21 de septiembre de 2018

Excellentiam: VIRGEN CON EL NIÑO Y ÁNGELES, una personal y lánguida melancolía













VIRGEN CON EL NIÑO Y ÁNGELES
Alejo de Vahía (Región de Renania ? - Becerril de Campos, Palencia, h. 1515)
Activo entre 1480 y 1515
Hacia 1500
Madera policromada
Real Monasterio de Santa Clara, Villafrechós (Valladolid)
Escultura tardogótica castellana













Retablo mayor barroco, 1723-1733
Convento de Santa Clara, Villafrechós (Valladolid)
En el silencioso casco histórico de Villafrechós, en plena Tierra de Campos, se levanta el Real Monasterio de Santa Clara, en cuya iglesia se conserva una de las esculturas marianas más bellas de Alejo de Vahía: la Virgen con el Niño y ángeles, una escultura en la que fijamos nuestra atención y que sin duda ha sido venerada con devoción no sólo por la comunidad clarisa, sino por todo el pueblo de Villafrechós. Pero vayamos por partes.

El monasterio tiene su origen en una fundación palaciega realizada por la reina María de Molina en el siglo XIV que después pasó a la familia de los Guzmanes. Sería doña Urraca de Guzmán, viuda de don Gonzalo Gómez de Cisneros (muerto hacia 1399) y señora de la villa de Villafrechós, quien el 4 de octubre de 1406 fundaba en él un convento de clarisas que poco a poco fue creciendo y añadiendo dependencias. Es posible que a ese primitivo convento, que era protegido  por los duques de Osuna, llegara la imagen de la Virgen con el Niño y ángeles que fue realizada hacia 1500 por Alejo de Vahía en su taller de la villa palentina de Becerril de Campos, así como el crucifijo gótico del siglo XIV que preside el ático del retablo mayor, de desconocido autor y procedencia.

En 1543 era construida la iglesia a instancias de Ana Girón de Velasco, abadesa del monasterio e hija de los condes de Urueña. Un edificio de nave única, con bóveda de crucería estrellada y dos coros, uno alto y otro bajo. Habría que esperar al año 1723 para que se encargara el fastuoso retablo mayor, que tardó diez años en ser culminado en un exuberante estilo barroco de tipo salomónico creado en esos años por la familia de los Correa. Recuérdese que el retablo del convento de Santa Clara de Valladolid fue obra de Pedro de Correas en 1730, no casualmente encargado por otra comunidad de clarisas. Un hecho atípico es que en el flamante retablo barroco de Villafrechós se reservara una hornacina en el banco —gran proximidad a los fieles— para mantener al culto a la Virgen con el Niño y ángeles de Alejo de Vahía, una obra anticuada para la época del retablo, lo que obliga a pensar en la gran devoción a la imagen, ocurriendo otro tanto con el crucifijo gótico ya mencionado, que fue colocado en la hornacina abierta en lo alto del exuberante ático.

Hoy la talla de Alejo de Vahía aparece encorsetada entre la maraña decorativa y la policromía rica en oro y color del barroco dieciochesco. Sin embargo, por su esbeltez, elegancia y fina factura, destaca entre todas las esculturas barrocas realizadas expresamente para el retablo. A pesar de que su policromía fue retocada hacia 1733 para adaptarla al gusto barroco del nuevo marco, aún desvela el inconfundible sello del enigmático Alejo de Vahía, que en ella dejó la huella de un estilo perseverante en la tradición gótica cuando en el entorno palentino ya afloraban las nuevas directrices renacentistas.

La escultura, de 110 cm. de altura, representa a la Virgen sedente sobre un trono de planta semicircular que está decorado con molduras sencillas. Viste una fina camisa pegada al cuerpo que en el cuello se anuda con un pequeño lazo, un brial de mangas amplias que se ciñe a la cintura mediante una banda que se anuda al costado derecho y un manto que se sujeta sobre el hombro izquierdo y se repliega al frente sobre las rodillas formando en su caída pliegues triangulares. Su cabeza está descubierta y ligeramente inclinada, con una larga melena de la que dos afilados mechones discurren al frente y otros por la espalda, rostro ovalado y cuello largo. Con su mano derecha sujeta un pie del Niño, abandonando el característico gesto de sujetar un objeto o fruto con la mano levantada o mostrando la palma al espectador como es habitual en el escultor.
     
Sobre su rodilla izquierda sujeta al Niño, que aparece sentado con la cabeza ligeramente vuelta, en actitud de bendecir, con las piernas cruzadas y una desnudez sólo cubierta por el paño de pureza. Su anatomía es esquemática, su actitud envarada y su expresión estereotipada, manteniendo los esquemas comunes a toda su obra. Estos rasgos se repiten en los dos ángeles que se colocan a los lados de la cabeza de la Virgen en actitud de coronarla, de reminiscencias flamencas. Respecto a otras versiones del escultor, en este caso la composición es sumamente estilizada y delicada, lo que le proporciona una indudable elegancia.

La talla, a pesar del aparecer enmascarada en parte por la policromía dieciochesca, presenta todos los rasgos típicos y melancólicos de Alejo de Vahía, como los delicados ademanes, la delimitación de los volúmenes mediante agudas aristas, el rostro oval de las figuras femeninas, los ojos abultados y almendrados, caídos hacia los lados, la nariz afilada, la boca pequeña y perfilada, los cabellos femeninos con raya al medio, ondulados a la altura de las orejas y con mechones que se entrelazan formando rizos, y las manos con dedos finos y largos para establecer un tipo de lenguaje visual críptico, en definitiva, fiel a los recursos expresivos que son una constante en toda su obra. No faltan en la obra de Villafrechós muestras del minucioso detallismo de raigambre flamenca, como los pequeños detalles en la descripción de la indumentaria, con cintas, orlas, etc.

Esta escultura mantiene una especial afinidad con la versión conservada en la iglesia de la Asunción de La Seca1 (Valladolid), aunque aquella presenta al Niño vestido, sin ángeles y con el típico gesto de la mano con la palma al frente ofreciendo un corazón.

La figura de la Virgen es uno de los modelos femeninos más estilizados de los realizados por el escultor, equiparable en canon y monumentalidad al grupo de Santa Ana Triple ( h. 1510) que se expone en el Museo Catedralicio de Palencia, conservando el habitual gesto ensimismado de sus figuras marianas y manteniendo los modos estéticos y ciertos convencionalismos ligados a la escultura centroeuropea, especialmente empleados en las zonas del Bajo Rin, Limburgo o Westfalia.

A pesar de que el estudio de Alejo de Vahía ya ha permitido establecer y conocer suficientemente la trayectoria del artista a través del corpus conocido de su personalísima obra, aún queda eclipsado por la arrolladora producción de la escuela burgalesa de su época, con el maestre Gil de Siloé a la cabeza. Sin embargo, la compilación de su producción, mayormente distribuida por las provincias de Palencia y Valladolid (ciudad que por entonces pertenecía a la diócesis de Palencia), permite situarle como uno de los escultores más creativos y prolíficos de Castilla en los años finales del siglo XV y principios del XVI —activo entre 1480 y 1515—, con el aliciente de ser un escultor versátil que trabajó tanto en madera policromada o realizando puertas talladas como en escultura funeraria en piedra o labrando elementos pétreos supeditados a la arquitectura, como en el caso del Colegio de Santa Cruz de Valladolid, para el que realizó las ménsulas del arranque de la bóveda del zaguán, con ángeles tenantes de los emblemas del Cardenal Mendoza, así como las del salón principal, de la sacristía de la capilla y del patio.      
Alejo de Vahía. Izda: Virgen con el Niño, iglesia de la Asunción, La Seca
(Valladolid) / Dcha: Virgen con el Niño y ángeles, monasterio de
Santa Clara, Villafrechós (Valladolid) 

Hasta el último cuarto del siglo XX Alejo de Vahía era un desconocido. Su obra de se hallaba difuminada y ensombrecida por las creaciones de los grandes maestros de su época que ejercieron como introductores en España del estilo renacentista de origen italiano, a pesar de que en 1925 el estudioso alemán Georg Weise ya se percatara de la existencia en Tierra de Campos de un nutrido grupo de esculturas de características homogéneas, de que Federico Wattenberg identificara en 1964 los rasgos de éstas en otras esculturas de Valladolid y de que Ignace Vandevivere adjudicara su autoría en 1970 a notables esculturas de la catedral de Palencia y con ello le sacara del anonimato.

Fue Clementina Julia Ara Gil2 quien en el año 1974 recuperó definitivamente la personalidad artística del escultor Alejo de Vahía para la Historia del Arte Español, a lo que se vinieron a sumar las importantes aportaciones del profesor Joaquín Yarza Luaces, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Alejo de Vahía. Santa Ana Triple, h. 1510
Museo Catedralicio, Palencia
Por su forma de trabajar y determinados convencionalismos presentes en su obra se le presupone una formación artística en talleres ubicados en tierras renanas, donde posiblemente habría nacido en fecha indeterminada, aunque no es descartable su procedencia de los Países Bajos, del entorno de Limburgo. Lo cierto es que pertenece a la nómina de artistas que desde el norte europeo se trasladaron a España durante el reinado de los Reyes Católicos atraídos por la enorme demanda laboral, con una posible estancia intermedia en Francia, lo que justificaría la conservación de obras suyas en el Museo del Louvre de París, en el Museo Goya de Castres y en Avignon. Parece ser que en torno al año 1475 recaló en Valencia, donde se le atribuye el fantástico grupo de la Dormición de la Virgen del Museo de la Catedral, datada alrededor de ese año.


Alejo de Vahía. Detalles de Virtudes y ángel músico
Museo de Santa María, Becerril de Campos (Palencia)
Pronto debió de trasladarse a Castilla, donde la actividad artística era imparable gracias a los grandes mecenas, como el caso del cardenal Mendoza, para el que realizaba hacia 1490 los capiteles con ángeles ya citados para el zaguán y las puertas talladas de la biblioteca del Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Por esos años y por motivos desconocidos, seguramente por la oferta de trabajo, Alejo de Vahía ya tenía instalado su taller en la villa palentina de Becerril de Campos, donde realizó intervenciones en retablos para Palencia, Paredes de Nava, Monzón de Campos y la propia Becerril, en ocasiones colaborando con artistas de la talla de Pedro Berruguete, aunque también llegaría a intervenir, entre 1491 y 1497, en la sillería del coro de la catedral de Oviedo y a realizar en 1498 los sepulcros de la familia de Luis de la Serna de la iglesia de Santiago de Valladolid, un género que también abordaría años después en obras destinadas a eclesiásticos de Palencia y Campos. 
Alejo de Vahía. Santa Ana Triple, Museo Diocesano, Palencia
El hecho de que en un documento relativo al censo de 1515 sea citada su esposa como viuda, hace presuponer al historiador Hipólito Rafael Oliva Herrer que su muerte aconteció en Becerril de Campos durante el primer semestre de ese año.

Alejo de Vahía realizó en los años finales del siglo XV una abundante obra, tanto en piedra como en madera, especialmente en el entorno de la diócesis de Palencia, siempre repitiendo unos modelos muy personales que facilitan su atribución, destacando un dilatado santoral y sus inconfundibles versiones de la Virgen con el Niño, aunque muchos eclesiásticos le ignoraron por considerarle anticuado y se decantaron por los escultores que divulgaban el espíritu del Renacimiento.
    
Alejo de Vahía. Dios Padre entronizado
Museo de Santa María, Becerril de Campos (Palencia)
Informe y fotografías: J. M. Travieso.



NOTAS

1 ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en Valladolid y su provincia. Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1977, p. 385.

2 ARA GIL, Clementina Julia: En torno al escultor Alejo de Vahía (1490-1510). Universidad de Valladolid, 1974.



Alejo de Vahía. Virgen con el Niño
Museo de Santa María, Becerril de Campos (Palencia)













Alejo de Vahía. Detalles de Evangelistas
Museo de Santa María, Becerril de Campos (Palencia)










Alejo de Vahía. Detalles de los Santos Juanes y Anunciación
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid






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