Estampas y recuerdos de Valladolid
En la Casa-Museo de José Zorrilla se conservan
numerosos objetos personales del insigne escritor, pero sobre todo testimonios
tangibles de los incontables galardones y reconocimientos de los que fue objeto
en vida, en su práctica totalidad a título honorífico, pues paradójicamente tan
galardonado autor, según las costumbres de la época, apenas recibió alguna suma
de dinero que, a pesar de los beneficios que su obra proporcionaba a libreros y
compañías teatrales, le permitieran llevar una vida relativamente acomodada. Todo
lo contrario, la vida de tan laureado poeta y dramaturgo estuvo condicionada
por unas estrecheces económicas que en ocasiones llegaron a ser angustiosas.
Una visita a su casa natal puede inducir a pensar
que tantas distinciones a su obra, así como el ser miembro de la Real Academia
Española, ser nombrado Cronista Oficial de Valladolid desde 1884 y ser coronado
como "Poeta Nacional" en Granada en 1889, le facilitarían una
situación desahogada, cuando en realidad tantos honores nunca pasaron de ser
papel mojado.
Eso sí, a pesar de tener establecida su residencia
en una modesta casa de Madrid, el poeta nunca se desvinculó de su ciudad natal,
a la que regresaba con frecuencia por razones de su cargo de "Cronista".
Retrato conservado en la Casa-Museo de Zorrilla de Valladolid |
Por este motivo, lo que no recibiera crematísticamente lo
recibió en afecto de sus paisanos, entre los cuales era verdaderamente
reverenciado. Ello quedó patente cuando, tras producirse su muerte el 23 de
enero 1893, la ciudad reclamó sus restos, que llegaron por ferrocarril a la
Estación del Norte en 1896, dando lugar al más multitudinario entierro conocido
en Valladolid a lo largo de su historia, con miles de personas que abarrotaron
la Acera de Recoletos, la calle de Santiago, la Plaza Mayor, la calle de las
Angustias y todo el recorrido hasta el cementerio del Carmen.
Recorriendo su casa natal podemos encontrar un
pequeño cuadro que conmemora uno de aquellos homenajes recibidos en Valladolid,
en este caso alusivo a la inauguración de un teatro a él dedicado que se
produjo el 31 de octubre de 1884. En el grabado se reproduce un retrato y la
firma del poeta junto a cuatro dibujos del nuevo teatro: los accesos desde los soportales de la Plaza
Mayor, la sala escénica, el "hall" de entrada y la fachada posterior.
Podemos completar esta información gráfica de la época diciendo que el propio
José Zorrilla asistió a la inauguración acompañado del también poeta
vallisoletano Emilio Ferrari, iniciándose la andadura de la sala de
espectáculos con la puesta en escena de su drama Traidor, inconfeso y mártir a cargo de la compañía de Wenceslao
Bueno y de Argüelles.
Desde entonces, el Teatro Zorrilla, que fue
levantado en sólo seis meses por el arquitecto Joaquín Ruiz Sierra, enriqueció la vida cultural de Valladolid
durante más de ochenta años. Por el hecho de haber sido construido sobre el
terreno que ocupara el antiguo convento de San Francisco, repleto de
enterramientos, algunos recelosos y prejuiciosos llegaron a difundir la
existencia de una maldición contra la sala: cuando el aforo estuviese completo,
sería pasto de las llamas. Cuentan que en prevención ante lo desconocido, en
espectáculos de asistencia masiva algunas butacas no eran puestas a la venta, ¡por si acaso!
A principios del siglo XX, en el Teatro Zorrilla se
comenzaron a presentar sesiones cinematográficas, siendo la primera sala de
Valladolid en la que se inauguró el cine sonoro, hecho que ocurría el 16 de
octubre de 1930 con las películas “Las castigadoras de Broadway” y “La mujer
torero”.
En los años 60 y 70 simultaneó las sesiones
cinematográficas de arte y ensayo, una arraigada afición derivada de la Semana
Internacional de Cine, con representaciones de obras de teatro independiente y vanguardista, desfilando por su escenario compañías míticas de todo el mundo y los más creativos grupos españoles en esos años.
Sin embargo, el 4 de enero de 1994 fue cerrado ante
la amenaza de ruina, siendo afortunadamente sometido a una restauración
integral que permitió su reinauguración en septiembre de 2009, durante las
Fiestas de la Virgen de San Lorenzo.
En el recuperado y flamante edificio teatral sólo son
reconocibles dos de aquellos dibujos que figuran en el cuadro decimonónico de
la Casa de Zorrilla: la sala escénica, que ha mantenido su diseño original,
aunque se hayan modificado los colores de la decoración, y la fachada posterior
de ladrillo de la calle Constitución, sobre la que se eleva una moderna caja
escénica.
Hoy los vallisoletanos gozan orgullosos de este
espacio teatral, dotado con tecnología actual, del mismo modo que en 1884 lo
celebraban plasmando su imagen en el añejo y curioso grabado que rinde homenaje a Zorrilla.
Aspecto de la sala escénica del actual Teatro Zorrilla |
Testero en ladrillo conservado del primitivo teatro |
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