LAS MANOS
Mira tu
mano, que despacio se mueve,
transparente,
tangible, atravesada por la luz,
hermosa,
viva, casi humana en la noche.
Con reflejo
de luna, con dolor de mejilla, con vaguedad de sueño
mírala así
crecer, mientras alzas el brazo,
búsqueda
inútil de una noche perdida,
ala de luz
que cruzando en silencio
toca carnal
esa bóveda oscura.
No fosforece
tu pesar, no ha atrapado
ese caliente
palpitar de otro vuelo.
Mano volante
perseguida: pareja.
Dulces,
oscuras, apagadas, cruzáis.
Sois las
amantes vocaciones, los signos
que en la
tiniebla sin sonido se apelan.
Cielo
extinguido de luceros que, tibios,
campo a los
vuelos silenciosos te brindas.
Manos de
amantes que murieron, recientes,
manos con
vida que volantes se buscan
y cuando
chocan y se estrechan encienden
sobre los
hombres una luna instantánea.
VICENTE ALEIXANDRE (Sevilla, 1898-1984)
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