23 de marzo de 2016

Un museo interesante: IGLESIA DE SAN MARTÍN DE TOURS, Frómista (Palencia)


BREVES PINCELADAS HISTÓRICAS

En esta ocasión no vamos a referirnos a un museo convencional dotado de diferentes salas o espacios expositivos para exhibir pinturas, esculturas, ediciones, instrumentos o artes suntuarias, sino a un edificio singular en sí mismo que puede disfrutarse con la misma admiración que aquellos, y aún más, por la pureza del espacio constructivo y del conjunto escultórico que pone el contrapunto a su diáfana arquitectura. Nos estamos refiriendo a la impresionante iglesia de San Martín que se levanta en Frómista (Palencia), uno de los prioratos más importantes y representativos del arte Románico europeo que, situado en plena meseta castellana, es citado en el Codex Calixtinus como uno de los enclaves destacados del Camino de Santiago.

Ni que decir tiene que la historia de Frómista quedaría condicionada al priorato de San Martín, llegando a recibir el sobrenombre de "Villa del Milagro" por el suceso que según la tradición ocurriera en 1453, relacionado con el préstamo recibido de un judío por Pedro Fernández, vecino de Frómista, que no llegó a devolver, siendo por ello denunciado y excomulgado. En sus últimos días, cuando acudió a administrarle los últimos sacramentos Fernández Pérez de la Monja, párroco de San Martín, al ocultar su pasado pecado en la confesión, la hostia quedó pegada a la patena hasta que el moribundo confesó su pasado y pudo ser absuelto. Esta historia, una de tantas anécdotas históricas de la villa, sirve para ilustrar sobre el pasado de Frómista, importante centro cerealista en cuyo caserío se asentaba un pujante grupo de judíos, aunque su desarrollo medieval siempre estuvo vinculado a la Ruta Jacobea, comenzando su decadencia a partir del siglo XVI, debido tanto a los efectos de la peste como a la expulsión de los judíos.

No obstante, hemos de retrotraernos al año 1066, año en el que se inicia la construcción del monasterio de San Martín por iniciativa de doña Mayor de Castilla, viuda de Sancho III de Navarra. En 1118, reinando doña Urraca, el priorato pasó a depender del monasterio benedictino de San Zoilo de Carrión de los Condes, que regentó el templo durante el siglo XII y abandonó en 1220, pasando a ser gobernado por dos presbíteros. En 1276, a raíz del informe de los visitadores de la Orden de Cluny, el Capítulo General exigía al monasterio de Carrión de los Condes nombrar un prior en San Martín y reparar los edificios arruinados, arrendando los monjes carrioneses en 1291 el templo a don Juan Gómez de Manzanedo. Durante el siglo XIV la iglesia de San Martín y sus clérigos subsistieron gracias a diferentes benefactores, a los que se vino a sumar en el siglo XV Gómez de Benavides, vecino de Frómista, que adquirió a los monjes de San Zoilo los derechos sobre el barrio de San Martín.

Todos ellos llevaron a cabo incorporaciones arquitectónicas que fueron eliminadas en la restauración del templo realizada entre 1895 y 1904 por el arquitecto Aníbal Álvarez y Amoroso, que aplicó los criterios del romanticismo decimonónico después de que el edificio acusara un alarmante estado de ruina y que en 1894 fuese declarado Monumento Nacional, siendo el templo desmantelado y reconstruido, durante los ocho años que duró la intervención, en toda su pureza, desprovisto de añadidos, aunque algunos capiteles y canecillos fueron sustituidos por copias fidedignas y los originales guardados en el Museo de Palencia.

EL CONJUNTO ARQUITECTÓNICO Y LA COLECCIÓN ESCULTÓRICA                

La iglesia de San Martín, obra cumbre del arte románico, representa el modelo ideal de los criterios constructivos del siglo XI, marcando un hito en el Camino de Santiago junto a la catedral de Jaca, San Isidoro de León y la catedral de Santiago de Compostela. Por su unidad arquitectónica y estilística, su construcción debió durar 20 años ininterrumpidos, contando posiblemente con canteros procedentes de Jaca.

La estructura del edificio es perfectamente comprensible desde el exterior, con una planta basilical de tres naves cubiertas con bóveda de cañón —la central el doble de ancha y más alta— con cuatro tramos separados por arcos fajones y rematadas por tres ábsides semicirculares, sugiriendo en planta un escueto trazado de cruz latina por el  crucero, sobre el que se levanta un impresionante cimborrio de forma octogonal, algo poco frecuente, que guarda en el interior una cúpula pétrea apeada sobre trompas y cuatro ventanales. Una de sus peculiaridades es la de presentar a los pies dos torrecillas circulares con función de campanarios, posiblemente como influencia del románico germano.

Las bóvedas se apean sobre la gruesa fachada y sobre pilares compuestos de forma  cuadrangular con columnas adosadas, con el grosor reforzado a la altura del crucero y discretos contrafuertes al exterior. En sus sólidos muros, en correspondencia con cada tramo, se abren pequeños ventanales con arcos de medio punto que se multiplican en los ábsides, contando con cuatro portadas de acceso, tres de ellas monumentales aunque de gran simpleza, con arquerías sobre lienzos destacados de la fachada y protegidas por un alero, y otra a la altura del crucero.
El conjunto muestra una gran pureza de volúmenes a partir de una calculada armonía, donde a la horizontalidad de la construcción se contrapone la verticalidad de las torres y el cimborrio para alcanzar formas majestuosas. Sobre los volúmenes puros, la iglesia de San Martín incorpora un impresionante conjunto de elementos decorativos que se resumen en tres grupos.

El ajedrezado
La decoración de ajedrezados, geométrica y repetitiva, recorre a media altura y en forma de cornisas todo el exterior de la iglesia a la altura del arranque de los ventanales y de los arcos de los mismos, así como todos los aleros de la construcción. Esta modalidad decorativa, que es denominada "taqueado jaqués" por tener su origen en la catedral de Jaca, alcanza en Frómista el paroxismo al recorrer también todo el interior en forma de impostas el arranque de las bóvedas, del cimborrio y las ventanas de los ábsides, rompiendo sucintamente la desnudez de los muros.


Los canecillos
Otro elemento decorativo, de gran singularidad, es la extraordinaria colección de canecillos —309 en total— que decoran los aleros de todos los tejados presentando una gran variedad temática, desde sencillas formas geométricas, algunos repitiendo los modillones mozárabes, o formas vegetales de distinto tipo, hasta otros figurativos con cabezas de animales reconocibles y monstruos fantásticos, a los que se suman figuras humanas completas en caprichosas actitudes. Todos ellos tienen un carácter simbólico cuya significación era bien interpretada por el hombre medieval, basada en leyendas, fábulas y escritos moralizantes, como el que representa a un asno tocando la lira, aunque su intencionado mensaje se nos escape en la mayoría de los casos.


Capiteles 21 y 50: Decoración vegetal
Los capiteles   
Tanto en el exterior flanqueando las ventanas y portadas, como en el interior rematando las columnas, la colección de capiteles que labraron desconocidos artífices es impresionante por su excelente factura. Se distinguen tres tipos: unos con representaciones vegetales en forma de hojas o trenzados que son los más abundantes, otros con animales simbólicos y una serie con representaciones humanas que narran determinados pasajes bíblicos y evangélicos, los interiores rematados por bellos cimacios con bellas labores decorativas de tipo vegetal. Por el ingente número de capiteles exteriores e interiores vamos a reseñar solamente algunos de ellos.


Capitel 32: Cuatro leones y figura femenina en el centro
Los capiteles vegetales tienen una finalidad meramente decorativa, aunque todos ellos con una ejecución técnica impecable y grandes valores plásticos basados en el claroscuro, en su mayor parte conseguido por un perforado a trépano. De esta serie mostramos el capitel 21, con un haz de tallos vegetales que se ramifican insertando palmetas y hojas lanceoladas, motivo que se repite en el cimacio, y el capitel 50, con hojas de palma que soportan piñas en los extremos y caulículos estriados sobre ellas, así como un cimacio con palmetas trepanadas.

Aquellos con representaciones de animales tienen una finalidad doctrinal y moralizante, combinándose algunos con figuras humanas. Es el caso del capitel 32, con dos parejas de leones (animales repetidamente representados) que comparten la cabeza en las esquinas y una figura femenina en el centro portando un báculo, con una mano apoyada sobre un león y mostrando pechos marcados y un vientre abultado, a modo de símbolo de la fertilidad. Sobre las figuras se enrollan caulículos y en el cimacio aparece una serie de rosetas. 

Capitel 22: Cuatro leones rampantes y cabeza humana
En el capitel 22 aparecen cuatro leones rampantes entre los que asoma una cabeza humana de difícil interpretación (¿Tal vez Daniel entre los leones?). En el cimacio bellas palmetas enmarcadas.

Dentro de la serie de animales el de más fácil comprensión es el capitel 31, en el que se representa la conocida fábula de Esopo de la zorra y el cuervo. Un cuervo encaramado en un árbol es alagado por una zorra que le convence de su bonita voz. Al comenzar a cantar, suelta el bocado del pico, que es arrebatado por la astuta zorra. En la escena, con una condena explícita a la vanidad, se incluyen otros animales de aspecto monstruoso.    

Igualmente una finalidad doctrinal tienen los abundantes capiteles historiados relacionados con pasajes bíblicos, como el capitel 12, en el que se escenifica el pecado de Adán y Eva tomando el fruto prohibido que le ofrece el maligno en forma de serpiente, con la figura del demonio a un lado, susurrando al oído de Eva, y una cabeza de animal devorando a un ser humano. 
Capitel 31: Fábula de la zorra y el cuervo
Este tiene su continuidad en el capitel 14, en el que Adán y Eva son expulsados del Paraíso por ángeles. 

En otros casos los episodios son evangélicos, como en el capitel 34, en el que se recrea la Adoración de los Reyes Magos, cuyo original se conserva en el Museo de Palencia. En él aparece la Virgen con el Niño bendiciendo en sus rodillas, de acuerdo a la tradicional iconografía románica, con la figura de san José, lo mismo que los Reyes, identificados mediante las inscripciones "Iosep" y " Tres magi venerunt ab oriente...". 

Capiteles 12 y 14: Pecado de Adán y Eva y Expulsión del Paraiso
También historiado es el capitel 25, cuya escena se interpreta como el prendimiento de Cristo, apareciendo en su complicada iconografía dos obispos o abades en los ángulos en actitud de bendecir, una pareja luchando a un lado (posible reacción de san Pedro) y otra abrazándose efusivamente al otro, coronándose con caulículos y un cimacio con rosetas.

Curioso y dramático es el capitel 37, en el que varios hombres armados se enfrentan y luchan con lanzas y espadas mientras una mujer contempla asustada la escena. En el cimacio aparece pintada la letra R, que indica que el capitel fue recompuesto durante la restauración del templo a comienzos del siglo XX. 
Capitel 34: Adoración de los Reyes Magos
Original en el Museo de Palencia

Especialmente interesante es el capitel 5 que se ubica en el presbiterio, que aunque se interpreta como Caín y Abel, en realidad copia la escena de la Orestiada, incluyendo las Furias con serpientes, del sarcófago romano del siglo II conservado en el cercano municipio de Husillos, que en 1870 fue trasladado en Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Durante la restauración del templo el capitel fue desmontado para reparar el fuste de la columna, momento en que un violento escandalizado por la desnudez de las figuras lo destrozó a martillazos. El capitel fue recompuesto y los restos del original llevados al Museo de Palencia.


También en el Museo de Palencia se guarda el original del capitel 6, parcialmente mutilado, en cuyo frente aparecen dos leones, montados por jóvenes, que vuelven sus cabezas para morder las manos de los jinetes. Permanece in situ el cimacio original, decorado con roleos y palmetas.


Capitel 25: Interpretado como el Prendimiento de Cristo
La iglesia de San Martín de Frómista se presenta desprovista de todo tipo de retablos de épocas posteriores, figurando entre las escasas piezas escultóricas en madera policromada un Cristo crucificado que preside la capilla mayor y que es una talla gótica de finales del siglo XIII, acompañada en la embocadura del presbiterio por las imágenes de San Martín de Tours, del siglo XIV, y de un Santiago peregrino del siglo XVI que recuerda la situación del templo en la Ruta Jacobea.        




HORARIO DE VISITAS
Del 1 de octubre al 31 de marzo
Lunes a domingo: De 10 a 14 y de 15,30 a 18,30 h.
Del 1 de abril al 30 de septiembre
Lunes a domingo: De 9,30 a 14 y de 16,30 a 20 h.

Capitel 37: Escena de lucha con hombres armados
VISITAS GUIADAS GRATUITAS
Se puede concertar una visita guiada llamando al teléfono 979 810 180

Precio entrada: 1,50 €
Precio reducido: 1 € para menores de 12 y mayores 65 años.











Capitel 5: Caín y Abel o Escena de la Orestiada
















Capitel 6: Leones montados por jóvenes
Original en el Museo de Palencia
























Crucifijo gótico, finales siglo XIII














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1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho el post, es una maravilla poder disfrutar de este museo, muchas gracias!

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