23 de octubre de 2015

Theatrum: LA SAGRADA FAMILIA, el encanto de la escultura napolitana dieciochesca












GRUPO DE LA SAGRADA FAMILIA
Nicola Fumo (Saragnano, Salerno, 1647 - Nápoles, 1725)
Entre 1701 y 1725
Madera policromada y metal (palmera)
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca italiana. Escuela napolitana















En el siglo XVII la ciudad de Nápoles mantenía estrechos contactos políticos y culturales con España, lo que favoreció la importación de obras de arte después del patrocinio ejercido en la ciudad italiana por los virreyes españoles. Como consecuencia, en las postrimerías del siglo se incrementaron los encargos de obras napolitanas por parte de clientes civiles y religiosos españoles, especialmente esculturas en madera policromada de reducidas dimensiones, muy aptas para ser colocadas en oratorios privados o en algunas capillas patrocinadas por nobles y eclesiásticos.

Tras el brillante capítulo de escultura barroca conocido por el arte español durante el siglo XVII, muchos clientes encontraron en la escultura napolitana una identificación con su peculiar sensibilidad en la interpretación de determinados temas iconográficos, generalmente resueltos con creaciones tardobarrocas conmovedoras para la mentalidad hispana, que las percibía como obras verdaderamente novedosas, valorando no sólo el alto nivel de ejecución técnica y el atractivo acabado conseguido por algunos talleres, sino también el expresivo lenguaje formal acorde con los nuevos tiempos, motivo por el que la demanda de piezas napolitanas se continuó durante el primer cuarto del siglo XVIII.

Entre los autores napolitanos, uno de los que alcanzó en España un notable éxito fue Nicola Fumo, que, en los últimos años del siglo XVII y primeros del XVIII, recibió numerosos encargos desde lugares dispares de la geografía española, tanto de obras realizadas en mármol como en madera, obras que fueron muy apreciadas y que se encuentran diseminadas por poblaciones tan distantes como Medina del Campo (Valladolid), Cuenca, Cehegín (Murcia), Antequera (Málaga), Sevilla, Cádiz, y Madrid, por citar unos ejemplos. En el amplio catálogo de obras de Nicola Fumo en España podemos encontrar desde esculturas devocionales de pequeño formato hasta otras a escala natural, incluyendo imágenes titulares de pasos procesionales.

EL GRUPO DE LA SAGRADA FAMILIA

Realizado a una escala discreta —101,50 cm. de alto y 72 cm. de ancho— el grupo de la Sagrada Familia que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, desde que fuera adquirido por el Estado en 2006, representa el arquetipo del tipo de obras devocionales napolitanas reclamadas para oratorios particulares o pequeñas capillas.

Compone la escena la figura de Jesús infante, que con los brazos levantados es asistido y protegido a un lado y a otro por la Virgen y San José, que estrechan sus manos. Junto a ellos se yergue una palmera de la que penden dátiles, un elemento narrativo que permite interpretar la escena como el retorno tras la huída a Egipto, de modo que viene a ser una nueva presentación pública de un Jesús ya crecido, que junto a sus padres representa una visión terrestre de la Trinidad como reflejo de la Trinidad celeste sugerida por el Espíritu Santo en forma de paloma y tres cabezas de querubines que aparecen entre rayos y nubes por debajo de la palmera, ejerciendo el Niño Jesús como nexo de unión entre ambas1.

De este modo la escena se convierte en una variante de la iconografía de la Sagrada Familia habitual en España, especialmente presente en los conventos carmelitanos tras la rehabilitación de San José como padre ejemplar divulgada por Santa Teresa en sus fundaciones, al tiempo que reafirma un sentido ideológico católico, basado en los postulados contrarreformistas, del que participaron los artistas del momento, en muchos casos interrelacionados por la circulación de estampas y grabados que facilitaban el compartir las mismas fuentes de inspiración, como lo demuestran los dibujos y grabados de Luca Giordano con una composición similar, tanto la que representa a la Virgen Niña con Santa Ana y San Joaquín como el dibujo de la Sagrada Familia que se conserva en la Galería de los Uffizi de Florencia con una composición muy similar. 
Este tipo de composición tendría una gran difusión, a lo largo del siglo XVIII, en la zona levantina española, alcanzando su máxima calidad con el grupo escultórico realizado por Francisco Salzillo en 1766 para la iglesia de Santiago de Orihuela (Alicante), del que esta composición de Fumo es un claro precedente.

La obra no ofrece ninguna duda sobre su autoría, pues aparece firmada en latín de forma bien visible sobre la peana, con la inscripción "Nicolavs Fvmo F (fecit) Napoli" (Nicola Fumo la hizo en Nápoles). Las figuras presentan unos rasgos estilísticos que caracterizan la última producción del escultor, donde a las características clasicistas tardobarrocas se suma el nuevo gusto rococó, con delicados rostros exquisitamente modelados, cierta obsesión por multiplicar los pliegues de los paños de forma un tanto artificiosa para dotar a las figuras de movimiento, incluyendo cabos al viento agitados por la brisa, y la colocación de las figuras sobre peanas decoradas con vistosas volutas.

Dotadas de un fuerte dinamismo y con gran solemnidad, las figuras presentan un alto grado de virtuosismo, destacando el tratamiento de los voluminosos mantos que envuelven las figuras, el movimiento cadencioso de la Virgen y San José, la disposición de los pies en distintos planos, como si insinuaran caminar, y los discretos motivos ornamentales de la policromía, recurriendo al uso de postizos para aumentar su realismo, como el uso de ojos de cristal que incluye la aplicación de pestañas postizas. A ello se suman otros elementos de atrezo, como la vara florida de San José, las palmas realizadas en metal y los efectistas rayos barrocos de origen sobrenatural.
No obstante, en comparación con la alta calidad de otras esculturas de Nicola Fumo, en este grupo, a pesar de estar firmado, se advierte la intervención de oficiales de su taller como recurso para atender la gran demanda de obras devocionales.


EL ESCULTOR NICOLA FUMO

Datos biográficos de este escultor fueron recogidos por el pintor e historiador Bernardo de' Dominici en su obra Vite dei Pittori, Scultori, ed Architetti Napolitani, publicada en Nápoles en 1742 con biografías de artistas napolitanos recogidas en tres volúmenes. Por él sabemos que Nicola Fumo nació en 1647 en la población de Saragnano, en la provincia sureña de Salerno, en el seno de una familia de tallistas. Tras realizar su formación como discípulo de Cosimo Fanzago, uno de los mayores representantes del barroco napolitano, comenzó a trabajar relacionado con el escultor Gaetano Patalano, recibiendo encargos tanto de la catedral de Lecce como de distintas iglesias de Baronissi y Nápoles, como San Giovanni Battista delle Monache o la Cartuja de San Martino, para la que elaboró las bellas esculturas del Arcángel San Miguel y del Santo Ángel Custodio.

En los años finales del siglo XVII Nicola Fumo, que a su faceta de escultor en madera policromada sumaba su labor como arquitecto barroco, también comenzaría a recibir encargos desde distintos lugares de España, donde alcanzaría una fama superior a la obtenida en Italia. A la prolífica actividad de su taller se debe un extenso catálogo de obras en madera policromada, que se hallan dispersas por distintas poblaciones españolas y que se suman al importante conjunto conservado en Italia.

Entre sus obras más destacadas se encuentran las pequeñas figuras del Niño Jesús y de San Juan Niño que aparecen colocadas en el retablo de la capilla de la Virgen del Pilar de la catedral de Cuenca, firmadas y fechadas en 1694. En ellas Nicola Fumo hace gala de un suave modelado de carácter táctil y de la creatividad en los desnudos de las figuras infantiles, tanto exentas como acompañando a santos, que llegan a conformar un variado repertorio iconográfico bajo la apariencia del Niño Jesús o querubines. Precisamente en la figura de San Juan Niño incorpora un tronco de palmera de características similares al grupo de la Sagrada Familia de Valladolid.

En la sacristía de la misma catedral de Cuenca también se conservan los grupos de  Santa Ana con la Virgen Niña y San José con el Niño, que habrían sido realizados por las mismas fechas, este último muy similar al San José con el Niño conservado en el convento de las Maravillas de Madrid, pendiente de atribución. Es la iconografía de San José una de las más solicitadas a Nicola Fumo, tanto con el Niño exento a su lado como cogido en brazos, como aparece en el San José con el Niño realizado en 1705 para el convento del Carmen de Antequera (Málaga), hoy expuesto en el museo conventual, donde el Niño aparece dormido y San José melancólico meditando sobre su destino.
Otra iconografía en la que Nicola Fumo consigue grandes logros es las representaciones de la Asunción y de la Virgen con el Niño, siendo buena muestra de ello la Asunción del convento del Carmen de Antequera, la reverenciada Virgen de las Maravillas (1725), patrona de Cehegín (Murcia), y la Virgen con el Niño o La Napolitana (h. 1695) del convento de San José de Medina del Campo (Valladolid), por citar sólo algunas obras conservadas en España.
Nicola Fumo. San Miguel Arcángel y Santo Ángel Custodio
Museo de la Cartuja de San Martino, Nápoles

No faltaron en su repertorio enviado a España, durante el reinado de Felipe V, imágenes de ángeles en la misma línea que los conservados en Italia, como es el caso del Santo Ángel Custodio realizado en 1702 para la iglesia castrense del Santo Ángel de Cádiz, así como todo un catálogo de santos, tales como San Nicolás de Bari, San Antonio de Padua, Santo Tomás de Villanueva, etc., proporcionando también una nueva visión de la Transverberación de Santa Teresa, como la realizada en 1725 para el Real Convento de Santa Teresa de Madrid. También para Madrid, por encargo del marqués de Mejorada, había realizado en 1698 la imagen de la Caída de Cristo camino del Calvario, obra firmada y fechada que al año siguiente fue donada a la iglesia de San Ginés de Madrid. Esta obra, posiblemente la más conocida de Nicola Fumo, es una excelente versión de Cristo vencido por el peso de la cruz y una de las mejores esculturas de la Semana Santa madrileña.

A este repertorio se suma el peculiar grupo de la Sagrada Familia del Museo Nacional de Escultura, realizado en las primeras décadas del siglo XVIII tomando como referente algunas composiciones pictóricas, especialmente los modelos de Luca Giordano y de Francesco Solimena, que, según el historiador Teodoro Fittipaldi2, tanto influyeron en la escultura amable y preciosista del ambiente napolitano del siglo XVIII, incluyendo las figuras para belenes.  
Nicola Fumo. San Juan Bautista Niño y Niño Jesús, 1694
Catedral de Cuenca
       

Informe y fotografías: J. M. Travieso.




NOTAS

1 POLO HERRADOR, María de los Ángeles. Sagrada Familia. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection. Madrid, 2009, pp. 242-243.

2 FITTIPALDI, Teodoro. Scultura napolitana del Settecento. Liguori Edirore, 1980, pp. 22-23.



Nicola Fumo. San José, 1705. Convento del Carmen, Antequera (Málaga)
Virgen de las Maravillas, 1725. Iglesia de Cehegín (Murcia)













Nicola Fumo. La Napolitana, h. 1695. Cvto. de San José, Medina del Campo
Transverberación de Santa Teresa, 1725. Real Cvto. de Santa Teresa, Madrid 













Nicola Fumo. Cristo caído, 1698. Iglesia de San Ginés, Madrid
















Luca Giordano. Dibujo de la Sagrada Familia, Galería de los Uffizi
La Virgen con Sta. Ana y San Joaquín, grabado sobre una pintura de
Luca Giordano 















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