3 de abril de 2017

Fastiginia: Recreación de una escena ambientada en el Valladolid del siglo XVI

Miguel de los Santos Jadraque. El cardenal Tavera visitando a Alonso
Berruguete. Palacio del Senado, Madrid
Estampas y recuerdos de Valladolid

En los muros del Palacio del Senado de Madrid cuelga una pintura historicista, como depósito del Museo del Prado, que viene a ser una reconstrucción virtual de un hecho ocurrido en Valladolid en los años centrales del siglo XVI, por tanto un testimonio visual de nuestra historia. Se trata de la visita del cardenal Juan Pardo de Tavera al taller de Alonso Berruguete, una recreación histórica debida a los pinceles del gran pintor vallisoletano Miguel de los Santos Jadraque.

El pintor Miguel de los Santos Jadraque y Sánchez de Ocaña (Valladolid, 1840-Madrid, 1919) fue un destacado retratista decimonónico y un excelente autor de pintura historicista que inició su andadura en la Escuela de Bellas Artes de Valladolid junto al pintor Agapito López de San Román, estudios que tuvieron continuidad en la Escuela de San Fernando de Madrid bajo la dirección de Joaquín Espalter. Después se trasladaría a Roma, donde conoció a los pintores Mariano Fortuny y Eduardo Rosales, y posteriormente a París, donde se sintió atraído por la obra detallista de Ernest Meissonier.

Regresado a España, fijó su residencia en Madrid, donde inició sus visitas al Museo del Prado para copiar obras de Murillo y Camile Bernier. Al mismo tiempo comenzó a participar en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, recibiendo en 1876 la tercera medalla por el cuadro Una lectura interesante (Palacio de Navarra, Pamplona, en depósito del Museo del Prado) y en 1878 la segunda medalla por la escena de Carlos V en el monasterio de Yuste (Cámara de Comercio de Salamanca, en depósito del Museo del Prado). En ese momento ya se había revelado como un genial recreador de interiores de épocas pasadas y de su tiempo que encontraban su inspiración en personajes históricos o en temas literarios, convirtiéndose en un reconocido pintor de temas de género y de historia y en un apreciado retratista, con incursiones en la pintura religiosa.

Entre sus pinturas gozan de merecido prestigio las escenas Episodio de la vida del Conde Ansúrez, Presentación de Cisneros a Isabel la Católica, Frailes ensayando música, Fraile en oración, Estudio de sillería de coro, Lección de violín, A la caza mayor y menor, Pensando el asunto y Don Quijote enfermo (Museo Casa de Cervantes, Valladolid), a las que se suman retratos de su tiempo y el retrato de Santa Teresa de Jesús (Museo de Bellas Artes de Álava, Vitoria, en depósito del Museo del Prado).

Escultura de San Sebastián reproducida en la pintura
Museo Nacional de Escultura
Relacionada en estilo y temática con estas obras citadas se encuentra la pintura El cardenal Tavera visitando a Alonso Berruguete, depositada desde 1907 en el madrileño Palacio del Senado. Se trata de una escena poblada por doce personajes en la que el pintor recrea con minuciosos detalles el estudio vallisoletano del pintor y escultor de Paredes de Nava, donde reproduce el encuentro entre el afamado artista y el cardenal interesado en encargarle su sepulcro.

El episodio tiene como protagonistas a dos personajes relacionados con Valladolid: el pujante eclesiástico y el escultor. El cardenal Juan Pardo de Tavera (Toro, Zamora, 1472-Valladolid, 1545), se había formado en Leyes y Teología en la Universidad de Salamanca, donde a principios del siglo XVI llegó a ser Rector y Consejero de la Inquisición. En 1514 fue nombrado obispo de Ciudad Rodrigo y más tarde designado obispo de Osma por el propio emperador Carlos, llegando a ostentar los cargos de Presidente del Consejo de Castilla y de la Chancillería de Valladolid y a presidir las Cortes celebradas en nuestra ciudad en 1525.

Casa de Berruguete en Valladolid, donde se produce la acción
Tan importante personaje, estrechamente relacionado con la corona, llegaría a ser arzobispo de Santiago de Compostela y, tras recibir el cardenalato en 1531, a ocupar la archidiócesis primada de Toledo, ostentando también el cargo de Inquisidor General de España desde 1539.

Durante su estancia en Toledo fue el fundador del Hospital de San Juan Bautista, extramuros de la ciudad, donde por orden testamentaria dispuso ser enterrado. Para ello se interesó en que fuera Alonso Berruguete el artífice de su fastuoso sepulcro, equiparable al del cardenal Cisneros en la iglesia primada de Alcalá de Henares, que habría de colocarse en la nave central de la iglesia del enorme complejo hospitalario, el primer edificio en España de trazado clásico según las pautas del Renacimiento italiano. Sin duda, el cardenal conocía la magnífica labor desplegada por Alonso Berruguete entre 1539 y 1545 en la impresionante sillería del coro de la catedral de Toledo y procuraba que fuera el mejor escultor del momento el que acometiera el proyecto.

Placa en la fachada de la Casa de Berruguete
Para ello, durante una de sus asiduas visitas a Valladolid, concertó una cita con el escultor para establecer las condiciones del contrato, que es el momento representado por Miguel de los Santos Jadraque. En la parte izquierda de la pintura se agrupan los comitentes, con el purpurado sedente dando explicaciones al artista, acompañado, a modo de consejeros, por un personaje que podría ser el arquitecto Alonso de Covarrubias, primer supervisor del hospital toledano, y dos frailes, un dominico y un franciscano que escuchan atentamente la propuesta.

Al otro lado, ante la expectación de los habitantes de su casa, Alonso Berruguete presenta al cardenal, como muestra de su arte, la célebre escultura de San Sebastián realizada pocos años antes para el retablo de San Benito el Real de Valladolid, iglesia situada frente a su casona. Un aprendiz, posiblemente su protegido sobrino Inocencio Berruguete, que también habitaba la casa, aparece dispuesto casi de espaldas al espectador mientras muestra su interés por la traza enmarcada de un retablo. Otro monta guardia junto a la puerta por la que asoman familiares y sirvientes del artista conscientes de la importancia de la visita. Entre ellos se podría identificar a Juana de Pereda, esposa del escultor.

El Greco. Retrato del cardenal Tavera
Hospital Tavera, Toledo
Es realmente sugestivo el ambiente espacial creado por Miguel de los Santos Jadraque, con una estancia donde aparecen dos muestras de sitiales, uno alto y otro bajo, pequeñas obras talladas en madera que junto a bocetos de medallones y pequeños estudios en yeso se hallan colgados en las paredes, siendo apreciables dos columnas con capiteles platerescos empotradas en los muros, tal y como se encontraban hasta hace poco tiempo. Virtuosa es la reconstrucción de la moda del siglo XVI y de la indumentaria de los eclesiásticos, así como la alfombra, el paño de brocados dorados que recubre la pequeña mesa dando realce a la escultura, los cortinajes del fondo y el tapiz colocado como cerramiento.

No pasa desapercibido el elegante aspecto del escultor, el único de su tiempo que logró constituir un mayorazgo, adquirir un señorío y levantar una elegante casona, consiguiendo que su trabajo pasara de ser considerado como una simple labor artesanal a una creación de tipo intelectual.

Efectivamente, sería Alonso Berruguete quien realizara el flamante sepulcro del cardenal Tavera en mármol de Carrara que Juan de Lugano se comprometía a traer en 1557 —"ocho piedras de mármol de la cantera de porbazo que está en carrara en el marquesado, de maca limpias sin beta ni mancha de pelo... cuatro de ellas para el sepulcro que hace alonso berruguete vezino de Valladolid"—, resultando una genial obra renacentista que impactaría a Toledo como antes lo había hecho la sillería catedralicia.

Sin embargo, el cardenal Tavera murió en Valladolid en 1545, cuando acudió a celebrar las exequias de la princesa María Manuela de Portugal, fallecida durante el parto del infante Carlos. Al no estar todavía terminado su sepulcro, durante un tiempo sus restos reposaron en la catedral de Valladolid, siendo trasladados a Toledo en 1552 para ser colocados bajo la genial creación marmórea del escultor palentino, que trabajó en la que sería su última obra desde 1554 a 1561, pues precisamente en septiembre de 1561 Alonso Berruguete moría en Toledo junto a una de las torres del Hospital Tavera, cuando se ocupaba de asentar el mausoleo con la impresionante efigie del cardenal.           
Alonso Berruguete. Sepulcro del cardenal Tavera
Iglesia del Hospital Tavera, Toledo













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