23 de marzo de 2018

Theatrum: RETRATO DE FELIPE III, muestra barroca del gusto por la apariencia













RETRATO DEL REY FELIPE III
Pedro Antonio Vidal (Castellón, h. 1570- ?)
Hacia 1617
Óleo sobre lienzo
Museo Casa de Cervantes, Valladolid
Pintura barroca española. Escuela cortesana














La pintura en una dependencia del Museo Casa de Cervantes, Valladolid

EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LA PINTURA

Este retrato de Felipe III aparece vinculado al quinquenio 1601-1606, periodo en que la capitalidad española estuvo asentada en Valladolid, que se convirtió en escenario de la Corte debido a las artimañas del poderoso Francisco de Sandoval y Rojas, primer duque de Lerma. Aunque las idas y las venidas de los monarcas eran constantes, fue junto al Pisuerga donde la singular pareja formada por Felipe III y Margarita de Austria forjaron el ansiado nacimiento de un hijo varón que perpetuase la dinastía de los Austrias. Sin embargo, estos anhelos se hicieron esperar, pues en septiembre de 1601 nacía su primera hija, la infanta Ana María Mauricia de Austria, en febrero de 1603 una segunda hija que no logró reponerse a su frágil salud y murió al poco tiempo y en septiembre de ese mismo año la reina sufría un aborto. Fue el 8 de abril de 1605, festividad de Viernes Santo, cuando se produjo el nacimiento en Valladolid del esperado príncipe Felipe, futuro Felipe IV, motivando tan importante acontecimiento la puesta en marcha de una maquinaria asombrosa de fiestas que duraron más de dos meses en el teatro de la Corte que era la ciudad.

Y es que en los años en que Valladolid fue la residencia de los monarcas, las celebraciones de las más variadas fiestas fueron continuas. Con rango de ciudad desde 1596, la actividad cortesana se convirtió en un polo de atracción para actividades de todo tipo, conociendo la ciudad un impresionante crecimiento de población. En el intento de medrar al amparo de la Corte y del mecenazgo real, llegaron numerosas familias nobles que prodigaron sus palacios, no faltando notables escritores que buscaban beneficios en la escena cortesana, entre ellos Cervantes, Quevedo y Góngora. Sirva como dato ilustrativo decir que, de los 30.000 habitantes censados en 1590, Valladolid pasó a tener once años después más de 70.000, conociendo la construcción de un Palacio Real, otro de recreo junto al Pisuerga —Palacio de la Ribera—, una importante remodelación urbanística y el asentamiento de numerosas fundaciones religiosas por el ampliado trazado urbano.

En aquellos años el todopoderoso duque de Lerma, verdadero gobernante del país, vivía sus momentos dorados como artífice del periodo de veinte años de paz que se conoce como la Pax Hispanica: se mantenía la paz con Francia e Italia, la tensión de los Países Bajos declinó a favor de España y en Inglaterra, tras la entronización de Jacobo I, en 1604 se firmó el Tratado de Londres —Conferencia de Somerset House— que ponía fin a la guerra anglo-española iniciada en 1585.

Ante la apatía y abulia de Felipe III, que al parecer sólo encontraba solaz en la caza, fue igualmente el duque de Lerma el que alentó la llegada de artistas a la ciudad, en la mayoría de los casos por interés propio. Entre ellos destacaría la presencia del escultor milanés Pompeo Leoni, que en 1601 comenzó en trabajar en su suntuoso sepulcro y en el de su esposa Catalina de la Cerda, ambos en bronce sobredorado (Museo Nacional de Escultura), destinados a la iglesia de San Pablo de Valladolid emulando los modelos reales de El Escorial. Otro gran artista presente en Valladolid fue Pedro Pablo Rubens, maestro de la pintura flamenca que llegaba a la Corte en 1603 como representante de Vicenzo Gonzaga, Duque de Mantua, y que en Valladolid dejaba notables muestras de su arte, como la pintura de Demócrito y Heráclito (Museo Nacional de Escultura), al que siguió el impresionante Retrato ecuestre del Duque de Lerma que se conserva en el Museo del Prado y que fue realizado en el palacio que el duque de Lerma disponía en la Ventosilla (Burgos), un paraje próximo a Lerma.

Sin embargo, en el plantel de pintores que trabajaron para Felipe III en Valladolid estuvieron ausentes artistas de primera fila, destacando una serie de autores considerados como "secundarios", tales como el vallisoletano Juan Pantoja de la Cruz (1553-1608), especializado en su cargo de retratista oficial de la corte desde la subida al trono de Felipe III en 1598, en cuyo taller se formaron el también vallisoletano Bartolomé González (1564-1627) y el madrileño Rodrigo de Villandrando (1588-1622), que continuaron el tipo de retrato aúlico de su maestro. A ellos se sumaron el orensano Santiago Morán (1571-1626), que en 1609 sucedería a Pantoja de la Cruz como pintor de cámara de Felipe III, y el castellonense Pedro Antonio Vidal, que también practicó el retrato, así como el florentino Bartolomé Carducho (1560-1608), que trabajó para el duque de Lerma como marchante de pintura italiana y acompañó a la corte en su traslado a Valladolid, hasta su vuelta a Madrid en 1606.

EL PINTOR PEDRO ANTONIO VIDAL     

En este contexto, aparece el pintor Pedro Antonio Vidal trabajando para el duque de Lerma. Nacido en Castellón hacia 1570, apenas se conocen datos de su biografía, irrumpiendo en el panorama pictórico cortesano realizando hasta una docena de retratos del ambicioso Francisco de Sandoval y Rojas. Consta que en 1616, a la muerte de Pedro Guzmán, el Cojo, que en 1601 había sido nombrado pintor del rey en Valladolid, solicitaba ser designado para ocupar este cargo, aunque no lo consiguió por ser amortizado por la Junta de Obras debido a la falta de fondos.

En su calidad de retratista, en 1617 aparece trabajando en el Alcázar de Madrid realizando un retrato de Felipe III de cuerpo entero, pintura que se relaciona con la conservada en el Museo del Prado en la que el monarca aparece vestido con armadura siguiendo la tradición cortesana asentada por Juan Pantoja de la Cruz, definida por su severidad y rigidez, aunque Pedro Antonio Vidal dota a la figura y al espacio de profundidad mediante la volumetría conseguida mediante el uso de la luz y la colocación de objetos a los lados —cortinajes, globo terráqueo, yelmo y guanteletes— que colocados ante un muro de tonos neutros sugieren un espacio real.
Pedro Antonio Vidal. Retrato de Felipe III, 1617
Museo del Prado (Foto M. del Prado)
De este retrato haría la copia que se guarda en el Salón de Reyes del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid y la versión reducida, de medio cuerpo, del Museo Casa de Cervantes de Valladolid.

Al servicio del duque de Lerma, Pedro Antonio Vidal también realizó dos retratos suyos que éste donó al convento de San Blas de la villa de Lerma, uno de los cuales pudiera ser el que se conserva en la colección de los duques del Infantado de Madrid. Asimismo, se le atribuyen dos pinturas que aparecen en el retablo mayor de la iglesia del citado convento, una con la escena de la Oración del Huerto y otra con la Coronación de espinas. Este retablo está compuesto por pinturas de distintos autores y rematado por una serie de tablas que copian las pinturas de Jan van Eyck en el retablo de San Babón de la catedral de Gante.   

EL RETRATO DE FELIPE III DEL MUSEO CASA DE CERVANTES DE VALLADOLID

Esta pintura de Pedro Antonio Vidal constituye una réplica del retrato de Felipe III que se conserva en el Museo del Prado, pintado en 1617, en este caso reducido a medio cuerpo. En ella se representa al monarca con una edad aproximada de 30 años, lo que hace suponer que el estudio preparativo fuera realizado cuando la Corte estaba instalada en Valladolid.

Representa al rey vestido con armadura de gala, luciendo una gran gorguera de lechuguilla al cuello y ostentando el gran collar de la orden del Toisón de Oro en el pecho, no apareciendo visibles, respecto a la pintura de cuerpo entero, la espada y el bastón de mando. En esta versión recortada, Pedro Antonio Vidal prescinde de incluir dichos elementos iconográficos que definen la exaltación militar del personaje, sin aparecer la celada, los guanteletes y el globo terráqueo alusivo a los extensos dominios sobre los que el monarca ejercía el poder, sobre los que todavía no se ocultaba el sol.    

Pedro Antonio Vidal. Detalle del retrato de Felipe III, 1617
Museo del Prado (Foto M. del Prado)
La figura se coloca ante un fondo neutro en el que tan sólo asoma un trozo de cortina en el ángulo superior derecho. La actitud del retratado sigue los modelos oficiales implantados en la Corte por Juan Pantoja de la Cruz, con el monarca mirando fijamente y con actitud serena al espectador transmitiendo una sensación de poder, frialdad y distanciamiento. Su rostro es poco expresivo, definido por una nariz y ojos grandes, tupé, fino bigote y perilla que disimulan el acusado prognatismo de los Habsburgo.

Junto al tratamiento facial del retratado, el pintor se esmera en representar con minuciosidad las superficies de la armadura correspondiente al rango de capitán general, resaltado con brillos metálicos el peto, las hombreras y los brazales para sublimar un retrato aúlico de alto contenido conceptual. El tipo de pincelada y los esquemas compositivos utilizados por Pedro Antonio Vidal son similares a los empleados por otros pintores vallisoletanos contemporáneos, como Bartolomé González o Andrés López Polanco. El retrato persigue exaltar la grandeza de la monarquía, dejando entrever el gusto por la apariencia y la propaganda política.       



Informe y fotografías: J. M. Travieso.


Pedro Antonio Vidal. Oración del Huerto y
Coronación de espinas en el retablo del convento
de San Blas, Lerma (Burgos)




Bibliografía

1 MARÍN CEPEDA, Patricia: Valladolid, theatrum mundi. Bulletin of the Cervantes Society of America, 25.2 , 2005, pp. 161-193.

2 MORÁN TURINA, J. Miguel: Felipe III y las artes. Anales de Historia del Arte nº 1, Edit. Universidad Complutense, Madrid, 1989, pp. 159-179.















Juan Pantoja de la Cruz. Retrato del Duque de Lerma
Sacristía de la colegiata de San Pedro, Lerma























Izda: Andrés López. Felipe III, h. 1617, Kunsthistorisches Museum, Viena
Dcha: Bartolomé González. Margarita de Austria, 1609, Museo del Prado   












* * * * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario