VIRGEN CON
EL NIÑO Y ÁNGELES
Alejo de
Vahía (Región de Renania ? - Becerril de Campos, Palencia, h. 1515)
Activo entre
1480 y 1515
Hacia 1500
Madera
policromada
Real Monasterio
de Santa Clara, Villafrechós (Valladolid)
Escultura
tardogótica castellana
Retablo mayor barroco, 1723-1733 Convento de Santa Clara, Villafrechós (Valladolid) |
En el silencioso casco histórico de Villafrechós, en
plena Tierra de Campos, se levanta el Real Monasterio de Santa Clara, en cuya
iglesia se conserva una de las esculturas marianas más bellas de Alejo de
Vahía: la Virgen con el Niño y ángeles,
una escultura en la que fijamos nuestra atención y que sin duda ha sido
venerada con devoción no sólo por la comunidad clarisa, sino por todo el pueblo
de Villafrechós. Pero vayamos por partes.
El monasterio tiene su origen en una fundación
palaciega realizada por la reina María de Molina en el siglo XIV que después
pasó a la familia de los Guzmanes. Sería doña Urraca de Guzmán, viuda de don
Gonzalo Gómez de Cisneros (muerto hacia 1399) y señora de la villa de
Villafrechós, quien el 4 de octubre de 1406 fundaba en él un convento de
clarisas que poco a poco fue creciendo y añadiendo dependencias. Es posible que
a ese primitivo convento, que era protegido por los duques de Osuna, llegara la imagen de
la Virgen con el Niño y ángeles que
fue realizada hacia 1500 por Alejo de Vahía en su taller de la villa palentina
de Becerril de Campos, así como el crucifijo gótico del siglo XIV que preside
el ático del retablo mayor, de desconocido autor y procedencia.
En 1543 era construida la iglesia a instancias de
Ana Girón de Velasco, abadesa del monasterio e hija de los condes de Urueña. Un
edificio de nave única, con bóveda de crucería estrellada y dos coros, uno alto
y otro bajo. Habría que esperar al año 1723 para que se encargara el fastuoso
retablo mayor, que tardó diez años en ser culminado en un exuberante estilo
barroco de tipo salomónico creado en esos años por la familia de los Correa. Recuérdese
que el retablo del convento de Santa Clara de Valladolid fue obra de Pedro de
Correas en 1730, no casualmente encargado por otra comunidad de clarisas. Un
hecho atípico es que en el flamante retablo barroco de Villafrechós se
reservara una hornacina en el banco —gran proximidad a los fieles— para mantener
al culto a la Virgen con el Niño y
ángeles de Alejo de Vahía, una obra anticuada para la época del retablo, lo
que obliga a pensar en la gran devoción a la imagen, ocurriendo otro tanto con
el crucifijo gótico ya mencionado, que fue colocado en la hornacina abierta en
lo alto del exuberante ático.
Hoy la talla de Alejo de Vahía aparece encorsetada
entre la maraña decorativa y la policromía rica en oro y color del barroco
dieciochesco. Sin embargo, por su esbeltez, elegancia y fina factura, destaca
entre todas las esculturas barrocas realizadas expresamente para el retablo. A
pesar de que su policromía fue retocada hacia 1733 para adaptarla al gusto
barroco del nuevo marco, aún desvela el inconfundible sello del enigmático
Alejo de Vahía, que en ella dejó la huella de un estilo perseverante en la
tradición gótica cuando en el entorno palentino ya afloraban las nuevas
directrices renacentistas.
La escultura, de 110 cm. de altura, representa a la
Virgen sedente sobre un trono de planta semicircular que está decorado con
molduras sencillas. Viste una fina camisa pegada al cuerpo que en el cuello se
anuda con un pequeño lazo, un brial de mangas amplias que se ciñe a la cintura
mediante una banda que se anuda al costado derecho y un manto que se sujeta
sobre el hombro izquierdo y se repliega al frente sobre las rodillas formando
en su caída pliegues triangulares. Su cabeza está descubierta y ligeramente
inclinada, con una larga melena de la que dos afilados mechones discurren al
frente y otros por la espalda, rostro ovalado y cuello largo. Con su mano
derecha sujeta un pie del Niño, abandonando el característico gesto de sujetar
un objeto o fruto con la mano levantada o mostrando la palma al espectador como
es habitual en el escultor.
Sobre su rodilla izquierda sujeta al Niño, que
aparece sentado con la cabeza ligeramente vuelta, en actitud de bendecir, con
las piernas cruzadas y una desnudez sólo cubierta por el paño de pureza. Su
anatomía es esquemática, su actitud envarada y su expresión estereotipada, manteniendo
los esquemas comunes a toda su obra. Estos rasgos se repiten en los dos ángeles
que se colocan a los lados de la cabeza de la Virgen en actitud de coronarla,
de reminiscencias flamencas. Respecto a otras versiones del escultor, en este
caso la composición es sumamente estilizada y delicada, lo que le proporciona
una indudable elegancia.
La talla, a pesar del aparecer enmascarada en parte
por la policromía dieciochesca, presenta todos los rasgos típicos y
melancólicos de Alejo de Vahía, como los delicados ademanes, la delimitación de
los volúmenes mediante agudas aristas, el rostro oval de las figuras femeninas,
los ojos abultados y almendrados, caídos
hacia los lados, la nariz afilada, la boca pequeña y perfilada, los cabellos
femeninos con raya al medio, ondulados a la altura de las orejas y con mechones
que se entrelazan formando rizos, y las manos con dedos finos y largos para
establecer un tipo de lenguaje visual críptico, en definitiva, fiel a los
recursos expresivos que son una constante en toda su obra. No faltan en la obra
de Villafrechós muestras del minucioso detallismo de raigambre flamenca, como
los pequeños detalles en la descripción de la indumentaria, con cintas, orlas,
etc.
Esta escultura mantiene una especial afinidad con la
versión conservada en la iglesia de la Asunción de La Seca1
(Valladolid), aunque aquella presenta al Niño vestido, sin ángeles y con el
típico gesto de la mano con la palma al frente ofreciendo un corazón.
La figura de la Virgen es uno de los modelos
femeninos más estilizados de los realizados por el escultor, equiparable en
canon y monumentalidad al grupo de Santa
Ana Triple ( h. 1510) que se expone en el Museo Catedralicio de Palencia,
conservando el habitual gesto ensimismado de sus figuras marianas y manteniendo
los modos estéticos y ciertos convencionalismos ligados a la escultura
centroeuropea, especialmente empleados en las zonas del Bajo Rin, Limburgo o
Westfalia.
A pesar de que el estudio de Alejo de Vahía ya ha
permitido establecer y conocer suficientemente la trayectoria del artista a
través del corpus conocido de su personalísima obra, aún queda eclipsado por la
arrolladora producción de la escuela burgalesa de su época, con el maestre Gil
de Siloé a la cabeza. Sin embargo, la compilación de su producción, mayormente
distribuida por las provincias de Palencia y Valladolid (ciudad que por
entonces pertenecía a la diócesis de Palencia), permite situarle como uno de
los escultores más creativos y prolíficos de Castilla en los años finales del
siglo XV y principios del XVI —activo entre 1480 y 1515—, con el aliciente de
ser un escultor versátil que trabajó tanto en madera policromada o realizando
puertas talladas como en escultura funeraria en piedra o labrando elementos
pétreos supeditados a la arquitectura, como en el caso del Colegio de Santa
Cruz de Valladolid, para el que realizó las ménsulas del arranque de la bóveda
del zaguán, con ángeles tenantes de los emblemas del Cardenal Mendoza, así como
las del salón principal, de la sacristía de la capilla y del patio.
Alejo de Vahía. Izda: Virgen con el Niño, iglesia de la Asunción, La Seca (Valladolid) / Dcha: Virgen con el Niño y ángeles, monasterio de Santa Clara, Villafrechós (Valladolid) |
Hasta el último cuarto del siglo XX Alejo de Vahía era
un desconocido. Su obra de se hallaba difuminada y ensombrecida por las
creaciones de los grandes maestros de su época que ejercieron como
introductores en España del estilo renacentista de origen italiano, a pesar de
que en 1925 el estudioso alemán Georg Weise ya se percatara de la existencia en
Tierra de Campos de un nutrido grupo de esculturas de características
homogéneas, de que Federico Wattenberg identificara en 1964 los rasgos de éstas
en otras esculturas de Valladolid y de que Ignace Vandevivere adjudicara su
autoría en 1970 a notables esculturas de la catedral de Palencia y con ello le
sacara del anonimato.
Fue Clementina Julia Ara Gil2 quien en el año 1974 recuperó
definitivamente la personalidad artística del escultor Alejo de Vahía para la
Historia del Arte Español, a lo que se vinieron a sumar las importantes
aportaciones del profesor Joaquín Yarza Luaces, catedrático de Historia del
Arte de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Alejo de Vahía. Santa Ana Triple, h. 1510 Museo Catedralicio, Palencia |
Por su forma de trabajar y determinados
convencionalismos presentes en su obra se le presupone una formación artística
en talleres ubicados en tierras renanas, donde posiblemente habría nacido en
fecha indeterminada, aunque no es descartable su procedencia de los Países
Bajos, del entorno de Limburgo. Lo cierto es que pertenece a la nómina de
artistas que desde el norte europeo se trasladaron a España durante el reinado
de los Reyes Católicos atraídos por la enorme demanda laboral, con una posible
estancia intermedia en Francia, lo que justificaría la conservación de obras
suyas en el Museo del Louvre de París, en el Museo Goya de Castres y en
Avignon. Parece ser que en torno al año 1475 recaló en Valencia, donde se le
atribuye el fantástico grupo de la Dormición
de la Virgen del Museo de la Catedral, datada alrededor de ese año.
Alejo de Vahía. Detalles de Virtudes y ángel músico Museo de Santa María, Becerril de Campos (Palencia) |
Pronto debió de trasladarse a Castilla, donde la
actividad artística era imparable gracias a los grandes mecenas, como el caso
del cardenal Mendoza, para el que realizaba hacia 1490 los capiteles con
ángeles ya citados para el zaguán y las puertas talladas de la biblioteca del
Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Por esos años y por motivos desconocidos,
seguramente por la oferta de trabajo, Alejo de Vahía ya tenía instalado su
taller en la villa palentina de Becerril de Campos, donde realizó
intervenciones en retablos para Palencia, Paredes de Nava, Monzón de Campos y
la propia Becerril, en ocasiones colaborando con artistas de la talla de Pedro
Berruguete, aunque también llegaría a intervenir, entre 1491 y 1497, en la
sillería del coro de la catedral de Oviedo y a realizar en 1498 los sepulcros
de la familia de Luis de la Serna de la iglesia de Santiago de Valladolid, un
género que también abordaría años después en obras destinadas a eclesiásticos
de Palencia y Campos.
Alejo de Vahía. Santa Ana Triple, Museo Diocesano, Palencia |
El hecho de que en un documento relativo al censo de 1515
sea citada su esposa como viuda, hace presuponer al historiador Hipólito Rafael
Oliva Herrer que su muerte aconteció en Becerril de Campos durante el primer
semestre de ese año.
Alejo de Vahía realizó en los años finales del siglo
XV una abundante obra, tanto en piedra como en madera, especialmente en el
entorno de la diócesis de Palencia, siempre repitiendo unos modelos muy
personales que facilitan su atribución, destacando un dilatado santoral y sus
inconfundibles versiones de la Virgen con el Niño, aunque muchos eclesiásticos
le ignoraron por considerarle anticuado y se decantaron por los escultores que
divulgaban el espíritu del Renacimiento.
Alejo de Vahía. Dios Padre entronizado Museo de Santa María, Becerril de Campos (Palencia) |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 ARA GIL, Clementina Julia: Escultura
gótica en Valladolid y su provincia. Institución Cultural Simancas,
Valladolid, 1977, p. 385.
2 ARA GIL, Clementina Julia:
En torno al escultor Alejo de Vahía
(1490-1510). Universidad de Valladolid, 1974.
Alejo de Vahía. Virgen con el Niño Museo de Santa María, Becerril de Campos (Palencia) |
Alejo de Vahía. Detalles de Evangelistas Museo de Santa María, Becerril de Campos (Palencia) |
Alejo de Vahía. Detalles de los Santos Juanes y Anunciación Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid |
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