GRUPO DE LA SAGRADA
FAMILIA
Nicola Fumo
(Saragnano, Salerno, 1647 - Nápoles, 1725)
Entre 1701 y
1725
Madera
policromada y metal (palmera)
Museo
Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca
italiana. Escuela napolitana
En el siglo XVII la ciudad de Nápoles mantenía
estrechos contactos políticos y culturales con España, lo que favoreció la
importación de obras de arte después del patrocinio ejercido en la ciudad
italiana por los virreyes españoles. Como consecuencia, en las postrimerías del
siglo se incrementaron los encargos de obras napolitanas por parte de clientes
civiles y religiosos españoles, especialmente esculturas en madera policromada
de reducidas dimensiones, muy aptas para ser colocadas en oratorios privados o
en algunas capillas patrocinadas por nobles y eclesiásticos.
Tras el brillante capítulo de escultura barroca
conocido por el arte español durante el siglo XVII, muchos clientes encontraron
en la escultura napolitana una identificación con su peculiar sensibilidad en
la interpretación de determinados temas iconográficos, generalmente resueltos
con creaciones tardobarrocas conmovedoras para la mentalidad hispana, que las
percibía como obras verdaderamente novedosas, valorando no sólo el alto nivel
de ejecución técnica y el atractivo acabado conseguido por algunos talleres,
sino también el expresivo lenguaje formal acorde con los nuevos tiempos, motivo
por el que la demanda de piezas napolitanas se continuó durante el primer
cuarto del siglo XVIII.
Entre los autores napolitanos, uno de los que
alcanzó en España un notable éxito fue Nicola Fumo, que, en los últimos años
del siglo XVII y primeros del XVIII, recibió numerosos encargos desde lugares dispares de la geografía española, tanto de obras realizadas en mármol como en
madera, obras que fueron muy apreciadas y que se encuentran diseminadas por
poblaciones tan distantes como Medina del Campo (Valladolid), Cuenca, Cehegín
(Murcia), Antequera (Málaga), Sevilla, Cádiz, y Madrid, por citar unos ejemplos. En el
amplio catálogo de obras de Nicola Fumo en España podemos encontrar desde
esculturas devocionales de pequeño formato hasta otras a escala natural,
incluyendo imágenes titulares de pasos procesionales.
EL GRUPO DE LA SAGRADA FAMILIA
Realizado a una escala discreta —101,50 cm. de alto
y 72 cm. de ancho— el grupo de la Sagrada
Familia que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid,
desde que fuera adquirido por el Estado en 2006, representa el arquetipo del
tipo de obras devocionales napolitanas reclamadas para oratorios particulares o
pequeñas capillas.
Compone la escena la figura de Jesús infante, que
con los brazos levantados es asistido y protegido a un lado y a otro por la
Virgen y San José, que estrechan sus manos. Junto a ellos se yergue una palmera
de la que penden dátiles, un elemento narrativo que permite interpretar la
escena como el retorno tras la huída a Egipto, de modo que viene a ser una
nueva presentación pública de un Jesús ya crecido, que junto a sus padres representa
una visión terrestre de la Trinidad como reflejo de la Trinidad celeste
sugerida por el Espíritu Santo en forma de paloma y tres cabezas de querubines
que aparecen entre rayos y nubes por debajo de la palmera, ejerciendo el Niño
Jesús como nexo de unión entre ambas1.
De este modo la escena se convierte en una variante
de la iconografía de la Sagrada Familia
habitual en España, especialmente presente en los conventos carmelitanos tras
la rehabilitación de San José como padre ejemplar divulgada por Santa Teresa en
sus fundaciones, al tiempo que reafirma un sentido ideológico católico, basado
en los postulados contrarreformistas, del que participaron los artistas del
momento, en muchos casos interrelacionados por la circulación de estampas y
grabados que facilitaban el compartir las mismas fuentes de inspiración, como
lo demuestran los dibujos y grabados de Luca Giordano con una composición
similar, tanto la que representa a la Virgen Niña con Santa Ana y San Joaquín
como el dibujo de la Sagrada Familia que se conserva en la Galería de los
Uffizi de Florencia con una composición muy similar.
Este tipo de composición
tendría una gran difusión, a lo largo del siglo XVIII, en la zona levantina
española, alcanzando su máxima calidad con el grupo escultórico realizado por Francisco
Salzillo en 1766 para la iglesia de Santiago de Orihuela (Alicante), del que esta
composición de Fumo es un claro precedente.
La obra no ofrece ninguna duda sobre su autoría,
pues aparece firmada en latín de forma bien visible sobre la peana, con la
inscripción "Nicolavs Fvmo F (fecit)
Napoli" (Nicola Fumo la hizo en Nápoles). Las figuras presentan unos
rasgos estilísticos que caracterizan la última producción del escultor, donde a
las características clasicistas tardobarrocas se suma el nuevo gusto rococó,
con delicados rostros exquisitamente modelados, cierta obsesión por multiplicar
los pliegues de los paños de forma un tanto artificiosa para dotar a las
figuras de movimiento, incluyendo cabos al viento agitados por la brisa, y la
colocación de las figuras sobre peanas decoradas con vistosas volutas.
Dotadas de un fuerte dinamismo y con gran
solemnidad, las figuras presentan un alto grado de virtuosismo, destacando el
tratamiento de los voluminosos mantos que envuelven las figuras, el movimiento
cadencioso de la Virgen y San José, la disposición de los pies en distintos planos,
como si insinuaran caminar, y los discretos motivos ornamentales de la policromía,
recurriendo al uso de postizos para aumentar su realismo, como el uso de ojos
de cristal que incluye la aplicación de pestañas postizas. A ello se suman otros
elementos de atrezo, como la vara florida de San José, las palmas realizadas en
metal y los efectistas rayos barrocos de origen sobrenatural.
No obstante, en comparación con la alta calidad de otras
esculturas de Nicola Fumo, en este grupo, a pesar de estar firmado, se advierte
la intervención de oficiales de su taller como recurso para atender la gran
demanda de obras devocionales.
EL ESCULTOR NICOLA FUMO
Datos biográficos de este escultor fueron recogidos
por el pintor e historiador Bernardo de' Dominici en su obra Vite dei Pittori, Scultori, ed Architetti
Napolitani, publicada en Nápoles en 1742 con biografías de artistas
napolitanos recogidas en tres volúmenes. Por él sabemos que Nicola Fumo nació en
1647 en la población de Saragnano, en la provincia sureña de Salerno, en el
seno de una familia de tallistas. Tras realizar su formación como discípulo de
Cosimo Fanzago, uno de los mayores representantes del barroco napolitano, comenzó
a trabajar relacionado con el escultor Gaetano Patalano, recibiendo encargos
tanto de la catedral de Lecce como de distintas iglesias de Baronissi y Nápoles,
como San Giovanni Battista delle Monache o la Cartuja de San Martino, para la
que elaboró las bellas esculturas del Arcángel San Miguel y del Santo Ángel Custodio.
En los años finales del siglo XVII Nicola Fumo, que
a su faceta de escultor en madera policromada sumaba su labor como arquitecto
barroco, también comenzaría a recibir encargos desde distintos lugares de España,
donde alcanzaría una fama superior a la obtenida en Italia. A la prolífica
actividad de su taller se debe un extenso catálogo de obras en madera
policromada, que se hallan dispersas por distintas poblaciones españolas y que
se suman al importante conjunto conservado en Italia.
Entre sus obras más destacadas se encuentran las
pequeñas figuras del Niño Jesús y de San Juan Niño que aparecen colocadas en
el retablo de la capilla de la Virgen del Pilar de la catedral de Cuenca,
firmadas y fechadas en 1694. En ellas Nicola Fumo hace gala de un suave
modelado de carácter táctil y de la creatividad en los desnudos de las figuras
infantiles, tanto exentas como acompañando a santos, que llegan a conformar un
variado repertorio iconográfico bajo la apariencia del Niño Jesús o querubines.
Precisamente en la figura de San Juan
Niño incorpora un tronco de palmera de características similares al grupo
de la Sagrada Familia de Valladolid.
En la sacristía de la misma catedral de Cuenca también se conservan los grupos de Santa
Ana con la Virgen Niña y San José con
el Niño, que habrían sido realizados por las mismas fechas, este último muy
similar al San José con el Niño conservado
en el convento de las Maravillas de Madrid, pendiente de atribución. Es la
iconografía de San José una de las más solicitadas a Nicola Fumo, tanto con el
Niño exento a su lado como cogido en brazos, como aparece en el San José con el Niño realizado en 1705
para el convento del Carmen de Antequera (Málaga), hoy expuesto en el museo
conventual, donde el Niño aparece dormido y San José melancólico meditando
sobre su destino.
Otra iconografía en la que Nicola Fumo consigue
grandes logros es las representaciones de la Asunción y de la Virgen con el
Niño, siendo buena muestra de ello la Asunción
del convento del Carmen de Antequera, la reverenciada Virgen de las Maravillas (1725), patrona de Cehegín (Murcia), y la Virgen con el Niño o La Napolitana (h. 1695) del convento de San José de Medina del Campo (Valladolid), por citar sólo
algunas obras conservadas en España.
Nicola Fumo. San Miguel Arcángel y Santo Ángel Custodio Museo de la Cartuja de San Martino, Nápoles |
No faltaron en su repertorio enviado a España, durante
el reinado de Felipe V, imágenes de ángeles en la misma línea que los conservados
en Italia, como es el caso del Santo Ángel
Custodio realizado en 1702 para la iglesia castrense del Santo Ángel de Cádiz,
así como todo un catálogo de santos, tales como San Nicolás de Bari, San
Antonio de Padua, Santo Tomás de Villanueva, etc., proporcionando también una
nueva visión de la Transverberación de
Santa Teresa, como la realizada en 1725 para el Real Convento de Santa
Teresa de Madrid. También para Madrid, por encargo del marqués de Mejorada, había
realizado en 1698 la imagen de la Caída
de Cristo camino del Calvario,
obra firmada y fechada que al año siguiente fue donada a la iglesia de San Ginés
de Madrid. Esta obra, posiblemente la más conocida de Nicola Fumo, es una
excelente versión de Cristo vencido por el peso de la cruz y una de las mejores
esculturas de la Semana Santa madrileña.
A este repertorio se suma el peculiar grupo de la Sagrada Familia del Museo Nacional de
Escultura, realizado en las primeras décadas del siglo XVIII tomando como referente
algunas composiciones pictóricas, especialmente los modelos de Luca Giordano y
de Francesco Solimena, que, según el historiador Teodoro Fittipaldi2,
tanto influyeron en la escultura amable y preciosista del ambiente napolitano
del siglo XVIII, incluyendo las figuras para belenes.
Nicola Fumo. San Juan Bautista Niño y Niño Jesús, 1694 Catedral de Cuenca |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 POLO HERRADOR, María de los Ángeles. Sagrada Familia. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección /
collection. Madrid, 2009, pp. 242-243.
2 FITTIPALDI, Teodoro. Scultura
napolitana del Settecento. Liguori Edirore, 1980, pp. 22-23.
Nicola Fumo. San José, 1705. Convento del Carmen, Antequera (Málaga) Virgen de las Maravillas, 1725. Iglesia de Cehegín (Murcia) |
Nicola Fumo. La Napolitana, h. 1695. Cvto. de San José, Medina del Campo Transverberación de Santa Teresa, 1725. Real Cvto. de Santa Teresa, Madrid |
Nicola Fumo. Cristo caído, 1698. Iglesia de San Ginés, Madrid |
Luca Giordano. Dibujo de la Sagrada Familia, Galería de los Uffizi La Virgen con Sta. Ana y San Joaquín, grabado sobre una pintura de Luca Giordano |
* * * * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario