NUESTRO
PADRE JESÚS NAZARENO
Anónimo,
taller vallisoletano
Juan Antonio de la Peña?
Juan Antonio de la Peña?
1687
Madera
policromada y postizos
Iglesia
Penitencial de Jesús Nazareno, Valladolid
Escultura
barroca española. Escuela castellana
La talla de Jesús Nazareno, titular de la cofradía
del mismo nombre, es una de las más populares de la Semana Santa vallisoletana
y desde hace siglos objeto de una especial devoción en la ciudad. Sin embargo,
su origen es casual en cierta medida, pues la cofradía a la que da nombre en
origen la encargó merced a una serie de avatares históricos que poco a poco se
han podido ir desgranando hasta poder formular una historia aproximada sobre su
ejecución, a pesar de lo cual su autoría no está documentada y es fruto de
especulación por parte de historiadores, descartándose la atribución al
escultor Pedro de la Cuadra que se ha venido manteniendo durante muchos años.
Si a pesar de que su historia ya es en sí misma
enrevesada, se han de sumar las incidencias producidas en la iglesia que la
cobija, igualmente sometida a modificaciones sobre el edificio original. Sobre
estos hechos intentaremos aportar algunos datos que clarifiquen en lo posible aspectos
de la historia de la imagen del célebre Nazareno, de su Cofradía y de su sede
canónica.
IMÁGENES DE JESÚS NAZARENO EN VALLADOLID
En 1614 la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión
encargaba a Gregorio Fernández el paso procesional Camino del Calvario, cuya escritura de contratación se ha perdido,
a pesar de que fue conocida, transcrita y publicada por Juan Agustín Ceán
Bermúdez en 1889, por quien sabemos que el escultor firmó el contrato con la
cofradía ante el notario Pedro González el 22 de noviembre de aquel año. El
paso, tallado en madera y formado por cinco figuras (Cristo con la cruz a
cuestas, el Cirineo, la Verónica y dos soldados), venía a sustituir a una
composición anterior formada por cuatro figuras y enteramente elaborada como
imaginería ligera —papelón— en el
siglo XVI, aunque en la nueva composición se mantuvo la figura del Nazareno
como imagen vestidera y en posición de pie.
Sin embargo, a finales del siglo XVII la imagen fernandina
del paso original fue retirada por la Cofradía de la Pasión, posiblemente por
deterioro, y reemplazada por otra de similares características. Un Jesús
Nazareno que, como era costumbre, a lo largo del año recibía culto, desmontado
del paso, en un altar de la iglesia de la Pasión. Todas las figuras del paso
permanecieron en aquella iglesia al menos hasta 1828, año en que la Real
Academia de Bellas Artes las trasladó, a excepción del Jesús Nazareno, a su
sede sita por entonces en la calle Pedro Barrueco1, pasando en 1842
al recién creado Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid (germen del
Museo Nacional de Escultura), ubicado en el Colegio de Santa Cruz, donde se
disgregó la composición y las figuras se expusieron por separado.
En este
proceso, que culminó en 1926 con el cierre de la iglesia de la Pasión a causa de ruina, a lo que siguió la disgregación de sus bienes patrimoniales, la imagen del Nazareno que componía el paso del Camino del Calvario pasó primero al convento de San Quirce y hacia 1940 a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen Extramuros, donde en 1986 fue identificada por Luis Luna Moreno como la
imagen integrante del paso original2.
Afortunadamente, el año 2013 la Cofradía de la Sagrada Pasión recuperó la
propiedad de la escultura y, tras ser sometida a una exhaustiva restauración, llevada a cabo por Cristina Parrado,
la incorporó de nuevo a sus desfiles, como imagen independiente, en la Semana Santa de
2014.
Anteriormente a la elaboración del paso procesional de Gregorio Fernández, la histórica Cofradía Penitencial de
Jesús Nazareno, fundada en 1596 en el seno del convento de San Agustín,
disponía en esta iglesia de una capilla donde comenzó a realizar sus
actividades y donde almacenaba al menos hasta tres pasos de imaginería ligera.
Como imagen titular, en el altar disponía de una imagen vestidera de Jesús
Nazareno, realizada hacia 1608, que acabó dando nombre a la capilla.
Ésta, a diferencia de la figura
erguida del paso Camino del Calvario
de la Cofradía de la Pasión, presentaba una de las caídas de Jesús, con una
rodilla en tierra y sujetando con esfuerzo el peso de la cruz. Se trataba de
una imagen vestidera, esto es, con el cuerpo formado por un liviano maniquí
adaptado a las formas anatómicas y únicamente con la cabeza, manos y pies tallados
en madera, con el cuerpo recubierto por una túnica morada de terciopelo. En
opinión del investigador García Chico, después ratificada por Luis Luna Moreno,
el autor de la talla habría sido Pedro de la Cuadra, un escultor desigual que
trataba de emular los modelos fernandinos. Por razones desconocidas,
posiblemente para reforzar su consistencia, el primitivo maniquí fue sustituido
en 1697 por un cuerpo con la túnica tallada con numerosos pliegues y
policromada con tonos violáceos lisos, aunque encima de esta se mantuviera la
túnica textil en terciopelo como signo identificativo del Nazareno, que se
venía a sumar a la corona de espinos reales colocada sobre la cabeza.
No pasado mucho tiempo, comenzaron los desencuentros
entre la Cofradía de Jesús Nazareno y el convento de San Agustín que la acogía.
Tras ser eliminado del Cabildo de Gobierno el representante agustino, las
reuniones preceptivas de la Cofradía pasaron a celebrarse en la vecina parroquia de San Julián
(junto al ábside de San Benito) y en la ermita de Nuestra Señora del Val, ambas
desaparecidas, al tiempo que se comenzó a fraguar la idea de construir su
propia sede y hospital, hecho que comenzó a materializarse a raíz de la
donación del regidor Andrés de Cabezón, en 1627, de unos terrenos colindantes a
la plaza de la Rinconada.
Estando en construcción la iglesia de la Cofradía
Penitencial de Jesús Nazareno, las constantes desavenencias entre ésta y los
frailes agustinos, a causa de la manipulación de sus imágenes patrimoniales,
especialmente del crucifijo del paso de la Crucifixión
realizado por Gregorio Fernández en 1612 a petición de la Cofradía, derivó en
una ruptura que, en términos amistosos, se consumó en 1651. La situación se
vendría a complicar en 1676, cuando, terminada la iglesia penitencial y redactada
una nueva Regla de la Cofradía, tras la procesión del Viernes Santo retuvieron
en su nueva sede los pasos que hasta entonces se habían conservado en el
convento de San Agustín, lo que motivó un pleito entablado por los agustinos, cuya
resolución, emitida en 1684, les fue favorable, teniendo que devolver la
Cofradía de Jesús Nazareno todas las imágenes procesionales a los frailes.
Como consecuencia, la Cofradía tuvo que encargar
nuevas tallas sustitutorias de sus imágenes más representativas a los mejores
escultores de los años finales del siglo XVII en Valladolid, entre ellas el
paso del Expolio o del Despojo (hoy conocido como Preparativos para la Crucifixión), que comenzó en 1680 el cofrade y escultor Juan de
Ávila (cuyo Cristo fue destruido en 1799 por un incendio y sustituido en 1801
por una insípida obra de Claudio Cortijo), el Cristo de la Agonía, elaborado por Juan Antonio de la Peña en 1684
para suplantar al crucifijo del paso de la Crucifixión,
cuyos sayones tuvieron que comprar a los agustinos, y una versión mimética del Jesús Nazareno, justamente a la que está
referido este artículo.
La imagen está tallada enteramente en madera,
encajando a la perfección la cabeza, manos y pies en una túnica tallada con
delicadeza en la que se forman sugestivos pliegues en el pecho, mangas y caídas
traseras, sirviendo de modelo a la que se ensamblaría diez años después al Jesús Nazareno de San Agustín, cuya cabeza, manos y pies repite con fidelidad. Representa una caída de Cristo,
con la rodilla izquierda en tierra, la derecha flexionada, la cabeza
ligeramente inclinada hacia la derecha, con la mano izquierda elevada y aferrada al
madero y haciendo con la derecha un ademán de contención. Siguiendo los modelos
fernandinos, la fuerza emocional se concentra en la cabeza, cubierta con una
larga melena que deja visibles las orejas, con barba de dos puntas, nariz
afilada, ojos oblicuos de cristal y boca ligeramente entreabierta sugiriendo la
toma de aliento, con el rostro salpicado de pequeñas salpicaduras
sanguinolentas producidas por una corona de espinas postiza.
De dramatismo atemperado, su depurado rostro expresa
una mezcla de incomprensión y resignación, poniendo de manifiesto que, si no
alcanza el virtuosismo de los modelos de Fernández, sus valores naturalistas son
muy aproximados, demostrando su autor un conocimiento de los recursos del
gallego para materializar sentimientos acordes a los postulados
contrarreformistas, pues si algún efecto produce su contemplación es el de
conmover al espectador.
En base a sus rasgos estilísticos y circunstancias
históricas, se especula sobre la posible autoría de Juan Antonio de la Peña o
Alonso de Rozas. Por la forma del tallado facial, las barbas, la cabellera y la
expresión del rostro, personalmente me inclino por el primero, como también lo
hiciera Juan José Martín González, pues es fácil apreciar la evidente similitud
estilística con el vecino Cristo de la
Agonía, del que Filemón Arribas3 desveló la autoría documentada de
Juan Antonio de la Peña. Es posible que este escultor, que ocupaba el cargo de alcalde
de la Cofradía en el tiempo en que fue realizada, se esmerara y entregara lo
mejor de su talento al confeccionar la que sería la imagen titular hacia 1687.
Se tiene constancia de que en 1798 Crisanto
Izquierdo realizaba las cuatro cantoneras de plata que rematan la cruz de
madera y que en 1812 esta fue reemplazada por otra nueva, realizada por Martín Veites, gracias a una donación
de Valentín Cabezas. La talla, como su modelo precedente, desfilaba cubierta
por una túnica de terciopelo morado hasta principios del siglo XX,
prescindiendo de este aditamento a partir de 1927, año en que la túnica fue
repolicromada por Mariano García Maestro, que incorporó grandes medallones ornamentales
sobre el fondo morado, apreciables en su actual aspecto. Tradicionalmente, la imagen de Jesús Nazareno desfila en una bella carroza elaborada por el escultor Pedro Verdugo, recorrida en los flancos por relieves policromados con episodios de la Pasión y con las figuras de los Cuatro Evangelistas en los ángulos.
El ya mencionado incendio de 1799 afectó
al retablo situado en el lado del Evangelio del crucero, que albergaba el Cristo del Despojo de Juan de Ávila, y a una parte del retablo mayor que había sido consagrado en 1716 con una tradicional arquitectura barroca dorada cuyas hornacinas albergaban esculturas de José de Rozas, con la central destinada a cobijar al Nazareno. Por este motivo, en 1817 aquel retablo fue sustituido
por otro neoclásico de gran pureza, actualizado al gusto imperante en la época, con
fingimientos de mármol, enmarcado por cuatro grandes columnas, coronado con un
frontón curvo y estructurado como un camarín que permite subir por su parte trasera hasta
la hornacina central, conservando de la obra preexistente las imágenes de San Pedro
y San Pablo, que fueron colocadas flanqueando el retablo y recubiertas de
blanco para fingir mármoles, aspecto que mantienen en nuestros días.
Los avatares de la Cofradía de Jesús Nazareno
continuarían en los años finales del siglo XIX, cuando proyectado el nuevo
edificio del Ayuntamiento en 1879, fue necesario derribar parte de la nave de
los pies de la iglesia para realizar el nuevo trazado de la calle de Jesús,
acortando su longitud y obligando a levantar una nueva fachada según los
criterios funcionales de la época.
En otro orden de cosas, cuando en 1922 se comenzaron
a recomponer los antiguos pasos procesionales, por iniciativa del arzobispo don
Remigio Gandásegui, Juan Agapito y Revilla y Francisco de Cossío realizaron la
recomposición del paso Camino del
Calvario con la imagen del Jesús Nazareno que, procedente de la iglesia de
San Agustín, se encontraba entre los fondos del Museo Nacional de Escultura,
organizando la escena procesional tal y como se conserva en la actualidad, con
una figura de Cristo que no es la talla original que concibiera Gregorio
Fernández, sino aquella que sirviera de modelo a la imagen titular de la
iglesia de Jesús, fundiendo en el montaje imágenes procedentes de las cofradías
de la Sagrada Pasión y de Jesús Nazareno.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Pasos
restaurados. Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 2000, p. 55.
2 LUNA MORENO, Luis. Gregorio
Fernández y la Semana Santa de Valladolid. Catálogo exposición con motivo
del 310 aniversario de la muerte del escultor, Ministerio de Cultura y Junta de
Semana Santa de Valladolid, Valladolid, 1986, pp. 51-53.
3 ARRIBAS ARRANZ, Filemón. La
Cofradía penitencial de N. P. Jesús Nazareno de Valladolid. Valladolid,
1946, pp. 82-90.
Jesús Nazareno. Pedro de la Cuadra, hacia 1608 Paso Camino del Calvario. MNE, Valladolid |
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