2 de octubre de 2015

Fastiginia: Transformación de la Plaza Mayor desde los años 50

Plaza Mayor. Años 50 del siglo XX
Estampas y recuerdos de Valladolid

Desde que en el siglo XIII el emplazamiento de lo que fuera la Plaza del Mercado pasara a convertirse en el ágora de Valladolid, este espacio urbano pasó a ser el núcleo vertebrador del urbanismo de toda la ciudad, especialmente desde que en el siglo XV se creara en él, por mandato de los Reyes Católicos, la Casa del Municipio, que pasaría a determinar toda la actividad vital de la ciudad, marcando un contrapunto constructivo al convento de San Francisco, el mayor complejo edificado hasta entonces en este espacio urbano.

Cuando en el siglo XVI pasa a denominarse Plaza Mayor, en torno ella ya se habían instalado un buen número de gremios que marcaban el pulso vital de la actividad mercantil. Vecinos y artesanos fueron víctimas en septiembre de 1561 de un grave contratiempo: el incendio que asoló buena parte del centro urbano, incluyendo casi la mitad de las casas levantadas en la Plaza Mayor. 
Plaza Mayor. Años 50 del siglo XX
Apenas transcurridos dos días de la tragedia, el concejo, contando con el apoyo del rey Felipe II, determinaba encargar al arquitecto Francisco de Salamanca la reconstrucción de toda la parte dañada, incluyendo la remodelación de la Plaza Mayor, cuyo modelo, basado en ideas urbanísticas renacentistas, las más avanzadas de la época, pasaría a convertirse en un prototipo, basado en la uniformidad, que después sería imitado en Madrid (1617) y Salamanca (1729), así como en numerosas poblaciones españolas y americanas.

Desde entonces la Plaza Mayor acrecentó su condición de corazón de la ciudad, convirtiéndose en escenario de los principales actos públicos de una ciudad de carácter levítico, tales como los crueles Autos de Fe promovidos por la Inquisición y las multitudinarias celebraciones de Semana Santa, perviviendo en nuestros días, como un eco lejano de aquella sociedad sacralizada, el denominado Sermón de las Siete Palabras, un acto público convertido en verdadero elemento diferenciador respecto a las celebraciones religiosas semanasanteras del resto de España.
Vista parcial de la Plaza Mayor. Años 50 del siglo XX

Sería en los albores del siglo XVII, convertida Valladolid en capital de la Corte durante el reinado de Felipe III, cuando la actividad de tan emblemático espacio se vio incrementada con la celebración de justas, mascaradas, juegos de cañas y corridas de toros, convirtiéndose en el principal lugar para los actos lúdicos y festivos, una actividad alternada, en ocasiones puntuales, con actividades completamente opuestas, como el levantamiento de patíbulos para cumplir las ejecuciones sentenciadas por la justicia.

Celebraciones religiosas, ejecuciones públicas, desfiles, actividades comerciales y todo tipo de fiestas y celebraciones aglutinaron a los vallisoletanos en la Plaza Mayor durante siglos, siendo el lugar elegido por la ubicación del Consistorio, entre enero y mayo de 1808, para el patriótico y poco divulgado levantamiento popular contra los invasores franceses, incluyendo la quema pública por la muchedumbre, el 24 de marzo de 1808, de un retrato del cesado Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV.


Plaza Mayor. Años 60 del siglo XX
En 1879 Antonio Iturralde ganaba un concurso convocado para la construcción en la Plaza Mayor de un nuevo Ayuntamiento, aunque la muerte de este arquitecto en 1897 y las críticas en torno al proyecto derivaron en la elección del arquitecto madrileño Enrique Repullés y Vargas para acometer la obra, que fue culminada en 1908 siguiendo un estilo ecléctico muy en boga en la época.

El nuevo Ayuntamiento, junto a la erección en medio de la plaza de un monumento escultórico en honor del Conde Ansúrez, realizado por el riosecano Aurelio Carretero en 1903, y la construcción de viviendas burguesas aisladas en su perímetro, cambiaron la fisionomía de la Plaza Mayor, hecho compartido por muchas céntricas calles, algunas de nuevo trazado, como consecuencia del importante desarrollo industrial y mercantil decimonónico que llegó a transformar la ciudad hasta perder su carácter conventual. Con un afán de modernidad, se intentó convertir la Plaza Mayor en un boulevard de inspiración francesa, incluyendo arbolado, luminarias, vistosos kioskos y carriles para el tranvía, un medio de transporte que cayó en desuso cuando el desarrollo de la industria de la automoción se hizo imparable.
Tómbola en la Plaza Mayor. Años 60 del siglo XX
La Plaza Mayor sería de nuevo escenario multitudinario de algunos acontecimientos ocurridos durante la Guerra Civil Española, especialmente la celebración del fin de la contienda.

Es a partir de entonces cuando la Plaza Mayor adquiere el aspecto que aparece en las fotografías que acompañan a este artículo, pertenecientes a los años 50, en las que se aprecia el arbolado, el mobiliario urbano y las anchas vías destinadas al tráfico, con la isleta central presidida por el monumento al Conde Ansúrez, filas de bancos alrededor y urinarios subterráneos en uno de los lados, un lugar por excelencia para "ver y ser visto", principal destino de los incipientes autobuses urbanos y con una intensa actividad comercial bajo los soportales.

En los años 60 la Plaza Mayor pretendía ser aún más moderna con la colocación de anuncios luminosos sobre algunos tejados, algo que por la noche proporcionaba cierto aire cosmopolita. Por entonces era el lugar de exhibición y anuncio de los principales acontecimientos de la ciudad, como la Semana Internacional de Cine, los discursos de Franco durante sus visitas, etc., siendo habitual la colocación en el centro de la plaza de una tómbola de caridad que durante meses "alegraba" con su megafonía el deambular ciudadano. Muchos recordarán la gran concurrencia a la tómbola para ver en vivo a la pequeña y mítica cantante Marisol, todo un ídolo de masas en aquellos años.

Plaza Mayor. Obras de construcción del aparcamiento en 1971
El crecimiento experimentado por Valladolid durante el "desarrollismo" de los años 70 también tuvo su reflejo en la Plaza Mayor, por entonces convertida en pista de un tráfico endiablado por las numerosas líneas de autobuses que allí tenían su parada, por el tráfico de taxis y el incremento del parque automovilístico. Para solucionar en parte el problema, se construyó en 1971 un aparcamiento subterráneo que fue inaugurado el 24 de octubre de 1972, lo que obligó a perforar casi todo el centro de la plaza en aras de la funcionalidad del tráfico.

Poco después se demolían algunos edificios para suplantarlos por nuevas edificaciones con escaso respeto por la arquitectura tradicional, manteniéndose únicamente los tipos de balcones y los soportales, pero no el número de alturas. Incluso se llegaron a cegar algunos callejones seculares que aislaban las manzanas para amortiguar los incendios, según el trazado renacentista. Es el caso del conocido como Callejón de San Francisco, sobre el que se levantó una entidad bancaria, prototipo de la agresividad de algunos arquitectos, responsables municipales e instituciones estatales dedicadas a la defensa del patrimonio, todos jugando a la especulación despiadada.

Plaza Mayor. Derribo de casas en los años 70 del siglo XX
Habría que esperar veinte años para que surgiera un afortunado brote de sensibilidad que, en la medida de lo posible, intentaba recuperar la memoria urbana e histórica de un espacio tan singular como la Plaza Mayor. En 1996 se ponía en práctica el "Plan Renace", en el que se procedió a la rehabilitación de todos los soportales de la plaza y su entorno, así como todas las fachadas, que fueron unificadas en color almagre (siguiendo testimonios históricos), intentando recuperar el primitivo aspecto de la histórica plaza en la medida de lo posible. En este plan de rehabilitación urbanística, uno de los aspectos más importantes fue la pavimentación del espacio de toda la plaza y la supresión del tráfico rodado, dejando únicamente operativos los viales de entrada y salida al aparcamiento y una vía de conducción lenta para los autobuses por un lateral.

De este modo se intentaba evitar el flagrante retroceso urbano experimentado por tan emblemático lugar, procurando recuperar el hábito de vida en la calle y los espacios compartidos. Hoy día existe un proyecto para eliminar por completo el tráfico rodado y conseguir que la Plaza Mayor sea un lugar de reunión, de fiesta y de representación. 
Plaza Mayor. Años 70 del siglo XX

A la recuperación de la idiosincrasia de la ciudad histórica, en nuestro tiempo la Plaza Mayor permite importantes usos culturales, económicos y sociales. La Plaza Mayor de Valladolid adquiere un aspecto deslumbrante durante las procesiones de Semana Santa y las fiestas de Navidad, transformándose en un gigantesco auditorio durante las fiestas patronales, en intimista salón de teatro durante el Festival de Teatro de Calle, en calle literaria durante la Feria del Libro, en gigantesco pabellón para manifestaciones deportivas, etc., pero sobre todo como un concurrido lugar de encuentro y seña de identidad netamente castellana.













Vista parcial de la Plaza Mayor en 1983















Plaza Mayor. 2015















Plaza Mayor durante las Fiestas de la Virgen de San Lorenzo 2015













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