LA MALETA
Como cada viernes y desde que Roberto llegó a ese
nuevo destino de trabajo, empezó a acostumbrarse a salir todas las semanas en
compañía de sus compañeros, pues a pesar de que echaba mucho de menos su
ambiente, sus amigos, su familia y su entorno, aquel que le vio nacer y crecer,
no podía desechar su nueva situación laboral. Al fin y al cabo era una
oportunidad para poder desarrollar un trabajo relacionado con la carrera que
había estudiado aunque fuera en otra ciudad. No estaban los tiempos como para
elegir muchos trabajos. Se sentía contento.
Después de tomarse unas copas, charlar y echarse
unas risas con sus amigos, estaba llegando a su casa, un hermoso apartamento
que además le pillaba muy cerca de su trabajo. Centrado en visitar a su familia
el fin de semana, le llamó poderosamente la atención aquella maleta
sobresaliendo del contenedor de basura. En otras condiciones hubiera pasado de
largo, pues sus bordes y esquinas estaban bastante deteriorados y una cuerda
impedía que las dos partes pudieran abrirse. Sí, desde luego, hubiera pasado de
largo sin advertir en él un mínimo de interés por esa maleta mugrienta y
destartalada.
A esas horas de la noche apenas transitaba nadie y
el silencio del momento permitía oír con claridad cualquier sonido por
imperceptible que fuera. Algo le reclamaba en su interior que la mera
indagación por ver el contenido de esa maleta y podía más esa curiosidad que
ignorar su existencia. Miró hacia un lado y a otro y extrajo el bulto del
contenedor. Apenas pesaba y se alegró pues al menos se quitaba el temor de que
hubiera algo desagradable en su interior (hoy día se encuentra cada cosa…).
A pocos metros de su casa se preguntaba la razón de
haber cogido aquella maleta. Seguramente cuando estaba en la basura sería
porque su contenido no interesaría ni al más curioso. Pero algo debió de
fascinarle… ¿sería el momento de la noche o quizás el alcohol acumulado de
varias horas de juerga lo que le incitó a ser tan curioso?
Una vez en su casa se puso a observar los remaches
oxidados por el tiempo que, a modo de contrafuertes, dieron en su día robustez
a la maleta y empezó a estar intranquilo e inquieto. Se dijo más de una vez que
sacar de la basura aquello, por mucha curiosidad que tuviera, no había sido
buena idea. También se consolaba pensando en la circunstancia de que estaba
fuertemente atada para impedir que ésta pudiera abrirse. Quizás por ello esa
necesidad de “fisgonear” su contenido. A fin de cuentas ¿para qué iban a atar
una maleta si realmente era basura?
Su nerviosismo se apoderaba por momentos de él y
decidió ver su contenido y optó por la forma más sencilla. Tomó un cuchillo de
la cocina y cercenó el cordel que impedía su acceso. En su interior estaba
lleno de recortes de periódicos y revistas muy antiguas, propias del interés de
algún coleccionista ya que algunas databan de fechas muy cercanas a la guerra
civil española.
La idea por saber más y por descubrir todo ese
cúmulo de documentación disipó cualquier prisa por dormir. También había un
pequeño espejo femenino, unas gafas para leer con un cristal roto, un
escapulario apenas reconocible por su uso, un libro de Federico García Lorca y
un sobre bastante abultado por su contenido. Su curiosidad hizo que sus constantes
empezaran a provocar un pulso más acelerado. Cuando abrió el sobre estaba lleno
de fotografías. Sus personajes eran siempre los mismos en distintas
situaciones: en el parque, en el rio, paseando… De entre tantas imágenes
destacaba siempre una pareja. Él con uniforme de alférez republicano. Ella, muy
guapa, con diferentes trajes y vestidos de la época y siempre con un porte de
elegancia. Entre las fotografías había un papel doblado apreciándose que podía
ser una carta.
Con el escrito en sus manos comenzó a sentirse
tembloroso. Especialmente interesado, deseaba descubrir su contenido y leer con
avidez lo que podría encerrar aquel papel carcomido y amarillo por el tiempo,
sin embargo, se preguntaba si no estaría rompiendo una intimidad epistolar y
sin ningún derecho. Si hay algo en esta vida privado, íntimo y absolutamente
personal es una carta – se dijo.
Sus ansias por destapar el misterio que encerraba,
fueron mucho más fuertes que el reproche que a sí mismo se hacía y decidió
desdoblar con mucho cuidado aquel desgastado papel, como si de un tesoro se
tratara. Apreció una caligrafía clara y educada y empezó a leer:
Mi amada María Teresa.
Es más que seguro que cuando esta
carta esté en tu poder ya no me encuentre en este mundo. Nuestro batallón fue
abatido por el ejército rebelde. Hemos sido hechos prisioneros y nos han
llevado a unos barracones donde sin ningún tipo de contemplaciones nos han
asegurado que nos fusilarán mañana al alba. No ha servido de nada decir que la
mayor parte de los que allí nos encontrábamos pertenecemos a la banda de
música. No ha habido juicio, tan solo la decisión de un civil vestido de
falange con correaje.
Un muchacho de apenas 17 años y
que formará parte del pelotón de fusilamiento, casi más asustado que nosotros,
al observarme escribiendo, me ha prometido que estas líneas intentaría que
llegaran a su destino. Le aterrorizaba nuestra
situación. Él estaba en esa “otra parte de España” porque los
falangistas que entraron en su pueblo para reclutar le obligaron a él y a otros
muchos a luchar en esa “parte”. Rompieron su juventud antes de darle tiempo a
hacerse hombre. Parece muy buen chico.
María Teresa, esto, aunque
inevitable y sin poder modificar mi suerte deseo que sepas que, aún por el
dolor de no poder sentir tus besos, tus abrazos ni conocer a nuestro esperado
hijo, sentiré cuando esté de frente a la tapia que me verá morir, la enorme
suerte de haber sido el hombre más feliz y amado por una mujer como tú. El
recuerdo de los momentos que pasamos juntos será mi mejor anestesia para no
sufrir ningún dolor por la bala que me de final. Sabes que no entiendo esta
asquerosa guerra ni los fines ni los propósitos que han llevado al
enfrentamiento entre hermanos, …incluso entre padres e hijos. Solo espero que
nuestro hijo crezca en un ambiente menos hostil y que este estrago de sangre
derramada permita a los supervivientes a construir un mundo con menos envidias,
egoísmo, codicias y ansias de poder.
Te quiero y mi lamentación es de
abatimiento por dejarte sola y no haber podido disfrutar de la sensibilidad que
supiste transmitirme y del amor que siempre recibí de ti. Me han despojado
hasta de mi dignidad como humano al tratarnos como lo hacen, pero hay algo que
no podrán quitarme y es seguir soñando contigo incluso hasta después de muerto.
Antonio
Un golpe seco proveniente del exterior despertó su
ensimismado momento saliendo su mente de la historia que acababa de conocer.
María Teresa y Antonio, una pareja hasta pocos momentos antes unos
desconocidos, iban a provocar un cambio radical en el comportamiento futuro de
la vida de Roberto. Se preguntó que podría haber pasado para que alguien
decidiera echar al cubo de la basura toda una vida de imágenes, momentos y
amor. Se sentía especialmente sensibilizado y dolido.
Ese fin de semana decidió no ir a su ciudad natal y
averiguar algo sobre el contenido de la maleta. Con alguna foto y con tan solo
los nombres de los protagonistas y la cercanía de las viviendas donde encontró
los enseres, consiguió información sobre María Teresa.
Unos vecinos de destacada edad, cercanos a la
vivienda, le informaron que una viejecita con ese nombre, muy dulce y educada,
había sido víctima de un desahucio por no poder pagar el alquiler ya que ésta
había sido estafada por un banco que la recomendaron poner en manos de unas
“participaciones preferentes” sus escasos ahorros. La policía, a través de una
orden judicial sin escrúpulos, la obligó por la fuerza a abandonar la casa. Se
supo que poco después la habían encontrado muerta en la calle, justo apoyada en
el portal de la casa en la que tanta vida de soledad tuvo. De este suceso había
pasado algo más de un mes y el casero desmanteló los pocos efectos de los que
disponía, tirándolos a la basura.
Al preguntar por el posible hijo que la carta
mencionaba, un señor de avanzada edad, comentó que una patada de un militar, al
comunicarle la noticia del fusilamiento de su marido, tuvo como desenlace la
pérdida de su hijo y casi de la suya propia por su avanzado estado de
gestación. Siempre vivió sola y acompañada de sus recuerdos, sin saber que la
guerra jamás terminó en el año 39 y que otra forma de “victorias”, de cinismo y
crueldad permitiría a los poderosos el ansia por aplastar al débil y el seguir
pisoteando los ideales y los sueños compartidos.
El siguiente fin de semana visitando a su familia y
éstos interesándose por su nuevo trabajo y nuevas amistades, Roberto les dio
toda clase de detalles sobre su trabajo y lo satisfecho que estaba con su
actividad y progreso laboral. También les comentó la suerte que había tenido
por encontrar nuevas amistades, entre ellos a una pareja entrañable llamada
María Teresa y Antonio.
Jamás se desprendió de las fotografías y de la
carta. Esos recuerdos lo habían encontrado a él. Ya eran parte de su vida.
JOSÉ LUIS JUÁREZ, junio 2014
Taller
Literario Domus Pucelae. Texto nº 10
Ilustración:
"La familia bien, gracias".
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!Qué bonita la ilustración! Menuda imaginación!
ResponderEliminarMe parece un relato muy bien construido y lleno de una realidad atrayente. Imagino que a los mas "azules" y "conservadores" de este país no le guste demasiado ya que lleva tintes muy marcados de esa España agresiva y atacante de los rebeldes que usurparon el poder que las urnas habían establecido a la República. Me gusta el escrito mucho y ojala se escriban mas de esta clase. Las ilustraciones no pueden acompañar mejor al texto. ESTUPENDO
ResponderEliminarTiene este escrito parte de re indicativo, emociones y vivencias
ResponderEliminarque " otros " vivieron, y este nos hace recordar que hubo un tiempo
duro y cruel para la mayoría.
Hacía tiempo que no leía algo tan verosímil y tan real. El pasaje de la carta relatando la tragedia de la guerra civil me ha parecido de un realismo increíble y muy acertado. Gracias a este autor algunos podemos seguir recordando que la lucha por conseguir ideales aun esta presente. Me gustaría que se pudieran seguir publicando relatos de este tipo. Desde este momento soy incondicional de este blog. Enhorabuena.
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