1 de noviembre de 2016

Fastiginia: El León de la Catedral, picota para mujeres "mal entretenidas"

Recreación virtual del León de la Catedral
Estampas y recuerdos de Valladolid


Hubo un tiempo en que Valladolid también dispuso de un rollo de justicia colocado en un lugar público, concretamente en la plaza de Santa María, delante de la Colegiata fundada por el Conde Ansúrez y su esposa doña Eylo, en el espacio que hoy conocemos como plaza de la Universidad. Este elemento pétreo, integrante del anecdotario histórico de la ciudad y con sus orígenes en el campo de la leyenda, también serviría de fundamento a las tesis de algunos historiadores sobre la eterna polémica del origen del nombre de Valladolid, que creyeron encontrar razones en el topónimo Valle de Olit, siendo Olit un moro que se asentó en estas tierras tras la invasión islámica de la península ibérica del año 711. Pero vayamos por partes.

En primer lugar recordaremos que los rollos de justicia son pilastras o columnas de piedra aisladas, de aspecto similar a los cruceros, que suelen estar rematadas por una bola y una cruz, aunque en algunas poblaciones se presentan bajo la forma de pináculos góticos más o menos depurados. Con ellos se expresaba públicamente en un lugar la categoría jurisdiccional, es decir, el régimen al que estaba sometido, ya fuera un señorío real, del concejo, eclesiástico o monástico. En ocasiones marcaban los límites territoriales o servían para conmemorar que a una población le hubiera sido otorgado el rango de villa, presidida por un alcalde con jurisdicción para juzgar y condenar a muerte.

Rollo de justicia de Aguilar de Campos (Valladolid)
     Este carácter jurisdiccional fue muy evidente en la conquista de América, donde el primer acto en la fundación de una ciudad era el levantamiento del rollo de justicia, símbolo de jurisdicción real.

En la mayor parte de las ocasiones compartían su simbolismo administrativo con la función de picota, columna donde se llevaban a cabo los castigos públicos de las penas menores —azotamientos— y los ajusticiamientos por parte de la autoridad civil, con los reos expuestos a la vergüenza pública con fines intimidatorios. La pena de exhibición en la picota aparece legislada desde el siglo XIII en Las Partidas de Alfonso X el Sabio, aunque la mayoría fueron levantadas durante los siglos XVI y XVII por las exenciones otorgadas por la Corona a algunas poblaciones que aportaban fondos para financiar los gastos de guerra. Esta práctica estuvo en vigor hasta principios del siglo XIX, cuando un decreto de las Cortes de Cádiz del 26 de mayo de 1813 ordenó la demolición de todos los signos públicos de vasallaje para establecer como único señorío el de la Nación Española.

Rollo de justicia de Bolaños de Campos (Valladolid)
A pesar de todo, a lo largo de toda la geografía española se conservan numerosos rollos de justicia y picotas, algunos obras notables del arte gótico, siendo destacables en la provincia de Valladolid los ejemplares localizados en la comarca de Tierra de Campos, como los de Aguilar de Campos, Bolaños de Campos y Villalón de Campos, el más rico de todos ellos y uno de los mejores de España.


De aquel que existiera en Valladolid nos han llegado noticias a través de Juan Antolínez de Burgos, considerado como el primer historiador de la ciudad, que hacia 1637 redactaba una interesante síntesis en su Historia de Valladolid, obra que no fue impresa y publicada hasta 1887 por iniciativa del historiador Juan Ortega Rubio. En ella nos informa que, en tiempos del rey godo Don Rodrigo, un capitán moro llamado Ulit se estableció en el valle en que las aguas del Esgueva confluían con las del Pisuerga, donde la pequeña ciudad llamada Pincia pasó a denominarse Valledeulid, en honor a su reedificador.

Rollo de justicia de Villalón de Campos (Valladolid)
La amenaza que en tierras fronterizas suponía este poderoso personaje, motivó el ataque del rey Ordoño II de León (León, c. 871-924), que le dio muerte en el campo de batalla, aunque este hecho no está recogido en ninguna crónica. Sin embargo, sí que es citado el moro Ulit, como señor de Valladolid, en la Crónica de Fernán González escrita por fray Gonzalo de Redondo, abad del monasterio de San Pedro de Arlanza, que narra que el conde castellano atacó Valladolid matando a un capitán de Ulit llamado Aiza, saqueando la ciudad y haciendo huir al ejército moro hasta Simancas, aunque los moros emprenderían una reedificación que perduró hasta que con la batalla del rey Alonso II, entre Valladolid y Simancas, la ciudad quedó despoblada.

Tiempo después, para conmemorar aquella victoria leonesa, fue levantado ante la Colegiata de Santa María la Mayor de Valladolid un pilar sobre el que se asentaba la figura de un león —símbolo del reino leonés— a cuyos pies aparecía la figura de un moro vencido, según Juan Antolínez de Burgos nieto del que conquistara el lugar. Bajo el grupo escultórico figuraba una cartela con la inscripción "Ulit oppidi conditor" (Ulit fundador de este lugar).

El León de la Catedral en el siglo XVIII
Dibujo de Ventura Pérez
El sencillo monumento llegaría a cumplir la función de picota a partir de 1158, relatando Juan Antolínez de Burgos el haber sido testigo de una antigua costumbre por la cual en el llamado León de la Catedral eran castigadas públicamente las mujeres "mal entretenidas" en hechizos y alcahueterías, a las que el pueblo llano maltrataba tirándolas cuanto tenían a mano, en ocasiones casi hasta producirles la muerte. También informa que esta práctica se reformó y la rigurosa costumbre llegó a desaparecer, aunque la columna y el león permanecieron en su sitio para convertirse en una tribuna pública desde la que se lanzaban pregones de almonedas y sentencias.

Con la sustitución de la antigua colegiata por el proyecto de Juan de Herrera, el León de la Catedral, símbolo de la ciudad medieval, fue trasladado al atrio de la nueva construcción, donde fue conocido por el historiador vallisoletano Ventura Pérez (1704-1784), autor del Diario de Valladolid y también artífice de la ampliación, hasta mediados del siglo XVIII, de la Historia de Valladolid escrita por Juan Antolínez de Burgos. Una de las aportaciones más interesantes de este historiador son los expresivos dibujos que incluye en su obra —ingenuos y básicos—, que muestran las fachadas de los edificios más importantes en su época y algunos elementos de la vida cotidiana vallisoletana, testimonio fundamental del Valladolid desaparecido.

En uno de sus dibujos aparece el León de la Catedral, con la figura del león triunfante sobre un moro vencido bajo sus garras y enarbolando un estandarte rematado en forma de cruz flordelisada y con el escudo de armas del Conde Ansúrez en la banderola. En el remate de la columna monolítica, a modo de capitel, aparece labrado un emblema con las armas de Castilla y León. Este monumento conmemorativo, después utilizado como picota y finalmente convertido en un símbolo del pasado medieval, desapareció en 1841 a consecuencia del hundimiento de la torre de la catedral, conocida popularmente como "La Buena Moza". Hoy engrosa la larga nómina de monumentos desaparecidos en Valladolid.

Recreación virtual del León de la Catedral
Presentamos una reconstrucción virtual, aproximada al aspecto que tendría el León de la Catedral, tomando como referencia las innumerables figuras de leones diseminadas por Valladolid en los pilares que con cadenas acotaban los recintos que en su día tuvieron jurisdicción propia, como los que anteceden a las fachadas de la iglesia de San Pablo y de la Universidad, los conservados en el Colegio de Santa Cruz, etc., todos ellos iconos fundamentales del pasado vallisoletano.         
















Leones ante la fachada de la Universidad de Valladolid









































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1 comentario:

  1. Interesante información que nos permite saber o intuir algo más de la ciudad. Me gusta lo de las reconstrucciones virtuales, y el libro "Rincones con fantasma", de Juan Carlos Urueña, me deleita mucho. Lo de las picotas o rollos -mira que me gusta el nombre de rollo aunque el concepto y el objeto que hay detrás sea cruel- da idea de lo que tuvo que ser la acción judicial o, mejor dicho, penal, no sé si siempre justa. Hoy el término "poner en la picota" ha perdido vigor, se usa descafeinado, se lleva eso de "criminalizar a tal o a cual", sobre todo en el ámbito político, que no me parece muy acertado. En fin, gracias por las informaciones de la casa vallisoletana.

    Un saludo cordial.

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