7 de abril de 2022

Novedad en la Semana Santa de Valladolid de 2022: Un centurión romano junto al Cristo de Medinaceli










CENTURIÓN ROMANO (LA SENTENCIA)

Ana Rey (Cádiz, 1981)

2021-2022

Hermandad del Santísimo Cristo de Jesús de Medinaceli, Nuestra Señora de la Divina Misericordia y Discípulo Amado, Valladolid

Imaginería contemporánea








Ana Rey. Detalle del centurión romano

     Hasta ahora la Cofradía del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli de Valladolid, la más joven de todas ellas, tenía como una de sus imágenes titulares al Cristo de Medinaceli, una talla realizada por el imaginero sevillano Juan Antonio Blanco en 2012 que evoca el episodio pasionista de “La Sentencia”, momento en que Cristo es presentado ante el pueblo por Pilatos y sentenciado a morir crucificado. Su iconografía constituye una réplica del célebre Cristo madrileño, una talla de vestir realizada en Sevilla en el siglo XVII, que tras ser rescatada del norte de África por los monjes trinitarios —motivo por el que lleva al cuello un escapulario— fue trasladada por el duque de Medinaceli a su palacio de Madrid, siendo objeto desde entonces de una enorme devoción, con copias en numerosas poblaciones españolas. 

En la Semana Santa de 2022 la cofradía, que tomó el relevo a la antigua Cofradía de los Periodistas de 1950 —desaparecida en 1956—, ha introducido destacadas novedades. La primera es su nueva denominación como “Hermandad del Santísimo Cristo de Jesús de Medinaceli, Nuestra Señora de la Divina Misericordia y Discípulo Amado”. Otra novedad afecta a las andas, para las que el escultor gaditano Manuel Oliva ha tallado el frontal y tres nuevas cartelas, en las que se estrenarán dos nuevos candelabros, cuyas siete trabajaderas que componen el conjunto que serán cargadas por 35 costaleros. 

Pero la innovación más significativa es la incorporación a la derecha del Cristo de Medinaceli de la imagen de un centurión romano que constituye la primera de las tallas que conformarán el futuro paso de La Sentencia, en el que está previsto incluir las figuras de Pilatos, su esposa Claudia Prócula y un joven sirviente que recreará el célebre episodio del lavado de manos.

Recreación de la nueva constitución del paso

     La imagen del centurión fue encargada por la cofradía el pasado mes de noviembre a la escultora gaditana Ana Rey, que ha trabajado la figura en su taller de Cádiz durante cinco meses hasta ser presentada en público en la iglesia de San Martín, sede canónica de la Cofradía, el pasado 3 de abril, una semana antes de que desfile por las calles de Valladolid en la procesión de Amor y Misericordia del Stmo. Cristo de Medinaceli que se celebrará en la tarde del Domingo de Ramos. La incorporación de esta figura secundaria, equiparable a los tradicionales sayones, además supone otra novedad, como el ser la primera talla elaborada por una mujer para el elenco pasionista de Valladolid. 

La escultura del centurión de Ana Rey presenta un trabajo hiperrealista, habitual en la escultora, con un gran dinamismo y dotada de vida interior. Adaptada a la modalidad de imagen de vestir, en consonancia con el Cristo de Medinaceli, representa a un personaje vigoroso que con la cabeza girada hacia Cristo indica con su mano izquierda la petición del pueblo de ser condenado. Viste una indumentaria a la romana, común en tierras de Levante y Andalucía, pero totalmente novedosa en el repertorio vallisoletano. Junto a los textiles reales de la túnica y el manto, sujeto en los hombros por fíbulas, incorpora diversas piezas de orfebrería, como una coraza con piezas en los hombros como recreación de una lorica segmentata y los clásicos baltea colgantes bajo la cintura. Calza las tradicionales caligae o sandalias y en su mano derecha sujeta una lanza ajustada a la modalidad de pilum.  Está desprovisto de casco tradicional para no dificultar la visión de la cabeza rapada, que concentra su intensidad emocional con gesto autoritario. 

Juan Antonio Blanco. Cristo de Medinaceli, 2012

     La escultura puede despertar polémica por su carácter novedoso, como ocurriera en su día con las obras del vasco Juan Guraya Urrutia —Sagrada Cena—, del murciano José Antonio Hernández Navarro —Cristo despojado, Cristo de la Humildad—, del cordobés Miguel Ángel González Jurado —Cristo Camino del Calvario— o del sevillano Juan Antonio Blanco —Cristo de Medinaceli—, que con una estética diferente a la de los grandes escultores barrocos castellanos, un factor muy importante de tener en cuenta, con el tiempo se han incorporado con naturalidad al repertorio pasionista vallisoletano por su apreciable calidad. Menos sentido tiene poner límites, en esta época de globalización, a que los imagineros que trabajen para Valladolid tengan que ser castellano-leoneses, si bien sería aconsejable que las cofradías trataran de respetar los cánones estéticos del arte vallisoletano que representan el sentir de un pueblo. 

La escultora Ana Rey

La joven escultora gaditana Ana Rey, que declara haber aprendido toda la parte técnica del escultor Ángel Pantoja, su pareja, como en su día ocurriera con La Roldana es un caso atípico en un gremio cuyo 95% está ocupado por hombres. Sus trabajos iniciales en el arte fueron el dibujo y la pintura, inclinándose hacia el realismo de forma natural en la realización de retratos. Según sus manifestaciones, en los últimos tiempos estas modalidades artísticas han pasado a un segundo plano por el trabajo laborioso y la dedicación que exige la escultura, campo en que se declara admiradora de la obra de Luis Salvador Carmona y Antonio López.

Sus esculturas, en su mayoría dedicadas a la temática pasionista procesional, se encuadran en la corriente hiperrealista, trabajadas con minuciosidad y dotadas de una gran expresividad, siguiendo la misma línea que el cordobés Francisco Romero Zafra, pero con su sello propio. Ana Rey ha realizado esculturas para cofradías y hermandades de distintos puntos de España, especialmente para poblaciones andaluzas. 

Informe: J.M. Travieso. 

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