DECISIÓN
Cuando cerró aquella puerta, supo que allí dejaba
parte de su vida. Ya no habría más evasivas ni más mentiras, ya no creería en
falsas promesas, ni arrepentimientos que nunca llegaban.
No se sentía con fuerzas para seguir luchando por
una quimera, tenía que seguir hacia adelante, de lo contrario acabaría consumida
por el pánico que se instaló en su vida obligándole a estar siempre alerta.
Ya no recuerda cómo llegó a este punto de su
existencia. Ella, joven, bonita,
inteligente, aparcó su vida por un amor desenfrenado, pasional, con
toques de lujuria que rozaban la perversión. Aquello que comenzó siendo un
juego, acabó formando parte de su supervivencia.
Por cada entrega suya recibía a cambio insultos,
palabras soeces. Ella no entendía el porqué de este trato y él se excusaba en
el juego inocente. El terror acabó acampando en su mundo llegando a anularla.
El día que se negó a seguir, recibió, a cambio, su primer golpe, y a este le
siguieron… ya no recuerda cuantos. Cuando se recompuso preguntó el porqué. Ella
jamás le dio motivos y él tan solo se lamentó prometiendo que no volvería a
suceder, que fue un arrebato.
No recuerda el tiempo transcurrido, ni en qué momento fue dichosa. Vive en una pesadilla
constante, mirando el reloj y rogando que no llegue la oscura noche. Con esa
oscuridad llega el miedo que se instala en su cama y la convierte en un guiñapo
a merced de caprichos vejatorios y reza por que acabe cuanto antes. Aprendió a
escuchar su respiración cuando él ya dormía profundamente. Entonces era cuando
ella recobraba cierta paz. Convertida en un ser invisible se acurrucaba dándose
calor, ese calor que necesitaba para seguir viviendo. Ansiaba el clarear del
día porque sólo entonces volvía esa tranquilidad efímera.
Hasta que cierto día el espejo no le devolvió la
imagen que ella recordaba. Se vio marcada. Se acarició la cicatriz que mantenía
enmascarada bajo el maquillaje. Fue entonces cuando le volvió el valor y éste desechó el miedo. Buscó su maleta, metió en ella las ilusiones, la
esperanza y el motivo más importante por
el que luchar.
Se apresuró escaleras abajo, era el camino más
seguro y la hora se acercaba. Temía ser vista, alcanzó la puerta. El sol le dio
en los ojos. Miró a ambos lados de la
calle y respiró hondo. Se acarició el vientre y susurrando se aferró a su
maleta, apresurando el paso…
Mª JOSÉ AVENDAÑO, abril 2014
Taller
Literario Domus Pucelae. Texto nº 4
Ilustración:
"La familia bien, gracias".
* * * * *
Crudo y real , si según reza el encabezamiento y se habla de sentimientos ,en este están
ResponderEliminara flor de escritura