Hay ocasiones en que sentimos que se ponen a flor de piel nuestras emociones, sobre todo cuando nos deslumbra la belleza.
Casi sin darnos cuenta a las imágenes que aparecen ante nuestros ojos les asociamos un olor, un sabor o una música, en definitiva, un estado de ánimo que dispara nuestra imaginación.
Un lugar paradigmático es la Alhambra, donde a modo de alucinación podemos ver lo inexistente: sultanes reposando entre ricos cojines de seda, sirvientes portando toda clase de frutos, soldados armados con pintorescas cimitarras o músicos ciegos que tocan exóticos instrumentos de percusión.
Si aún nos detenemos a contemplar su decoración caligráfica y los poemas esculpidos con caracteres cúficos en yeserías y mármoles, inevitablemente surge una música de fondo que sustituye al murmullo de las fuentes. Todo ello sugiere que existe una banda sonora para cada momento.
Un lugar paradigmático es la Alhambra, donde a modo de alucinación podemos ver lo inexistente: sultanes reposando entre ricos cojines de seda, sirvientes portando toda clase de frutos, soldados armados con pintorescas cimitarras o músicos ciegos que tocan exóticos instrumentos de percusión.
Si aún nos detenemos a contemplar su decoración caligráfica y los poemas esculpidos con caracteres cúficos en yeserías y mármoles, inevitablemente surge una música de fondo que sustituye al murmullo de las fuentes. Todo ello sugiere que existe una banda sonora para cada momento.
La mayor parte de las dependencias conservadas en la Alhambra datan del siglo XIV, realizadas por los monarcas Yusuf I (1333.1353) y Mohamed V (1353-1391), siendo palacios que constituyen el paradigma del arte nazarí. Junto a ellos se levanta el Palacio de Carlos V, erigido en el siglo XVI con una estética propia del Renacimiento.
Arcos, capiteles, atauriques, alicatados, mocárabes, celosías, fuentes y poemas tallados se aglutinan como notas musicales para fascinar a quienes tienen la suerte de contemplarlos.
Puedes contemplar una muestra pulsando en el Play (>) que aparece en el centro del vídeo de la cabecera, con ambientación musical de Loreena Mc Kennitt.
Informe y vídeo de J. M. Travieso.
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