LA SAGRADA
FAMILIA
Gregorio
Martínez (Valladolid, 1547-1598)
Hacia 1597
Óleo sobre
lienzo
Sacristía de
la Real Iglesia de San Miguel y San Julián, Valladolid
Pintura renacentista
española. Corriente manierista
Uno de los mejores pintores vallisoletanos de todos
los tiempos y figura sobresaliente en el panorama español del último cuarto del
siglo XVI es Gregorio Martínez, que dio muestras de su talento a través de una
obra adscrita a la corriente manierista en la que pone de manifiesto el dominio
de un dibujo preciso, un personal tratamiento en las anatomías y pliegues de
las indumentarias, su capacidad creativa para recrear inconfundibles y bellos
modelos femeninos e infantiles de raigambre rafaelesca, el uso de una personal
paleta cromática que adapta con habilidad a cada uno de los temas y la
inclusión en los fondos de elementos arquitectónicos monumentales inspirados en
la Roma clásica, tomados de estampas y grabados que él no se limita a
reproducir, sino que inteligentemente los interpreta a su manera, algo inusual
entre los pintores españoles.
Todos estos conceptos están patentes en una de las
últimas obras de su producción, la pintura de la Sagrada Familia que se conserva en la sacristía de la iglesia de
San Miguel de Valladolid, templo perteneciente a la Compañía de Jesús hasta su
expulsión en 1767, según la Pragmática Sanción dictada por Carlos III ese año, y
después reconvertido en iglesia de San Miguel y San Julián.
LA SAGRADA FAMILIA DE GREGORIO MARTÍNEZ
La pintura, una de las pocas firmadas por Gregorio
Martínez, fue donada a la iglesia jesuítica en 1598 por doña María de Pinedo,
viuda de don Alonso de Ontiveros, que en el acta de entrega manifestaba: "Les hago donación de la Ymagen de San Joseph
que yo tengo y que ha de ser la grande que tiene el Niño Perdido y a la Nra
Señora de mano de Gregorio Martínez pintor y se ha de poner encima de la puerta
con sus dos cortinas y hace de descubrir las fiestas principales solamente"1.
En efecto, a pesar de mostrar aparentemente un convencional
grupo de la Sagrada Familia, en
realidad la escena representa el Hallazgo
del Niño perdido, esto es, un pasaje de la vida oculta de Jesús referido a
un incidente producido cuando el infante había cumplido los doce años. Todos
los años el pequeño Jesús acudía habitualmente con sus padres en tiempo de
Pascua al Templo de Jerusalén para celebrar la fiesta. Ese año ya tenía la edad
preceptiva para que los adolescentes fuesen considerados "hijos de la
Ley", lo que comportaba ciertas obligaciones.
Cuando María y José
emprendieron el regreso, como de costumbre, supusieron que el Niño iba en la
caravana, pero al no hallarle entre parientes y conocidos retornaron a
Jerusalén en su busca. Al cabo de tres días de desconcierto lo encontraron en
el Templo, sentado en medio de los doctores de la Ley, a los que por haber
alcanzado la mayoría de edad religiosa preguntaba, escuchaba y admiraba con su
sabiduría. Tras el hallazgo, la angustia de los padres se tornaba en alegría,
aunque estos no lograban entender el alcance de los asuntos tratados por su
joven hijo.
El pintor plasma el momento en que, a la salida del
Templo de Jerusalén, los tres personajes emprenden el camino de regreso a casa.
A pesar de la angustia vivida, María se siente reconfortada y San José con
gesto protector toma al Niño de la mano. Para facilitar la comprensión del
pasaje, el pintor establece un hábil juego de miradas y gestos entre los tres
personajes. El Niño Jesús, con la cabeza levantada y la mirada dirigida hacia
su Madre, parece pedir disculpas por los problemas causados con su ausencia, a
lo que María responde con gesto complaciente. San José, caracterizado como un
maduro patriarca, también dirige su mirada al Niño y le da protección
agarrándole de la mano mientras sujeta su cayado y emprende la marcha. Al fondo
se vislumbra el monumental Templo de Jerusalén con líneas de inspiración romana
que realzan la composición y al tiempo encuadran el momento del pasaje.
Gregorio Martínez establece una diáfana y armoniosa
composición que tiene su epicentro en el triángulo cerrado que establecen las tres
cabezas, dotando a cada uno de los personajes, a través de los gestos y la
indumentaria, de su propia personalidad. La escena está resuelta con una gama
de tonos muy suaves que están aplicados para destacar la blancura de la figura
del Niño, que parece irradiar luminosidad. La luz que penetra desde la parte
izquierda produce fuertes contrastes lumínicos en las figuras, potenciando sus
valores tridimensionales y reforzando el misticismo espiritual de la escena,
abriendo con estos recursos, como se aprecia en el tratamiento realista del
manto de San José, la senda de la pintura protobarroca.
No pasa desapercibido el arquetipo femenino de la
Virgen, repetidamente plasmado por el pintor a partir de grabados que
reproducían pinturas de Rafael. La colocación de la cabeza suavemente
inclinada, su modelado próximo al sfumato
y el ideal rafaelesco de belleza femenina es una constante en sus pinturas,
presentando una gran similitud con la Virgen de la Anunciación (Museo Nacional de Escultura) que pintara en 1596 para
la capilla funeraria que el banquero Fabio Nelli de Espinosa disponía en la
iglesia conventual de San Agustín de Valladolid, una obra que, como señaló
Angulo, se inspira en un grabado de Battista Franco2, especializado
en obras de Rafael, Miguel Ángel y Giulio Romano.
Gregorio Martínez. Izda: Detalle de la Anunciación, h. 1596, Museo Nacional de Escultura Dcha: Detalle de La Sagrada Familia, h. 1597, iglesia de San Miguel, Valladolid |
Debido al fuerte componente rafaelesco de las
"Vírgenes" de Gregorio Martínez, entre las nuevas atribuciones al
pintor vallisoletano, sugeridas por Jesús Urrea, se encuentran dos obras sin autoría definida
hasta ahora. Una de ellas es la Adoración
de los Reyes (posiblemente acompañada de la Visitación), realizada hacia 1582 para el retablo de la capilla de
los Alderete3 de la iglesia de San Antolín de Tordesillas, un
retablo en el que complementando las esculturas y relieves de Juan de Juni
figuran seis pinturas de las que Manuel Arias Martínez ha sugerido la autoría
del pintor florentino Benedito Rabuyate, afincado en Valladolid y para el que
Gregorio Martínez trabajó como oficial absorbiendo plenamente el lenguaje
italiano, tal y como se aprecia en la pintura. Otra obra es la excelente copia
de la Sagrada Familia con San Juanito
de Rafael, denominada Virgen de la Rosa
(original en el Museo del Prado, procedente del monasterio de El Escorial) que
se conserva en el Museo Nacional de Escultura (procedente del monasterio de la
Mejorada de Olmedo), que pudo ser realizada por Gregorio Martínez hacia 1589,
cuando estuvo presente en el recinto escurialense4.
EN TORNO AL PINTOR GREGORIO MARTÍNEZ
Si Ponz, Bosarte y Ceán Bermúdez ya le consideraban
entre los mejores de su época, han sido los estudios sobre su vida y obra
realizados por José Martí y Monsó, Juan Agapito y Revilla y Juan José Martín
González los que han ido perfilando su personalidad artística y el corpus de su
obra, aunque más definitivo es el último estudio de Jesús Urrea, hito
trascendental para realizar una decisiva puesta en valor del artista, al que en
tiempos recientes se le ha asignado la autoría de nuevas pinturas hasta configurar
una obra que explica por sí misma los méritos y aportaciones del pintor al
panorama de la pintura manierista española.
Gregorio Martínez5, nacido en Valladolid
en 1547 y bautizado en la antigua parroquia de San Miguel, perteneció a una destacada
familia de artistas. Hijo del pintor Francisco Martínez y de Francisca de
Espinosa, realizó su primera formación en el taller paterno junto a su hermano
mayor Matías Martínez, igualmente pintor. Suficientemente preparado, ingresó
como oficial en el taller que el florentino Benedito Rabuyate tenía abierto en
Valladolid, maestro que le facilitó el contacto con las corrientes pictóricas
del manierismo toscano.
Gregorio Martínez. Tríptico de la Crucifixión, 1580, pinturas laterales. La Virgen con las Santas Mujeres y San Juan con apóstoles, Museo del Prado |
En 1568, con 21 años, comienza a trabajar
independiente y contrae matrimonio con Baltasara Ordóñez, con la que tendría
cinco hijos: Leandro (1569), Luisa (1571), Francisco (1574, futuro pintor),
Baltasara (1589) y Marcelo (1590). A partir de entonces su situación económica
y su prestigio conocería una lenta evolución. Comienza instalándose en Medina
de Rioseco para atender diversos encargos, siendo en 1589 cuando comienza a
firmar importantes contratos y a ejercer como tasador, siendo llamado al
monasterio de El Escorial, junto a los pintores Blas de Prado y Diego de
Urbina, para valorar las obras de los italianos Rómulo Cincinato, Nicolás
Granelo y Pellegrino Tibaldi, trabajo que le reportó grandes beneficios y
conocimientos, pues allí tuvo la ocasión de ponerse en contacto con el arte
italiano de los pintores cortesanos, que llegó a asimilar con gran naturalidad.
En 1593 se trasladaba a Burgos, acompañado de su
familia, para trabajar en el pintado y dorado del retablo mayor de la Catedral
burgalesa. En 1596 ya había regresado a Valladolid, donde contrató el retablo y
la decoración de la capilla funeraria que el banquero Fabio Nelli tenía en la
iglesia de San Agustín, a cuyo trabajo siguió el encargo de las pinturas del
retablo de la capilla de San Jacinto de la iglesia de San Pablo de Valladolid, propiedad
del doctor Luis Mercado, obra que no llegó a finalizar por sorprenderle la
muerte en 1598, ocupándose del encargo su hijo Francisco.
Gregorio Martínez dejaba una estela que, a pesar de
gozar de gran prestigio en su época, ha tenido que esperar muchos años para
poder configurar el conjunto de obras y atribuciones que permiten situarle,
como ya se ha dicho, entre lo más granado de la pintura hispánica de finales
del siglo XVI.
Una obra magnífica
Ejemplos de su etapa inicial los encontramos en las
pinturas de la Adoración de los Reyes,
el Martirio de San Andrés y el Martirio de San Pedro de la iglesia de
Santa María de Medina de Rioseco, realizadas hacia 1576.
De 1580 es su primera obra fechada, el Tríptico de la Crucifixión encargado por
don Hernando de la Vega, Presidente del Consejo de Indias y residente en
Madrid, que no lo llegó a pagar y que tras un pleito fue devuelto al pintor,
que lo revendió en 1590 al escultor Pompeo Leoni. De dicho tríptico se
conservan en el Museo del Prado los cobres laterales con las escenas de La Virgen acompañada de las Santas Mujeres
y San Juan Evangelista con apóstoles,
obras que se han venido considerando de Francisco Vanni, según atribución de
Pedro de Madrazo en 1848 y que ahora, como auténtica novedad, son restituidas a
Gregorio Martínez6.
Gregorio Martínez. Detalle de San Juan Bautista, 1590-1595 Retablo de la capilla de los Alarcón, iglesia de Palomares del Campo (Cuenca) |
Ese mismo año realizaba la pintura firmada de San Juan Bautista del arruinado convento
de Las Gordillas de Ávila, con la potente y monumental figura del Precursor que
repetiría diez años después en el retablo de la capilla de los Alarcón de la
iglesia de Palomares del Campo (Cuenca).
De 1581 datan las pinturas de la Visitación y la Adoración de los Reyes que junto a esculturas de Juan de Juni y
otras tablas de Benedito Rabuyate forman parte del retablo de la capilla de los
Alderete en la iglesia de San Antolín de Tordesillas (hoy convertida en museo).
A ese momento también corresponde la tabla firmada que representa en clave dramática
la Piedad con San Agustín y San Nicolás
de Tolentino, adquirida en el comercio del arte por el Davis Museum de
Wellesley, Massachusetts.
En 1583 realizaba, junto al pintor Benito Ronco,
seis lienzos de gran formato con temas de la Pasión y técnica de grisalla para
la iglesia de la Magdalena de Valladolid (recogidos en los almacenes del
arzobispado de Valladolid en preocupante estado), realizando en 1585 y con el
mismo colaborador otra serie similar, que no se ha conservado, para la iglesia
de Olmos de Esgueva (Valladolid).
Gregorio Martínez. Piedad con San Agustín y San Nicolás de Tolentino, Hacia 1580, Davis Museum de Wellesley (Massachusetts) |
En 1585 contrataba, junto al pintor Juan Díez, las
pinturas, dorado y estofado de un retablo elaborado por el escultor Francisco
de la Maza para una capilla del claustro del convento de San Pablo de la que
era propietario Mateo Lomas Cantoral. Ese mismo año realiza las pinturas de un
retablo de la iglesia de Corcos del Valle (Valladolid).
Durante 1589 elaboraba una colección de pinturas (no
conservada) para una capilla que Juan de Sevilla y su esposa Ana de la Vega
disponían en el convento de San Francisco de Valladolid. Asimismo, en torno a
1590 se pueden datar dos pinturas de gran calidad. Se trata de una Piedad firmada que se conserva en el
Staarliche Kunsthalle de Karlsruhe (Alemania) y de una Sagrada Familia con San Juanito que se guarda en el Colegio de
Agustinos Filipinos de Valladolid.
Entre 1593 y 1596 Gregorio Martínez se hallaba en
Burgos para realizar el dorado y pinturas del retablo mayor de la catedral. A
ese momento corresponden las pinturas de la Anunciación
(actualmente en capilla de Santiago), y las de San Pedro y San Andrés,
que pertenecieron al mismo retablo, aunque ahora se hallen separadas.
Gregorio Martínez. Anunciación y Virgen con el Niño, 1595 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
De regreso en Valladolid, en 1595 contrataba con
Pedro de Arriola las pinturas de un retablo para la capilla que éste tenía en
la iglesia de San Esteban —desaparecidas tanto las pinturas como la iglesia—,
así como la bella e italianizante tabla de la Virgen con el Niño del Museo Nacional de Escultura, de la que no se
conoce la procedencia.
En 1596 el pintor demuestra estar en la cumbre de su
carrera y ve incrementado su prestigio por un afortunado encargo. Este año el
banquero Fabio Nelli de Espinosa le encargada la pintura que debía presidir el
altar de la capilla que disponía en la iglesia de San Agustín de Valladolid, así
como las pinturas decorativas de los Cuatro
Evangelistas de las pechinas, el Espíritu
Santo en la cúpula, las Virtudes
del arco del altar, el Adán y Eva del
arco de entrada a la capilla y la serie de floreros
sobre la cornisa, todas ellas desaparecidas con la ruina de la iglesia.
No obstante, de aquel magno conjunto se ha
conservado la refinada pintura central de la Anunciación, actualmente recogida en el Museo Nacional de
Escultura, que es una de las mejores pinturas elaboradas en un taller vallisoletano
a lo largo de la historia. Cuatro tablas de la predela, con los temas del Nacimiento, Adoración de los Reyes, Circuncisión
y Presentación en el Templo se hallan
en la colección Finat Calvo de Valladolid. Se ha perdido la representación de la
Trinidad que coronaba el ático.
Gregorio Martínez. Imposición de la casulla a San Ildefonso, h. 1596 Izda: Museo Nacional de Escultura / Dcha: Museo de Valladolid |
Al mismo momento corresponde la pintura de la Imposición de la casulla a San Ildefonso
que se guarda en el Museo de Valladolid, seguramente procedente del banco de
algún retablo, relacionada con otra pintura del mismo tema y formato ovalado
que se conserva en el Museo Nacional de Escultura.
Para la capilla familiar de la iglesia de Palomares
del Campo (Cuenca), entre 1590 y 1595 Gregorio Martínez pintaba un retablo, que
se ha conservado completo, encargado por los familiares de don Hernando de
Alarcón, I marqués de la Valle Siciliana y Renda, fallecido en 1540 y enterrado
en dicha capilla, una obra cuya autoría ha sido desvelada recientemente7.
El retablo, de dos cuerpos y tres calles de diseño clasicista, está presidido
por una pintura monumental de la Inmaculada,
sobre la que aparece la imponente pintura de San Juan Bautista. En las calles se colocan las representaciones de
San Pedro y San Pablo, en el primer cuerpo, y San Francisco de Asís y San
Francisco de Paula en el segundo, colocándose sobre los frontones que les
rematan las virtudes de la Fe, Esperanza, Caridad y Justicia.
Gregorio Martínez. Retablo y detalle de Inmaculada, 1590-1595 Retablo de la capilla de los Alarcón, iglesia de Palomares del Campo (Cuenca) |
En su última etapa Gregorio Martínez realizaba obras
de carácter protobarroco, sin abandonar la impronta italianizante. Entre ellas
se encuentra la Visita de Cristo a
Nicodemo de la iglesia de Santa María del Castillo de Olmedo (procedente
del monasterio jerónimo de la Mejorada), con una inusual iconografía inspirada
en un grabado de Jan Wierix. Obras tardías son también la Sagrada Familia con Santa Ana y La
Virgen con el Niño, Santo Domingo y Santa Catalina de Siena, pertenecientes
a la colección Finat Calvo de Valladolid.
A ese periodo también corresponde el impresionante lienzo
de Ticio encadenado, reciente
adquisición del Museo del Prado que constituye un caso excepcional en el
panorama de la pintura española de la segunda mitad del XVI, tanto por abordar
un tema mitológico como por el tratamiento del desnudo que protagoniza la
pintura, con la figura del titán castigado eternamente a ser devoradas sus
entrañas por un buitre. En este caso el motivo se inspira en un dibujo de
Miguel Ángel, fechado en 1532, que guarda la realeza inglesa en el Castillo de
Windsor.
Del mismo tiempo data la pintura de San Jerónimo del convento de padres
carmelitas de Burgo de Osma (Soria) y la representación de la Sagrada Familia de la iglesia de San
Miguel de Valladolid que aquí hemos tratado. En 1597 contrataba sus últimas
pinturas, destinadas, como ya se ha referido, a la capilla que el doctor Luis
Mercado disponía en el claustro del convento de San Pablo de Valladolid, retablo
que no pudo culminar por morir durante el proceso.
Gregorio Martínez. Izda: Sagrada Familia con San Juanito, h. 1590 Colegio de Agustinos Filipinos, Valladolid / Dcha: Visita de Cristo a Nicodemo, h. 1598, iglesia de Santa María, Olmedo (Valladolid) |
Informe y fotografías de la obra: J. M. Travieso.
Otras imágenes: museos correspondientes y red.
NOTAS
1 URREA, Jesús y VALDIVIESO, Enrique: Pintura barroca vallisoletana. Ed. Universidad de Valladolid y Ed.
Universidad de Sevilla, Sevilla, 2017, p. 84.
2 Ibídem, p. 76.
3 Ibídem, p.68.
Gregorio Martínez. Izda: Anunciación, h. 1595, Catedral de Burgos Dcha: Piedad, h. 1590, Staarliche Kunsthalle, Karlsruhe (Alemania) |
4 Ibídem, p. 88.
5 Todos los datos biográficos que aquí figuran están extraídos del
trabajo de Jesús Urrea y Enrique Valdivieso en la publicación Pintura barroca vallisoletana (Sevilla,
2017), que contiene una monografía del pintor bajo el epígrafe Gregorio Martínez (Valladolid, 1547-1598),
pp. 63-88.
6 COLLAR DE CÁCERES, Fernando: El
tríptico de Leoni y otras obras de Gregorio Martínez. Revista Goya 348,
Museo Lázaro Galdiano, Madrid, 2014.
7 Ibídem, pp. 196-203.
Gregorio Martínez. Detalle de Ticio encadenado, 1595-1598 Museo del Prado |
Izda: Rafael. Virgen de la Rosa, Museo del Prado Dcha: Posible copia de Gregorio Martínez en 1589, Museo Nacional de Escultura |
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