MONUMENTO A
COLÓN
Antonio
Susillo (Sevilla 1857-1896)
1891
Esculturas y
relieves de bronce; basamento en piedra de Vigo (Pontevedra) y Villanubla (Valladolid)
Plaza de
Colón, Valladolid
Escultura ecléctica
decimonónica con influencias modernistas
LOS AVATARES
DE UN DESEADO MONUMENTO
Desde mediados del siglo XIX Valladolid experimentó una
espectacular transformación urbanística como reflejo de un periodo de bonanza
económica. La ciudad fue perdiendo en pocos años el carácter levítico que
secularmente venía marcando su idiosincrasia, para pasar a mostrar una vocación
cosmopolita y moderna. Aunque el fenómeno afectó a toda la ciudad en su
conjunto, uno de los lugares especialmente afectado fue el enclave neurálgico
en el que se levanta el Monumento a Colón,
por entonces casi en el extrarradio, que conoció una transformación radical por
un triple motivo: la inauguración por la reina Isabel II en 1864 de la línea que
conectaba Valladolid con la capital de España, lo que supuso el punto de
partida de posteriores líneas ferroviarias, cuyo centro de acción fue la
Estación del Norte, construida tres años antes; la transformación del Campo
Grande en 1877 en un frondoso parque de esparcimiento público, por loable iniciativa
del alcalde Miguel Íscar, y la transformación radical de la Acera de Recoletos,
donde florecieron elegantes edificios burgueses de inspiración parisina
—algunos con resabios del modernismo catalán— sobre las parcelas que ocuparan
los conventos abandonados tras la Desamortización.
Este triángulo —Estación del Norte, Campo Grande y
Acera de Recoletos— sigue sirviendo de marco al Monumento a Colón, cuya presencia, al contrario que los elementos
del entorno, es totalmente fortuita. O casi. Vamos a explicarlo.
Desde mediados del siglo XIX en Valladolid, como en
otras ciudades de España, se extiende un movimiento proclive a ensalzar a
ilustres personajes —héroes, políticos, artistas, escritores, etc.— en los
principales espacios públicos, recurriendo generalmente a la colocación de
estatuas o bustos conmemorativos. Hacia 1864 ya se plantea en la ciudad la idea
de erigir sendos monumentos al Conde Ansúrez, Miguel de Cervantes, José
Zorrilla y Cristóbal Colón, muerto en Valladolid el 20 de mayo de 1506.
Todos se materializarían sucesivamente excepto uno:
el Monumento a Colón, cuya historia
es singular. Habría que esperar a 1889, cuando la Comisión de Fiestas del
Centenario de Colón planteó a nivel nacional un concurso para levantar un
majestuoso monumento al Gran Almirante, al que optaron las ciudades de
Barcelona, Granada, Huelva, Salamanca y Valladolid, todas ellas relacionadas
con la gesta colombina. Ante la falta de presupuesto, se decide la construcción
de un monumento en la población onubense de La Rábida y otro en Barcelona,
colocándose unas sencillas lápidas en Salamanca y Valladolid.
Base del monumento con profusión de alegorías |
La prensa local, indignada por la decisión estatal y
la indolencia de las autoridades vallisoletanas, impulsa una Comisión para la
erección de un monumento en Valladolid para conmemorar el IV Centenario del
Descubrimiento. Hecha la convocatoria por las diferentes comisiones creadas al
efecto, se recibieron tres proyectos. Una de las comisiones recibía en 1891 desde
Roma un proyecto del escultor riosecano Aurelio Carretero (autor pocos años
después de los principales iconos de la ciudad) con el título de "Agonía de Colón".
Otra comisión, integrada por Álvarez Taladriz, Silió
y Macías, en 1892 se entrevistaba en Madrid con Cánovas del Castillo, que
manifestó no tener fondos ministeriales, por haberse agotado con los proyectos
de Huelva, Barcelona y La Habana, que se habían adelantado a la propuesta
vallisoletana, para hacer efectivo un proyecto presentado en cera al
Ayuntamiento de Valladolid por el escultor sevillano Antonio Susillo, un proyecto
que presentaba numerosas similitudes con el que el mismo escultor había
presentado un año antes en el concurso del monumento destinado a La Habana, del
que había resultado ganador.
Relieve de la Presentación y discusión del proyecto |
Igualmente, en 1892 se recibió un tercer proyecto
consistente en un boceto en yeso de un discreto monumento propuesto por el
escultor vallisoletano Darío Chicote, centrado en un busto de Colón. Las
comisiones que estudiaron las obras comenzaron a estudiar el mejor proyecto a
elegir y la viabilidad para conseguir los recursos necesarios para materializar
el ansiado monumento, pero las circunstancias históricas no eran nada
favorables. Fue entonces cuando un cúmulo de sucesos trágicos iban a cambiar el
rumbo del proyecto colombino, resultando paradojicamente favorecida Valladolid en
tan inesperadas circunstancias.
El primero de los hechos fatídicos fue el suicidio
en 1896 del sensible escultor Antonio Susillo, que moría en Sevilla sin ver
colocada su obra en La Habana, pues en ese momento sus figuras de bronce,
completamente terminadas, permanecían almacenadas en París, donde se fundieron,
para ser enviadas a su destino.
Relieve de la Despedida en el Puerto de Palos |
El segundo hecho tendría mucho mayor
trascendencia: el hundimiento del acorazado Maine frente a la bahía de La
Habana en 1898, a causa de una explosión de la que nunca se han aclarado las
causas. Este incidente, encuadrado en el conflicto que enfrentó a España con
Estados Unidos, favoreció el apoyo estadounidense a la independencia de Cuba,
que tras el denominado Desastre del 98
logró liberarse de la hegemonía española.
Tras estos hechos, las ciudades de Sevilla, Madrid y
Valladolid reclamaron el monumento de Antonio Susillo que ya no viajaría al
Caribe, decidiéndose en el Consejo de Ministros del 26 de febrero de 1901 la
cesión del monumento a la capital castellana, hecho que motivó las quejas del
consistorio sevillano, que había desembolsado un millón de reales para los
herederos del escultor.
Relieve del Desembarco en Guanahaní el 12 de octubre de 1492 |
Se plantea entonces la elección de un emplazamiento
digno, abriéndose un debate alentado desde El Norte de Castilla entre sus
lectores para elegir el lugar por votación popular, siendo preferido por la
mayoría el actual emplazamiento. A pesar de todo, no acabaron aquí los avatares,
pues esperando recibir los bronces de París y los sillares del pedestal en piedra de Vigo y piedra de Ibeas (Burgos), se pudo comprobar que habían desaparecido los planos originales del proyecto, problema que el Ayuntamiento de
Valladolid achacó a las dificultades interpuestas por los herederos de Susillo.
Tras durar un año el traslado de los componentes del monumento a Valladolid, en
1903 se inició la cimentación, el 13 de septiembre del mismo año se ponía la
primera piedra, con la asistencia del rey Alfonso XIII, y el 15 de septiembre
de 1905 se inauguraba festivamente durante las fiestas patronales de la ciudad.
Relieve del Recibimiento por los Reyes Católicos en Barcelona en 1493 |
EL MONUMENTO
A COLÓN: UN MAGNO CONJUNTO ALEGÓRICO
El monumento presenta una forma piramidal y está
pensado para ser contemplado desde los cuatro puntos cardinales, alternando
recreaciones históricas con figuras alegóricas que alcanzan su máxima expresión
en la parte superior.
La base está constituida por un sólido pedestal,
labrado cuidadosamente en sillería de piedra procedente de las canteras del
monte Ulló de Vigo, que adopta la forma de pirámide truncada con refuerzos
angulares que adquieren la función de grandes peanas. En sus cuatro frentes
aparecen insertados largos altorrelieves de bronce, fácilmente visibles por el
viandante, en los que se representan cuatro magníficas escenas históricas
relacionadas con la gesta de Colón.
Alegoría del Estudio o la Sabiduría |
En ellos Antonio Susillo deja lo mejor de su
talento, tanto por sus valores compositivos y narrativos, con grandes valores
pictóricos definidos por el claroscuro de su pensada exposición al sol, como
por el virtuosismo técnico en el modelado de las figuras, algunas que a punto
de despegarse completamente del fondo contrastan con otras de tenue relieve en
los fondos, siguiendo la técnica del schiacciato
experimentada por Donatello y Ghiberti en Florencia para crear profundidad.
En ellos se aprecia el tratamiento individualizado
de cada figura, contrastando las calidades de las indumentarias con las variadas
anatomías, incluyendo desnudos en algunas escenas. Todos los elementos está recreados
con la visión propia de un romántico historicista, diferenciando con precisión las texturas
de objetos, vegetales y animales, los detalles de las armas, muebles y un sin
fin de objetos narrativos, sin que falten resabios modernistas en algunos
personajes.
La presentación y discusión del
proyecto
Alegoría de la Náutica y Medallón de los Reyes Católicos |
El primer relieve de la serie está orientado al norte
(parte frontal del monumento) y representa la visita de Cristóbal Colón al
monasterio de La Rábida para explicar sus teorías de navegación, después de que
éstas hubiesen sido rechazadas por el rey Juan II de Portugal. En la escena la
figura de Colón, colocado de espaldas al espectador, se convierte en el
epicentro de la composición, mientras muestra sus mapas a fray Juan Pérez de
Marchena, prior del monasterio, que expresa un gesto de asombro ante la
propuesta. Junto a ellos tres personajes atienden a las explicaciones, uno de
ellos con gesto de incredulidad.
En la izquierda un navegante comenta con otros
monjes las posibilidades y riesgos del viaje, mientras que en la derecha,
arrodillado en la biblioteca, juega con un barco su hijo Diego Colón. En el
magnífico relieve, Antonio Susillo se esmera en los pequeños detalles, como el
mobiliario conventual, los legajos y la descripción detallada de la librería,
en cuyo frente se identifica el "Monasterio
de la Rábida", siendo legibles los nombres de los autores en el canto
de algunos libros: Estremera, Modesto, Espinosa, F García Valero y Heraso.
Alegoría del Valor y Escudo de los Reyes Católicos |
Despedida en el Puerto de Palos
En este relieve, orientado al este, ofrece un emotivo ambiente portuario, con la figura de Colón arrodillado en el centro mientras
recibe la bendición de fray Juan Pérez de Marchena. A su lado un franciscano
retiene la figura del niño Diego, que apenado muestra el deseo de abrazar a su
padre antes de la partida. Al fondo un nutrido grupo de soldados y frailes
contemplan la despedida, con una mujer que no puede evitar el llanto ante lo
incierto del viaje.
A un lado aparece una carreta cargada de agua y víveres,
tirada por un buey, y en el otro un joven que sentado sobre un amarre contempla
cómo se cargan las barcazas con la ayuda de los frailes, mientras un marinero
es despedido amorosamente por su esposa, apreciándose al fondo parte de una
carabela.
Desembarco de Colón en la isla
de Guanahaní el 12 de octubre de 1492
En este relieve, orientado al sur, se representa el primer
desembarco de Colón en medio de un paisaje agreste en el que crecen plantas de
gran tamaño. El Almirante se muestra altivo mientras enarbola el estandarte que
le entregaran los Reyes Católicos y toma posesión de la desconocida tierra con
el gesto de su espada. A su alrededor se sitúan soldados expedicionarios que
muestran diferentes actitudes ante el genovés. Unos agotados por el viaje y
otros reconociendo su sabiduría como navegante, junto a un lugarteniente que
portando un estandarte le rinde honores rodilla en tierra, un cronista que
porta un libro en cuya portada está escrito "Reino de España" y un
grupo de músicos que al fondo hace sonar trompetas.
Alegoría de la Historia |
En la parte izquierda se aprecia un grupo de
marineros desembarcando de "La Pinta", según figura en la quilla, mostrando
su alegría por la llegada, mientras que en la derecha, semiocultos entre la
maleza, aparece un grupo de indígenas que es observado con sorpresa por uno de
los acompañantes de Colón, aludiendo al primer contacto con los pobladores del
desconocido continente. Entre los indígenas son llamativas las esbeltas figuras
de un hombre y una mujer que aparecen en primer plano con gesto de sorpresa, figuras
excelentemente modeladas en plena desnudez que inevitablemente recuerdan la
iconografía tradicional de Adán y Eva, algo posiblemente intencionado para
aludir al hombre en su estado más puro.
Colón recibido por los Reyes
Católicos en Barcelona
El relieve, orientado al oeste, representa la
presentación de Colón ante los Reyes Católicos en Barcelona, en abril de 1493,
a la vuelta de su primera expedición, según se desprende de la ambientación en
un palacio gótico en el que es bien visible el emblema de Aragón. Colón hace
una reverencia ante Isabel y Fernando, que aparecen enguantados y coronados
junto a un trono realzado por un estrado recubierto por una alfombra y un
dosel, situándose a los lados dos maceros que marcan la solemnidad del momento.
Todos ellos lucen una rica indumentaria con bordados minuciosamente descritos,
con el emblema nacional de los Reyes Católicos en la saya del macero colocado
en primer plano. Por el ventanal y la puerta del fondo asoma un nutrido grupo
de cortesanos y soldados que contemplan la escena.
La parte central de esta composición sería repetida
por Antonio Susillo en otro relieve broncíneo que se conserva en el claustro
del Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Medallón de Santa María |
En la parte izquierda, por detrás de Colón, una
pareja de indígenas semidesnudos y con tocados de pintorescos penachos se
postran ante los reyes con gesto de sumisión. A su lado aparecen soldados y
expedicionarios portando estandartes, con uno de ellos ofreciendo a los
monarcas un cofre con joyas como regalo de Colón. En la parte derecha, sobre
una tribuna, se encuentra un grupo de damas cortesanas que muestran su
curiosidad y expectación ante un hecho tan poco común. En toda la escena
predominan los pequeños detalles narrativos, tanto en la ambientación del salón
y el mobiliario como en los numerosos personajes que configuran la composición,
siendo el relieve en el que las figuras muestran matices influenciados por el
arte modernista parisino y catalán.
A mayor altura y sobre los pedestales angulares,
siguiendo de alguna manera el modelo de Bernini en la Fuente de los Cuatro Ríos de la Plaza Navona de Roma, Antonio
Susillo coloca cuatro alegorías colosales en bronce, todas sedentes y
recostadas sobre el pedestal, que aluden a las principales virtudes de la gesta
colombina: el Estudio, la Náutica, el Valor y la Historia. Las
cuatro alegorías, dos hombres y dos mujeres, muestran buena parte de su
anatomía al aire para adquirir el significado de la presentación de la verdad
histórica desnuda y limpia.
Alegoría de Castilla y León destruyendo el "Non Plus Ultra" |
El Estudio o la Sabiduría
Está representado por un sereno hombre anciano de
largas barbas que, acompañado de libros, reflexiona sobre el contenido del que
sujeta sobre sus piernas, lo que le confiere el aspecto de un filósofo clásico.
El gesto de mesarse la barba con naturalidad remite inevitablemente a la figura
del Moisés de Miguel Ángel.
La Naútica
Compuesta por dos figuras, esta alegoría hace
referencia a las artes de la navegación. La Náutica, personificada en una bella
y joven madre de potente anatomía, acoge en su regazo a su hijo desprotegido y
desnudo, un joven con vocación de navegante que en ella busca el amparo y le
consulta sobre la carta náutica que muestra.
El Valor
Cristóbal Colón y la alegoría de la Fe en la cúspide |
Representa a un valeroso guerrero que porta una
espada y aparece recostado sobre un escudo. Su vigorosa anatomía desnuda, de fuertes reminiscencias clásicas, alude
a la fuerza y el arrojo de los héroes. En el trabajo de la serena cabeza
muestra la influencia de los modelos romanos, apareciendo en su base la firma
de Antonio Susillo.
La Historia
Está personificada por una mujer con el torso
desnudo que apoya su mano izquierda sobre un gran libro y que en su mano
derecha portaba un cálamo para la escritura que ha desaparecido (apreciable en
las fotos del momento de la inauguración del monumento). En su juventud y
belleza clásica, el escultor alude a la Historia como disciplina atractiva que
es necesario conocer, en este caso considerando el Descubrimiento de América
como un hito de la humanidad.
Alegorías del primer cuerpo
A los lados de la pirámide truncada que remata el
pedestal, se concentran una serie de elementos alegóricos relacionados con el papel
decisivo de los monarcas españoles en el Descubrimiento. Uno de ellos es el Medallón de los Reyes Católicos, en el
que, a modo de tratamiento numismático a gran escala, aparecen los bustos de
Isabel y Fernando de perfil, rodeados por una inscripción que les identifica:
"FERNANDUS ET ELISABET: DXG+RES: ET".
En él se deja constancia de los patrocinadores de la gesta colombina.
Detalle de Cristóbal Colón y la Fe |
En la parte contrapuesta se encuentra el Medallón de la Virgen, que alude a su
invocación durante la hazaña, patente en el bautizo de la carabela como Santa
María. En él aparece una gran medalla con la Virgen y el Niño que se antepone a
la vela de la embarcación, en la que figuran las iniciales de Isabel y Fernando
coronadas. Está recorrido por la inscripción: "PALOS DIA III AGOSTO DE MCCCCX(CII) + GUANAHANI DIA XII DE OCTUBRE DE
MCCCCXCII".
En otro de los lados aparece el Escudo de los Reyes Católicos, que es sostenido por el águila de
San Juan Evangelista, santo de devoción de la reina Isabel, que incluso se hizo
coronar el día de su celebración. Está formado por los emblemas de los reinos
de Castilla y León, Aragón y Sicilia, Nápoles, Navarra y Granada.
En la parte oeste un León coronado por un castillo, en actitud rampante, destruye de un
zarpazo la inscripción "NON PLUS
ULTRA", aludiendo a la fuerza de Castilla y León, encarnada por la
reina Isabel, para destruir la antigua leyenda sobre los confines de la tierra.
Su figura enlaza la composición con el segundo cuerpo.
Recibimiento de Colón por los Reyes Católicos en Barcelona Monumento a Cristóbal Colón, Valladolid |
Segundo cuerpo
Rematando la forma piramidal aparece un Globo terráqueo de gran tamaño, con el
mapa mundi labrado en piedra de Villanubla (Valladolid), que está recorrido
por una faja de bronce en la que aparece la inscripción "Non Plus Ultra". Su
incorporación, como sustento de las figuras principales, recuerda la polémica
que en su tiempo defendió Colón sobre la forma esférica de la Tierra, base de
su expedición, al tiempo de patentiza el alcance universal de su gesta.
Grupo de Colón guiado por la Fe
Este magnífico grupo escultórico en bronce remata el
conjunto impregnado de connotaciones religiosas. Sobre un mar embravecido
navega una chalupa que lleva escrita en su proa la fecha de 1492. Sobre ella
aparece la figura de Cristóbal Colón, ricamente ataviado y rodilla en tierra,
con los brazos extendidos y la mirada a lo alto, como si esperase una
bendición. Es acompañado por la alegoría de la Fe, que en posición de pie se
sitúa a su espalda protegiendole y guiándole. Esta rotunda y original escultura
cubre su cabeza con un fino velo agitado por la brisa que deja adivinar su
rostro joven y bello, siguiendo los trabajos de veladuras de algunos escultores
del siglo XVIII. Alude a la fe ciega del navegante en sus creencias
científicas, reforzadas por las religiosas expresadas por la cruz de guía procesional y
el cáliz que porta en sus manos.
Recibimiento de Colón por lo Reyes Católicos en Barcelona Museo de Bellas Artes, Sevilla |
En el boceto original de Antonio Susillo la figura
de la Fe aparecía precedida por la figura de un indígena, símbolo del Nuevo
Mundo, que aludía a la cristianización del continente descubierto, pero la
Academia de Bellas Artes de San Fernando aconsejó al escultor sus sustitución
por la de Colón, titular del monumento.
Todo el conjunto escultórico en bronce fue fundido
en el taller Thiebaut Frères, Fondeurs, de París.
EL ESCULTOR
ANTONIO SUSILLO
De origen modesto, el sevillano Antonio Susillo fue uno
de los escultores españoles más famosos de la segunda mitad del siglo XIX.
Formado en París y Roma como becario, obtuvo numerosos premios en exposiciones
nacionales e internacionales, así como otros importantes reconocimientos. Durante su
polifacética carrera profesional, evolucionó desde un temprano clasicismo al
costumbrismo, reflejando la influencia modernista recibida en París hasta
caracterizarse por una escultura ecléctica de carácter realista y descriptivo en el que
no está ausente cierto romanticismo.
En su producción abordó temas religiosos, históricos
(muy apreciados en su época), románticos de inspiración becqueriana,
costumbristas, retratos y esculturas de grandes proporciones, siendo muy
apreciados algunos monumentos dedicados a personajes ilustres.
Entre su obra más conocida se encuentra la serie de Doce sevillanos ilustres, realizada en
1895 a petición de los Duques de Montpensier y colocada sobre la balaustrada
del palacio sevillano de San Telmo, los monumentos a Velázquez y Miguel de Mañara
en Sevilla, el Cristo de las Mieles
que realizara en 1880 y que se levanta sobre la tumba del escultor en el
Cementerio de san Fernando de Sevilla, aunque, sin duda, su obra más
espectacular es el Monumento a Colón
de Valladolid, de 1891.
Escudo de los Reyes Católicos, Globo terráqueo y alegorías |
De carácter melancólico, Antonio Susillo se suicidó el
22 de diciembre de 1896, con 41 años, disparándose un tiro en la cabeza junto a
las vías del ferrocarril, lo que produjo una fuerte conmoción en la ciudad
sevillana y en el panorama artístico nacional.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Bibliografía
CUADRADO GUTIÉRREZ, Luis José. El
Monumento a Colón en Valladolid. Domus Pucelae, Valladolid, 2007.
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