1517 es una fecha importante en la historia europea:
es el año en que Lutero se rebela contra la autoridad papal y se desata el
vendaval político y religioso que partirá Europa en dos mitades inconciliables.
Y es el año, asimismo, en que el príncipe Carlos de Habsburgo, con 17 años de
edad, emprende su gran viaje, desde Gante hasta Valladolid, con el propósito de
convertirse en rey de todos los reinos y territorios hispánicos, en
circunstancias anómalas, pues el trono correspondía a su madre, doña Juana,
recluida en Tordesillas.
«Mi vida es un largo viaje», escribió el Emperador
poco antes de morir. El monarca viajó de forma infatigable por todos los
rincones de su imperio y no había una posesión o un reino más favorito que
otro: la corte estaba donde estuviera el Rey. En total efectuó 40 grandes
viajes y 21 travesías marítimas, y el primero de ellos fue para visitar
Valladolid en 1517. Esta idea ha impulsado al Museo a rendir homenaje al
monarca cuando se cumplen 500 años de su estancia en la ciudad, diseñando un
ciclo de actividades y dedicándole las paredes del nuevo espacio expositivo
habilitado en el Colegio de San Gregorio.
La primera muestra, dedicada a conmemorar el V
Centenario de la llegada de Carlos V a Valladolid, ha reunido tres obras de la
colección del Museo, dos habitualmente expuestas y una recién salida del
almacén, bajo el título «Retratos de familia». Estos retratos –el busto en
piedra del joven Carlos V, obra de un anónimo flamenco, el óleo sobre tabla de
Juana I de Castilla, atribuido al Maestro de la Vida de San José, y el retrato
de Carlos V procedente del retablo del Monasterio de Nuestra Señora de la
Mejorada de Olmedo, obra de Fray Rodrigo de Holanda – fueron realizados
precisamente en Flandes (o por artistas flamencos), región donde se alcanzó un
logro esencial: la invención de un nuevo naturalismo que retrataba a los
individuos, reproduciendo sus rasgos y singularidades físicas, para transmitir una
cierta «verdad personal».
Acompaña esta selección de piezas un vídeo elaborado
por el Museo que pone imágenes a las anécdotas y pasajes de la estancia del
joven emperador en Valladolid relatadas por Laurent Vital, un flamenco que en
1517 viajaba en la comitiva real.
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