LLANTO SOBRE
CRISTO MUERTO
Francisco de
la Maza (Meruelo, Cantabria, ? - Valladolid, 1585)
1571
Madera
policromada
Iglesia del
Salvador, Simancas (Valladolid)
Escultura renacentista
tardomanierista. Escuela castellana
Interior de la iglesia del Salvador, Simancas |
Bajo el palmeral que establecen los soportes
cilíndricos y las nervaduras de las bóvedas de crucería estrellada que definen
la planta de salón de la iglesia del Salvador de la histórica villa de
Simancas, en la nave de la epístola se abre un arcosolio en cuyo interior se
encuentra un pequeño retablo con la única escena en relieve del Llanto sobre Cristo muerto, una obra
realizada años después de la remodelación general de la iglesia llevada a cabo
en el primer cuarto del siglo XVI, momento en el que tomó el aspecto actual
sustituyendo a un antiguo templo románico del que todavía quedan restos visibles
en la torre situada a los pies.
El altorrelieve del Llanto sobre Cristo muerto
—2,10 x 1,37 m.— fue contratado al escultor Francisco de la Maza el 22 de marzo de 1571 para presidir la
capilla que don Pedro Melgar1 disponía en aquella iglesia. Está realizado en
madera de pino y rematado por una magnífica policromía, con el aliciente de ser
una de las obras más notables del polifacético escultor. La composición adopta
una forma rectangular rematada por un arco de medio punto que originariamente
se encuadraba dentro de una estructura arquitectónica clasicista que estaba
flanqueada a los lados por columnas corintias de fuste liso rematadas por
pequeños entablamentos, elementos que se pueden apreciar en la ilustración del
Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid2 y que tras distintos
avatares producidos en las últimas décadas han desaparecido para quedar reducido
al simple armazón de sustento.
Francisco de la Maza repite la misma temática que ya
había experimentado aproximadamente un año antes en el altorrelieve del Llanto sobre Cristo muerto que se
conserva en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, aunque en este
caso aumenta la escala de las figuras, modifica su disposición declamatoria y agranda
el formato para incluir al fondo una cruz completa que se recorta sobre un paisaje
pintado que sitúa la escena en el Gólgota, siendo respecto a aquél, una obra
mucho más depurada.
No obstante, en la caracterización de los personajes
pervive tanto la influencia de Juan de Juni, una constante en toda su obra,
como la tipología humana relacionada con los modelos romanistas difundidos por
Esteban Jordán, especialmente en lo referente a las musculosas anatomías, la
anchura de los rostros y el tamaño monumental de las figuras respecto al marco
en que se encuentran.
La escena representa un momento dramático muy
estimado durante el siglo XVI, tanto en pintura como en relieve, del que se
contabilizan numerosas representaciones en Castilla por su idoneidad para presidir
capillas de carácter funerario. Generalmente la escena se compone con los ocho
personajes básicos de la narración, como lo hace Francisco de la Maza, aunque
en ocasiones estos quedan reducidos a los principales protagonistas del relato
sacro —tema de la Piedad— que se basa en fuentes literarias piadosas que
determinan una imaginería mental que los artistas interpretan a su manera.
La escena muestra el momento que sigue al
Descendimiento, con el serpenteante cuerpo de Cristo recién descendido de la
cruz, muerto y dispuesto en primer plano sobre un sudario, con el torso apoyado
sobre la pierna derecha de la Virgen y con las figuras a los lados de San Juan
manteniendo su cabeza y María Magdalena sujetando los pies mientras acerca
reverencialmente su rostro a la mano izquierda de Cristo. En un segundo plano aparecen
María Cleofás, que asiste a María, y María Salomé con gesto doliente. Por
detrás se colocan las figuras de José de Arimatea portando la corona de espinas
y Nicodemo mostrando los tres grandes clavos del reciente desenclavo. Una cruz
de pequeño espesor, que todavía mantiene clavado el rótulo de "Inri",
marca el eje de la composición, mientras el fondo es un tablero liso con un
paisaje pintado cuyos detalles quedan difuminados por el mal estado de
conservación de la capa pictórica.
Siguiendo una tradición afianzada en Castilla, los
volúmenes pasan bruscamente de las figuras del primer plano, con un
altorrelieve que sugiere el bulto redondo, al fondo plano con motivos pintados,
sin proliferar los volúmenes intermedios que proporcionan el efecto de
profundidad. En las figuras se evidencia la influencia de Juan de Juni, del que
Francisco de la Maza fue decidido seguidor, especialmente en la disposición del
cuerpo de Cristo y en la caracterización de José de Arimatea y Nicodemo, junto
a otras influencias de su maestro Esteban Jordán, como los rostros anchos con
nariz recta, cejas caídas y ceños fruncidos, barbas ensortijadas y voluminosos paños que dotan a las figuras de abultada corporeidad. No
obstante, las figuras adolecen de falta de pulsión interior o sentimiento a
pesar de su rotundidad —algo común en muchas composiciones romanistas—, efecto
que en este caso es remarcado por la colocación de algunas cabezas giradas
respecto al drama central, como ocurre con San Juan y María Salomé.
En su acabado destaca el trabajo de estofados en los
paños, de rico colorido y personalizados para cada figura, la inclusión de
vetas en el madero de la cruz y los matices de las carnaciones, contrastando la
palidez del cuerpo de Cristo con los tonos sonrosados del resto de los
personajes. La espléndida policromía proporciona al conjunto, por el sutil afloramiento
del oro subyacente, una luminosidad que realza el carácter sagrado del
momento, esto es, la certificación de la muerte corporal de Cristo.
Este relieve del Llanto
sobre Cristo muerto fue realizado por Francisco de la Maza en el taller que desde 1565 disponía en el barrio de San Andrés de
Valladolid, donde el mismo año de 1571 también trabajó en dos escudos, uno de
Simancas y otro de Castilla y León, para el pedestal del retablo mayor de la
misma iglesia del Salvador, cuya maquinaria había sido contratada en 1562 por
los escultores Inocencio Berruguete y Juan Bautista Beltrán.
Francisco de la Maza, que procedente de Cantabria llegó
a Valladolid cuando se iniciaban los años 60 del siglo XVI, se revelaría como
un escultor versátil capaz de dominar la escultura para retablos en madera
policromada, los conjuntos funerarios labrados en piedra o alabastro y la
elaboración de elementos ornamentales aplicados a la arquitectura, como
columnas, capiteles, medallones y balaustres. Parrado del Olmo justifica esta
destreza en la labra de piedra en el origen cántabro del artista.
En Valladolid fue contemporáneo de escultores como el
gran maestro Juan de Juni (1506-1577), del que fue fiel seguidor; de Gaspar
Becerra (1520-1568), con el que, según Manuel Arias, colaboró en el retablo de
la catedral de Astorga; de Esteban Jordán (h. 1530-1598), del que fue
discípulo; de Juan de Anchieta (h. 1533-1588), con el que consta su relación
durante los más de cinco años que este escultor vasco estuvo formándose en
Valladolid, y con Juan Bautista Beltrán (?-1569), igualmente seguidor de Juan
de Juni en Valladolid.
Entre la obra realizada en madera se encuentran los
relieves de Llanto sobre Cristo muerto
del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid (h. 1570) y de la iglesia del
Salvador de Simancas (1571) que aquí tratamos.
Asimismo, el Retablo mayor de la Asunción (1571) de la iglesia de la Asunción de
Villabáñez (Valladolid), considerado su obra maestra. El Cristo crucificado de la ermita del Cristo de la Guía de la misma
población. Su colaboración a partir de 1577 en el Retablo Mayor de la iglesia de la Asunción de Tudela de Duero
(Valladolid). El notable relieve del Camino
del Calvario (atribuido por Parrado del Olmo) del retablo mayor de la
iglesia de Santa María de Torrelobatón, donde colaboró con Manuel Álvarez y sus
hijos. La Virgen de la Asunción de la
iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de San Pelayo (Valladolid) o el Retablo Mayor de la iglesia de Nuestra
Señora de Arbás de Gordaliza del Pino (León), inacabado por sorprenderle la
muerte en 1585.
Muestra de sus trabajos en piedra es el Sepulcro del chantre Antonio Romero que
se encuentra en la iglesia de San Martín de Traspinedo (Valladolid), encargado
en 1589 en piedra de Navares y con el bulto en alabastro por los descendientes
del que fuera chantre de la Colegiata de Valladolid, muerto en 1577, cuyo
proyecto inicial fue modificado por el canónigo Francisco Parrillo, pariente
del difunto.
Notables son también los Sepulcros
de don Pedro Boninseni y su sobrina doña Isabel de Nava y Boninseni que se
encuentran en el lado del evangelio de la capilla mayor de la iglesia del
convento de Santa Clara de Valladolid. Frente al sepulcro de doña Isabel
(fallecida en 1580) y el de su tío don Pedro (caballero de la Orden de San Juan
de Malta fallecido en 1581), en el lado de la epístola se encuentra el Sepulcro de don Juan de Nava (caballero
de la Orden de Santiago fallecido en 1590), igualmente de notable factura.
Frencisco de la Maza. Llanto sobre Cristo muerto, h. 1570 Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid |
Entre los ejemplos de elaboración de elementos arquitectónicos
en piedra es buen referente el palacio que el banquero Fabio Nelli mandó construir
en Valladolid, para el que Francisco de la Maza en 1582 realizaba las basas,
columnas, capiteles, medallones y balaustres de la escalera claustral y del
patio central, diseñado en 1576 por el arquitecto Juan de la Lastra.
Francisco de la Maza moría en 1585 en Valladolid,
ciudad de la que fue vecino en el barrio de San Andrés junto a su esposa Juana
Hernández de Munar, con la que tuvo tres hijos: Manuel, Diego e Isabel. Aunque
todavía quedan muchas lagunas por rellenar, por la obra documentada y la que se
le atribuye Francisco de la Maza está considerado como uno de los escultores
más destacados del panorama vallisoletano de la segunda mitad del siglo XVI.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Fotografía del retablo en el Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid, 1973 |
NOTAS
1 GARCÍA CHICO, Esteban: Nuevos
documentos para el estudio del arte en Castilla. Valladolid, 1959, p. 41.
2 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Antiguo
Partido Judicial de Valladolid. Catálogo Monumental de la Provincia de
Valladolid, Tomo VI, Diputación Provincial de Valladolid, 1973, fig. 203.
Iglesia del Salvador, Simancas |
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