han talado una serie de árboles para crear un espacio despejado que además aparece acotado con una mampara decorada con tapices y guirnaldas de piñas que delimitan un comedor al aire libre presidido por los emblemas los Bini, a la izquierda, de los Médicis, en el centro, y de los Pucci, a la derecha, los tres clavados sobre los troncos de los pinos. Todo responde a un plan urdido por Nastagio para persuadir a su amada durante la celebración de un banquete un viernes en el mismo lugar en que tuvo sus visiones.

Al mismo es invitada su amada, su padre, algunos de sus parientes y criados, así como algunos familiares de Nastagio, con su padre a la cabeza, que ocupan un larga mesa en forma de L, con las damas ocupando el tramo más corto y destacando entre ellas con su vestido blanco la imagen de la dama pretendida con los rasgos de Lucrezia, apareciendo también un retrato de su padre, De Bini, vestido de negro en el ángulo de las mesas, así como el retrato de Antonio Pucci como el padre de Nastagio, con un bonete rojo bajo el emblema de los Médicis.

Como Nastagio ha previsto, en pleno banquete todos se sorprenden al producirse la súbita aparición espectral de la dama perseguida por el jinete y los perros y todos pueden contemplar estupefactos el desenlace final en medio de un gran revuelo y sobresalto. El temor que la visión produce en su amada hace que, después de que Nastagio la solicitase en matrimonio y temerosa de sufrir un castigo similar, ésta mande a una criada para comunicarle su asentimiento para la boda, escena situada en segundo plano a la derecha del panel, con lo que la astucia de Nastagio produce los resultados por él deseados.

Tercer panel
En la pintura es destacable la minuciosidad con que están descritos los enseres y utensilios, el trabajo personalizado de los rostros de los personajes, la inclusión de un desnudo y la delicadeza de la figura de la novia, en la línea de las mejores figuras femeninas del maestro.

CUARTO PANEL DE NASTAGIO DEGLI ONESTI
La cuarta de las pinturas de la serie, aunque de dimensiones ligeramente superiores, presenta una calidad sensiblemente inferior, lo que induce a los expertos a pensar que solamente fuera diseñada por Botticelli, sin ninguna intervención posterior.

En esta ocasión aparece el banquete nupcial de Nastagio y su amada, como final feliz de la historia, aunque tal celebración no se cita en el Decamerón, lo que debe interpretarse como una licencia para homenajear a los contrayentes por parte del pintor.

Diferente en su planteamiento a los paneles anteriores por presentar una escena única, la composición se articula en base a dos largas mesas que aparecen colocadas, siguiendo los principios de la perspectiva lineal, bajo una logia cuyo punto de fuga es un simbólico arco de triunfo situado al fondo. La composición, un tanto forzada, se ciñe al más estricto esquema de simetría, con las damas colocadas a la izquierda y los hombres a la derecha, como era habitual en el siglo XV, con la tradicional costumbre de exponer el suntuoso ajuar de boda sobre unos estantes recubiertos de ricos brocados que aparecen en el centro y en primer plano, así como un cortejo de sirvientes uniformados que portan las viandas en bandejas. Sobre los capiteles se repiten los emblemas de los Pucci y de los Médicis, junto a otro a la derecha en el que ya figuran fundidas las armas de los Pucci y los Bini, todos ellos junto a laureles ornamentales sobre un diseño arquitectónico que contribuye a narrar una historia profana de origen literario de forma sublime y grandilocuente.


LAS PERIPECIAS DE LAS TABLAS       
Las cuatro pinturas permanecieron en Florencia en poder de la familia Pucci, descendiente de quien hiciera el encargo a Botticelli, hasta 1868. Fue entonces cuando fueron puestas en venta y adquiridas por Alexander Barker, que las conservó hasta 1879, año en que pasaron a la colección I. R. Leyland. En 1892 fueron compradas por G. Aynard y después adquiridas para la Colección Spiridon de Berlin, siendo adquiridos los tres primeros paneles en 1929 por Francisco de Asís Cambó, en cuyo poder estuvieron hasta que en 1941 hiciera la donación de su colección al Museo del Prado.
El cuarto panel fue recuperado por un coleccionista privado suizo y conservado desde 1960 en la colección del Palacio Pucci de Florencia.   


Informe: J. M. Travieso.




































Cuarto panel











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